Una constelación es un conjunto de estrellas que, juntas allá en lo alto, forman una figura, y acá abajo los hombres la usan como guía, como mapa. ¿Qué sería de la humanidad sin un firmamento al cual mirar? Con esta idea se diseñó la muestra que acaba de abrir en la Biblioteca Nacional. Se llama Insurgencias 68 y da cuenta de tres grandes acontecimientos ocurridos ese año: el Mayo Francés, la Primavera de Praga y el Movimiento estudiantil mexicano que desembocó en la Masacre de Tlatelolco. Pero hay más estrellas: las sublevaciones en América Latina, Estados Unidos y algunos países africanos. Todas forman una gran constelación, la de 1968, el año de las insurgencias.
Más que los curadores, Santiago Allende y Federico Boido son miembros del equipo de investigación que montó la muestra. Ellos prefieren presentarse así. Historiadores y jóvenes, tienen una mirada que no se estanca en el romanticismo de la nostalgia ni se agrieta en el fragor insurgente. Hablan pausado, con calma y reflexión, mientras de fondo, por el enorme ventanal, se cuela el sol de esta mañana pre-invernal. La primera pregunta es porqué, aprovechando los 50 años redondos que pasaron de aquella fecha emblemática, estas insurgencias no califican como movimientos revolucionarios.
"Porque son sublevaciones contra el orden establecido —el que comienza hablando es Allende— que no prefiguran formas de organización institucional más allá de ese momento de ruptura. Esa idea benjaminiana de momento de ruptura que es, incluso, con las nociones del tiempo. Justamente se lo menciona como algo del orden del tiempo, del cronograma: mayo. Pero en realidad tienen distintas intensidades en distintos momentos pero no logran, o no se lo plantean los actores que participan, lograr una institucionalidad diferente. No hay una proyección hacia el futuro, o por lo menos no se termina dando."
"Además no aparece la idea más tradicional de revolución: la toma del poder a través de un partido organizado que es la vanguardia de la clase obrera. Eso también está bastante cuestionado en los procesos de 1968", completa Boido, y continúa: "Hay nuevas demandas, nuevas formas de lucha que son, justamente, novedosas. Herbert Marcuse, que fue uno de los principales teóricos del 68, habla en su libro El hombre unidimensional de una rebelión en cuanto a los cuerpos, el deseo, la sexualidad. Un cuestionamiento general a una sociedad que era autoritaria pero, más allá del poder del Estado, también la idea de familia y el lugar en que la sociedad ponía a la juventud".
Las estrellas insurgentes de la constelación
Bajo el cielo despejado, la Biblioteca Nacional es una T gigante de hormigón que brilla en su gris ya no tan opaco. Hay muestras, salas de estudio y muchísimos libros, pero también un aire tibio en el ambiente que tiene que ver con la reivindicación de la sabiduría. Quizás sea el escenario ideal para pensar, dejando de lado los prejuicios, qué tipo de sublevaciones se dieron en 1968. En la muestra —dotada de un archivo fotográfico, ensayos, literatura, poesía alusiva, material bibliohemerográfico y un ciclo de cine— se trabajan como estrellas más brillantes tres acontecimientos.
El primero es, desde luego, el Mayo Francés. Un despertar estudiantil que, anudado solidariamente con la clase obrera, forjaron un movimiento que paró Francia y funcionó de guía para hacer temblar a la autoritaria y conservadora democracia que existía.
"La imagen del Che Guevara atraviesa buena parte de todas estas movilizaciones. En la muestra damos cuenta de la toma de la Casa Argentina en la Ciudad Universitaria de París, que fue muy importante, en solidaridad con los estudiantes franceses que se estaban movilizando pero también como denuncia a la intromisión de las agencias de inteligencia dentro de la casa. Ahí hubo una presencia muy activa de artistas e intelectuales como Julio Cortázar. ¿Por qué mencionaba al Che? Porque el pabellón se renombra y se empieza a llamar Pabellón Che Guevara", cuenta Boido, y agrega: "Sin ir más lejos, el 22 de marzo pasado en Francia se dio una serie de huelgas contra las medidas que está tomando Emmanuel Macron: reducción del Estado, ajuste, baja de las pensiones. Y ese día, la calle estaba llena de afiches que decían 'Feliz cumpleaños, Mayo Francés'. Eso, lo que venía a decir era: 'Estamos acá, en la calle, al igual que hace 50 años'".
