A 38 años del crimen de John Lennon: el drama de Yoko Ono y los secretos de una noche trágica

La última esposa del músico vio cómo lo acribillaron a balazos. El médico que tuvo su corazón en las manos y los cronistas que dieron la triste noticia

Desconsolada. Yoko Ono se retira del hospital Roosevelt tras el asesinato de John Lennon, el 8 de diciembre de 1980.

El 8 de diciembre a las 23:15 John Ono Lennon murió. Había sido baleado minutos antes por Mark David Chapman en la puerta del Dakota, el edificio donde vivía junto a Yoko Ono y el pequeño Sean, hijo de la pareja, de 5 años.

El día había sido largo y el músico por fin se disponía a volver a casa. Tenía proyectos, un nuevo disco en marcha y quién sabe cuántas otras cosas quedaron pendientes. Su asesino fue un joven hawaiano que horas antes le había hablado en la puerta del mismo edificio para pedirle un autógrafo. "¿Es todo? ¿Quieres algo más?", le preguntó Lennon a Chapman luego de estampar su firma en la portada del disco Double Fantasy, el que lo volvió a la vida artística.

El joven asesino había llegado a Nueva York con la clara idea de matar al hombre que tras el nacimiento de su segundo hijo —el único con Yoko Ono— volvía a los escenarios tras cinco años en silencio. Chapman, de 25 años, pretendía ser conocido y lo logró de la peor manera: hizo guardia en la puerta del Dakota para esperar al músico durante la fría mañana de ese 8 de diciembre. Asombrado por la simpatía que tuvo Lennon con él no pudo matarlo luego de que le autografiara su vinilo. Pero no desistió de la idea y lo esperó hasta que regresó por la noche.

Sin saberlo, John Lennon le firmó un autógrafo y habló con su asesino.

Cerca de las 22 de ese día Lennon y Yoko regresaban al Dakota. Ono se adelantó, John quedó 20 pasos atrás y volvió a cruzar mirada con el mismo sujeto que lo había abordado por la mañana. Siguió de largo. "Señor Lennon…", llamó Chapman. Lennon volteó y lo sorprendió el primer disparo. Siguieron otros cuatro.

El desquiciado descargó las balas ahuecadas de su revolver calibre .35 y cuatro impactaron en el delgado cuerpo de Lennon, quien se mantuvo en pie mientras cada munición lo perforaba. Logró llegar a la oficina del conserje y allí cayó. Los gritos de Ono despertaron a Nueva York. La vida del ídolo había acabado.

Lunes 8 de diciembre de 1980 a las 23:15. Esa es la fecha y hora que quedó estampada en el acta de defunción de John Lennon firmada por el doctor Stephen Lynn en el Hospital Roosevelt a donde había ingresado muerto en brazos de dos policías. Los médicos intentaron reanimarlo sin éxito. Del otro lado de la sala de emergencias esperaba Yoko Ono.

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Fue el el propio Lynn quien le dio la noticia a la japonesa que años atrás había sido culpada de la separación de los Beatles.

"Tuve su corazón en mis manos", el relato del médico que intentó resucitar a Lennon

Stephen Lynn es el médico que recibió en la sala de emergencias a un hombre que se desangraba por el impacto de cuatro balas. Ni él ni su equipo repararon en quién era la persona a la que estaban por abrirle el pecho para intentar salvarle la vida.

"Treinta años después, te lo digo: siempre supe qué hacer y cómo", recordó Lynn para La Vanguardia al cumplirse tres décadas de esa noche fatal. "Fui asistido por dos médicos y atendimos al paciente sin ningún pensamiento alusivo a su fama. Una vez que fue declarado muerto, aproximadamente a las 23:15, todos en el área de urgencias nos detuvimos, respiramos y, sólo entonces, comprendimos que participamos en un momento histórico, del modo menos deseable".

Lynn también fue el encargado de darle la triste noticia a Yoko Ono, quien suplicó no difundirla a la prensa porque quería primero decírselo al pequeño Sean.

Álbum familiar. John, Sean y Yoko solo disfrutaron 5 años juntos.

En la extensa entrevista, Lynn recordó que Lennon tenía tres impactos en el pecho y uno en el brazo, que había llegado sin pulso ni presión sanguínea. "Podríamos haber certificado su muerte nada más llegar, pero en urgencias hay que aprovechar cualquier resquicio, por pequeño que sea (…) Hicimos una intervención quirúrgica y abrí la parte izquierda del tórax… Al abrir encontré una gran cantidad de sangre, probablemente el 80 o 90% de la sangre del cuerpo; el corazón se había quedado vacío. Hicimos transfusiones, pero vi que los vasos sanguíneos también estaban muy dañados. Pensé que prácticamente no había posibilidades de salvarle la vida, por lo que tomé el corazón con las manos y le practiqué un masaje".

Sí, el médico esperaba un milagro. "Tomé el corazón con la mano derecha. Consideré que tal vez podría reaccionar; sin embargo, la naturaleza de las heridas impedía toda opción (…) Hasta ese momento trabajé en piloto automático, sabía qué debía hacer. Pero en el momento en que lo dimos por muerto, todo fue diferente".

Durante la mañana del 8 de diciembre de 1980, John y Yoko estuvieron en los estudios de RKO Radio Network para dar una entrevista en vivo en el programa del DJ Dave Sholin.

—¿Cuándo supo que era John Lennon?

