“Juguemos en el mundo”, el espectáculo con el que hace 50 años María Elena Walsh conquistó a los adultos

Fue en 1968 y en el Teatro Regina donde la cantautora, escritora y —como ella misma solía definirse— juglaresa argentina presentó su show. En este music-hall, que se transformó en disco y más tarde en libro, lanzaba inteligentes e irónicas críticas a la sociedad argentina de aquel tiempo

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María Elena Walsh en el
María Elena Walsh en el Teatro Regina, año 1968

En 1968, María Elena Walsh ya era María Elena Walsh. Y fiel a su característica de buscar desafíos, se sumergió en una nueva apuesta. El `68 fue un año de transición para su carrera artística, gozaba de un gran reconocimiento en la canción infantil y ya había publicado algunos poemarios para adultos, pero decidió montar su primer espectáculo musical solista para adultos: Juguemos en el mundo. El subtítulo del recital fue "show para ejecutivos". Bajo la dirección de su compañera de aquel entonces, María Herminia Avellaneda, cantaba sola arriba del escenario y estaba acompañada musicalmente por Oscar Alem y Oscar Cardozo Ocampo, el arreglador musical del espectáculo.

"Ella ya tenía un éxito indiscutible como poeta y autora de canciones y libros para chicos, cuando se propuso hacer ese recital que iba a ser solo por un fin de semana. Finalmente se hicieron un montón de funciones porque tuvo una convocatoria impresionante", recuerda Sara Facio, quien años más tarde se convertiría en su compañera por más de tres décadas.

"Milagro en Buenos Aires", tituló el semanario Primera Plana. "Mucho se podrá argumentar sobre este auténtico fenómeno desencadenado por María Elena Walsh, sobre todo cuando se advierte que el espectador sale del teatro con la convicción de que ella ha reinventado la canción argentina", dijo la crónica del show del diario Clarín.

"Su Juguemos en el mundo, estrenado en el Teatro Regina, se convirtió en un éxito sin precedentes, inaugurando además un género", escribió el periodista y crítico musical Diego Fischerman en el libro El sonido de los sueños y otros ensayos sobre música. Ese género era una innovación del "music-hall", una persona arriba del escenario, cantando sus canciones y valiéndose de diversos elementos de las artes escénicas.

"Nadie antes de María Elena lo había hecho en el país, ella lo trajo de Francia", dice Leopoldo Brizuela, escritor y amigo de María Elena, en diálogo con Infobae Cultura. "Yo creo que lo de recital para ejecutivos era también un modo de anunciar que eran canciones para adultos y no para niños. Con esas canciones, María Elena logró captar el sentido común de gran parte de la sociedad de esa época, es similar a lo que sucedió con Mafalda", agrega Brizuela.

Sara Facio era una de las fotógrafas oficiales del Teatro Regina junto con Alicia D'Amico y fue la encargada de hacer las fotos de prensa para la presentación del show. "El recital tuvo tanto éxito —le dice a Infobae Cultura— que después tuvo que pasar a otro teatro porque en el Regina ya tenían armada la programación de ese año. Luego salió de gira por el país y por América. Fue un boom. No solamente fue fantástico para ella como artista porque estuvo en primer plano en toda la prensa y ganó el Martín Fierro al espectáculo del año, además fue como un renacer de la música joven, porque empezaba ahí la música de los cantautores, la canción de protesta y el rock".

Tras el éxito de espectadores, las canciones del show fueron editadas en dos discos, el primero salió en 1968 y el segundo al año siguiente. El primer volumen venía con seis "instrucciones para el disco-oyente". Una de ellas advertía: "Aunque la autora ha grabado anteriormente canciones para niños, éstas son para grandes". Otras dos hablaban de los destinatarios del álbum: "Este disco está dedicado a los chiflados que suponen que la música popular puede no ser necesariamente pachanga y que las letras pueden decir cosas más, ruido menos" y "también puede serle útil a los que todavía extrañan leer en el tranvía y a los adolescentes inconformistas que odian las flores de plástico".

