Agustina Macri y Vera Spinetta, dos herederas que abrazan el amor y el anarquismo

La hija del presidente y la hija del ícono musical unieron fuerzas para llevar al cine la historia de Soledad Rosas, un símbolo de resistencia moderno. Infobae habló con ellas

Salen al ruedo juntas para debutar como directora y actriz. Son las hijas de dos argentinos muy famosos, una del presidente de la Nación y la otra de una de las figuras más importantes del rock nacional. Son mujeres que irrumpen en el mundo del cine para contar la historia de otra mujer, a 20 años de su muerte.

Agustina Macri (36) y Vera Spinetta (27) estrenan este jueves"Soledad", una película inspirada en "Amor y anarquía", la biografía novelada de Martín Caparrós de Soledad Rosas, una joven de Barrio Norte que en los 90 viajó a Italia, se enamoró locamente, se hizo anarquista y tuvo un final trágico.

"Yo creo que la anarquía fue la bandera que Soledad encontró, fue el lugar que la hizo sentir cómoda, libre, plena", cuenta Agustina Macri, quien en tiempos de revolución feminista, elige a una mujer como heroína de su historia.

Agustina estudió sociología en la UBA y se formó como cineasta en Barcelona. Hizo varios documentales, videoclips, trabajos de producción y posproducción en la tele y en el cine. Incluso participó del equipo de Oliver Stone en la película "Snowden". "Soledad", que es una coproducción argentino- italiana, es su ópera prima. Vera estudió actuación y guión de cine y TV, empezó con la danza y se fue metiendo en el mundo de la actuación.

Las dos apoyan la legalización del aborto, se hacen cargo de sus apellidos y piden por favor más amor. En un diálogo íntimo con Infobae, cuentan quiénes son y qué lazos las unen para contar esta historia.

—¿Qué es lo que les atrajo de la vida de Soledad?

Agustina: Esa búsqueda tan profunda de encontrarse a ella misma. Para mí era una persona muy valiente, que se ganó todo mi respeto. Una luchadora. Una revolucionaria, una persona muy fuerte que supo, o que quiso, contra todo, hacer lo que ella realmente quería, que era encontrar su lugar, su identidad.

Vera: Es muy verdadera. Y por momentos tiene, como todos podemos tener, con sus contradicciones. Pero luchándola siempre hasta el final.

—Amor y Anarquía son quizás las cosas más fuertes de esta historia. ¿Alguna de las dos pesó más que la otra?

Agustina: Una va de la mano de la otra. Era esa historia de amor pero en ese contexto, con esa fuerza, con todos esos impedimentos, con esa injusticia que hace que la historia sea mucho más potente.

—¿Sintieron alguna vez un amor tan fuerte como el que sintió Soledad por Baleno?

Vera: Yo podría decir que ahora estoy en esa ola así que estoy bárbaro… Igual viste que cada historia es tan particular que es difícil comparar una historia con la otra.

—¿Y vos Agustina?

Agustina: Yo soy un poco más grande que Vera. No tengo tantas olas (risas). Cuando tenía 15, 18 años, primer novio… son todas olas que te revuelcan. Yo creo igual que el viaje de Sole fue eso, pero fue todo. Baleno le dio una mano cuando ella "ya estaba en una", cuando estaba en algo muy profundo, muy de ella. Se alineó todo. Fueron 70 días de amor que vivieron como pareja.

—Es cierto no fue tanto tiempo…

Vera: Pero es todo

—¿Qué harían ustedes por amor? ¿Qué romperían?

Vera: Todo (risas).

Agustina: Creo que lo que me pasó con esta película fue que descubrí nuevas formas de amor. Desde esta creación colectiva que significa el cine, que es muy emocionante, muy amoroso. Todo esto que nació entre nosotras dos, que se fue expandiendo en los demás. Estar ahí, y que fuera pasando todo eso que pasaba: eran todo el tiempo manifestaciones de amor.

—¿De rebeldía cuanto tienen?

Vera: En mi caso nunca pude ser tan rebelde. En mi familia era como todo era muy de la libertad, de la comprensión, del acompañar, entonces la libertad era la norma. No tenía mucho con qué ser rebelde. Y en caso de Sole, su contexto era diferente al mío. Ella, con un montón de cosas que le imponían, no se sentía cómoda ni se sentía parte.

Agustina: Creo que Soledad, sobre todo cuando ella ya lo pierde a él, saca una fuerza de adentro que creo que ni sabía que tenía. Gente que la conocía en Italia, por ejemplo el psicólogo de la cárcel, me decía que era muy impresionante la diferencia de fortaleza que ella mostraba una vez presa, incluso con respecto a él.

