La noticia llegó a las redacciones argentinas a través de varios cables de agencias internacionales. El 2 de julio de 2008, el mundo entero supo que en Buenos Aires había un Museo del Cine y que dos investigadores argentinos habían hecho "un descubrimiento sensacional", al encontrar allí una copia completa de la película Metrópolis, tal como la había terminado Fritz Lang en 1927. Los cables no exageraban. Este hallazgo es uno de los más espectaculares de la historia del cine.
La copia en 16 mm que encontraron el coleccionista e historiador del cine, Fernando Martin Peña, y la directora del Museo del Cine, Paula Félix-Didier, contenía 25 minutos que se creían perdidos para siempre. La noticia conmovió al mundo del cine. En Alemania, se puso en marcha una nueva restauración de la película, que se estrenaría en varias ciudades. Además, en la colección en la que se encontró Metrópolis aparecieron otras películas argentinas y extranjeras del periodo silente que se creían perdidas. El hallazgo también permitió que, a través de un convenio con la fundación alemana Friedrich Wilhelm Murnau, dueña de los derechos de Metrópolis, el Museo preservara material fílmico que, de otra manera, se hubiera deteriorado y perdido. Y puso en evidencia el estado de emergencia en el que se encontraba, y se encuentra aun hoy, el patrimonio audiovisual argentino.
Metrópolis es la película más buscada de la historia del cine y una de las más influyentes. Todo en su historia es excepcional. Tras 17 meses de rodaje y un presupuesto descomunal, se estrenó en Berlín el 10 de enero de 1927. Las recepción de la crítica no fue muy entusiasta. Y enseguida comenzó una larga historia de mutilaciones. Los distribuidores norteamericanos cortaron parte de los 153 minutos de la duración original. En abril, los alemanes hicieron lo mismo. Sacaron de circulación todas las copias y relanzaron en agosto de ese año una versión más corta. En 1936, la productora UFA volvió a cortarla y estrenó otra versión de 91 minutos, que llegó al archivo del MoMA. Como los negativos alemanes se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial, ésta fue la versión que circuló por el mundo.
Desde los años 70, distintos investigadores han intentado reconstruir y restaurar Metrópolis. Luego de décadas de trabajo, se creía que algunas escenas ya nunca aparecerían. En 2001, la fundación Murnau estrenó una restauración que se suponía definitiva. Lo que nadie sabía era que, entre enero y febrero de 1927, el distribuidor Adolfo Z. Wilson había adquirido una copia completa para estrenar en Argentina.
Metrópolis se estrenó en Buenos Aires en mayo de 1928. En algún momento, una copia del estreno argentino pasó a formar parte de la colección del crítico, productor y coleccionista Manuel Peña Rodríguez. A fines de los 60, Peña Rodríguez entregó su colección al Fondo Nacional de las Artes. Y en 1992 ese organismo la donó al Museo del Cine. Fue así que la colección pasó casi 40 años en dos archivos públicos sin que nadie se preguntara qué había allí.
Sin embargo, en 1959 hubo una proyección de la copia de Peña Rodríguez en el cineclub Núcleo que más adelante cambiaría el rumbo de la historia. En 1988, el fundador de Núcleo, Salvador Sammaritano, le contó a Fernando Peña una anécdota sobre las dos horas y media que había durado esa función. Peña retuvo el dato de la duración y empezó a investigar. Sospechaba que allí podía haber material único. Después de varios intentos de convencer a la burocracia estatal de que le permitiera revisar la colección, tuvo su oportunidad en 2008, cuando Félix-Didier fue designada directora del Museo del Cine. Revisaron la copia y confirmaron la hipótesis.
Enseguida se pusieron en contacto con los alemanes, que no les creyeron hasta que vieron proyectada la copia. Entonces comenzó el camino hacia una nueva restauración. A la versión alemana de 2001, se le agregaron los 25 minutos hallados en la copia argentina, que se restauraron digitalmente. La fundación Murnau decidió avanzar aun cuando la diferencia de calidades entre ambas fuera muy grande. "Los defectos de la copia argentina –señala Peña– son las huellas del paso del tiempo sobre el material. No se puede pretender que un material que sobrevivió de casualidad esté impoluto como el negativo que ellos tenían. Y tampoco se le puede negar al público la posibilidad de ver la obra en su integridad solo porque la calidad no responde a un estándar". Con el material redescubierto, la estructura argumental de la película se volvió más armónica y comprensible. "La nueva versión –observa Peña– posee la complejidad narrativa que caracteriza a otras obras mudas de Lang. Le devolvió el ritmo que él había pensado, su sentido arquitectónico del montaje. Ahora la película es mucho mejor".
La versión completa y restaurada de Metrópolis se estrenó en el Festival de Berlín en 2010 y después circuló por varios festivales y salas del mundo. "Cuando se reestrenó en Nueva York, le fue fantástico. Incluso IMDB la puso a Brigitte Helm –la actriz principal– entre las mujeres más taquilleras del momento", cuenta Peña. La fundación Murnau entregó una copia restaurada en 35 mm al Museo del Cine y otra a Peña, que programa la sala del Malba. Desde 2011, la película tuvo innumerables funciones allí, siempre a sala llena, acompañada de música en vivo.
