En las vísperas de las elecciones en Brasil se estrenó "O Processo", el documental sobre el impeachment a Dilma Rousseff

La película de la directora María Augusta Ramos fue presentada por primera vez en la Berlinale, nominada en varios de los más importantes festivales internacionales y premiada en el FIDBA de Buenos Aires

Los gritos, empujones, ovaciones y abrazos que colmaron el Congreso brasileño en los agitados días que definieron la destitución de la presidenta Dilma Rousseff inauguran con intensidad el documental de María Augusta Ramos, que se estrenó el jueves en Argentina y tiene de kafkiano algo más que el título.

También los dramáticos discursos de diputados envueltos en banderas verdes y amarillas y los pronunciamientos entre lágrimas en favor de la democracia. Transmitidos por altoparlante y pantallas gigantes colocadas sobre la Explanada de los Ministerios, en las afueras del Congreso de Brasilia, miles de manifestantes que viajaron a la capital a favor o en contra del Golpe escucharon los discursos que se sucedieron durante la sesión como si se tratara de la final de un mundial.

"Por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, la pesadilla de Dilma Rousseff, por las Fuerzas Armadas, por un Brasil por encima de todo, y por Dios encima de todo, mi voto es 'Sí' al impeachment". El que habla es el favorito en las encuestas para las próximas elecciones presidenciales del 7 de octubre, Jair Bolsonaro, y su referencia es al militar del ejército brasileño conocido por haber torturado, entre otros detenidos, a la ex presidenta Rousseff, en su paso por prisión en la década del setenta.

María Augusta Ramos, directora de ‘O Processo’

El proceso del documental de Ramos duró apenas unos meses, de abril a agosto del 2016, pero sus consecuencias se han extendido hasta la actualidad, y podrían dejar una marca aún más duradera en función del resultado de los comicios presidenciales del próximo domingo. Con Dilma Rousseff destituida, Luiz Inácio Lula da Silva preso y Jair Bolsonaro encabezando sondeos, el documental dimensiona un episodio que podría -pero no debería- quedar opacado por las posteriores sacudidas de la política latinoamericana.

"Necesitaba comprender todo el proceso, necesitaba entender los cargos contra la presidente y también me interesaba confrontar las distintas narrativas que estaban en juego. Por eso viajé a Brasilia: para tener el cuadro completo, con el objetivo de reflejar dónde estamos ahora y qué está pasando en Brasil, y por añadidura en Latinoamérica", explica desde Holanda, donde vive, María Augusta Ramos a Infobae.

Fue así que la experimentada directora- hizo, entre otras cosas, una trilogía sobre el poder judicial en Brasil- decidió que intentaría mostrar el discurso que ella consideraba había quedado afuera de los medios de comunicación. Y lo hace sin voces en off, entrevistas a cámara ni imágenes de archivo.

Las manifestaciones en favor y en contra del impeachment contra Dilma Rousseff en la Explanada de los Ministerios, Brasilia

Con su cámara, y gracias a sus antecedentes cinematográficos, Ramos pudo ingresar al Congreso y filmar desde adentro 'la cocina' de un proceso que se gestó a la sombra del histórico Lava Jato: la mayor causa de corrupción de Brasil que salpicó a políticos de los tres principales partidos revelando una estructura de negocios oscuros a costa de la estatal Petrobras.

"En la actualidad está bastante aceptado el hecho de que fue un golpe parlamentario. Por eso la intención no era denunciar, sino mostrar cómo se fue moldeando, analizar en qué fundamentos y argumentos se basó, cuánto de eso que se dijo se sigue diciendo hoy, y cuánto de ese teatro de la política -porque es un teatro de la justicia y de la política- revela de lo que estamos viviendo ahora", dice Ramos a Infobae.

Y, pese a que hay un claro punto de vista sobre el proceso, Ramos insiste en que su objetivo era hacer una película que invite a la reflexión. También por eso la directora rechazó cualquier aporte de dinero proveniente de partidos o del propio Estado: "Queríamos que nadie pudiera cuestionar la independencia del documental".

Lula da Silva estuvo presente durante varias de las sesiones del impeachment

"Por supuesto que hay una mirada, y por supuesto que hay un punto de vista, pero la forma en la que hago documentales es permitirle a la audiencia que piense por sí misma. Es una película que -espero- invite a la reflexión", explica Ramos.

Es lo que se aprecia, en efecto, en las escenas filmadas durante las reuniones del equipo de asesores y abogados de Rousseff, donde debaten cómo evitar lo que ya se presenta como inevitable, en medio de duras autocríticas.

Mientras evalúan la posibilidad de una condena y arresto a Lula -dos años antes de que suceda efectivamente-, una eventual proscripción en las elecciones de 2018 y las consecuencias que el proceso puede tener en la población -una suerte de rechazo hacia toda la clase política, reflexionan entonces-, las críticas más duras se observan de boca de la senadora del PT Gleisi Hoffmann.

Dilma Rousseff durante el discurso posterior a la destitución

Ella es quien sañala los límites del Partido de los Trabajadores para representar los intereses de los jóvenes y de las mujeres como consecuencia de sus políticas conservadoras, y se atreve, en líneas más generales, a reconocer las debilidades de su gobierno.

Ese recorte eleva al documental por encima de lo que la directora califica como "propaganda". Junto a una denuncia implacable contra los impulsores del impeachment -varios de ellos actualmente presos por corrupción, como Eduardo Cunha-, hay mucho más que condescendencia o complacencia. Por el contrario, prima una mirada aguda y crítica que es la que puede, y ojalá logre, sacar a Brasil de su laberinto actual.

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