Un deleite. Eso fue entrevistar a Juan Carlos "Tata" Cedrón. Mientras la llovizna vestía a la gris y fría Buenos Aires —por esas cosas del clima que engaña a la primavera con el otoño— la charla que da vida a esta nota se realizaba en la casa del hombre que, con la humildad de los grandes, abrió sus puertas para contar anécdotas de su vida. Repasó la colección de libros que develan el paso del tiempo y que guarda como lo que son, un tesoro. Ofreció café y se sentó al frente del escritorio en el que explora videos de antaño subidos a Internet y revisa sus partituras gastadas. Y así, sin que nadie se atreviera a pedírselo, agarró la guitarra y comenzó a tocar.
¡Y, si! Ahí adentro, en la sala donde el hombre de 80 años sigue componiendo música, había salido el sol. "Hay que nacer para escribir un poema, eh!", dijo en referencia a Juan Gelman mientras mostraba uno de los tantos libros que el escritor —y amigo personal al que le musicalizó poemas— le dedicó. "Hay que nacer para componer música también, eh!", le retruqué. Sonrió y explicó que no se siente un genio, pero que estudió ese arte de combinar los sonidos.
Con el café terminado, que él mismo fue a preparar a la cocina, recordó a su familia: habló de sus hermanos, de su hermana, de su sobrino Pablo, el actor que falleció el año pasado. El Tata es un memorioso y tiene un ángel tan particular como su fraseo. Para el fin de la entrevista que transcribo íntegra, reconoció que la música en su vida es "todo". Y los ojos se le llenaron de lágrimas.
Quien escribe terminó con la voz entrecortada por la emoción. ¡Y no era para menos! Delante estaba un pedazo grande la historia de la música argentina, del tango y del folclore. El hombre que había puesto música a Operación Masacre, la película que dirigió su hermano Jorge Cedrón basándose en el invaluable libro de Rodolfo Walsh. El hombre que en 1972 debió exiliarse a Francia cuando la dictadura militar que enlutó a Argentina corría a disparos a los músicos y sobre todo, a militantes peronistas como él.
En esta ocasión, el Tata está presentando Jamaica Marú, un nuevo álbum en el que homenajea al dramaturgo Héctor Pedro Blomberg y que presentará todos los sábados de noviembre en el Teatro El Popular con el Cuarteto Cedrón. Será un espectáculo sin desperdicio que merece ser visto por grandes y chicos. Porque son los chicos los que tienen que mantener intacta las raíces del árbol que el Tata plantó a los 14 años cuando decidió, por suerte, dedicarse a hacer música.
La entrevista al Tata Cedrón, un pedazo grande de la historia argentina
El nuevo trabajo de Cedrón es un recorrido en la obra de Héctor Blomberg (1889-1955) el eximio poeta conocido por sus composiciones junto al guitarrista Enrique Maciel, entre ellas La mazorquera de Montserrat, La que murió en París. Todas popularizadas por Ignacio Corsini. También escribió, piezas teatrales como Los jazmines del 80 estrenada por la compañía de Teatro del Aire y encabezada por Pascual Pellicciotta y Eva Duarte; Bajo la Santa Federación, un radioteatro romántico llevado al cine en 1935 por Daniel Tinayre.
Acompañado por un grupo autogestivo de marionetas que conviven en un circo da vida a las historias de aquel poeta en su nuevo material.
—¿Cómo surge la idea de Jamaica Marú, este nuevo trabajo que nos trae de regreso los poemas de Héctor Blomberg?
—Lo de Blomberg viene primero porque yo lo conozco con La pulpera. Para mí fue uno de los poetas y músicos junto con (Enrique) Maciel más importantes que hicieron esa obra enorme que es La pulpera, pero que es una obra con canciones de la época de Rosas, de unitarios y federales. La que murió en París, es otra composición que grabamos. Ellos hicieron un trabajo muy grande y me llega por medio de un amigo en común con (Raúl Gonzalez) Tuñón, de (Juan) Gelman y que hacía la revista Poesía. Él estaba haciendo un trabajo de la historia de la poesía por décadas y justo agarra la de Blomberg y me dice: "¡Tata hay un poema extraordinario!" y me lo mandó. Como yo estoy acostumbrado a hacer canciones con poesías hice esa canción sobre las dos irlandesas que vienen en un barco, el Jamaica Marú, desde Shangai con dos chinos y terminan en el Dock Sud —se ríe y cuenta que ese poema da nombre al álbum cuya arte de tapa es del grupo La Musaranga, compañeros de escenario— Y entonces a partir de ahí busqué poemas de Blomberg. Dije "¡Tiene que haber más cosas!" ¡Y está lleno de cosas! Escribió cuentos, novelas, obras de teatro y parece que Evita, cuando trabajaba en la radio, hizo un guión de Blomberg. Es un hombre muy ligado a la cultura Argentina.