La increíble historia del hallazgo dio lugar a la publicación de un libro, Metrópolis, del propio Peña, y al estreno del documental Metrópolis refundada, de Evangelina Loguercio, Laura Tusi, Sebastián Yablón y Diego Panich. El documental argentino, que se puede ver online, cuenta la historia a través de entrevistas a los protagonistas y del registro único del viaje de Félix-Didier a Berlín para mostrar la copia por primera vez.
No solo Metrópolis
La importancia de este hallazgo fue mucho más allá de Metrópolis, porque posibilitó el rescate de varias películas argentinas. En 2009, el Museo celebró un convenio con la fundación Murnau. A cambio del préstamo de la copia argentina, la Fundación invirtió 50 mil dólares en la preservación de nueve mil metros de material del Museo en soporte nitrato (inflamable), que fueron transferidos a material de seguridad. Se hicieron negativos nuevos y, en algunos casos, también copias. La selección se hizo en función de la importancia cinematográfica, política y estética, la antigüedad y el nivel de deterioro de cada material. En total se respaldaron dieciséis títulos. Entre ellos, un fragmento de Muchachita de Chiclana (José A. Ferreyra, 1926) y un noticiero desconocido de Sucesos argentinos sobre Eva Perón.
El acuerdo significó una inversión inédita: nunca antes se había destinado tanto dinero a preservar a largo plazo películas argentinas que, de otra forma, se hubieran perdido. Además, permitió que la fundación Murnau financiara la restauración de la película argentina Manuelita Rosas (Ricardo Villarán, 1925), de la que solo existía una copia en la Filmoteca de Catalunya. "Gracias a ello –señala Andrés Levinson, investigador y curador del Museo–, pudimos sumar un título más a la lista de films argentinos del período mudo y hoy tenemos un negativo nuevo y una copia en 35 mm, que se proyectó en el Festival de Mar del Plata en 2016".
Por otra parte, el hallazgo permitió redescubrir y valorar toda la colección Peña Rodríguez. Terminado el inventario, en el Museo llegaron a la conclusión de que incluía dieciocho películas mudas que se consideraban perdidas: ocho extranjeras –entre ellas la soviética El Hijo del otro (Yevgenii Cherviakov, 1928) y la norteamericana El ariano (William S. Hart, 1916)– y diez nacionales, como La quena de la muerte (Nelo Cosimi, 1929) y La borrachera del tango (Edmo Cominetti, 1928).
En un país como la Argentina, en donde en 1999 el Congreso de la Nación declaró el estado de emergencia del patrimonio fílmico nacional porque el 90% del cine mudo y el 50% del cine sonoro se ha perdido, la importancia de estos hallazgos es enorme. "La mitad de los largometrajes de ficción del cine mudo argentino que existen hoy –unos 20 títulos– se redescubrió con esta colección. Y también se encontraron dos noticieros sonoros del productor Federico Valle", cuenta Levinson.
Para el Museo, el hallazgo de Metrópolis fue fundamental. Félix-Didier insistió desde el primer día en que era una oportunidad única para generar conciencia sobre la pérdida de la memoria audiovisual del siglo XX. "En Argentina, Metrópolis sirvió mucho para entender que las películas se pierden, pero que también se pueden encontrar y se pueden restaurar; que existen diversas fuentes y que la historia del cine es internacional", reflexiona.
Por otro lado, Metrópolis le dio al Museo un enorme reconocimiento en el campo de la preservación audiovisual. "Metrópolis –continúa Félix-Didier– nos hizo pensar en todo lo que podíamos hacer y nos dio un gran empujón para empezar a trabajar en nuestras películas. Al conocerse el trabajo del Museo en el mundo, se abrieron muchas posibilidades reales y concretas". En estos diez años, el Museo ha exhibido películas en los principales festivales y espacios del mundo dedicados al cine restaurado. "Que hoy podamos mostrar películas en Il Cinema Ritrovato, en la Cinemateca Francesa, en el MoMA o en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos –observa Levinson–, tuvo que ver con Metrópolis y con todo el trabajo que seguimos haciendo después". De hecho, el 24 de junio Félix-Didier presentó en Il Cinema Ritrovato la restauración digital del Museo de Prisioneros de la Tierra (Mario Soffici, 1939), financiada por The Film Foundation, de Martin Scorsese.
El hallazgo de Metrópolis también puso en evidencia la precariedad en la que se hallaba el patrimonio audiovisual argentino, pero esto no redundó en políticas públicas destinadas a revertir el deterioro. "En el Museo –señala Levinson– seguimos con las mismas dificultades presupuestarias y con problemas que son difíciles de resolver. La repercusión pública del hallazgo no se tradujo en políticas de Estado concretas". Peña coincide: "Si con repercusión nos referimos a que el Estado asumiera un montón de obligaciones postergadas relacionadas con la preservación audiovisual, entonces no tuvo ninguna". Diez años después de uno de los hallazgos más resonantes de la historia del cine, el patrimonio audiovisual argentino todavía está en estado de emergencia y no cuenta con los recursos básicos necesarios para garantizar la preservación a largo plazo.
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