—¿Qué es la anarquía para Soledad?

Agustina: Yo creo que fue la bandera que ella encontró, fue el lugar que le hizo sentir cómoda, fue el vehículo para sentirse libre, sentirse ella, plena. Ella contaba mucho en esas cartas que le escribía a sus amigos en Argentina que en el anarquismo ella había encontrado su lugar, les contaba cómo ocupaban las casas, cómo vivían, les contaba las cosas que hacían para autogestionarse, ella estaba muy metida y por primera vez se la sentía muy plena, muy feliz, como que en Argentina ella sentía que estaba desencajada.

Agustina Macri y Vera Spinetta, retratadas por Infobae (Foto: Nicolás Stulberg)

—¿Y para ustedes que es la anarquía?

Agustina: Para mí es la búsqueda de libertad.

Vera: La libertad con cuidado, con amor, la libertad no dañina, no es pasar por encima del otro sino respetar.

Agustina: Y querer que te respeten.

—En Hollywood el año pasado de 651 películas, solo el 12% de las cineastas fueron mujeres. Y en Argentina ni hablar. ¿Cómo te sentís debutando como directora en un mundo tan machista?

Agustina: Una de las razones por las cuales elegí a Soledad era porque tenía muchas ganas de contar la historia de una mujer. Creo que es hora de animarse a viajar y a sentir de la mano de una mujer, que haya heroínas femeninas, que las creadoras sean femeninas.

—¿Falta visibilización, no?

Vera: Sí. Todo el tiempo. Nuestras madres, nuestras amigas

Agustina: Es un momento en el que me encanta desde este pequeño lugar contar esta historia que involucra a Soledad, que las que lo contamos seamos mujeres, que haya una cosa femenina, potente.

—No es casual la elección…

Agustina: Nada de lo que va pasando es casual, creo más en lo causal y que todo se va dando por algo.

Vera: Yo pienso que es la era de los cambios, de la mujer, del hombre, de lo preestablecido, por suerte está cambiando y creo que estar viviendo eso y, como dice Agus, hacer algo desde el lugar que uno tiene como comunicador o como persona que se entrega a proyectos que lo ven. Me parece que es re fundamental que nos animemos a hacer las cosas porque ahí es cuando la cosa cambia. En la acción.

—Hablando de acción, en el debate del aborto legal, ¿de qué lado de la plaza las encuentro?

Vera: Verde

Agustina: Verde

Vera: Yo fui con mi hija. Fue increíble cómo ella se lo tomó. Ese día la llevé a lo del papá y me dijo "hoy quiero estar con vos". Entendió todo. Tiene tres años. Fue muy emocionante.

—¿Vos fuiste Agustina?

Agustina: No estaba.

—¿Y hubieras ido?

Agustina: Sí, hubiese ido.

—¿Cómo fue trabajar las dos juntas?

Vera: Agus es muy respetuosa, tuve mucha libertad de expresión, de jugar, de probar. Sentí que tenía un colchón grande de parte de ella para sumergirme y no tener miedo sobre todo de probar e investigar en mí todas las aristas, viste.

Agustina: Fue increíble. Lo más increíble. Como que lo que Vera me proponía cuando empecé a conocerla más era un camino más visceral y no tan de método, lo que íbamos a poner en juego no eran tantas herramientas dramáticas de un manual, de una formación, sino que era poner en juego todo el tiempo qué le hubiese pasado a Sole cuando estaba en ese momento, entonces mi trabajo más importante era relacionarme todo el tiempo con esa energía de ella. Con lo que ella tenía para darme. No tanto con lo que yo había escrito y lo que yo había pensado, que sí era el colchón, pero sobre ese colchón era jugar mucho en lo que ella intuitivamente tenía para darme. Todo el tiempo era abrazar esa intuición que era como oro en polvo.

Vera: Ya en un momento ni hablábamos. Yo me acuerdo que Agus venía y me decía una palabra y era "ah, listo". Iba más allá de qué pensaba una, qué pensaba la otra, yo sentí que éramos medio lo mismo.

—Las dos tienen apellidos conocidos en el país, ¿les pesa?

Vera: Sí, me ha pesado porque ya nacer y que la gente te conozca sin que vos lo hayas decidido es raro. La gente te quiere sin saber muy bien por qué. Yo entendí que mi viejo era mi viejo y lo que significaba para la gente de grande.

—¿Te da miedo? ¿Te pone más presión eso?