—Y también, en cierta manera, está relacionado con el trabajo que hizo Tuñón y al que también le puso música, ¿verdad?
—¡Si! Blomberg es el primer poeta que escribe sobre marineros y toda esa cosa de puertos y de la época de Rosas, y yo recuperé ese material. A Tuñón, que fue discípulo de Blomberg, lo canté durante años. A él lo conocí y era una maravilla… Lo maravilloso es que ahora hay gente de 30 años grabando el trabajo de Tuñón, otros de Homero Manzi que compuso 50 años atrás.
—¡Y ahí es donde uno se da cuenta de que la música y la poesía no tiene brechas generacionales!
—¡No! ¡Para nada! Ni temática tampoco. Tuñón me decía que, además de tener que ver con la realidad, la poesía tiene que tener caudal imaginativo. Atrás de un texto podés descubrir miles de cosas, por ejemplo, en Los ladrones (el tema de Tuñón que grabé) son ladrones simpáticos… "Oirán un tango de Pracánico / y en lo del Pena ole con ole / mientras sueñan con Rocambole las muchachas en el Botánico…" —recita— ¿Y quién era Pracánico? ¿Por qué los ladrones lo escuchaban? Es un poeta que escribió un montón de tangos lacrimosos y también Corrientes y Esmeralda, Si se salva el pibe (que es un chico que muere un accidente). También hizo Madre: "¡No hay cariño más sublime!", dice y entonces a los ladrones le gustaba esas cosas populares, por eso Tuñón lo ponen un poema. Por eso al leer un poema se descubren también un montón de cosas.
—Hay que destacar también que cada escritor no puede separarse del momento ni contexto en el que escribe…
—¡Claro! Yo nací en el ´39 y cuando empecé a componer tenía 14 años. Empecé a tocar la guitarra, tocaba folklore, tango, música clásica y después de la colimba [servicio militar obligatorio] a los 18, 19 años empecé a componer unas canciones, alguna melodía y no me salían. Después me encontré con (Julio) Huasi y empecé a hacer la primeras canciones con él, después con Tuñón y después con Gelman. En el '60 ó '62 hubo un momento "histórico" en el que llegó la televisión y ya no había más orquestas como en los años '40 que fueron gloriosos en el sentido de que fue la Década de Oro del tango y del folclore porque había mucho lugares donde tocar, donde cantar. Había en movimiento muy grande y eso se perdió con la entrada de la televisión, entre otras cosas, y del '55. Económicamente y culturalmente, para mi, eso tuvo mucho que ver.
El Tata nació a los 4 años de la muerte de Carlos Gardel y fue testigo y parte de la época dorada del género que crecía en popularidad en Argentina hasta que muchos músicos, sobre todo los militantes sociales y políticos, fueron invitados a exiliarse. Cedrón se fue a Francia y permaneció allí casi 30 años.
Volviendo su recuerdo a esa época que culturalmente añora pasa lista: Celodonio Flores, Roberto Art, Anibal Troilo, Homero Manzi y dice: "Esos grandes poetas y poetas del tango o el Cuchi Leguizamón, Jaime Dávalos… La gente del folklore y del tango se reunían y cuando en el ´60 ya había una chatura total… Será la cosa poética el tango que se hizo más para escuchar, que yo tuve mucho que ver con eso porque hasta entonces se bailaba. Queríamos hacer tango, pero la gente se sentaba a escuchar y antes eso no pasaba. ¿Cuándo a Troilo se sentaron a escucharlo o a Pugliese?"
El uso de la intuición para componer, los poemas y la radio
—¿Cómo elige la poesía a la que le pone música?
—¡Ah! ¡Es intuición pura! Es como ahora que me encontré este poema acá, con esta partitura vieja y llego con un poema y… Generalmente me pasó que abro un libro de poemas así —(hace gesto de abrir un libro)— ¡y a ese poema musicalizo!
—¿Lo lee o lo canta en ese momento?
—Lo voy leyendo y cantando con la guitarra, lo voy como ritmeando con la guitarra… Trato de… "Pititun papapin ta tatatun o tiiru turuturuu"—ritmea—, depende del ritmo que sienta por la palabra y ése ritmo me da la melodía. Compongo música de poemas que ya están hechos. Muy pocos hice con Gelman y estuve haciendo cosas con la gente de la Murasanga, pero si no agarro un poema y lo musicalizo. Antes no, pero después perdí el respeto —ríe con picardía— y corrijo algunas palabras de los poetas que no son muy cantables. Porque ¡no puedo decir "¡indefectiblemente!" ¡Bruuu! ¡Lo saco! "¡Salí, rajá!" —gesticula con gracia— digo —ríe fuerte— ¿Cómo cantás "indefectiblemente"?
