Este jueves se inauguró la primera estación del subte porteño que llevará el nombre de una mujer. Será la nueva cabecera norte de la línea H y en su interior, bajo un gran ventanal, colgará 'Matriz', una obra aérea del artista del metal Marcelo Toledo inspirada -no casualmente- en la "violencia de género". La intervención se sale de las galerías, del público de los museos y desafía desde hoy a todos los usuarios que se enfrenten con ella a hacerse al menos una pregunta: ¿Qué es eso?
Hace unos años Marcelo Toledo atendía medio puesto en la feria de Caminito, un rincón en el que doblaba alambres y vendía anillos a la sombra de los conventillos de La Boca. Se las rebuscaba como podía en un oficio que había empezado a forjar a los 8, cuando su abuelo le dio algunos pesos por ayudarlo en su negocio y él se compró, en lugar de un juguete o una montaña de caramelos, una pinza.
A los 14 aprendió orfebrería, fue joyero y hoy se dedica casi a tiempo completo al arte contemporáneo. Tuvo como clientes, entre otros, a Robert De Niro, Michael Douglas, Ricky Martin, el príncipe Carlos de Inglaterra, la princesa Máxima de Holanda y Madonna. Hizo 120 piezas exclusivas para el musical Evita, protagonizado por Elena Roger en Brodway. Hoy tiene su propio taller en el Distrito de las Artes, no muy lejos de donde fue puestero, y desde este jueves una obra en bronce de 14 metros colgada en la línea H.
"Yo vengo trabajando el tema del género desde hace ya un tiempo, de hecho esta obra se llama 'Matriz' y tiene que ver con eso, con lo femenino, con el lugar de partida, con el hogar, con el espacio donde uno crece, se constituye y puede subir a una superficie mucho más fuerte", le explicó Toledo a Infobae Cultura sobre su trabajo. Y la explación tiene que ver con el lugar donde está emplazado: la estación Julieta Lanteri, la primera de la Ciudad que lleva el nombre de una mujer.
Julieta Lanteri fue una médica, política y feminista ítalo-argentina. La primera mujer egresada del Colegio Nacional de La Plata en 1886 y que años más tarde lograría ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, carrera vedada para mujeres. En 1911, fue además la primera mujer que votó no sólo en el país, sino también en América Latina, tras lograr la excepción ante la Justicia Electoral cuando aún no estaba permitido el sufragio. Lanteri comenzó a visibilizar y a romper prejuicios contra los que aún hoy se lucha.
Tan arraigadas esas diferencias que hasta hoy, aunque pueda parecer sólo un detalle: de las 86 estaciones que tiene el subte de Buenos Aires más de 25 llevan nombres o apellidos de hombres, pero recién ahora, a 105 años de su primera inauguración, una mujer logra entrar en la selección. Y es eso, lo invisible, lo que no se ve a la primera, lo que encuentra una relación íntima con el trabajo de Toledo.
"Esta obra la inauguré el 25 de noviembre en el Museo José Hernández, en el Día Mundial de la No Violencia Contra la Mujer, que surgió de mi muestra 'Detrás de las paredes' que habla de qué pasa detrás de una familia, detrás de lo que uno ve, de relaciones con agresiones, con maltratos, con violencia", amplió el artista en esa línea.
"Estuve 10 días y el martes pasado la terminé de emplazar en la estación. Esta obra tiene una complejidad especial justamente porque es aérea, hubo que trabajar con ingenieros, con arquitectos, tiene 40 soportes que tienen que ver con la obra, tiene que ver con el diseño. Es como un gran capullo de seda, donde invito a formar un escudo contra la violencia", pasó en limpio, sobre la "fibra", que dice, pretende tocar en los que la miren.
Toledo además se enfrentará a la experiencia de un nuevo público. Uno que no es el de las galerías, uno mixto que camino de la oficina, la facultad o de regreso a casa, encontrará suspendida en el aire sobre sus cabezas, bajo la lucarna de la estación, una estructura de 14 metros en cobre que prácticamente los forzará a preguntarse de qué se trata.
"El Museo de Bellas Artes recibe por año 365 mil personas y la línea H viajan 1 millón 300 mil por día, para mí como artista que la gente pueda apreciar, que pueda estar frente a una obra mía, leer un texto curatorial, que pueda conocer a un artista que está trabajando un tema como la violencia de género es más que un orgullo", admitió el orfebre, que compartió piensa "volver algún día a la estación a observar las reacciones".
"Uno como artista a veces se pregunta si la gente entenderá lo que uno quiere transmitir a través de tal objeto o de tal obra de arte y lo sorprendente es que sí", suma Toledo, que durante la instalación ya pudo vivir algo de lo que genera su Matriz en el otro: "Es maravilloso ver la gente que la frecuentaba, gente de la construcción, desde un ingeniero o un arquitecto hasta un peón, un capataz y todo el mundo se acercaba y te preguntaba, te decía: 'es un gran nido' o '¿Tiene que ver con la mujer?'".
"Yo vengo de una trayectoria y una carrera, hoy estoy dedicado de lleno al arte contemporáneo, estas grandes esculturas está bueno estén emplazadas en une espacio donde la gente pueda transitar", opinó, antes de cerrar: "Esta obra tiene que ver con como el ser humano puede regenerarse a partir de la violencia de género y regenerarse a la vida".
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