Por Martín Sassone
"La vida es tan hermosa, es tan difícil, no se puede explicar y, mientras tenga mi guitarra, en el camino yo lo voy a intentar / Me falta mucha ruta, estoy lejos del final, te traje este blues, es de mi reserva especial".
Trabajaba durante el día en una obra en construcción. Por la tarde enseñaba inglés y a la noche limpiaba un consultorio odontológico del centro. Ricardo Tapia vivía con su ex pareja en un monoambiente y no tenía heladera. "De tanto comer arroz integral me hice macrobiótico", bromea cuando recuerda cómo era su vida a fines de 1987, antes de La Mississippi.
"Por las noches, cuando llegaba al consultorio, mientras empezaba con las tareas de limpieza, esperaba el llamado de Gustavo para hablar del proyecto y las canciones. Así que cuando sonaba el teléfono nos quedábamos charlando un rato largo", cuenta a Infobae Cultura.
Gustavo Ginoi es el otro miembro fundador de la banda. Por entonces ellos vivían en Florencio Varela y no tenían teléfono de línea. A eso de las 12 de la noche, Ginoi se iba la estación de tren y lo llamaba desde un público al consultorio. Así fue como empezaron una relación musical y de amistad que lleva tres décadas, y es el sostén del grupo más duradero de la historia del rock nacional.
Seis años después de aquellas charlas telefónicas nocturnas, llenas de sueños y creatividad, La Mississippi lanzó Mbugi, su primer álbum, que vendió más de 20.000 copias. La banda comenzó a sonar en todas las radios a la par de Pappo con su Blues Local, Memphis la Blusera, Durazno de Gala y Las Blacanblus, los otros abanderados del boom del blues argentino de los noventa. Se presentaron en los grandes teatros de la calle Corrientes, en Obras Sanitarias, hicieron giras por Brasil y España y telonearon a leyendas del blues como B.B. King, Katie Webster y John Mayall, entre otros.
"El éxito no nos afectó porque estábamos laburando mucho. Nuestro primer álbum fue disco de oro. Creo que ni nos dimos cuenta porque somos gente de trabajo. Habíamos hecho tantas cosas antes para vivir que cuando ves que la música que hacés funciona lo que menos te preocupa es el éxito comercial. El éxito para nosotros era estar tocando. El éxito es viajar y seguir tocando. Nos tomamos muy en serio lo que hacemos", explica Ricardo Tapia.
Johnny Shines era un músico tradicional de blues que tenía una relación de parentesco con el legendario Robert Johnson. Había hecho unas grabaciones en los cuarenta y los cincuenta que no tuvieron mucho éxito y se frustró con la industria de la música, se retiró y volvió a trabajar como obrero de la construcción. Años después lo llamaron de un estudio de Chicago para decirle que lo necesitaban. Al día siguiente, el tipo se presentó con una cuadrilla de obreros para trabajar y le dijeron 'no, te necesitamos para tocar'. "Creo que eso sintetiza el blues: patear la calle, tener una hipoteca, que te odie tu vecina, separarte de tu pareja, que se te muera el perro. Como decía B.B. King, eso es el blues. Es un código universal. Algo te tiene que pasar. El blues se vive todos los días. Se toca todos los días. Y las canciones de La Mississippi van en ese sentido porque nosotros somos laburantes. Muchas veces nos tiramos a la pileta sin agua y nos dimos el mentón contra el piso. Las canciones de La Mississippi hablan de lo que vimos, lo que vivimos y lo que contaron".
Tapia y Ginoi se conocían de Varela desde que eran adolescentes, pero no hablaban mucho entre ellos. "Yo estaba con los hippies y las guitarras acústicas. Escuchaba Crosby, Stills, Nash & Young y algunos blues. Guro, como lo llamábamos por entonces, estaba con los rockeros, andaba siempre deambulando con su guitarra eléctrica y le tiraba más el palo progresivo y el metal. Era un violero muy codiciado en el barrio", cuenta el cantante.
"Con el Negro Roberto Moreno nos juntábamos en la vinería de William Garola, en Florencio Varela Norte. Al lado tenía un kisoquito y nosotros tocábamos blues acústico, pero no avanzábamos. Estábamos estancados. Así que un día dijimos 'por qué no lo vamos a buscar a Guro'. El Negro, que estaba re loco, lo fue a buscar en ese mismo momento y no lo dejó terminar de comer un asado. Ese mismo día empezamos a ensayar en una habitación de dos por dos", agrega.
