Basado en sus vastos conocimientos y en su acaudalada formación en literatura, e inspirado en el libro de Aldo Pellegrini Para contribuir a la confusión general, el comisario de arte venezolano José Luis Blondet -Curador de Proyectos Especiales en LACMA (Los Ángeles County Museum of Art)- reúne, en Solo Show, un sector especial de la gran feria de arte contemporáneo, los trabajos de nueve artistas latinoamericanos y sus galerías representantes. Las obras sorprenden al público con sus proposiciones, que plantean un campo lúdico que desborda en creatividad.
Blondet usa anteojos pequeños y porta una enorme sonrisa; la sencillez de su persona no concuerda con lo majestuoso de su currículum. En un recorrido íntimo, uno de los curadores estrella de la edición 27 de arteBA, conversó con Infobae Cultura sobre la puesta que comisionó para Solo Show.
-¿Cómo se siente la experiencia de trabajar en la feria de arte de Buenos Aires?
-Se siente magnífico. Trabajar en este proyecto fue más divertido y estimulante, incluso, de lo que imaginé. Este tipo de trabajo no es algo que hago habitualmente. Acepté la invitación porque le estoy muy agradecido a arteBA. A lo largo de estos años, a través de sus programas de adquisiciones, pude comprar una gran cantidad de obras para el LACMA. Me dio la posibilidad de llevar las creaciones de artistas argentinos a Los Ángeles, como lo hice con Fernanda Laguna y su trabajo presentado por la galería Nora Fisch. A partir de esa adquisición, empezamos a contextualizar las obras de diferente manera, y sentó el precedente para que el año pasado invitáramos a Fernanda a realizar una instalación en el LACMA. Actualmente, soy uno de los tres curadores de la Bienal de Santa Fe en Nuevo México, que se lleva a cabo en agosto, y también invité a Fernanda a participar. La feria es una gran ventana al mundo. Tengo una relación muy especial con arteBA, con los artistas y con los galeristas. Me siento muy contento de poder estar aquí.
-¿Cómo fue el proceso de la selección de los artistas para configurar este espacio?
-Fue un camino largo, intenso y minucioso. No quería ofrecer una lista de artistas a la carrera. Se trata de personas con las que he trabajado antes o voy a trabajar en un futuro cercano. Artistas que he venido observando y siguiendo. Esto no es una exposición. Muchas veces me preguntan cuál es el tema. Pues, no hay un tema. Sin embargo, una vez que se ven las obras en su conjunto, emergen las conexiones y los diálogos entre los artistas. Para mí era muy importante que físicamente se puedan ver esas hilaciones y no tener que anunciarlas con un título. Si, por ejemplo, yo dijera Solo Show representa la crisis en Latinoamérica, estaría condicionando al visitante a pensar el espacio de esa forma. No quiero predeterminar la manera en la cual la selección va a ser apreciada, me interesa rescatar el formato de Solo Show. Son nueve proyectos individuales, de artistas muy potentes, con una visión muy poderosa y con mucha sofisticación en sus propuestas.
-Habiendo trabajado internacionalmente, ¿qué vuelve especial a arteBA?
– Lo que más me gusta de esta feria, además de la calidad artística, es la buena vibra, es realmente un punto de encuentro con colegas, con artistas. Lo destaca todo el mundo, hay muy buena energía y el equipo de arteBA es fenomenal, es una experiencia realmente fantástica
-¿Y Buenos Aires?
-Amo caminar por sus calles. Buenos Aires tiene una visión mítica para mí, por todos los argentinos que conocí en mi niñez en Venezuela, compañeros de clases, maestros. Se asoma aquella nostalgia. Siento que me reencuentro con esos cuentos que escuchaba de niño y me siento muy a gusto en la Ciudad. A la vez, me retrotrae a mi juventud en Caracas, donde compartía con artistas argentinos. Yo estudié teatro y entre los 70 y los 80 hubo una gran migración del Sur hacia Venezuela, fue una época de apogeo de las artes en mi país. Grandes maestros, grandes actores y actrices chilenos argentinos y uruguayos estuvieron en Caracas produciendo obras, dando clases, formando talleres y revitalizaron una escena del teatro que, lamentablemente, está en decadencia a causa de la crisis. Ahora veo a esos maestros volviendo a sus países de origen, escapando de Venezuela… es muy triste.