Ese mismo año, 1968, tras el Pacto de Varsovia, la Unión Soviética invadió Checoslovaquia, que ya era un país comunista pero que estaba intentando dar un viraje hacia un "socialismo con rostro humano". Fue entonces cuando ocurrió la insurrección, la llamada Primavera de Praga. "En Praga fue muy importante la figura de los consejos de fábrica. Lo que se pedía, lo que se reclamaba era un socialismo que tenga más participación de la sociedad civil y no tanto del Estado, ese modelo de planificación bajado del Estado, sino más bien de la participación popular", explica Boido.
"Después de la caída del muro —dice Allende—, lo que apareció es un movimiento fuertemente anticomunista. De hecho, hay un museo que se llama Museo del Comunismo, que más bien debería llamarse Museo del Anticomunismo, porque tiene ese perspectiva, asociando el comunismo sólo con lo que sucedía en la Unión Soviética, cuando en realidad lo que estaba en discusión eran los modelos del comunismo. No era una negación del comunismo como modelo social, sino de cómo eso se llevaba a la práctica. De hecho, los que participaron de la Primavera de Praga eran integrantes del Partido Comunista. Entonces lo que sucede es que la memoria que se construye hoy desde el propio Estado tiene que ver con la clausura de pensar un mundo distinto".
Y el tercer eje central, la tercera estrella, es la matanza de Tlatelolco, en la Plaza de la Tres Culturas, México, el 2 de octubre. La sublevación estudiantil era enorme pero contaba con una pantalla: los Juegos Olímpicos de 1968 y la organización del Mundial de Fútbol que se haría en 1970. A diferencia de otras insurrecciones, la represión fue sangrienta, comandada por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. Las balas eran del Ejército Mexicano, de la Policía Secreta, de la Dirección Federal de Seguridad y del grupo paramilitar Batallón Olimpia. El gobierno dijo que hubo 40 muertos, pero investigaciones posteriores indican que fueron más de 300.
"Hay momentos donde la memoria pasa por reconocer el número de muertos", sentencia Allende. Luego continúa: "En México, el Estado nunca dijo cuántos muertos hubo en la masacre de Tlatelolco, cuánta gente mataron. Entonces aparece una memoria que intenta reponer el lugar de la justicia y preguntarse por las formas en que el Estado busca resolver los conflictos con la sociedad civil. Hace no mucho, por ejemplo, salió la noticia de que un grupo de estudiantes fue pasado por ácido por un cártel de México, y ya parece del orden de lo natural. Me acuerdo que de lo de Ayotzinapa, que en un momento se encontraron unos cuerpos, y había intervenido incluso el equipo forense argentino que había viajado, recuerdo que el vocero del Presidente dijo: 'No, no son los estudiantes normalistas'. Y lo decía con una naturalidad como si no hubiese un problema con que encontraron cuarenta cuerpos arrojados en una fosa común. Entonces lo que me parece es que en México se activa una memoria rebelde que pone en cuestión al Estado y al PRI".
La muestra que ya puede visitarse en la Biblioteca Nacional utiliza estos tres ejes para dar cuenta de toda la constelación, que es enorme. "El 68 no sólo ocurrió en Europa y América Latina, también en países comunistas, incluso en países coloniales: en Senegal y en Túnez hubo revueltas ese año. También en Estados Unidos, que aparece la denuncia contra la Guerra de Vietnam y el movimiento de las Panteras Negras", dice Boido, y Allende completa: "Además destacamos lo que sucedió en países tan disímiles como Japón, Alemania, Italia, Uruguay, Brasil. Hay un montón de países que atraviesan procesos de insurgencias y, a la vez, si uno lo mira en perspectiva, lo que sucede es que se empiezan a dar otros modos de organización. Emerge la juventud como un sujeto social muy fuerte, que más tarde, en un futuro no muy alejado del 68, empieza a ser fagocitado por el mercado. Esa emergencia que tiene cierta característica política después el mercado lo toma, lo formatea y trabaja sobre ese nuevo estrato social".
Derrota política, victoria cultural
La complejidad de los sucesos, de los antecedentes, de las relaciones de poder, de los nudos narrativos hace que debamos buscar respuestas rápidas. Podríamos ponernos resultadistas y hablar de los logros. En Francia, por ejemplo, se lograron mejoras laborales importantes y se dejó el terreno allanado para que las mujeres, años después, conquisten, entre otros derechos, el de la despenalización del aborto, algo que hasta 1942 le correspondía la pena de muerte. Pero, ¿en general? ¿Fue una victoria o una derrota lo que dejaron estas fervorosas sublevaciones?
