¿Qué queda por descubrir en la dramaturgia de William Shakespeare, luego de varios siglos de vigencia indiscutible? Investigadores, estudiosos, exégetas y fans en general le siguen dando cuerda al reloj de la permanencia inalterable de lo que Shakespeare cuenta. Y cada vez se cuenta de una manera diferente, dependiendo de quién lo cuenta, dónde y por qué. A esta altura de la historia universal de la literatura y el teatro, es un hecho que la sustancia de las obras del autor nacido en Inglaterra es la eternidad.
Para Augusto Fernandes, director teatral, actor y fundamentalmente formador de actores, las obras de Shakespeare aún ocultan valores no revelados. Al mismo tiempo que dedica muchas horas a la docencia, regresa a los textos una y otra vez, a pesar de que estuvo a cargo de una sola puesta, una de las menos conocidas, "Pericles", que puso en Alemania.
No obstante, Fernandes sigue fiel a su pasión por Shakespeare, explorando caminos o interpretaciones desde que se topó en los 50 con el "Hamlet" cinematográfico de Laurence Olivier. Pero la mirada del celebrado director argentino, aunque nació en Portugal, tiene características novedosas y a la vez inusuales. Fernandes eligió otra de sus pasiones para sacarle punta a los textos de Shakespeare: la astrología.
Un abordaje al que vuelve en el Taller gratuito que dicta actualmente en Argentores, denominado "Contenidos ocultos en la Dramaturgia de Shakespeare". En ese espacio eligió tres obras en las que lanza definiciones con matices provocadores como "Desdémona es claramente Sagitario". El taller continúa todo junio y julio, y las obras son "Otelo", "Macbeth" y "Pericles".
Fernandes es astrólogo, se deslumbró con esta disciplina que estudió y sigue estudiando, cuando era muy joven. Y de alguna manera, tras largos estudios de historia, filosofía y dramaturgia entre otros conocimientos, logró cruzar los hilos invisibles de las ideas y personajes de Shakespeare con el matiz oculto de la astrología.
Así, desde la astrología desentraña las tramas poco conocidas de lo que un nombre rutilante de la literatura mundial como Shakespeare deja suspendidas en el escenario y fuera de él para que generación tras generación lo interpreten y lo re interpreten. "Poca gente sabe que Shakespeare era astrólogo y cabalista", revela Fernandes, "en aquélla época de la reina Isabel I, se hacía ocultismo, que tenía la intención de la magia. Creían en eso. Adquirían conocimientos, sobre todo astrológicos".
Fernandes estudió Astrología desde los 22 años, en Buenos Aires, luego de que pudo confirmar que Shakespeare tenía también esa afición. "La Astrología me ha ayudado mucho para el teatro", sentencia.
– ¿En qué sentido?
– Una de las cosas que uno aprende como actor es que los cuerpos son lo más importante de la expresión. Y el cuerpo de un ariano no es lo mismo que el cuerpo de un pisciano. Eso hace que los personajes de Shakespeare tengan tal color preciso. Hamlet es un pisciano. Otelo es un leonino, y Yago es un escorpiano.
– ¿Cómo llega a esas conclusiones?
– Él, Shakespeare, toma asuntos astrológicos. Entonces, el famoso asunto de Otelo es que es un leonino y Yago es un escorpión. Son enemigos acérrimos. Otelo porque es el sol y porque vive a la luz francamente y no entiende a los escorpianos. Leo es el "yo", un gran patriarca como Otelo, de una franqueza muy grande. Yago es oscuro y "quinta columna". Yo sigo el diseño de la obra.
– ¿Por ejemplo?
– Macbeth es una obra típicamente astrológica como está armada, donde Macbeth es el héroe, es Aries. Cuando hablo de "diseño" me refiero al sistema de relaciones que están en la obra. Por ejemplo, Hamlet es un hombre que no nace para la acción, por lo tanto Shakespeare elige a un pisciano. Pero hay dos personajes más que son Fortinbras y Laertes, que son hombres de acción. Es un triángulo interesante. Las figuras que dominan la acción se iluminan mutuamente y se dan valor.
– ¿Vió últimamente alguna puesta de Shakespeare?
– Lo evito. No quiero pasar un mal rato.
– Qué pesimista…
– Al contrario. He visto grandes puestas, de los mejores directores, en todo el mundo. Casi siempre han fracasado.
– ¿Por qué?
-Creo que no se lo entiende bien. Por ejemplo, Stanislavski hace una lectura de Otelo que es extraordinaria, pero creo que no le va bien en la puesta. Él se olvida que es un obra para el teatro isabelino y hace una obra donde el escenario es más importante que los actores y que el texto. Y eso atenta contra el sistema de relaciones que Shakespeare plantea en sus obras.
– ¿Cuál fue su primer contacto con Shakespeare?
– El Hamlet de Laurence Olivier, la película. Me maravilló en aquel momento. Con el tiempo comprendí algunas cosa. Por ejemplo, ese acento que la puesta de la película pone en el complejo de Edipo, de Hamlet con su madre, que se estampa en un beso tremendo, en primer plano, que el protagonista le da a su progenitora en la boca, creo que atenta contra el verdadero contenido de la obra. Toda la corrupción de un gobierno, el asunto político, pasa a segundo y tercer plano. A la película, no obstante, la vi como dieciséis veces.