—¿Cuál es el primer recuerdo musical que tiene?
—El primer recuerdo que tengo es una canción de (Atahualpa) Yupanqui. "Zambas, sí; penas, no" —canta una frase de "Viene clareando"—. La cantaba un primo mío, Germancito, que era mayor que yo y tenía unos rulos hermosos y muere con difteria en esa época. Entonces tiene que ser antes de que muera mi primo, en el '43, por ahí. Yo tenía tres o cuatro años.
—¿Ese habrá sido el despertar de su amor por la música?
—Me gustaba cantar, me gusta escuchar. Muchas cosas que yo sé de las canciones las aprendí de las radios de los vecinos. Había muchas radios y se escuchaba, por ejemplo, El tango Club todos los días a las 19:45, estaba Alfredo de Angelis, con tres tangos en el Glostora Tango Club, y lo pasaban todos los días y en todas las radios. Vos ibas por la calle y escuchabas en todas las radios, por ejemplo, a Carlitos Dante, a Julio Martel cantando "El conventillo lucen su traje de etiqueta…" —canta una frase de "Jirón porteño" (1926)— A veces cantó una canción que la conozco de cuando era pibe, nunca la canté ¡y me sale de un saque todo!
—Cuando terminemos la nota si tuviera que ponerse a escuchar música ¿qué elige?
—Ando buscando siempre cosas viejas ahí —señala la notebook—. Encontré este vals mío con letra de Gelman que lo estoy rescatando. Alguna cosa en chamamé, cosas de humor. Escucho a Mozart que me gusta mucho, la música clásica me gusta mucho… No tengo radio, no tengo televisión, la computadora la manejo con un dedo, Internet se me corta a cada rato. Busco cosas viejas, lo que me interesa ¡yo sé que está todo ahí! Entonces me pregunto sobre algo y lo busco. Chico Buarque, Violeta Parra me gustan mucho.
—¿Qué es la música en su vida?
—Lo más simple te voy a decir: ¡todo! Me parece que haber hecho música… Vivo de… ¡Tengo 80 pirulos! ¡Sigo tocando! Hoy estuve todo el día tocando la guitarra, pero nada que me vuelvo ¡uh..! —hace el gesto de tocar como un roquero—. ¡No! Agarro la guitarra, un temita, otro temita. Ensayo dos veces por semana, hago canciones.
—De todos estos años de carrera ¿qué es lo que más valora?
—Que la gente me quiere muchísimo. Me dicen cosa lindas. Quino un día, me lo encuentro en Francia en un supermercado y le digo: "¿Necesitas que te diga qué comprar?" porque no hablaba bien, y cuando se va con la señora le digo "¡Quino! ¡Quino! ¡Todo el mundo te quiere mucho!" y me dice "¡A vos también, Tata!" Menotti también me elogió mucho a mi, pero mucho. Después tipos como Cortázar que me querían y después gente anónima.
—¿Alguno que le haya llegado más de esa gente "anónima"?
—Hay un muchacho, treintañero, que un día viene y que me dice: "¡Tata! ¡Voy a tener un hijo y le voy a poner Cuarteto Cedrón!" —se ríe— ¡Te lo juro! ¡Y le quiso poner Cuarteto Cedrón y no lo dejaron! Y le puso, ponele, José Cedrón García ¡y le dicen "Cedri" al pibe! ¡Te lo juro! ¡Ahora! ¿Qué mejor? ¿Qué otra cosa? ¿Qué otro premio podes tener que el cariño de la gente?—pregunta entre lágrimas—.
La charla, con la cámara apagada pasó por más libros, por cuestiones familiares, por política y terminó con un abrazo. Al salir de la casa del Tata —cuya calle tiene el mismo nombre que la casa de su infancia, por casualidad— la lluvia había terminado. Y las dos personas que habíamos compartido unas horas de la vida de uno los músicos más importantes de la historia de la música argentina nos fuimos con el corazón muy contento y una sonrisa gigante, como el corazón del Tata.
Cedrón en concierto presenta "Jamaica Marú"
Junto con la Compañía Naional de Autómatas La Musaranga, un elenco de titiriteros y máquinas de kermés, se presentará todos los sábados de noviembre en Teatro El Popular, a las 21.30.
Integran el Cuarteto Cedrón: Juan Tata Cedrón (voz, guitarra), Miguel Praino (viola), Josefina Garcia (violoncello), Daniel Frascoli, guitarrón, acordeón) y Julio Coviello (bandoneón).
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