Vera: No, vibrás con las cosas. Siempre trato de ubicarlo en el amor, la gente te expresa su amor, entonces es abrazar eso. Lo que está bueno es no tener miedo a eso y no tener miedo a que los demás te estén mirando con una lupa; si yo saco un tema, van a estar todos ahí prestando atención a ver qué hizo "la hija de" o "la hermana de", pero está todo bien, si eso lo usás a tu favor está buenísimo, si lo usás como boicot está malísimo.

—¿Hay mucho trabajo interior no?

Las dos: Sí…

—¿Se sentían identificadas en esto de los apellidos?

Vera: No, nos olvidamos

Agustina: Yo siempre sentí que ella me veía a mi

Vera: Como ver su diamante y que todo lo demás es de cartón.

—¿A vos te pesa el apellido Agus?

Agustina: Creo que es tener como una etiqueta pre en la que bueno sí nunca sos neutral pero bueno… como todo tenés que surfearla porque a veces estás arriba, a veces estás abajo, a veces estás tranquilo. Estás ahí, surfearla, con todo lo que tiene. Pero claramente nunca estás parado en un lugar de neutralidad digamos.

Vera: Tal vez lo que nos une con Sole a las tres es eso, la búsqueda de la identidad propia

Agus: Totalmente, que creo que lo tenemos todos, a todos nos pasa.

—¿Cómo fue tu primera experiencia como directora?

Agustina: Siempre siento que el proceso que me fue pasando fue como un espiral. Hubo algo que al principio fue más como intuitivo, de decidir meterme de lleno en el libro, de viajar con ellas. Ahí empezó un viaje que tuvo un montón de paradas, un montón de estaciones, un montón de personas, un montón de descubrimientos. Y cada cosa que iba pasado, de la manera que iba pasando, lo único que hacía era reafirmarme eso que había elegido, hasta el día de hoy. Verla en pantalla, emocionarme con lo que hicimos. Es muy difícil hacer una película, es muy difícil abrazarte durante tanto tiempo a algo y que no haya día en el que te despiertes y digas, "¿Qué es esto?. ¿Estoy segura de que voy a hacer esto, con toda la energía que significa, con toda la inversión y el esfuerzo que significa llevarla hasta las últimas consecuencias, luchando contra todo?" ¿Entendés?

—¿Contra qué luchaste?

Agustina: Desde problemas con la producción, como te puede pasar, que empezás con un productor en Italia, y de repente no estás tan de acuerdo, hasta tiempos, que todo encaje…

—¿Cómo armaste el elenco? Porque la mayoría de los actores son italianos, pero también hay argentinos.

Agustina: Bueno, lo empecé por Soledad, porque todavía creo que era, y es, el corazón de la historia, y a partir de ella creo que se empieza a configurar todo el resto. Cuando ya la elijo a Vera, después de un casting largo de muchas buenas actrices argentinas, empecé a viajar a Italia empezando a pensar quién podría ser él, quién podría ser Silvano. Dentro de todas las cosas que tenía que hacer fue trabajar en paralelo en los dos países. Era muy difícil.

—Eso te iba a preguntar, ¿por qué elegiste más Italia que Argentina?

Agustina: Siempre supe que el viaje de ella era como el disparador de la película y creía que, cuando ella llegaba a Italia, era cuando de verdad empezaba su aventura y su viaje interior, digamos, y exterior.

—Y en la parte de la película que fue grabada en la Argentina, teniendo en cuenta la grieta que existe, ¿tuviste alguna respuesta negativa con la convocatoria de actores?

Agustina: Trabajar con Natalia Smirnoff en el casting para mí fue muy importante. Hicimos un trabajo artístico totalmente libre, es decir, elegimos a quienes creíamos eran los mejores para hacer estos papeles y nunca sentí un problema con eso.

Vera: A mí me parece que el arte habla por sí solo. Lo escuchaba mucho de mi viejo, porque él me decía "No te preocupes por tal o cual cosa. Lo importante es lo que vos querés decir y cómo lo decís, cómo lo transmitís". Me parece que eso es lo que importa. Y después, los miedos, las trabas, son parte de los procesos de creación. Y si vos tomás un montón de cosas como vehículo, como motor para llegar a tu deseo de expresión, está buenísimo, porque estás sacando de las cosas difícil como la nafta, ¿viste?

—¿Cómo elegiste ser directora de cine?