La tapa del primer disco tenía un ejecutivo de traje pintando, en tonos grises, a un soldado que disparaba. Al lado del ejecutivo había una niña pintando, en colores, un tren con animales y más niños. Y allí puede leerse cómo lo infantil, de alguna manera, seguía presente en este momento de transición y ciertas canciones tenían mucho de su etapa anterior.

"Miranda y Mirón" es una canción que parece para niños y que a su vez es una crítica al conservadurismo y al rechazo elitista de lo popular. "Manubrio Azul" es otra agradable melodía con tintes infantiles donde aparece la nostalgia, la infancia añorada a través de un triciclo de un abuelo que ahora solo espera cobrar la jubilación. "Yo creo que todavía tenía pegadas cosas muy infantiles que con el paso del tiempo y los discos posteriores las pudo abandonar", dice Brizuela.

Portada del disco “Juguemos en
Portada del disco “Juguemos en el mundo” de Maria Elena Walsh

La faceta lúdica de sus composiciones para chicos seguía presente en las canciones de este espectáculo. Pero ahora María Elena les hablaba a los padres de esos chicos y el militar que disparaba desde la tapa del álbum y la connotación que eso tenía en tiempos de la dictadura militar de Onganía, estaban presentes en canciones como "¿Diablo estás?" y en "Aria del Salón Blanco". En 1968, todavía corría la proscripción del peronismo implementada más de diez años antes. Por eso, en ese potente tango que es "El 45", María Elena se refiere a Perón como "el que te dije". El propio Perón habló de esa canción en una entrevista con Tomás Eloy Martínez en su exilio en Madrid: "No ve que estoy prohibido, hasta esta chica que canta me dice 'el que te dije'".

De alguna manera, estas canciones se adentraban en un camino poco recorrido hasta ese momento en la música popular argentina, que por aquel entonces era mayoritariamente de tintes románticos. Juguemos en el mundo nació en paralelo con el Movimiento Nuevo Cancionero, con la consagración definitiva de Piazzolla de la mano de "Balada para un loco" con Horacio Ferrer, el nacimiento del rock nacional y la canción de protesta de Víctor Jara en Chile, por mencionar algunos de los novedosos movimientos musicales de esos tiempos.

“Juguemos en el mundo. Volumen
“Juguemos en el mundo. Volumen II”

"Sobre el fin de los años ´60, con canciones como 'Los ejecutivos', María Elena provocó una verdadera revolución interior en nosotros. Nos obligó a repensarlo todo. Era un momento en el que pasaban cosas muy importantes. Y María Elena se anticipó al Mayo Francés, aquí no había nada que envidiar. Nos motivó a tener otro tipo de repertorio, nos enseñó a que uno hace docencia con las canciones que decide interpretar", dijo Susana Rinaldi en un artículo que se puede leer en el portal peronista Chubut para todos. Rinaldi, además de amiga de María Elena, fue la encargada de estrenar algunas de sus canciones, entre ellas, "Serenata para la tierra de uno", que luego formó parte del recital.

Sin duda "Los ejecutivos", esa canción que marcó, desde el subtítulo, el tono del espectáculo, es una de las más recordadas de ese momento por cómo describió un fenómeno incipiente y por una letra que podría haber sido escrita en la actualidad. "La canción contra los ejecutivos era una cosa nunca vista hasta ese entonces. En ese momento recién empezaban, eran lo que hoy son los CEO´s", dice Sara Facio. "Le gustaba escribir sobre la actualidad. Ella tenía una visión muy particular de la sociedad y quería poner eso en canciones. No solo hacer canciones generales o de amor, sino que se ocupaba mucho de la gente que la rodeaba, sus inquietudes, el país y nuestra idiosincrasia", agrega.

María Elena Walsh en Pasteur,
María Elena Walsh en Pasteur, año 1971, durante la filmación de “Juguemos en el mundo” (Foto: Sara Facio)

Como si fueran aguafuertes de Roberto Arlt hechas canción por su aguda descripción cotidiana, las canciones de Juguemos en el mundo lograban, con distintos recursos, una irónica crítica de la sociedad argentina de aquel tiempo a través de canciones muy variadas con las que experimentó diversos géneros musicales como el jazz, el tango, el folklore y el son, entre otros. "Canciones difíciles de fechar: antiguas en sus modos, modernas en sus temas, intemporales en su ambición", como las describió Sergio Pujol, periodista, escritor y autor del libro Como la cigarra, biografía de María Elena Walsh.

