Hermenegildo Sábat se fue. Habrá quien se anime a dibujarlo alado, a modo de homenaje, tal como él, el más importante caricaturista político de Latinoamérica, solía hacerlo con aquellas personas que estimaba o admiraba.
Un hombre sencillo, humilde, que hizo de su arte una firma. Su trazo en plumín y tinta china no dejó espacio para las confusiones: quien alguna vez vio un trabajo de Menchi Sábat no lo olvida y puede reconocer otros. Esa es la marca del verdadero artista, del genio original.
Sábat, uruguayo de nacimiento, argentino por elección, ya es una leyenda del periodismo nacional. Comenzó con sus ilustraciones en Primera Plana y luego en La Opinión y a partir del '73 en Clarín. Eran los años iniciales de los 70, el mundo estaba cambiando y la relación de los medios con la caricatura política, también.
"Hasta que salió La Opinión de Jacobo Timerman acá los diarios no publicaban caricaturas políticas", comentó en una entrevista, en la que resaltó la importancia que tuvo Robert Cox, quien a través de una nota en el Buenos Aires Herald, que resaltaba cómo La Opinión al igual que el parisino Le Monde, no necesitaba de fotografías por la impronta que le otorgaba su joven caricaturista.
Cinco historias de política y dibujos
La tortuga de Illia
Arturo Illia fue presidente de Argentina entre 1963 y 1966, cuando fue derrocado por un golpe de estado cívico-militar liderado por Juan Carlos Onganía y que se autodenominó "Revolución Argentina".
En diciembre de 1965, Primera Plana lo caracterizó como una tortuga diciendo "¿Qué apuro hay?". Aquello fue un hito y quedó asociado a una campaña de desprestigio que sufrió el ex primer mandatario radical. No fue un dibujo de Sábat, pero a él lo marcó sobre lo que no se debe hacer.
"Mi primer presidente dibujado fue Arturo Illia. Una gran pérdida", comentó en su última entrevista con Infobae Cultura. Y agregó: "Esas no las hice yo. Creo que se cometió un gravísimo error primero en tratar de humillarlo y segundo en desplazarlo y eventualmente quitarlo del camino, ¿no? Yo hace poco recordaba, estuvimos en la casa del que fue ministro de Illia, el doctor Alconada Aramburu, que contó lo siguiente: el día que lo estaban echando a Illia fue a verlo Julio Alsogaray, comandante en jefe. E Illia lo echó prácticamente, le dijo 'el comandante en jefe sigo siendo yo'. Entonces al rato le mandó a un hombre que se cuadró y se presentó 'yo soy el coronel Perlinger'. E Illia le respondió 'sí, usted pertenece a una familia de traidores'. Maravilloso. Ese fue el comentario de Arturo Illia sobre quien lo estaba echando, ¿no?"
Durante el Proceso de Reorganización Nacional
El golpe de estado cívico-militar del 24 de marzo de 1976 significó un control sobre lo que se publicaba en los medios. La censura establecida produjo que las publicaciones de entonces quitasen las caricaturas de la sección de política y la trasladaron a economía, por ejemplo.
"Recuerdo que sin que hubiera una orden escrita se había tratado de que a Videla no le sucediera lo mismo que a Illia, que con dibujos una revista semanal derribó a un presidente", dijo.
La primera caricatura realizada sobre una persona de la dictadura la realizó Sábat para Clarín. Se publicó el 7 de abril de 1976 y el retratado fue Guillermo Bravo, flamante secretario de Comercio; le siguió, al día siguiente, una de Mario Cárdenas Madariaga, secretario de Agricultura y Ganadería, y el 9 de abril, la primera caricatura del ministro de economía, José A. Martínez de Hoz.
Siguieron otros funcionarios de segunda línea del Ministerio de Economía y otros militares de la cartera de Trabajo, Interior y Educación, con el intendente de la ciudad de Buenos Aires y el almirante Emilio Massera, miembro de la Junta Militar. Sin embargo, hasta 1978, cuando se caricaturizó a Jorge Rafael Videla, los dibujos permitidos rondaban alrededor de los miembros del equipo económico.