– ¿Qué características tiene que tener un actor para hacer un Shakespeare?
– Diría lo que atenta contra esa posibilidad. Acá en la Argentina quedó el resabio del mal teatro español de antaño, con tendencia a la declamación. Y después está el tema de la televisión. Con esa especie de naturalidad falsa, uno nota que no está vivo eso. Cuando hay una falsa naturalidad no hay verdad en la actuación. Pero creo que nuestros actores han crecido.
Fernandes va por la segunda taza de café, a la que no toca hasta que el líquido se enfríe casi por completo. Entretanto durante un extenso diálogo en Los 36 Billares, habla de actores inolvidables. De John Gielgud, "el mejor o uno de los mejores". De Anthony Hopkins, con el que pudo compartir como "veinte cervezas" junto a otros colegas, escuchando cómo el británico destrozaba alegremente al emblemático Lawrence Olivier. Y no dejó pasar su admiración casi incondicional por quien para Fernandes cambió los parámetros del actor: Marlon Brando.
– ¿Influye su condición de astrólogo a la hora de elegir actores para una obra?
– Sí, porque yo eventualmente puedo ver la energía de la gente. Con los años y el estudio he aprendido eso. Sobre todo si las personas son de signos de fuego, agua, aire o tierra. Eso se les nota en cómo se mueven, cómo sonríen y cómo hablan. En mi propia experiencia cuando un actor tiene mucho "fuego" no puede hacer Hamlet. Tengo esa experiencia. Si tienen mucha vitalidad y fuego, no les sale.
– A una le da la impresión de que tras cientos de años de estudios e investigaciones, es difícil encontrar un enfoque novedoso para acercarse a la obra de Shakespeare… ¿a quién rescata en ese sentido?
-Los trabajos de Strehler me impresionaron bien (Giorgio Strehler, actor, director y teórico teatral). Me sorprendió más que con Peter Brook. Brook es muy sencillo y acá tiene muchos críticos precisamente por eso. De todas maneras, la gente necesita que se despeine el Director de Orquesta.
–¿Qué quiere decir?
-Que cuando la cosa es demasiado simple no la ven. A mí Brook me parece un gran director.
–¿Qué es lo que más lo deslumbra de la obra de Shakespeare?
-Shakespeare es uno de mis grandes maestros, igual que Proust a quien incluso le tengo cierta envidia. Le voy a contar algo, tengo en mi mesa de luz las obras completas de Shakespeare y uso ese libro a veces como un oráculo. Abro el libro en cualquier lado y lo que me dice en ese momento…es espectacular.
– Hay algo inalterable ahí…
– Hay algo histórico. El papel que le tocó a Shakespeare es quizás el mismo que le tocó en su época a Sófocles. Shakespeare es un pensador a la griega. Aparece siempre el tema de la estética y la ética, el principio de la armonía… era un filósofo. Fijate la vigencia, Otelo sigue siendo la obra de los celos, yo no digo nada en contra… pero el tema de la obra es otro. Es "las apariencias engañan", un tema del Renacimiento. La verdad es falsificable.
– ¿Va al teatro actualmente?
– No voy si no me cuentan de qué va la obra. Muchos de mis alumnos hacen las obras en cartelera. Y no me gusta defraudar a nadie ni mentirle, por una cuestión de respeto.
– Muchos hablan de la vitalidad del teatro argentino, con gran movimiento en la provincias y varios cientos de obras en la cartelera porteña a lo largo del año. ¿Qué falta?
– Hay muy buenos actores. A veces lo que falta son los directores. En Alemania se forman especialmente los directores de teatro, acá no. Y a mí como espectador me faltan los grandes textos. Me hubiese gustado que Borges haya escrito teatro.
Fernandes sigue dando clases, sin pausa, desde la década del sesenta. Actualmente tiene unos 80 alumnos. Federico Luppi fue su primer alumno, según recuerda, cuando el legendario Teatro La Máscara albergó en la década del sesenta a un grupo de jóvenes que buscaban algo más en el teatro. Para sus discípulos y para muchos más, es el "maestro". Augusto Fernandes dice que nunca se cansa de aprender con sus alumnos. Y con Shakespeare.
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Augusto Fernandes. Nació en 1937 en Portugal pero llegó a la Argentina siendo muy pequeño. Premio Shakespeare 2017, otorgado por la Fundación Romeo. Ha dirigido obras de Ibsen, Strindberg, Calderón de la Barca, Federico García Lora y Chejov, entre tantos otros. Trabajó desde muy chico en teatro, luego de joven recaló en el grupo teatral de vanguardia La Máscara y continuó sus estudios con Hedy Crilla. Debutó como director en 1962 con "Soledad para cuatro" de Ricardo Halac. Creó el Equipo de Teatro Experimental de Buenos Aires (ETEBA, 1969). Rector de la Escuela Nacional de Arte Dramático (1973). Dictó seminarios de entrenamiento actoral en Francia, Italia, España y Alemania. En 1996 fundó su propia escuela para actores y directores.
*El Taller "Elementos Ocultos en la obra de Shakespeare", libre y gratuito, a cargo de Augusto Fernandes, se lleva a cabo cada viernes en Argentores, durante junio y julio.
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