Aquellos a los que amó y que lo amaron dicen que era una persona de pocas palabras, pero de la frase justa. Que en sus ojos podía leerse aquello que, esa economía del lenguaje, lo obligaba a guardarse, y que disfrutaba sobre todo los silencios porque así podía oír sus ideas con mayor claridad y que, cuando un concepto ingresaba en su mente, podía desconstruirlo una y otra vez, pero que, irremediablemente, se traduciría en una obra artística.
El hombre es Clorindo Testa, quien ayer hubiese cumplido 95 años y que tuvo un homenaje íntimo en el Museo Nacional de Bellas Artes, donde a partir de hoy se desarrolla Esta es mi casa, una muestra que aúna 33 obras que revelan su aspecto lúdico, su humor y pensamiento. Todo aquello que el arquitecto fallecido hace cinco años no se animaba a decir con palabras y sí sobre cualquier superficie, desde un lienzo a papel madera.
Familiares, amigos, colegas. Todos se reunieron en un cumpleaños que tuvo al homenajeado presente en recuerdos y en las tres salas del MNBA que alojan gran parte de su acervo, aunque -como aclara María José Herrera, una de las curadoras de la exposición junto a Mariana Marchesi, "no es una retrospectiva" ya que no incluye su obra formalista ni la geométrica.
Joaquina Testa, su hija, relató a Infobae Cultura que el encuentro con la obra de su padre, una vez fallecido, la llevó a conocerlo desde otra dimensión e incluso le sirvió para encontrarse con ella misma: "No tengo recuerdos de mi infancia de cuando trabajaba porque lo hacía en el estudio. De hecho, aprendí cómo pintaba a partir de un autorretrato que se lo ve con un pincel largo con la tela en el piso".
"El era muy poco expresivo en casa, muy guardado, pero siempre con una sonrisa, amable. Y creo que se expresaba mucho más en sus pinturas que con la gente que lo rodeaba. Creo que llegué a conocerlo más a partir de su arte y lamentablemente después de que murió. Fue como un redescubrimiento de mi padre y también personal, porque se mezclan las emociones y, a la vez, fue difícil porque descubrí tantas cosas que hoy lamento no haberle preguntado. Me fue complicado ingresar en su obra por eso, pero ahora estoy feliz porque conozco mejor a mi padre", dijo.
Teresa Borthagaray de Testa, esposa del reconocido arquitecto, estuvo de acuerdo: "Era muy reservado, no hablaba demasiado, pero él se expresaba sobre todo en su obra. Si una quería saber qué le estaba pasando, solo tenía que ver en qué trabajaba".
"Cuando se ensimismaba con algo cerraba la puerta y ahí entraba en su mundo. Tenía una personalidad fuerte, era cabeza dura en ese sentido, pero a la vez aceptaba lo distinto. Le gustaba ir los sábados a la mañana a trabajar, porque decía que no había nadie en el estudio, no sonaba el teléfono, nadie le preguntaba nada. Decía que ahí podía encontrarse con él mismo".
Teresa aseguró a Infobae Cultura "estar deslumbrada" mientra recorre despacio una muestra que le "despierta una curiosidad como si nunca hubiese visto su obra".
Testa, reconocido por grandes obras como el ex Banco de Londres y la Biblioteca Nacional, también fue recordado por el arquitecto Juan Fontana, quien trabajó junto a él desde 1989: "Creo que toda la osesión que representaba en la arquitectura, donde era practicamente un mecano tenían un contrapunto cin sus obras artísticas, que eran más bien efímera, espontáneas. Lo ayudé con algunas obras y más de una vez me tocó darle un martillazo en el dedo", dijo a Infobae Cultura.
"Era muy dinámico, flexible, no variaba en la idea principal, en el concepto, pero luego iba cambiando. Siempre decía 'no te preocupés, que tengo la idea acá'", relata Fontana, señalándose la frente.