En diálogo con Infobae, comentó que dibujar los distintos procesos militares fue "muy difícil, muy difícil. En esas oportunidades uno no tenía la posibilidad siquiera de autocomplacerse. De todos modos, un dibujo dentro de una edición de un diario, son espacios muy pequeños, es decir, la posibilidad de irritación creo que debería ser muy pequeña. Yo tuve que ingeniarme para ponerlo a Videla impreso. Y encontré la final del campeonato del mundo del 78. Entonces hice un dibujo de Videla, Massera y Agosti con Joao Havelange que era el presidente de la FIFA. Eso se publicó el domingo, Argentina salió campeón y el martes salió un dibujo de Videla en La Nación. Yo dije 'está todo arreglado'". Y en otra entrevista, agregó: "Miro mis dibujos en la dictadura y pienso que es un milagro estar vivo".
En aquellos años también apareció un ícono, que lo acompañaría a lo largo de su trayectoria: la ruleta, una imagen metafórica que Sábat utilizó para representar la liberalización del mercado financiero local. Así, la ruleta va cambiando de tamaño y protagonistas: los diferentes ministros de economía, quienes, con fichas o no, apuestan al azar para encaminar sus proyectos.
El fin de la dictadura lo representó con la serie "Viudas", en la que se ve a Videla, Viola, Galtieri y Bignone como cuatro dolientes en camino a un funeral. Era la muerte del "Proceso".
El regreso de la democracia
La llegada de Raúl Alfonsín a la Casa Rosada, el regreso de la democracia, fue un momento bisagra en la joven historia argentina. Y Sábat lo representó junto a una de sus marcas, Carlos Gardel, quien se quita el sombrero para saludarlo.
La salida del ex presidente radical del gobierno muestra otra cosa: ya no hay sonrisas, ni relajación, sin embargo Gardel le levanta la mano, como a los campeones de boxeo, porque el rostro de Alfonsín lo dice todo: acaba de sufrir una golpiza feroz, padeció 13 paros generales, dos intentos de golpe de Estado y la hiperinflación.
El menemismo
Sobre la década de Carlos Menem en el gobierno, tuvo una opinión similar a la de Raúl Alfonsín: fue cuando pudo trabajar con mayor libertad. En una entrevista con Clarín, comentó: "Me divertí mucho haciendo a Menem que nunca me dio bola. Será que tenía otras cosas en que pensar. Estuvo ocho años (sic) agarrado al sillón presidencial, creo que le importaba muy poco lo que yo hiciera. Tenía sentido del humor y no le temía al ridículo. Todas las equivocaciones en las que cayó y no se le movía un pelo".
Otras ilustraciones de la época estaban enfocadas en las "relaciones carnales" con Estados Unidos. Así, recreó la figura del canciller Guido Di Tella en calzoncillos y con los pantalones caídos. "Di Tella nunca se quejó, entendió que era mi forma de ver esa situación y se comportó conmigo como un caballero inglés", dijo.
Por otro lado, para expresarse sobre los crecientes casos de corrupción, comenzó a incluir a los familiares del ex presidente Menem con valijas, digamos, sospechosas.
La pelea con Cristina Kirchner
"Con los militares fue muy difícil aunque hubo momentos que tuve más miedo con el último gobierno", dijo. Y se refería al gobierno comandado por Cristina Kirchner, quien lo criticó por cómo lo representaba y él eligió ignorarla, siquiera nombrala por su nombre: CFK era "la señora" o "esa presidente".
El episodio del enojo de la ex presidente se produjo a partir de un dibujo en el que ella aparecía con dos cintas cruzadas en la boca, lo que la ahora senadora nacional denominó como un "mensaje cuasi mafioso". "No me gusta ni nombrarla. Me mandaron a decir que quería verme un martes. Yo ese día me iba de viaje y no iba a suspender", contó.
Y agregó: "El viernes ella concurrió en avión, desde ya, a París para participar en una manifestación para que liberasen a la señora Betancourt de Colombia. El sábado un ex compañero del diario que yo quiero mucho que es Armando Vidal me llamó para decirme que había una persona que quería verme. Yo le dije: decile que venga. Yo estaba en el taller dando clases, en Hipólito Yrigoyen y Bernardo de Yrigoyen. Entonces claro, uno nunca sabe ante hechos extremos cómo va a reaccionar. Lo cierto es que cuando vino este hombre yo lo toreé, le dije 'Usted a qué viene acá, para qué me viene a ver'. Entonces él dijo que sería importante que fuera a tomar un café con la señora el martes porque ella vuelve de Europa. Entonces yo le dije: 'qué curioso porque yo el martes me ausento para Europa'. '¿Y no puede cambiar el pasaje?', dijo, como si ir a Europa fuera lo mismo que ir de San Telmo a Vicente López, ¿no? Y no pasó nada más, no me llamaron más y yo no intenté tampoco acercarme".
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