"Gilito de Barrio Norte", una crítica concisa a quienes se llenaban la boca pregonando ideas de izquierda con sus palabras pero no las acompañaban con sus acciones, es otra canción antropológica que no pierde vigencia como también sucede con "Canción neurótica", que bien podría estar inspirada en los infaltables indignados que pasean por las redes sociales o "El mono moto loco" que habla del machito motoquero "propietario de la calle y ministro del terror, bachiller en terremotos y pichón de dictador", que aún hoy vemos a diario por las calles de Buenos Aires.

Muchos de los críticos que presenciaron el espectáculo coinciden en que su gran potencia fue la capacidad del público de identificarse con alguna de las historias o de los retratos de la sociedad en la que estaban viviendo. "Zamba para Pepe", una canción para el amigo que se va, dedicada a José María "Pepe" Fernández, escritor, músico, fotógrafo y amigo de María Elena desde sus tiempos en su Ramos Mejía natal, aborda el destierro y el exilio desde el punto de vista del que se queda, un drama común para muchos argentinos de aquel entonces. Otra canción de características sociológicas es "La Juana", donde a través de un caso particular contó la historia de todas las mujeres que venían del interior del país para trabajar como mucamas.

"'Barco quieto' es la primera canción argentina que habla de hacer el amor", cuenta Brizuela. "En los diarios de Bioy Casares se puede leer sobre la tarde de 1958 en que Borges y Bioy recibieron a María Elena y Leda Valladares y ellas cantaron esa canción", aporta Brizuela. Esto permite deducir que, por más que no lo haya hecho público, María Elena ya venía escribiendo canciones para adultos por lo menos diez años antes de hacer estos recitales.

En 1974 se editó el
En 1974 se editó el libro “Juguemos en el mundo”

Tras el éxito del espectáculo, vino la película. La homónima Juguemos en el mundo fue dirigida por María Herminia Avellaneda y tuvo como base las canciones del show, un guión adaptado por María Elena y dos recordados personajes creados por María Elena y Leda que al día de hoy siguen apareciendo cada tanto en obras en la Ciudad de Buenos Aires: Doña Disparate y Bambuco. El film se rodó en Buenos Aires y en Pasteur, ciudad de nacimiento de María Herminia, situada en el partido de Lincoln, provincia de Buenos Aires, y se estrenó en 1971. "Alentada por el éxito del espectáculo, María Herminia quiso hacer una comedia musical. Pero de alguna manera fue un fracaso porque ella venía de una estética muy realista por su recorrido en televisión, lo que no se combinó bien con lo que estaba haciendo Maria Elena. Lo que sí es interesante es lo que alguna vez Maria Herminia dijo en una entrevista: logró imágenes de Maria Elena cantando, cosa que hasta ese momento no había", dice Brizuela.

El fenómeno también llegó al papel, ese mismo año se publicó un libro que tenía las canciones del espectáculo y que también llevó el título Juguemos en el mundo. "Acabada la voz de los juglares, su palabra siguió acompasando a muchos solitarios. Después de haber cantado mucho estas canciones, ellas vuelven a buscar un poco de silencio y a pretender un poco de memoria que, por efímera que resulte, siempre parecerá más larga que la atención que le prestaron sus generosos oyentes", escribió María Elena en el prólogo que introducía al cancionero.

Y esta juglaresa argentina sigue acompasando a muchos solitarios, niños, adultos y adultos que fueron niños, que se criaron jugando en el mundo con sus canciones. "Es evidente que podemos jugar en el mundo, o cantar en el mundo, mientras el Diablo no está. También es evidente que cuanto más cantemos o juguemos, mejor le haremos la guerra", decía la última de las instrucciones para los disco-oyentes del álbum con el que María Elena Walsh se ganó un lugar en el mundo de los adultos.

 

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