Rosario, enviado especial. Después de 10 años, desde aquel 9 de noviembre de 2008, Rosario vuelve a tener una Feria Internacional del Libro. Llama la atención que en una ciudad que tiene a la cultura como una impronta fuerte —con ciclos de música, una oferta teatral importante y un notable festival internacional de poesía— haya pasado una década sin una feria —una fiesta— protagonizada por la industria cultural.
La feria sucede en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa —ex C.C. Rivadavia. Se decidió hacerla en este espacio aun a sabiendas de que iba a quedar chico, como una forma de pagar tributo a la historia: aquí fue donde se realizó la primera feria de la ciudad. Con una lógica que busca seducir tanto al lector popular como al más exquisito, no es casual que se parezca tanto a su hermana porteña: la Feria de Rosario nació como una iniciativa conjunta de la Fundación El Libro —que organiza la Feria de Buenos Aires— y la municipalidad de la Ciudad.
Si bien abrió el jueves 24, la inauguración oficial se hizo ayer, 25 de mayo. Queda claro la enorme importancia que supone este hecho cultural, no sólo por la masiva cantidad de público que se acercó a la explanada del Fontanarrosa, sino por la presencia de la gran mayoría de los funcionarios de la ciudad y la provincia.
A diferencia de la Feria de Buenos Aires, donde el Presidente y el Jefe de Gobierno pegan sistemáticamente el faltazo, en la inauguración estuvieron el actual gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, miembros de su gabinete y hasta el ex gobernador y ex candidato a presidente Hermes Binner.
Fue un acto breve y cálido. "Campechano", podría decirse. Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación El Libro, y Mónica Fein, intendenta de Rosario, se sacaron de encima el protagonismo y festejaron la reinauguración de una feria pública y gratuita. "Estamos felices de haber recuperado nuestra feria", dijo Fein con la voz quebrada, "y no la vamos a dejar escapar nunca más". Mientras ellos hablaban, algunos chicos, remedando a French y Beruti, repartían escarapelas.
Con entrada libre y gratuita, la Feria de Rosario continúa hasta el lunes 4 de junio. Son casi 80 expositores, entre los que se pueden mencionar a Adriana Hidalgo, Continente, Eudeba, La Brujita de Papel, Marea, Vestales y muchas editoriales locales —baste señalar a Beatriz Viterbo y la EMR como mascarones de proa de un colectivo muy vital.
Algunas de las personalidades destacadas que visitarán la feria son Hebe Uhart (26 de mayo), Víctor Hugo Morales (27 de mayo), Leonardo Sbaraglia (27 de mayo) y Juan Sklar (29 de mayo). Fabián Vena representará la obra Conferencia sobre la lluvia, de Juan Villoro, el 30 de mayo, Claudia Piñeiro participará en una entrevista pública el 1 de junio y Hernán Casciari leerá sus cuentos el día de cierre, el 4 de junio.
Sacando lustre a Angélica Gorodischer
La inauguración de la Feria Internacional del Libro de Rosario continuó con un merecidísimo homenaje a la escritora Angélica Gorodischer. Nacida hace 90 años en Buenos Aires ("fue una casualidad"), la autora de Doquier, Trafalgar y Coro, entre tantos otros títulos, es una rosarina de ley, que ya hace once años fue declarada ciudadana ilustre de la ciudad, y hoy tiene el reconocimiento de sus pares escritores.
Para tomar una dimensión de la calidad e importancia literaria de Angélica Gorodischer, tal vez baste mencionar que su novela Kalpa imperial fue traducida al inglés nada menos que por Ursula K. Le Guin.
Gorodischer estuvo acompañada por la escritora y dramaturga Patricia Suárez y el editor Lisandro Murray. "Releí en ebook Opus dos", dijo Suárez, "y pensaba por qué todos hablamos de El cuento de la criada de Margaret Atwood… Nosotros tenemos aquí a nuestra Atwood y es mucho mejor". El editor Lisandro Murray —que insólitamente comenzó con un reclamo sobre el trámite del ISBN— suscribió esa misma idea: "Trafalgar es Vonnegut en Rosario".
Con mucha irreverencia y por momentos desopilante, Gorodischer cambió el eje del encuentro y convirtió su homenaje en una master class de escritura y literatura.
"Nací entre libros", dijo, "empecé a leer a los cinco años y todavía no me detuve ni me voy a detener. El que quiere ser escritor tiene que leer de todo, no sólo literatura. Cuando uno lee el horizonte retrocede y se ve más allá." Y también: "Cuando uno aprende a escribir aprende a mirar, porque en todas partes hay un cuento. Miro a mi alrededor y veo cuentos." Y luego: "Escribir es terapéutico. Hay que escribir porque la escritura es curativa."
El feminismo como arte
Gorodischer es una activa militante del feminismo. De hecho, 20 años atrás organizó en la ciudad unos congresos de escritoras para dar visibilidad a esas obras. Allí también participaron hombres, pero en calidad de "mujeres honorarias".
"Soy feminista desde que nací", dijo. "Siempre me hacen la pregunta típica: ¿Entonces odiás a los hombres? (suspirando y revoleando los ojos) ¡Los hombres me gustan muchísimo! Pero tenía que salir a la palestra por todas mis congéneres. La mujer ha sido siempre un ser de segunda y yo me niego a eso. ¡No, señor! Somos tan de primera como nuestros hermanos. Si nos pasa a todos lo mismo. Siempre estamos peleando por la vida."
La mujer ha sido siempre un ser de segunda y yo me niego a eso. ¡No, señor! Somos tan de primera como nuestros hermanos
Esa es una de las razones, señaló, por las que su personajes femeninos rompen con el estereotipo trágico de las heroínas. "En general aquellas mujeres terminaban suicidadas o borrachas o en la cosa más siniestra. Caramba, no todas terminan así. Hay muchas mujeres que consiguen lo que querían sin hacer una revolución, sino naturalmente, como puede hacerlo un hombre. Eso se llama feminismo."
Minutos después del aplauso cerrado de pie que todos los asistentes le dieron y previo a que se sentara a firmar libros ante una larga cola de fanáticos —un adolescente había llevado la primera edición de Kalpa imperial, por ejemplo—, Gorodischer habló con Infobae Cultura sobre el debate sobre el aborto gratuito, legal y seguro.
"Estoy de acuerdo en que hay que despenalizar el aborto. Nadie está a favor del aborto, claro, pero es algo que tenemos que resolver las mujeres porque es nuestro propio cuerpo, nuestra propia vida y nuestro propio progreso. Somos nosotras las que lo tenemos que resolver. Si podemos resolverlo con nuestras parejas, mejor. Y si no, tenemos que resolverlo nosotras. Estoy a favor de la vida, por supuesto. Pero también de la mujer que está en una situación en la que tiene que deshacerse del embarazo que tiene encima."
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