Como Tapia iba todos los días al centro por trabajo, cuando tenía unos pesos en el bolsillo pasaba por un local del primer piso de la Galería Tauro y ahí "un tal Carlitos" le vendía cassettes grabados de Muddy Waters, Elmore James, Lightinin' Hopkins y B.B. King. Ese era el sonido clásico que buscaban recrear con la banda que estaba en ciernes. "Yo escuchaba poco blues, no soy un blusero estricto. Pero me gustó mucho aprender de blues con Ricardo y el Negro mientras armábamos la banda", intercede Ginoi.
Tapia, Ginoi y Moreno, que pasó a tocar el bajo, necesitaban un baterista y a mediados de 1988 pusieron un aviso en el diario. Al poco tiempo se sumó Adrián Flores, quien propuso ponerle al grupo La Mississippi Blues Band. Con Flores llegó el armoniquista Luis Robinson y luego se incorporaron el saxofonista Eduardo Introcaso y el pianista Al Francovic. Pronto Flores se fue y lo reemplazó el Polaco Rodríguez. Con esa formación, La Mississippi dio su primer recital el 21 de julio de 1989 en el Teatro Arlequines, en el barrio porteño de Monserrat.
"Fue un show muy lindo y larguísimo. El teatro estaba lleno. Tuvimos suerte con la difusión porque los medios nos acompañaron, sobre todo Bobby Flores, desde la Rock & Pop, nos dio una manija bárbara. Esa noche tocamos clásicos del blues como Stormy Monday, Last Night, Caldonia y Sweet Home Chicago. Sonamos muy bien y afinados. Cuando terminamos me acuerdo que un señor se me acercó y me preguntó si estábamos radicados en Estados Unidos", rememora Tapia.
Desde aquella noche, La Mississippi no paró. Juanjo Hermida reemplazó a Al Francovic al piano y, en febrero de 1991, Claudio Cannavo, que venía de tocar rock and roll más pesado con Gady Pampillón y funky con la banda de Gerli La Bourbon ocupó el lugar de Moreno. También se sumó Juan Tordó, un baterista de mucha experiencia que había integrado los grupos de Rubén Rada, Litto Nebbia y Piero. Para 1992, el núcleo de La Mississippi -Tapia, Ginoi, Cannavo y Tordó- ya se había conformado.
Según Tordó, "cuando empezamos a grabar Mbugi y después Bagayo fue una gran señal. Los temas tuvieron mucha aceptación y nosotros encontramos un sonido que estaba faltando en la escena y también logramos un modo de poner las letras, que eran distintas a lo que había en ese momento. A partir de ahí fuimos tomando forma. Igual pienso que en ese momento no nos imaginábamos que íbamos a sacar 15 discos y estar juntos 30 años".
"Hay un factor -opina Tapia- que tiene que ver con el trabajo y otro con la suerte. Y el destino también, porque por algo nos juntamos. Nosotros conformamos un grupo humano increíble y años después nos seguimos divirtiendo. Cuando estamos metidos en el estudio yo no me concentro en lo mío o los demás en lo suyo. Nos gusta escuchar el todo. Hacemos sugerencias y el trabajo de producción es muy enriquecedor".
El lanzamiento de Bagayo, en 1995, ya con dos miembros nuevos como Rubén Vaneskeheian en armónica y Zeta Yeyati en segundo saxo, lo hicieron en un barco a vapor por el Río de la Plata. "Primero hicimos una presentación para la prensa, que fue un hermoso desmadre y al otro día una para el público. Todavía no entiendo como ese barco no se hundió", dice Tapia entre risas. Ese álbum tenía casi todos temas propios y tres de los que resultarían sus más grandes éxitos: Blues del Equipaje, Mala Transa y Un Trago para Ver Mejor, temas que siguen tocando porque, según Tapia, "son como Jumpin' Jack Flash, eternos".
En 1996, grabaron el álbum Classics, repleto de versiones de clásicos del blues, que para ellos significó dar vuelta la página: rindieron tributo a los grandes maestros de blues que habían versionado en sus inicios y así daban paso a la etapa de la composición y un sonido renovado que se materializó en los discos Cara y Ceca (1997) y Palacio de Pulgas (1999).