-Respecto de la situación actual en Venezuela, ¿cómo se percibe desde los Estados Unidos?
-Tanto desde los Estados Unidos como desde cualquier punto del planeta, no se llega a tomar dimensión de la crisis arrolladora por la cual transita Venezuela. Se puede tener una visión aproximada pero la realidad es muchísimo más abrumadora. Por el desabastecimiento, los venezolanos ruegan por remedios a través de las redes sociales. Lo que más me conmueve es que, en medio de toda la crisis, la gente sigue publicando, la gente sigue produciendo arte. Pese a todo, a la cuasi guerra en la que viven, con lo deprimida que se encuentra la sociedad, me emociona ver como las personas siguen adelante y continúan creando.
-El arte tiene esa capacidad de conmover. No obstante, continúa arrastrando la frialdad del prejuicio de estar reservado para determinado público, para los entendidos, para los críticos, para los esnobs. A aquellos que no se animan a venir, ¿qué les puede decir para incentivarlos?
-Que vengan, que abran los ojos y que pierdan el miedo de aburrirse o de que no les guste. Tengo una anécdota muy personal. Mi madre Esther era ceramista, con ella recorrí museos desde pequeño. Pero mi padre, José Luis, no tenía ningún interés particular por nada de todo esto. Siempre recuerdo una de sus visitas a Estados Unidos. Yo trabajaba en un museo de arte minimal, hace muchos años en Nueva York, y un poco el acuerdo al que llegamos fue bueno, vamos a caminar sin la angustia de si te aburres o que si te gusta o si es o no bueno, vamos a estar aquí, a abrir los ojos, a mirar sin ninguna expectativa. Nada de eso de "tengo que ver tal obra o enamorarme de tal otra". No es necesario enamorarse de nadie ni de nada, es venir a pasear, a ver, a desarrollar la curiosidad, a hacer preguntas y ver qué pasa.
Recorrido por Solo Show
Abel Rodríguez
El vasto conocimiento de la Amazonia colombiana, donde Abel Rodríguez vivió gran parte de su vida, lo recibe gracias a la tradición oral de su linaje nonuya y muinane. Desde hace más de veinte años, Rodríguez vive en la ciudad de Bogotá, por lo que sus detallados dibujos de árboles, animales, ciclos de vida y transformación en la selva son realizados de memoria. La preservación de estos saberes es una de las motivaciones más potentes detrás de sus dibujos.
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Esmelyn Miranda
Este artista joven venezolano extraordinario representado por Carmen Araujo, que muestra una serie de libros manipulables. Lo maravilloso de su obra es que son libros que no tienen texto ni imágenes, las páginas están hechas de residuos de bolsas plásticas que el artista recoge en los alrededores de su casa por las mañanas. Esta es su manera de mapear la crisis que atraviesa Venezuela, porque aquellas son las bolsas que llevan los bachaqueros, los revendedores de comida, o bolsas que la gente escarba en las noches para conseguir algo de comer. Es una visión bastante desapasionada, con cierta distancia, de retazos de plástico convertidos en calendarios cromáticos de la crisis venezolana. El artista lava las bolsas, las funde, y en la técnica reside el mensaje, lo frío, lo quemado, como una metáfora bien potente sobre la situación que está transitando su país.
