¿Sueñan los periodistas con ir más allá de la noticia?
Pasadas las doce del mediodía en la Fundación Proa, ubicada en el corazón de La Boca y frente a las oscuras aguas del Riachuelo, se llevó adelante una charla sobre periodismo. Esa palabra, esa profesión, que parece estar debatida hasta el hartazgo —¿en qué otra época se ha hablado tanto del rol de los medios?— obtuvo aquí un giro inesperado: de lo que se charló fue de periodismo performático. ¿Y qué es eso?
Una propuesta. "Un momento de llegada y también de partida", dijo Cristian Alarcón, escritor, docente, periodista, que tomó el micrófono y presentó el Laboratorio de Periodismo Performático, una iniciativa de Revista Anfibia y Casa Sofía junto a la Universidad Nacional de San Martín que plantea una provocación: la palabra ya no tiene el poder.
¿Realmente ya no lo tiene? "¿Quién puede soportar una imagen más? Y ¿quién podría vivir sin una imagen más?", escribía hace más de diez años Manuel González de Ávila. Hay algo que es cierto: en la era de las pantallas, la palabra ya no tiene la misma determinación. Pero el lenguaje nunca se cierra, siempre está en permanente construcción. Quizás con el periodismo pase lo mismo. Permanecer estático e inmodificable no parecer ser una opción demasiado honesta. Mucho menos arriesgada.
"Buscamos nuevas formas de creación cultural", dijo Julieta Hantouch de Casa Sofía. A principio de año, buscaron proyectos innovadores que crucen periodismo con otras disciplinas. Periodistas, artistas, performers, músicos, fotógrafos y programadores que tengan la necesidad de construir relatos e intervenir en la realidad. A su lado, Fernando Rubio, curador de este laboratorio, contó cómo fue trabajar con todos los proyectos. "Ojalá esto sea el comienzo de algo mucho más grande", dijo con optimismo.
Ante la mirada atenta de los periodistas que asistieron a la Fundación Proa, Alarcón se encargó de contar los seis proyectos seleccionados. En la pantalla, detrás del panel, fotos y videos daban una pequeña muestra del trabajo realizado. Luego de un breve recorrido histórico por el periodismo latinoamericano, marcó tres etapas: investigación, la primera; narración, la segunda; interpretación, la tercera. "La cuarta, creo yo, es la creación. Porque lo que estamos necesitando hoy es acercarnos al arte. Que nos invada esa subjetividad que no cierra", comentó.
Eso, de algún modo, resume el periodismo performático: no estancarse en la frialdad del dato, sino todo lo contrario: interpelar al lector, al espectador… inquietarlo. Justamente ese es el valor de la performance.
Voces disidentes es una performance de Mateo Corrá, Regina Scorza, Clara Manterola, Silvia de la Plaza, Beatriz Grafia y Ramiro Ruffini Baz que cuestiona la idea de meritocracia a partir de testimonios. Construyeron un túnel de cinco metros y medio donde los participantes ingresarán y, con sus celulares buscarán las distintas voces: discursos naturalizados que contribuyen, en mayor o menor medida, a generar desigualdades sociales.
Surdelta de Myriam Shelhi, Lucrecia estrada, Tutanka y Santiago Galar es un interesante proyecto de intervenciones sobre temas de agenda. La primera de ellas fue durante el mundial: hicieron figuritas de jugadoras de fútbol mujeres y se las dieron a los chicos y las chicas que estaban coleccionando en su álbum. La respuesta quedó en un video que se extendió a una denuncia: ¿por qué el Seleccionado de Fútbol Femenino tiene problemas, no sólo económicos, también de legitimación?
Colectivo dominio público (CDP) trabajó en una performance escénica múltiple llamada Sinfonía big data que pone el foco en la tensión entre libertad y control que caracteriza nuestros entornos materiales y virtuales. Laberintos de Cristal de Daniela Camezzana y Clara Tapia hace foco en los movimientos de las mujeres para encontrar su lugar dentro del Poder Judicial: interrumpen en el paisaje cotidiano para hacer evidentes los límites invisibles.
Micropolítica de la supervivencia gorda de Ana Larriel y Rocío —que se estrena en el festival Basado en Hechos Reales el primero de noviembre— comparte visiones, porciones y fragmentos de cuerpos gordos sobreviviendo en un sistema neoliberal magro. La enfermedad, el goce y el deseo son algunas de las cuestiones que abordan.
La fotógrafa María Eugenia Cerutti fue la cuarta y última disertante en esta mesa. Su proyecto, que realizó junto a Alejandro Marinelli, se llama Con toda la muerte al aire. Reconstruyeron el crimen de Alcira Methyger, asesinada en 1955. Eduardo Burgos, el femicida, descuartizó su cuerpo y desparramó las partes en tres puntos de la ciudad. Al caer preso, confesó. Pero fue más allá: escribió un libro que se transformó en boom editorial titulado Yo no maté a Alcira. Desde la fotografía pero utilizando las herramientas espaciales de la performance, contaron el caso.
Todos estos proyectos, que aún no están exhibidos, se podrán ver a partir de octubre en diferentes espacios culturales. Con la muerte al aire, particularmente, se inaugurará en noviembre en Proa 21.
¿Cuál es el status del periodismo hoy? No se trata de que las fake news y la manipulación mediática en las redes sociales pongan en jaque la continuidad del periodismo, sino que lo verdaderamente ponen en jaque es la continuidad del periodismo tal y como lo conocemos. Es hora de reinventarse. Repensarse. Aunque eso signifique dar un giro de 360 grados y volver al origen. Volteretas en el aire, miles, porque el periodismo exige una sola cosa: no quedarse quieto.
Entonces, ¿sueñan los periodistas con ir más allá de la noticia? Quizás la verdadera pregunta sea esta: ¿un periodista que no sueñe con ir más allá de la noticia realmente lo es?
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