Hace 46 años, el 22 de agosto de 1972 un grupo de 19 guerrilleros, presos en la Base Almirante Zar, de Trelew, fueron despertados a las 3.30 de la madrugada, sacados de sus celdas y ametrallados por los marinos que los tenían en custodia. Dieciséis de ellos murieron y tres sobrevivieron con graves heridas.
La historia está contada con la intriga y el suspenso de un policial en el documental Trelew. La fuga que fue masacre, de Mariana Urruti, estrenada en 2004.
El origen de esta masacre databa de una semana atrás. En el penal de alta seguridad de Rawson estaban detenidos parte de las cúpulas guerrilleras de Montoneros, FAR y ERP, amén de presos sindicales y políticos, como el líder cordobés Agustín Tosco. Los guerrilleros planearon una fuga de la cual iban a liberar a más de un centenar de los insurgentes detenidos. Se llevó a cabo el 15 de agosto.
El plan consistía en un levantamiento dentro del penal y apoyo externo para el escape posterior. Con la complicidad de un guardia, habían ingresado una pistola. Con ella redujeron a otro guardia y, vistiéndose con uniformes militares, fueron avanzando de pabellón en pabellón, hasta la salida. Allí los estarían esperando un auto y dos camiones, con los cuales esperaban sacar a más de cien combatientes.
En la salida se produjo la única resistencia. Un guardiacárcel, Juan Valenzuela, fue acribillado. Al salir al patio del penal, los fugitivos encontraron que estaba el auto destinado a los líderes más importantes pero que los camiones no aparecían. Contrataron un par de taxis y con eso sacaron a 19 guerrilleros más. El resto volvió al penal y se entregó.
El paso siguiente del plan era llegar al aeropuerto de Trelew, donde otros combatientes habían secuestrado un avión de Austral. Los seis líderes llegaron a tiempo.
Eran Marcos Osatinsky, Roberto Quieto, Mario Roberto Santucho, Domingo Menna, Enrique Gorriarán Merlo, y Fernando Vaca Narvaja. Esperaron un lapso prudencial y partieron. Cuando el avión ya carreteaba para el despegue, llegaron tres taxis con los 19 guerrilleros faltantes. Estos pactaron una entrega en el aeropuerto, con periodistas y un juez como testigos y habiendo certificado previamente su estado de salud.
La falta de los camiones en la fuga del penal se debió a la confusión en las señales visuales que iban del penal al grupo de apoyo externo. Jorge Lewinger, de las FAR, encargado de los camiones que iban en rescate, interpretó equivocadamente que la operación dentro del penal había sido abortada e inició el repliegue, dejando a la mayor parte de los guerrilleros sin cobertura.
El avión con los líderes guerrilleros los llevó a Chile, donde gobernaba Salvador Allende quien posteriormente resistió las presiones del gobierno argentino que pedía la extradición de los combatientes.
Los 19 guerrilleros que habían llegado al aeropuerto sin poder subir al avión fueron llevados a la Base Almirante Zar, de Trelew. Aunque la versión oficial fue que la masacre se desencadenó cuando Mariano Pujadas intentó arrebatar una ametralladora para iniciar una fuga, el testimonio de los sobrevivientes indicó que se trató de asesinatos a sangre fría.
En Trelew. La fuga que fue masacre se recogen las palabras de algunos sobrevivientes del hecho, incluso de alguno del grupo que logró escapar a Chile, como Enrique Gorriarán Merlo pero también de los pobladores de Trelew, de enfermeros que recogieron los cadáveres en la base donde fueron asesinados los guerrilleros, de los taxistas que llegaron tarde al aeropuerto y del periodista que los entrevistó. El testimonio más impactante emocionalmente es el de Jorge Lewinger, quien cometió el error fatal para la operación.
El episodio fue tan brutal y despiadado que alimentó el aura romántica que todavía en esa época rodeaba a los guerrilleros. Las pocas imágenes del momento de la rendición en el aeropuerto de Trelew mostraba a unos muchachos frágiles, sencillos, desprolijamente vestidos para protegerse del frío, a merced de militares fuertemente pertrechados, toscos y prepotentes. No solo eso: la imagen del propio gobierno de Lanusse, del cual se sospechó desde un primer momento de algún grado de complicidad con el episodio, quedó afectada fuertemente.
Todos los protagonistas del episodio, que no pudieron salir de la cárcel por la falta de camiones y se entregaron, salieron en libertad apenas nueve meses después, gracias a la amnistía del 25 de mayo de 1973, el mismo día de la asunción de Héctor J. Cámpora.
Uno de los trabajos más impactantes que realizó Raymundo Gleyzer para el Grupo Cine de la Base, una agrupación cinematográfica asociada al ERP, fue Ni olvido ni perdón: 1972, la masacre de Trelew, un mediometraje de poco más de media hora.
El film recupera la entrevista que la televisión chubutense le realizó a los guerrilleros en el aeropuerto, minutos antes de entregarse a las fuerzas armadas. El acierto cinematográfico de Gleyzer fue el de no tocar ese precioso material: los primeros 18 minutos se limitan a reproducir esa nerviosa entrevista. Allí, dos de los líderes guerrilleros hablan con un periodista, desgranan consignas con su lenguaje codificado, piden la presencia de un juez y de un médico para entregarse, presintiendo el final que la furia de la Marina iba a desatar poco después para con ellos. Como en un policial negro, la tragedia, conocida por el espectador mientras ve la entrevista, tiñe cada momento del largo plano secuencia que Gleyzer decide no cortar. Los últimos minutos de Ni olvido ni perdón son para puntuar con fotos de los guerrilleros y una música trepidante el momento de la masacre.
Raymundo Gleyzer fue secuestrado y desaparecido por la Dictadura Militar el 27 de mayo de 1976, dos meses después del golpe de estado. Cuando se menciona el episodio, nadie recuerda al guardiacárcel asesinado, Valenzuela. Sus hijas aun reclaman un reconocimiento.
*Trelew. La fuga que fue masacre (Mariana Urruti, 2004, 100') y Ni olvido ni perdón: 1972, la masacre de Trelew (Raymundo Gleyzer, 1972, 30'), están disponibles en YouTube.
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