Agustina: Estudié sociología en la UBA, me recibí, leí mucho. Hay un instituto que llama Gino Germani y yo escribía unas cosas largas y pensaba ¿quién va a leer esto? Yo venía muy enganchada con fotografía y, hacia el final de la carrera, cursé unas materias de comunicación; una de ellas era cine y fotografía documental y empecé a flashear desde ahí. Cuando cursé esa materia me hizo un click, sentí que era mucho mejor hacer una película para transmitir un mensaje, una historia, una emoción. Ahí me fui a Barcelona y empecé a estudiar y a laburar y a meterme en documentales hasta que llegué a la ficción.

Amor, anarquía y cine… Agustina Macri y Veri Spinetta (Foto: Nicolás Stulberg)

—¿A quién le ibas mostrando el guión?

Agustina: Fue un proceso en tres partes. Sola al principio, con mi productor argentino. Después me fui a Los Ángeles, trabajé con alguien ahí que me sirvió pero también sentí como una cosa más de industria, la sentía un poco rígida. Creo que el guión empezó a despegar cuando llegué a Roma y ahí tenía todo lo que necesitaba. un hombre que tenía muy claro la historia que queríamos contar. Hice muchas versiones del guión. En un momento me acuerdo que le dije "busquemos el amor". Sentía que era el principio del camino, de hacer ese viaje emocional. Más allá de lo que escribí, mucho de todo ese viaje emocional se terminó de dar cuando empezamos a ensayar, cuando empezamos a encontrar la naturalidad entre Vera y Julio, las palabras, los dos idiomas, ese juego, "esto no es un juego, esto es una guerra pero yo estoy pronta para esta guerra".

—De Vera entiendo de dónde sale el estímulo artístico. Agustina, ¿en tu familia hay otros artistas o amantes del arte como vos con quien hayas compartido este proceso?

Agustina: Sí mis hermanos. Mi hermana es artista plástica. Y mi hermano (Francisco) estuvo conmigo todo el rodaje. Vengo trabajando con él hace muchos años, es como mi coequiper. Laburamos mucho en la parte técnica, que es la parte que a él más le gusta. Y yo quería tener eso claro, referencias estéticas, ir armando técnicamente el guión para ir al rodaje segura y yo poder poner toda la energía en dirigir a los actores.

—¿Y tu papá vio la película?

Agustina: Sí, le gustó estaba muy emocionado.

—¿Y a tu familia le gustó Vera?

Vera: No la vieron, soy re canuta, al estreno todos.

—¿Por qué la gente debería prestarle atención a esta historia?

Vera: Porque es una historia muy potente cargada con muchos aspectos del ser humano, emocionales sobre todo, es muy humana para mí la película.

Agustina: Me encanta la idea de que se animen a viajar de la mano de una mujer y que vean por dónde los lleva, que la vivan, que lloren, que se rían.

—¿Qué mensaje te dejó Soledad?

Vera: Ser consecuente con cómo uno piensa y cómo uno vive. Lo que le pasó a ella fue una injusticia enorme que determinó las condiciones de su vida. Yo lo sentí muy liberador. Es re fuerte. Pero yo sentí como que ella llevó hasta el último segundo esa necesidad de expansión y liberación y de que ella ya era dueña de su todo. Al menos esto es lo que yo sentí interpretándola. Y que ella iba a decidir por su vida, por su todo hasta el último momento. Ya se había conquistado por lo tanto nadie iba a venir a decirle cómo tenía que pasar el resto de sus días. Ni con quien.

—Claro, porque además la historia de Soledad y la película tienen muchos mensajes, ¿no?

Agustina: Sí y es muy actual. Hay gente que la vivió en los noventa, gente que la vivió en los 2000 cuando leyó el libro de Martín Caparrós. Y hoy, a 20 años de su muerte, siento que nos sigue poniendo en la mesa cosas que nos siguen pasando, que seguimos sintiendo; habla de cosas super universales como del amor, como de la libertad, las injusticias. Todo eso para mí trasciende cualquier momento histórico o cualquier país. Es algo que nos toca a todos y de una manera diferente. Y aguante Sole, la queremos y la respetamos muchísimo. Yo estoy re agradecida por todo lo que me pasó y todo lo que vivimos.

—¿Qué es lo que agradecés?

Agustina: Todo. No sé, son como esas experiencias que te marcan para siempre, que me enseñó mucho y que me hizo muy feliz. Y ojalá que siga expandiéndose. Una amiga me dijo que como que cuando la vaya a ver iba a sentir como que era un corazón, como que iba a abrir su corazón a ese corazón.

—¿Eso es lo que quieren transmitir: amor?

Agustina: Sí, más amor por favor

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