La exposición despliega pinturas, dibujos e instalaciones realizadas a partir de 1968 y se presenta como un juego constante en el que las técnicas de la arquitectura y su pensamiento se retroalimentan, haciendo evidente su preocupación por la urbanística, la ecología y la historia. "Hay un concepto que vincula a todas las piezas, en el que el lenguaje instrumental y conceptual de la arquitectura se trasladan a la pintura", dijo la curadora Herrera.
En ese sentido, Marchesi sumó: "Uno como individuo no puede escindirse en distintas cosas y queríamos ver cómo determinadas herramientas de su lenguaje profesional podíamos ver en su arte y viceversa".
La expo revela una ciudad hecha de personas. Allí, atribuladas, no pudiendo escapar del pasado, soñando con arroyos mientra en el departamento de al lado se oye el fluir del agua del baño o se alegran porque 'entre las 9 y las 9.30' entra muchísima luz. Personas que hacen a esa ciudad, que le dan vida, que la respiran y que la sufren.
Una de las obras más imponentes, donde se puede ver con claridad esos tres componentes esenciales de Testa -la crítica, el humor y la formación- es Serie de la vida en la ciudad en la que "habla mucho de la contaminación, la polución, el hacinamiento" -dijo Marchesi- y que refleja "el fracaso de una cierta urbanística que fue planteada en el segundo cuarto del siglo XX".
"Si bien hay crítica, una mirada mordaz, y se habla mucho de conflictos, desde los problemas de la conquista española a la peste, también hay una aspecto lúdico que plantea un mensaje esperanzador".
Por eso, explica, en el hall central del primer piso, se exhibe Apuntalamiento para un museo, una reconstrucción de la instalación que realizó en 1968 en el MNBA en el marco de la muestra colectiva Materiales, nuevas técnicas, nuevas expresiones, auspiciada entonces por la Unión Industrial Argentina.
"El 68 fue un momento en que muchas instituciones entraron en crisis y él elige una obra como gesto irónico, en el que ese apuntalamiento está para cumplir con la función que de por sí tienen este tipo de estructuras, que es asegurar una construcción que está en peligro de derrumbe, pero que a su vez lo hace dentro de un museo, que él entiende como su casa", comentó Marchesi a Infobae Cultura.
A partir de los 70, cuando se une al Grupo CAYC, su obra desarrolla un punto de vista con una fuerte crítica a la arquitectura modernista, pero que a la vez juega con lo catastrófico pero "siempre con esa mirada de querer buscar una solución".
Una tercera parte de la muestra revela esa relación con la tragedia inevitable, en obras que representan desde la fiebre amarilla en Buenos Aires a la peste en Cepalloni, el pueblo de sus antepasados, y aquellas catástrofes que se producen a partir de la intervención humana. Un viaje en el tiempo, desde el medioevo que pasa por la conquista española -imperdible su Explosión en la Casa de Moneda Potosí– y se afinca en el presente.
"El crea muchas de estas obras 'trágicas' a mediados de los '70. Si lo miramos desde nuestro contexto es inevitable realizar un paralelismo con la dictadura militar en Argentina y otros países de la región, aunque quizá él no lo hubiese hecho".
"Realiza una juego constante entre la peste y qué significan estos procesos naturales destructivos que en la actualidad son producto de un modelo urbanístico. Preguntarse cuáles son nuestras pestes contemporáneas, resulta inevitable", finalizó Marchesi.
Hasta el 17 de febrero de 2019, Clorindo Testa: esta es mi casa permanecerá abierta. Una gra oportunidad para conocer la visión del artista más allá del brutalismo o una oportunidad brutal también para indagar sobre uno mismo y la vida en la ciudad. Tal como él lo hacía en sus silencios, tal como lo plasmó en su obra.
*Clorindo Testa: esta es mi casa
MNBA, Av. del Libertador 1473, CABA
Entrada gratuita
Martes a viernes de 11:00 a 20:00
Sábado y domingo de 10:00 a 20:00
Lunes: cerrado
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