"Por esa época nosotros estábamos inmersos en la composición y nos convertimos en una banda ecléctica de música negra. Cuando presentamos Palacio de Pulgas fue raro porque nos invitaron a tocar a un festival de blues en Córdoba y nosotros ya no hacíamos más blues tradicional. Desde entonces creo que los bluseros nos consideran una banda de rock y los rockeros una banda de blues", se mofa Cannavo.
En 2000, lanzaron su primer disco en vivo, Yo Estuve Ahí, y al año siguiente, ya con Chuky de Ipola en teclados, grabaron Bit Hippie. A lo largo de la década registraron dos álbumes más, editaron unas viejas grabaciones de 1991 bajo el nombre de Buenos Aires Blues y plasmaron en CD su primera celebración: Versiones 20 Años en la que estuvieron acompañados por reconocidos músicos como Ricardo Mollo, Pity Álvarez y Botafogo, entre varios más. En 2010, La Mississippi reformuló la estructura del grupo y pasó a ser un quinteto: se alejaron los saxofonistas y Gastón Picazo entró en lugar de Chuky de Ipola. Así editaron Búfalo (2011), Veinticinco Años (2014), Inoxidables (2015) y Criollo (2017).
Pero más allá de su intenso trabajo en los estudios de grabación, La Mississippi se volvió una banda federal. Tapia asegura que la banda tocó en todas las provincias de la Argentina menos en Formosa y Corrientes. "Lo que más disfrutamos cuando visitamos alguna ciudad es el respeto que nos brinda la gente. Y nosotros respetamos la cultura del lugar al que vamos".
Además de haber desarrollado un sonido muy distintivo y ser una de las mejores bandas en vivo, gracias al poderoso ensamble y el carisma de Tapia en escena, La Mississippi tiene una particularidad que, tal vez, sea el secreto de su éxito y explique por qué es la banda de la historia del rock nacional que más tiempo lleva tocando junta de forma ininterrumpida. "Siempre tuvimos un proyecto de trabajo. Somos una cooperativa, nos dedicamos a esto full time y hacemos todo. Eso también tiene un peso de cansancio, pero lo llevamos adelante con mucha felicidad. Estamos en todos los detalles. Tordó y yo nos encargamos de cerrar las fechas con los productores y manejamos los números. Cada uno tiene su rol", detalla el cantante.
Casi no se juntan a ensayar porque se conocen de memoria. "A veces -dice Ginoi- pasan semanas que no nos vemos. Aprendimos a respetar los tiempos del otro. Si nos juntamos para armar algún show o una gira Ricardo prepara un ceviche riquísimo o hace un asado. Es un gran cocinero y tiene el extraño talento de dejar la parrilla siempre limpia, como si no se hubiera usado".
La Mississippi recorrió un largo camino y también atravesó momentos bravos como cuando hace unos años se presentaron en un estadio del oeste del conurbano y se armó una pelea entre dos facciones de la barra del club. "Estuvo muy complicada. Todo empezó porque uno de los barrabravas me regaló una camiseta. ¡Para qué! Casi se matan y nosotros tuvimos que huir. Mientras nos íbamos corriendo escuchábamos los golpes y los gritos. Después cuando fuimos a cobrar el cachet del show se produjo una escena de película de mafiosos. Nosotros estábamos en una camioneta en un parking oscuro y apareció otra camioneta que nos hizo luces. Se bajó el productor a entregarnos el dinero. Fue muy raro todo", dice Tapia mientras sus compañeros ríen.
Este jueves tendrán su gran fiesta de los 30 años y será la primera vez que tocarán en el mítico Luna Park. Será un show que durará casi tres horas y tendrá grandes invitados: Willy Quiroga, de Vox Dei, que para ellos es una de sus máximas influencias, los guitarristas Daniel Raffo y Botafogo, la cantante Valeria Lynch y Las Blacanblus –Deborah Dixon, Cristina Dall y Viviana Scaliza– que se volverán a juntar para hacer armonías vocales en algunas canciones. También se presentarán ex miembros de la banda como Rubén Vaneskeheian, Chuky de Ipola, Zeta Yeyati y Eduardo Introcaso, que viajará especialmente desde Barcelona, donde está radicado, para participar de la celebración.
"Ya estoy en modo Luna Park. Va a ser un fiestón", asegura Tordó y Tapia remata: "Las entradas son muy económicas. La carestía nos pasó por encima, pero decidimos no subir el precio de las entradas y bancarla con el pecho para que festejemos todos juntos".
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