“La vocación desmesurada”, un relato sobre ser judío en el siglo XX

A partir de la figura y las experiencias de Alberto Gerchunoff, autor de “Los gauchos judíos”, se recorre la historia de la inmigración en el país, los movimientos culturales argentinos en el 1900 y cómo era la vida judía europea antes del Holocausto, entre otros temas

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Por Mónica Szurmuk

“La vocacion desmesurada” (Sudamericana), de Mónica Szurmuk
“La vocacion desmesurada” (Sudamericana), de Mónica Szurmuk

Según Walter Benjamin "la vida de un individuo está contenida en una de sus obras, en uno de sus hechos y en esa vida cabe una época entera". Escribí La vocación desmesurada: Una biografía de Alberto Gerchunoff convencida de que contando la vida de Gerchunoff iba a poder describir una época de la historia del mundo desde la Argentina.

A través de la vida de Gerchunoff podía contar una serie de historias: la inmigración, la vida cultural de la Argentina en la primera mitad del siglo XX, el mundo del Centenario, los intercambios latinoamericanos, la vida judía europea antes del Holocausto.

Gerchunoff fue un periodista y escritor excepcional, dueño de una voracidad y una insaciabilidad en la escritura y en la vida que lo hacían un guía ideal para este mundo que yo quería describir. Nada le era ajeno. Escritor fundamental en la primera mitad del siglo XX en la Argentina, se transformó luego en una figura escolar. Recordado como el autor de Los gauchos judíos, libro que escribió en ocasión de la celebración de la Revolución de Mayo en 1910 a los 24 años, sus otros libros -con pocas excepciones- han pasado al olvido.

Alberto Gerchunoff
Alberto Gerchunoff

¿Cómo reconstruir la vida de alguien que trabajó en el periodismo, la literatura, la política? ¿Cómo volver a insertarlo en una historia que en general se ha escrito sin incluirlo o relegándolo a la nota al pie? Y sobre todo, ¿cómo entender la obra de una vida?

Muchos textos escritos sobre Gerchunoff se habían enfocado en un aspecto de su vida y en un momento: la semana trágica, la primera guerra mundial, la fundación de la Sociedad Hebraica. Los dos extremos de su vida parecían contradecirse: por un lado su best-seller Los gauchos judíos era definido por muchos como asimilacionista. Por otro, emprendió una campaña diplomática incansabale para asegurar los votos de los países latinoamericanos para la creación del Estado de Israel. ¿Cómo conjugar estos dos Gerchunoff?

En una reunión junto a Horacio Quiroga
En una reunión junto a Horacio Quiroga

Quizá la respuesta haya que buscarla en los primeros siete años de la vida de Gerchunoff, cuando todavía no era argentino, cuando todavía no era Alberto, cuando todavía era Abraham Ben Gershon Gerchunoff y vivía con su familia en un pueblito del Imperio Ruso.

Viajé en 2013 a Ucrania al pueblito donde Gerchunoff pasó su infancia en búsqueda de algo que me explicara la promesa de la asimilación en la que Gerchunoff creyó cuando joven y la desgarrada lucha antifascista que emprendió desde 1933 cuando rechazó el nombramiento a la Academia Argentina de Letras por porvenir de un gobierno de facto.

Rumbo al Congreso de Escritores en Tucumán
Rumbo al Congreso de Escritores en Tucumán

Desde el golpe de 1930 Gerchunoff denunció el giro a la derecha en la Argentina y el crecimiento del nazismo y el fascismo en Europa. Su campaña encarnizada llevada a cabo desde la tribuna, la literatura y el periodismo lo dejaron sin aliento.

Gravemente enfermo siguió recorriendo América Latina a partir del final de la Segunda Guerra Mundial para conseguir la creación de un estado judío que pudiera recibir a los sobrevivientes de la tragedia y donde él imaginaba que vivirían lado a lado en un país laico judíos y árabes. En las últimas fotos se lo ve desganado, enfermo. Los nietos recuerdan que estaba más débil. Pero sin embargo se puso a estudiar hebreo y a planear un viaje al recién creado estado de Israel.

Mónica Szurmuk (María Birba)
Mónica Szurmuk (María Birba)

Recorrí Tulchin guiada por los relatos que hizo Gerchunoff de este pueblito en Los gauchos judíos y en su Autobiografía, escritos ambos antes de cumplir 30 años. Vi los palacios semiderruidos a la entrada del pueblo, el río, la Iglesia de San Alejandro, y el camino que se iniciaba cruzando el río helado y terminaba en el Hotel de Inmigrantes y en Moisés Ville.

Leí todo lo que pude sobre la vida de los judíos en el Imperio Ruso, las restricciones legales que no les permitían ser ciudadanos, la violencia desplegada contra ellos, la crueldad del pogrom. Y supe entonces, que aunque a poco de llegar a la Argentina, el padre de Gerchunoff fue asesinado, su hijo quiso creer que en este país en el que su padre soñaba con que sus hijos fueran libres, él podía crearse una vida diferente que incluyera a todos los que por una razón u otra buscaban un hogar para hacer propio, una lengua para contarse y un horizonte para imaginarse un futuro.

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