Un patio, una barra, música, una muestra de fotografías y teatro, mucho teatro. Como todos los años, desde hace siete ya, la sala Timbre 4 (fundada por Claudio Tolcachir y que en sus inicios era un departamento al final de un pasillo de casa chorizo) realizará en febrero el festival Alta Temporada que albergará obras de diversas latitudes del globo, workshops y encuentros, mesas de debate y hasta torneos entre obras. Una propuesta veraniega para atravesar el calor porteño con una amable dramaturgia.
"Es emocionante ver que, gracias al gigantesco esfuerzo de este equipo argentino-catalán, se puede seguir imaginando y concretando sueños", dijo Tolcachir a la distancia, ya que se encuentra en Girona, España, llevando adelante su oficio de director. El festival se realiza en conjunto con su homónimo catalán de Girona y el aunamiento de esfuerzos permite que la escena teatral independiente pueda recibir obras de diversos países del mundo y con una elevada calidad artística. La crisis no fue olvidada al presentar la programación de esta séptima edición: "En tiempos en los que sostener un teatro independiente se volvió prácticamente imposible, nos provoca gran felicidad la séptima temporada de nuestro amado festival", comentó el director a Infobae Cultura.
En esta edición se podrán ver obras de España, Perú, Uruguay, Colombia, Suiza, Alemania, Finlandia y, claro, Argentina. "Más allá de que toda obra convocada tiene sus propias cualidades y virtudes, también es una buena oportunidad para el público argentino que no tiene, por ejemplo, muchas ocasiones para ver teatro nórdico", dice Lautaro Perotti, uno de los pilares actorales de Timbre4.
Desde Catalunya participará el actor y director Lluís Homar que presentará Tierra baja, con dirección de Pau Miró, un clásico de la dramaturgia catalana escrito por Ángel Guimerà. Guillem Alba, también de Catalunya, interpretará Calma!, espectáculo en el que las artes del clown intervendrán con el público mismo. Casas, de Xesca Selvá, se configura como una de las revelaciones del festival ya que la particular escenografía –con casas sobre el escenario– y el modo de interacción con el público (que será provisto de auriculares para que su propia participación forme parte de la intervención) apelan a la expectativa de los organizadores.
El tigre no es como lo pintan, obra de Darío Fo, será interpretada por el maestro de actores colombiano Alfonso Ortiz y, desde el otro lado del mundo, la finlandesa Monkind se propone como una obra para todo público "a partir de los 9 años" e intentará, según sus realizadores, desmontar prejuicios arraigados en el público.
"La particularidad del festival es que las obras se pondrán dos veces, luego ya no habrá oportunidad para repetir esta experiencia", dice Perotti que cuenta que en su séptimo año y en el vacío febrero de Buenos Aires hay muchos espectadores que anidan sus noches veraniegas en el espacio teatral como si el escenario fuera una playa y la barra con tragos y comidas una carpa frente al mar.
Las entradas, que no incrementaron sus precios respecto al año pasado, ya están a la venta y la programación completa (que se complementa con diversos talleres para actores y directores que se inician o que ya son expertos) se puede consultar en la página de la sala y hasta el 31 de diciembre las localidades, que se pueden obtener en la misma web, tienen un descuento para nada despreciable.
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