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Nicolás Paris
Este lúdico artista presenta objetos maleables –hijos bastardos y astutos de un bicho de Lygia Clark y un cubo de Rubik– muy distintos a todo aquello que se haya visto alguna vez. Los mismos son diseñados para el entorno del aula. Por cada pieza que se venda en la feria, el artista produce diez que van a los salones de clase. Paris trabaja con procesos de pensamiento, comunicación y educación, y los fusiona en su obra. Los dispositivos creados para esta puesta están basados en una hipótesis lecto-comprensiva alrededor del número 4: "El ADN tiene cuatro enzimas, hay cuatro estaciones, cuatro son los puntos cardinales, el corazón está dividido en cuatro partes, una camiseta tiene cuatro huecos. El cuatro es un número muy potente que yo he encontrado que funciona para apoyar procesos de investigación y aprendizaje. Lo que buscan estas piezas es apoyar el aprendizaje por asociación y no por memoria y tratar de compartir estructuras de pensamiento más que de formas. Este proyecto ayuda a que el estudiante entienda o interiorice la estructura detrás de la escritura, la idea de lateralidad, la idea margen y no la acción de entrar a la forma inmediatamente que sería memorizar el abecedario", explicó Paris a Infobae Cultura. Y agregó: "Los árboles están porque el primer salón de clase sucedió debajo de un árbol, entonces hay tres salones de clase en potencia".
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Patricia Esquivias
Presenta uno de los proyectos más completos, es una especie de mini exposición que conjuga la pintura, la imagen en movimiento, la escultura, el texto y el sonido. La videoinstalación Walking Still se centra en la construcción de relatos a partir de anécdotas. En este caso, en una residencia de la artista en una finca en el Quindío (Colombia), en su primer paseo por el pueblo, se fijó en las aceras y los suelos de algunos locales que eran de cemento y tenían impresiones decorativas. A partir de la fascinación por las aceras colombianas, Esquivias empezó una investigación sobre la técnica de los rodillos precolombinos que la llevó al trabajo del arquitecto y diseñador gráfico antioqueño Dicken Castro.
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Elizabeth Wild
A sus 96 años, la artista austríaca vive y trabaja en el Lago Atitlán en Guatemala. A lo largo de su dilatada carrera, Wild ha trabajado en diferentes medios, desde el diseño textil hasta la pintura. En esta ocasión, presenta sus famosos collages. Las fantasías, como ella los llama, son pequeñas ventanas a construcciones compactas construidas a partir de coloridos recortes de revistas, donde es fácil adivinar su mano y la tijera, construyendo simetrías imperfectas.
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Sandra Gamarra
Las "nuevas" cerámicas y pinturas precolombinas de Sandra Gamarra forman parte de Rojo Indio, un proyecto en el que la artista se vale un museo ficticio para revisar las estrategias de exhibición de artefactos arqueológicos de las Américas.
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Eduardo Navarro
Este artista argentino presenta unas "cápsulas de tiempo" en su proyecto Cartas a la Tierra, que consta de cien nueces de bronce hechas del mismo tamaño que una nuez real, que adentro tienen una semilla del fruto. Hay un contrato en la pared, quien compre esta obra se compromete a que en los próximos cien años hará enterrar esas nueces, y en dos mil años las semillas van a germinar. Vamos a ver quién va a estar aquí para atestiguarlo…
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Gala Porras-Kim
Un procedimiento habitual en los departamentos de conservación de los museos consiste en coser fragmentos de textiles antiguos, ya muy frágiles, a telas más estables y resistentes para así demorar el proceso de descomposición. No es extraño que varios fragmentos de distinta procedencia terminen juntos en un mismo soporte, configurando una pieza vieja y nueva, contradictoria y artificial. Los delicados dibujos de Gala Porras-Kim detallan estos dispositivos de conservación para especular, a lápiz, posibles aunque improbables reconstrucciones.
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Magdalena Jitrik
Una selección de pinturas, dibujos y la fotografía de Magdalena Jitrik –exhibidas anteriormente con el perturbador y sospechosamente anacrónico título Pintura Moderna– completa la selección.
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