Por Paula Rodríguez
Después de unos primeros minutos de silencio y gestos tímidos, un pibe de los más grandes se ofrece a leer en voz alta "El rey de Villa Luro", la historia que Fernando El Rifle Pandolfi escribió para Pelota de Papel 2, un segundo volumen de cuentos escritos por futbolistas.
Aunque se les pierden detalles del contexto social y político –diciembre de 2001–, los adolescentes sentados en círculo en un comedor de la pensión de Vélez se divierten con las peripecias que incluyen un secuestro, un campeonato en juego y un crack muy popular con un solo gol en su haber.
El Rifle, ex jugador de Vélez, les habla a los chicos. Dice que ya lo habían invitado a escribir para el primer Pelota de Papel pero no se animó. Que escribió un cuento que no lo convenció y después el del Rey, que para escribir también hay que entrenarse y equivocarse, como para jugar al fútbol. Ahora Matías Vargas, del plantel de Primera, lee lo que otro ex jugador de Liniers, Santiago Ladino, escribió sobre las desventuras de jugar de 4. Y se ríen todos, pero sobre todo los tres que llevan ese número en la espalda.
Es una actividad organizada por los trabajadores sociales que acompañan a los pibes que viven en la pensión de Vélez, lejos de sus familias y cerca de ese sueño esquivo que es triunfar en el fútbol. Es también una de las más de 130 visitas que el equipo de Pelota de Papel –futbolistas, escritores, dibujantes, periodistas– hizo a pensiones y clubes de barrio desde que salió el primer libro, en 2016 (parte de unos 200 eventos que incluyen también escuelas, universidades y encuentros culturales y deportivos de todo tipo).
En la pensión de Huracán, Claudio Morresi –ex jugador del club, secretario de Deportes de la Nación entre 2004 y 2014– y Juanky Jurado, periodista y productor general del libro, colaboran en el armado de una biblioteca. Llevan libros de regalo (no sólo Pelota…), ayudan con los estantes. Y se repite la ronda de lectura. En Racing, también. Los chicos festejan los cumpleaños del mes, llega de visita Lautaro Martínez, uno de los jugadores del momento, y leen su texto "Sueño de pensión". Un chico de 19 años les cuenta a otros qué pasaba en su cabeza y su corazón ayer nomás, durante el Mundial pasado, en este mismo lugar.
Lautaro fue el último en sumarse a Pelota de Papel 2, cuando el libro ya estaba a punto de imprimirse. Después de que un compañero de la primera de Racing, Augusto Solari —que participó ilustrando el cuento del ex arquero del Barsa Tito Bonano— le contó sobre el proyecto, quiso escribir. Llegó a su propio cuento como muchos: se juntaron con Juanky, hablaron de lo que querían contar, escribieron a mano primero, siguieron con un intercambio de e-mails donde la edición es una intervención mínima: se marcan los mejores fragmentos, se estimula a seguir trabajándolos, se pregunta por lo que queda poco claro en la narración, se hacen algunas recomendaciones sobre la estructura y el ritmo de cada cuento, se respetan las voces, las palabras con las que el autor se siente cómodo.
Cada uno eligió libremente su historia. Algunas fueron sorpresas: el jugador de Boca Fernando Gago quiso contar los momentos más íntimos de un número 5 golpeado por las lesiones. Lo hizo en tercera persona.
Para varios de los futbolistas que escribieron en Pelota de Papel fue su primera vez. Para otros no. Algunos son poetas. Todos son lectores. Se acercan por el boca a boca. Entre los periodistas que colaboran con la producción se sabe quiénes, por ejemplo, llegan a las concentraciones con un libro en el bolso. O quiénes dibujan. O quiénes hacen las dos cosas, que los hay.
El primer libro, repetían en el equipo de Pelota…, tuvo la virtud de combatir ese prejuicio de que el futbolista no tiene nada que ver con la escritura, o con cualquier otra actividad que no sea pegarle a una pelota o jugar a la Play. El segundo se propuso redoblar lo que ya el primero tenía: la calidad. El primero tenía 24 cuentos; el segundo, 41. Pelota de papel 2 ensancha la experiencia del anterior: algunos jugadores que fueron cuentistas ahora son prologuistas; se incluyen poemas de futbolistas-escritores de otros tiempos como Américo Tesoriere y Juan Carlos Touriño; se amplía la mirada incluyendo un prólogo del cantante de Estelares, Manuel Moretti, y otro del psicólogo Marcelo Roffé; se suma el futbolista vasco Mikel San José. En ambos sobrevuela el homenaje a Roberto Santoro –autor de Literatura de la pelota, desaparecido–, a Osvaldo Soriano, a Roberto Fontanarrosa.
En el comienzo los futbolistas Sebastián Domínguez, Agustín Lucas (de Uruguay), Jorge Cazulo y Mariano Soso andaban con ganas de hacer un libro. Su amigo Juanky Jurado propuso convocar a más gente: hacer cuentos escritos por jugadores, prologados por escritores y periodistas, todos ilustrados por un dibujante diferente. Armar algo que pudiera mutiplicarse. Un movimiento. Suena ambicioso, pero esa ambición dio unos cuantos frutos. Ariel Scher, periodista y escritor, se sumó a la producción y la edición. Ese volumen vendió 21.000 ejemplares. El segundo se lanzó en la última Feria del Libro.
Prologuista en el primer Pelota…, repetí la experiencia en el segundo y le sumé la de editar cuentos, esa parte tan linda de este trabajo que no se trata de corregir, de imponer estilo, de emparejar nada, sino de colaborar para que ocurra ese momento tan bello, tan sin vuelta atrás para el que escribe, que es el de escuchar cómo suena su propia voz.
Y, como muchos, me fui quedando. Porque el libro fue transformándose, también, en proyecto. No sólo porque dona las regalías por derechos de autor a organizaciones civiles. Es por esa forma que tiene de rodar: se lee y se comparte, especialmente en clubes y pensiones, se convierte en un hecho social. También hubo visitas a jóvenes privados de su libertad: el equipo uruguayo de este proyecto hace talleres en cárceles, donde se lee y se juega a la pelota; Mónica Santino (entrenadora del equipo de mujeres La Nuestra) y el ex san Lorenzo Sebastián Saja visitaron un penal de menores bonaerense. Ese trabajo colectivo es parte de la cocina de los contenidos.
En Pelota 2, por ejemplo, uno de los cuentos fue ilustrado por un pibe de la pensión de San Lorenzo, Franco Carretero. Y el entusiasmo por pertenecer al proyecto es lo que hace que, una semana cualquiera, un jugador que está atravesando un clímax en su carrera, cuando todos hablan de los millones que ofrecería un club de Europa o de su inminente convocatoria a la selección, esté mandando mensajes de Whatsapp desde la concentración porque quiere sumar un párrafo sobre su club de la infancia al cuento que escribió.
Es un lugar común ese de que un libro se completa cuando es leído. En el caso de Pelota de Papel 2, esa experiencia es parte fundamental de la cocina: fue gestado con ese fin, el de producir hechos colectivos, salir de ronda y especialmente estar en los lugares donde nos sentimos útiles, no sólo por aquello de alentar a leer y a escribir, sino también por acompañar, escuchar a los chicos que están en el fuego de esa caldera de tantas cosas que es el fútbol. En esos lugares que hoy son noticia por los abusos —que siempre nacen de las desigualdades— y los silencios que los encubren, se trata de ofrecer otro modelo. Uno donde somos todos iguales. Y todos somos dueños de las palabras.
Fotos: Nadia Petrizzo
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