Murió Irene Gruss, poeta y maestra de poesía

Tenía 68 años. Falleció en el Hospital Español, tras sufrir una grave deshidratación. Publicó varios libros, integró distintas revistas literarias y trabajó muchos años como correctora periodística

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Irene Gruss
Irene Gruss

Esta mañana, horas después de la Nochebuena, en plena Navidad, murió Irene Gruss. Había sido internada en el Hospital Español, tras sufrir una grave deshidratación. Tenía 68 años y era, además de poeta, maestra de poesía. Nació en Buenos Aires y cursó estudios universitarios de Medicina, Biología y Letras, todos de forma incompleta. Antes de eso, participó en coros bajo la dirección de Antonio Russo e intentó canto individual supervisada por Susana Naidich. En algún momento decidió que la escritura era lo suyo, y dejó la música a un lado. Quizás la poesía sea el lugar donde se confluyen ambas disciplinas.

Durante los años setenta fundó el grupo de poetas del Taller Mario Jorge De Lellis. Y naufragó por diferentes redacciones: no sólo revistas literarias como El escarabajo de oro, El ornitorrinco y El juguete rabioso sino también en distintos medios como La Opinión, Tiempo argentino, La Nación y Clarín. En este último fue durante muchos años correctora. Publicó varios libros: La luz en la ventana (1982), El mundo incompleto (1987), La calma (1991), Sobre el asma (1995), Solo de contralto (1998), En el brillo de uno en el vidrio de uno (2000), La dicha (2004) y en su carácter de compiladora, la antología Poetas argentinas (1940-1960), del año 2006. El último, La mitad de la verdad, se publicó en 2008 y es su obra reunida.

Irene Gruss
Irene Gruss

¿Qué se puede decir de su poesía? De todo: que era intimista, sensual, coloquial aunque exquisita. "Si se debiera acudir al epítome de la poesía nacida en los setenta en Buenos Aires y de su despliegue, habría que leer, entre unas pocas opciones, la poesía de Irene Gruss", escribió Jorge Aulicino, en el prólogo de La pared.

Por su parte, al enterarse de la noticia, el escritor Julián López, posteó en las redes sociales: "Tu oscuridad, tu alegría, tu ternura, tus ganas, tu diversión, el fastidio con el que eras capaz de señalar el verso de un poema que había escrito y decirme ¿qué onda? Por un buen tiempo entré los jueves a tu casa a estar en secreto con las palabras, contra las palabras, con las pruebas del desamor, con tu ternura enmascarada, lóbrega, luminosa. En mi corazón para siempre, para siempre. Qué pena y cuánta fortuna haberte tenido cerca un rato, maestra hermosa."

Irene Gruss
Irene Gruss

Todo escritor tiene sus textos preferidos. Ella tenía muchos, pero había uno, "El jardín", que le gustaba mucho.  "Es uno de los poemas más verdaderos que he escrito; lo quiero mucho", dijo en una entrevista. ¿Por qué? Entonces contó la anécdota, el triste hecho que la inspiró.

"Lo escribí de un tirón —dice en diálogo con Página/12—. Un día, me llamaron a las seis de la mañana para contarme que la mujer de un amigo mío había tenido un accidente, había muerto. Había salido en Diario de Poesía una serie de fotos de toda nuestra generación. Yo tenía el Diario… desplegado y justo estaba la foto de Diana Bellessi frente a mí, esa imagen decía las preguntas y yo iba transcribiendo. El poema habla sobre la vida y la muerte, y ese vocativo, el sonido de la palabra Diana y además la expresión que ella tiene en esa foto, me contuvo mucho. Me permitió trabajar esa especie de conversación; ficcioné cosas reales y cosas no reales en ese tire de preguntas que hago en el poema. No es autobiográfico ni biográfico. Ni de Diana ni de mí. Es una figura."

Irene Gruss
Irene Gruss

Aquí reproducimos el mencionado poema, como pequeña muestra de su calidad, de su sensibilidad y de su singular forma de observar el mundo.

"El jardín", del libro Sobre el asma

¿Estás cansada del viaje, Diana?
¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol
en tu jardín, fuiste allí
rápidamente, pausadamente?
¿Echaste una ojeada a las plantas
o mirás cada una, sabiéndola,
descubriéndola, cuidás
tu jardín, hablás, cantás con
la regadera en la mano?
¿Estás cansada de vuelta del viaje,
Diana? ¿Estás contenta?
¿Alguien te acarició, jugó otra vez
con tu melena de fénix,
te besó los párpados
como quien desea tocar
una mirada así de azul, de gris
según el tiempo? ¿Fuiste feliz,
Diana? ¿Intenso y duro, el viaje?
¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?,
¿descansaste?
¿Estás repleta de memoria, de sentidos
por el viaje, Diana?
¿Comerías conmigo para contarme?
¿Pasaste hambre en la estadía,
Diana, pasaste hambre?
¿Te embriagaste? ¿En algún momento
llegaste a marearte por el viaje?
¿En algún momento, sentiste
esa nada en la boca
del estómago, ahí donde dicen que
está el alma? ¿Llenaste
con qué esa nada, con la gente,
con las cosas, tuviste
necesidad? ¿Observaste
la vida tranquila? ¿Así, como te veo
ahora, calma
y sabihonda? ¿Conociste
la muerte en el viaje,
Diana? ¿Te asustó, la asustaste?
¿Trajiste fotos, postales,
documentos?, ¿abrazaste a
muchos, te abrazaron?
¿Gozaste, tradujiste el amor
loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, callaste
demasiado? ¿Por qué
estás diciéndome
que escribir es lo único
que tenemos? ¿Estás
cansada, es por eso, porque
estás cansada del viaje? ¿Querés
dormir, recostarte en un hombro,
querés reír, llorar un
poco? ¿Acaso el viaje mismo
no te consuela,
Diana? ¿No es como el tacto
de otra mano, no lo es, verdad?
¿Comerías conmigo para
contarme?
¿Ya floreció la rosa
en tu jardín? ¿Es tan bella?
¿Los pétalos reventaron
plenos de vida, la vida es
púrpura después de un viaje,
Diana,
es así?

 

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