"Siendo poco esquemático —dice Santiago Allende mientras se acomoda los lentes como tic reflexivo—, creo que fue una derrota en el orden de lo político, hablando en términos generales, y quizás sí cierta victoria, entre muchas comillas, de la perspectiva más cultural. Ahí hay una ruptura fuerte, una crítica a lo que fue el Estado heredado de la segunda posguerra, todo ese período desde mediados del cuarenta a fines de los sesenta. Eso realmente se nota. Pero sí hay una derrota política porque, para poner el caso mexicano y que no quede tan absorbido por lo que pasó en Francia: el partido que gobernaba México, el PRI, que lo hacía casi desde la post revolución mexicana a principios del siglo XX, siguió gobernando hasta principios del 2000, y actualmente con Peña Nieto se encuentra otra vez en el poder. Si uno lo piensa en términos de qué significó inmediatamente después de que sucedió, el movimiento fue derrotado. Pero viéndolo en perspectiva, resulta interesante cómo esas memorias se activan en tiempos de lucha".
Y continúa: "La memoria de Tlatelolco fue una memoria que acompañó a los diferentes movimientos estudiantiles en los últimos cincuenta años. Sin ir más lejos, Ayotzinapa, hace unos pocos años. Si bien no tuvo una relación política directa, sirve como memoria disruptiva que disputa el orden de las cosas y sigue funcionando con cierta latencia de insurrección y rebelión. El caso de Praga fue la última gran rebelión contra el modo de entender el comunismo de la Unión Soviética. No era contra el comunismo, era contra el modo que se concebía esa práctica política.
Hoy la constelación tiene forma de mujer
Cuando aparece la pregunta proyectual, la que ilumina la posibilidad de que se produzcan nuevas constelaciones de insurgencias, los historiadores se ríen. "No hacemos futurología", dicen. "Nos van a sacar el título", bromean. Entonces se teje en el aire una imagen que especula sobre las condiciones que hoy están presentes, aunque quizás de forma más leve y difusa, pero que están.
"Puede suceder —comienza Allende—, pero lo que sucede es que hay ciclos históricos. Hoy lo estamos viviendo en América Latina. Con sus matices, hubo cierta armonía en los gobiernos desde el 2000 en adelante, o desde 1998 pensando en Venezuela como un parteaguas. Y hoy eso cambió, que también lo ves en Europa: avance de la derecha, de sectores conservadores, de una nueva marea neoliberal. Y en América Latina también, con Macri, Piñeira, Temer, Peña Nieto… Entonces te da la puta que son ciclos históricos. Como suceder, puede volver a suceder, aunque no sé si con el mismo grado de sincronización que sucedió en el 68 y la transversalidad".
Y dejando un poco lo estrictamente político pero siguiendo la línea de puntos cultural, que es quizás lo que mejor define a las sublevaciones de 1968, ¿cómo pensar las insurrecciones que arman la constelación del presente?
"Si el nuevo sujeto que aparecía en aquel tiempo era la juventud y todo el movimiento estudiantil ligado al obrero, quizás hoy el nuevo sujeto político y social es el movimiento de mujeres", responde Federico Boido, y explica: "Tienen nuevas formas de organización, horizontales y novedosas, y que atraviesan todas las temáticas, porque tenemos mujeres trabajadoras y mujeres estudiantes. Y viene a introducir nuevas lógicas porque tiene un potencial que aún no sabemos qué va a deparar, pero que también está poniendo en cuestión importantes pilares del orden social."
Este movimiento que sí podemos llamar constelación, completa Allende, "pone en cuestión las relaciones humanas más allá de la perspectiva ideológica. Pone en cuestión el orden social en su conjunto: la reproducción humana, por ejemplo. Además, pone el foco en el propio cuerpo y correrse de la mirada biologicista. Sucede tanto en la Argentina, que hoy es un ícono del movimiento de mujeres, y que no viene de la nada, tiene su historia, como en el resto del mundo".
* Insurgencias 68
Hasta el mes de julio
Salas Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares
1er. piso de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno
Agüero 2502 – CABA
La entrada es libre y gratuita
* Ciclo de cine
Sábado 26 de mayo | 17 hs. | El espíritu de Mayo del 68 (1978)
Sábado 2 de junio | 17 hs. | La tienda de la calle mayor (1965)
Sábado 9 de junio | 17 hs. | ¡Al fuego, bomberos! (1967)
Sábado 21 de julio | 17 hs. | México, la revolución congelada (1973)
Sábado 28 de julio | 17 hs. | El grito (1976)
Auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua
Av. Gral. Las Heras 2555 – CABA
La entrada es libre y gratuita
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