Antes de disociarse entre arte y naturaleza, los gabinetes de curiosidades -antecesores directos de los museos de la actualidad- encerraban todas las maravillas que los grandes exploradores podían encontrar. Con el tiempo, los objetos de estos "cuartos de maravillas" fueron clasificados y mientras que algunas piezas fueron a parar a los museos de arte, otras se destinaron a los de ciencias naturales. A raíz de este concepto, el artista y biólogo Pablo La Padula (1966), cuya práctica serpentea entre ambas esferas, propone una reivindicación de aquel lugar donde lo maravilloso y lo fantástico era un todo sin separaciones. Ese instante anterior a que el hombre comenzara a catalogar a partir del concepto de especies, una construcción humana que muchas veces no alcanza para comprender lo que ocurre en la realidad.
Zoología fantástica se titula la exposición que abrió sus puertas en Museo de la Untref (Muntref) Centro de Arte y Naturaleza, dentro del ex zoológico de la ciudad, cuyo título propone además un homenaje a El libro de los seres imaginarios del siempre universal Jorge Luis Borges, un compendio de criaturas y seres surgidos de la imaginación, publicado originalmente como Manual de zoología fantástica, en 1957.
"Yo, como biólogo, lo leo como un libro dedicado a la zoología que incluye todo: las descripciones mecanicistas de los animales de la ciencia contemporánea, las descripciones míticas de la ciencia biológica del medioevo, con la estructura de un libro de biología del Renacimiento, es decir, un index de animales que incluye todas las narraciones. El libro en definitiva plantea volver a una biología en clave humanística y desmarcarla de la ciencia positivista victoriana, que consolidó un modo de mirar verdadero y definitivo", explica La Padula a Infobae Cultura, en una recorrida por la exposición.
Esta muestra no podría haber encontrado mejor espacio que la albergue: el museo de la Untref (MUNTREF), dedicado al arte y la naturaleza, funciona en la vieja Confitería del Aguila, un centenario edificio con reminiscencias Art Nouveau, de 600 metros cuadrados que por la particularidad de su ubicación -el antiguo zoológico de la ciudad- permite ver desde sus ventanales a sus inusuales vecinos, como pavos reales, monos o maras.
Con la curaduría de Diana Wechsler y Benedetta Casini, la muestra se despliega en cuatro núcleos que podrían leerse como un todo y que incluyen una serie de pósters en clave pop, dibujos que funcionan como un teatro de sombras, proyecciones y un gabinete de curiosidades, en los que La Padula despliega su propia imaginería para reivindicar sus propias pasiones así como también reflexionar sobre la mirada del hombre sobre la naturaleza que no es más ni menos que una construcción cultural.
"Arte y ciencia son dos instrumentos para conocer la realidad y ninguna está por encima de la otra", resume el artista que se doctoró en ciencias biológicas en la Universidad de Buenos Aires y se formó paralelamente en talleres de arte con Carlos Gorriarena, Eduardo Stupía y Alberto Goldenstein, entre otros.
El ingreso a la muestra recibe al espectador con una serie de paneles o láminas que reúnen el archivo visual del artista y que buscan, justamente, mostrar el proceso de la construcción de la especie en clave visual: se trata de dibujos en todos los casos hechos por científicos, desde las ilustraciones del primer libro de biología, Historia natural, de Plinio el Viejo, láminas del Conde de Buffon (Historia natural, general y particular), que coincide con los viajes de Humboldt a América, hasta imágenes de los primeros gabinetes de curiosidades y los dibujos incluidos en 1800 en el libro dedicado a la teoría evolutiva de Darwin. "Aquí es donde se llega al concepto de especie, a la idea de que los animales pueden ser usados y moldeados como queramos, que pueden ser exhibidos como piezas y esto da lugar a los zoológicos, que son las estructuras educativas victorianas", resume el artista.
"La construcción de la especie es una construcción cultural, la naturaleza nos sabe de especies. La metáfora que transmite la ciencia a al comunidad es que hay especies y que tienen barreras reproductivas; que lo diferente no se puede cruzar", explica.
Este primer núcleo incluye también seres de laboratorio, "quimeras fabulosas", en palabras de La Padula, como el 'ear mouse' o Ratón Vacanti (un ratón con una oreja humana en su espalda), el chancho oveja (cuerpo de chancho y pelo de oveja) o la famosa Dolly la cabra, el primer mamífero clonado de una célula adulta, que se emparentan con la idea de que todos los seres son posibles.
La muestra continúa con una suerte de teatro de sombras donde La Padula despliega su pasión por el dibujo sobre acrílicos transparentes separados entre sí, que muestran las siluetas de animales y de niños, cuyas sombras se reflejan en la pared de la sala.
"Es como si pudieras recortar el diccionario enciclopédico y hacer dialogar a las distintas partes en base a dibujos nostálgicos, de un niño que se queda mirando una sombra (la de los animales). Yo crecí en el zoológico y gracias a él soy biólogo. Y me da pena que no vuelvan a estar pero también me da pena que estén en una jaula. Es importante repensar que el animal no puede estar exhibido como un pedazo de máquina", reconoce el artista y propone así una reivindicación en el lugar menos pensado, o tal vez, por el contrario, en el más idóneo. El proceso de transformación del zoológico en ecoparque, no está por estos días exento de polémicas.
Como una suerte de cine, el tercer núcleo de la exposición proyecta una secuencia de imágenes donde se vuelve a hacer hincapié en el momento en que lo científico se separa de las bellas artes. "Los dibujos de los naturalistas y botánicos, aquellos que funcionaban como espejo de la naturaleza, no se firmaban, a diferencia de las artes, que al incluir su firma comienzan a hacer un culto del autor", indica La Padula.
Zoología fantástica concluye con un gabinete de curiosidades, una caja vidriada, donde La Padula vuelca su mirada más personal. "Acá están todos los objetos que me llevaron a transformarme en biólogo y artista: el libro El origen de las especies de Darwin que nunca pude leer porque es un plomazo, Los misterios de la jungla de Julio Verne, mis dibujos realizados con humo, un fósil de gliptodonte de tres millones de años, hojas de árboles, registros de laboratorio, una placa de carey de tortuga marina, parte del esqueleto de un delfín, tubos de ensayo, varias ilustraciones sobre distintos soportes. Mi propio archivo personal, mis recuerdos", enumera. "El gabinete de curiosidades es el punto de redención de la ciencia actual", resume el artista.
*La exposición se podrá visitar hasta principios de diciembre en MUNTREF Centro de Arte y Naturaleza, Avenida Sarmiento 2725. Abierto de miércoles a domingo de 14 a 19. Entrada libre y gratuita.
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