—Lo descubrimos cuando una enfermera sacó la cartera de su bolsillo y vio su documento de identificación. Dijo: "¡Es John Lennon!". Miré al paciente y me dije que no podía ser, no se parecía al John que yo conocía del vencindario. En la muerte, él no se parecía en nada a la imagen en vida, estaba gris, chupado, pálido. No parecía John Lennon, aunque, al fondo del pasillo, apareció Yoko Ono. Ya no había duda.

Consultado sobre qué pasó en la sala de emergencias mientras el músico yacía muerto, confesó: "Todos los que estábamos en el quirófano, tres médicos y seis enfermeras, nos vinimos abajo y lloramos".

"Tener el corazón de John Lennon en mis manos, tener en mis manos el corazón de mi generación, me hizo sentir triste por no haber podido hacer más, por no ser capaz de salvar su vida esa noche. Sentí que si lo hubiera salvado el mundo sería diferente 30 años después, sería un lugar mejor".

Dar la noticia: el recuerdo de los periodistas que cubrieron la información

El asesinato de John Lennon cubrió las tapas de todos los diarios del mundo.

Hace 38 años las noticias no se difundían como hoy. No había celulares con cámara, ni mensajería instantánea ni correo electrónico. Los datos se chequeaban con un llamado telefónico o in situ. Los teléfonos de las redacciones no dejaban de sonar y la noche del 8 de diciembre de 1980 los teléfonos con disco y cables estaban al rojo.

"Recibí una llamada del editor nocturno diciendo que John Lennon había recibido un disparo y que casi seguro iba a morir", recordó Joe Urschel, entonces reportero para el Detroit Free Press. "Me dijo: 'Estamos dejando espacio en la edición para un reconocimiento' y preguntó si podría escribir algo en 20 minutos y llamarle de nuevo para dictarles".

Al no haber correo electrónico, cuando la urgencia apremiaba los periodistas escribían sus líneas y las dictaban por teléfono para que luego fueran reproducidas en el diario. "Creo que escribí entre 800 y 1.000 palabras y se lo dicté a uno de los capturistas nocturnos".

Por su parte, Jim Farber —crítico musical del New York Daily News en 1980 se graduaba de la universidad y escribía artículos para la revista Circus— salía de un concierto cuando comenzaron los rumores. Dudó, pero terminó en la puerta del Dakota. "Había cientos de personas y durante toda la noche me quedé caminando y hablando con la gente que estaba allí".

Los llamados esa noche fueron múltiples y por distintos temas. La desconfianza en la veracidad siempre estaba. "Un chiflado llamó para decir que uno de los Beatles había recibido un disparo", contó Donna Cornachio, entonces pasante de WCBS en la mesa de asignaciones que tenía la tarea de contestar el teléfono, entre otras cosas.

"Apenas habíamos comenzado las noticias de las 11 PM cuando recibí una llamada de un informante que dijo que uno de los Beatles había recibido un tiro (…) Yo era una estudiante universitaria y ni siquiera sabía que uno de Los Beatles vivía en Nueva York, así que pensé que era una broma".

Su jefe le preguntó quién había llamado. "'Un chiflado llamó para decir que uno de los Beatles había recibido un disparo', respondí. Él, más sabio y con mayor edad, me encargó los teléfonos (…) Llamé al distrito que correspondía al Dakota y el policía respondió: 'No puedo confirmarlo ni negarlo' y colgó. Supimos que había algo".

Un equipo fue el Dakota y al Hospital Roosevelt, y Donna siguió chequeando la información por teléfono, a la vieja usanza. "Con un directorio telefónico llamé a los vecinos del edificio para saber si alguien había escuchado disparos, monitoreaba el hilo de cables, pero no teníamos ninguna confirmación".

La pasante se fue a casa antes de que la noticia fuera confirmada. A la mañana siguiente el llanto de su hermana la hizo saber que ese llamado había sido cierto.

El recuerdo de Yoko Ono

John y Yoko.

"Supongo que intentaron matar a John, pero no pudieron. Su recuerdo todavía sigue vivo", dijo la viuda de Lennon en una entrevista para recordarlo, años después.

Sobre es noche contó: "Había una sensación de premonición, ahora que pienso en eso. Yo estaba muy preocupada por él. En realidad le dije: ' Hay mucho trabajo y mucha tensión, el horario es agotador y necesitas un descanso. Tu y Sean deben regresar a Bermudas'. Y dijo: 'No, esta vez no. Estaré contigo y no importa lo que pase'... ¡Y así fue!"

Después de disparar sobre Lennon, Chapman se quedó quieto y esperando ser arrestado. Su sensación de ser un "don nadie" terminaba. Sabía que haber matado a ese hombre le daría fama y en su mente cualquier precio por ella era justo. Desde esa noche cumple prisión perpetua en Wende Correctional Facility y en 10 oportunidades pidió ser beneficiado con libertad condicional, pero le fue negada. En 2020 volverá a la Junta de Libertad Condicional del estado de Nueva York para que revea su condena.

Como cada 8 de diciembre, miles de personas prenderán velas en el Strawberry Fields del Central Park y dejarán flores en el circulo central a modo de homenaje. Además, en varias ciudades del planeta se realizará la clásica vigilia en memoria del hombre que quiso hacer de este mundo un lugar mejor.

“Mi rol en la sociedad, o el de cualquier artista o poeta, es intentar y expresar lo que sentimos. No decir a la gente cómo sentir. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros”.
“¡No creo en matar, sea cual sea la razón!”

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