Mayo del 68: los secretos de la revolución que duró un mes

La revuelta estudiantil parisina tuvo la intensidad típica de la juventud. "No intenso agora", del director brasileño João Moreira, es una película cuyo extraordinario material son los acontecimientos políticos que conmovieron al mundo pero cuyo tema, en realidad, es el paso del tiempo.

Se cumple exactamente medio siglo de los acontecimientos que se conocieron con el nombre del mes y del año en que ocurrieron: Mayo del 68.

Se trató de una famosa revuelta estudiantil en Francia, articulada con huelgas obreras extendidas y malestar político y social. De alguna manera, su nombre indica lo efímero: un mes de un año determinado, algo que pasa rápidamente. Sin embargo, Mayo del 68 dejó su marca.

En la conciencia de mucha gente, coincida con su experiencia de vida o no, esos episodios, liderados por estudiantes irreverentes e ingeniosos, representan algo así como su juventud: el momento en que fueron más felices, en que la intensidad de la vida se representaba de una manera que no podría volver a repetirse.

De alguna manera, el título de la película de João Moreira Salles, No intenso agora (En el intenso ahora), centrada en los episodios de Francia pero también en otros acontecimientos políticos de ese mismo año, como la revolución cultural china y la invasión soviética a Checoeslovaquia que aplastó la "Primavera de Praga", describe bien su contenido: el fulgor extraordinario del presente, que no hará más que desvanecerse con el tiempo.

No intenso agora es una película cuyo material -extraordinario material- son los acontecimientos políticos de un determinado momento pero cuyo tema, en realidad, es el paso del tiempo.

Mayo del 68: la revuelta estudiantil en Francia, articulada con huelgas obreras extendidas y malestar político y social, fue efímera pero dejó su marca

Ninguna de las imágenes que utiliza Moreira Salles fueron producidas por él: se trata de películas familiares, filmaciones de aficionados, registros de la época, películas sobre aquellos acontecimientos.

El material que se muestra involucra al Mayo del 68 pero también un viaje de su madre a la China maoísta a punto de entrar en la Revolución Cultural, filmaciones caseras de aficionados en Praga durante la invasión soviética, y recuerdos felices de su infancia entre París y Brasil.

João Moreira Salles es el hermano de Walter Salles, el exitoso director de Diarios de motocicleta y Central do Brasil. Pertenecen a una de las familias más ricas del Brasil y del mundo. El hijo del primer matrimonio de su padre, su medio hermano Fernando Moreira Salles, figura en la revista Forbes como dueño de más de cuatro mil millones de dólares.

“Sous les pavés, la plage” (“Debajo de los adoquines, la playa”) en las paredes parisinas, durante Mayo del 68. Una forma de expresar la utopía, el mundo de felicidad que se esconde bajo el burocrático régimen de la realidad cotidiana

Las filmaciones del Mayo francés que muestra No intenso agora son extraordinarias pero también lo es el recorte que de ellas hace Salles, su reflexión melancólica pero no sensiblera, expresada en su propia voz en off en un dulcísimo portugués, y el análisis que hace, no solo de los acontecimientos, sino de cómo ellos fueron registrados.

Ver una película de João Moreira Salles (quienes caigan bajo el embrujo de No intenso agora deberán intentar ver Santiago, un film presentado hace diez años en el Bafici, sobre el mucamo argentino de la familia Salles, una obra maestra) es sentirse atrapado por una historia pero al mismo tiempo entender los mecanismos por los cuales funciona el cine.

La revuelta de Mayo del 68 estuvo liderada por un joven pelirrojo hijo de alemanes judíos que habían escapado en la Segunda Guerra Mundial: Daniel Cohn-Bendit, conocido como “Daniel, el Rojo”

La revuelta parisina (originada en realidad en Nanterre) estaba liderada por un joven pelirrojo hijo de alemanes judíos que habían escapado en la Segunda Guerra Mundial: Daniel Cohn-Bendit, conocido como "Daniel, el Rojo".

Cohn-Bendit, según la película, era un joven brillante, que desafiaba a la autoridad con inteligencia e ingenio, siempre con una sonrisa en la boca. No tiene nada para ofrecer, salvo la revuelta misma. No hay un plan de conquista del poder sino de ponerlo en jaque, sin saber muy bien cómo seguir.

La propia historia de Cohn-Bendit durante ese mes es bastante ilustrativa: luego de liderar durante una quincena la revuelta, viaja a Alemania, un poco como para huir de la duda acerca de hacia dónde encausar los acontecimientos. Sin disponer de dinero, acepta una propuesta de la revista France Soir para poder viajar a su país natal: lo acompaña un fotógrafo y le ponen un auto a su disposición. El joven rebelde, un par de semanas después de su consagración, ya comenzaba a negociar con el odiado capitalismo.

A partir de una foto de Mao, y de imágenes de la China revolucionaria, el director cita una poesía escrita por el propio dictador en la cual recuerda su pueblo natal y dice “maldigo el río del tiempo”

Otro fragmento de la película muestra a los estudiantes yendo a apoyar a obreros en lucha que habían tomado una fábrica. Estos, desconfiados, les dicen: "Ustedes serán nuestros patrones dentro de unos años".

La relación de No intenso agora con el turbulento 1968 es ambigua. Por un lado, las ilusiones del momento se denotan en la película efímeras y engañosas. Una de sus consignas más hermosas, que ilustraba como graffiti las calles de París, era "Debajo de los adoquines, la playa" ("Sous les pavés, la plage"), una forma de expresar la utopía, el mundo de felicidad que se esconde bajo el burocrático régimen de la realidad cotidiana.

Moreira Salles cuenta que la extraordinaria consigna salió de un brainstorming de dos empleados de una agencia con nombre en inglés. Por el otro lado, la radiante sonrisa de cada participante y la sensación de libertad expresada en sus rostros durante la etapa de flujo parecen validar la experiencia por sí misma. Ese es "el intenso ahora" que la película añora.

A pesar de la simpatía por los jóvenes estudiantes, el film tiene la honestidad de mostrar la más multitudinaria de las manifestaciones, cuando 300 mil personas marcharon para apoyar al gobierno de De Gaulle

A pesar de la simpatía con que Salles recuerda a los estudiantes revoltosos, la película tiene la honestidad de mostrar la más multitudinaria de las manifestaciones de aquel mayo revolucionario: más de 300 mil personas salieron a las calles de París a apoyar al gobierno cuando la situación ponía a De Gaulle en una situación límite.

Con la bandera tricolor en la mano, bien vestidos, sin pintar paredes ni arrojar piedras, la burguesía y la pequeña burguesía parisina salía a las calles a pedir normalidad y demostraban, no ya con las elecciones sino con el método expresivo favorito de la izquierda, la movilización callejera, que eran mayoría abrumadora.

Luego de una cantidad enorme de reflexiones, personales y políticas, estéticas y morales, imposibles de enumerar en una nota, la película vuelve sobre el final a ilustrar la materia de la que quizás está hecho todo el arte: la desolación ante el hecho incomprensible e irrefutable del paso del tiempo.

La película de Salles muestra distintas imágenes de Mao, cada vez más viejo, menos fresco, más decrépito, anciano, lejos del revolucionario y el dictador. Mao allí es solo un hombre preso del tiempo y el deterioro

A partir de una foto de Mao, y luego de ver las hermosas imágenes que la madre recogió en 1968 en la China revolucionaria, Salles cita una poesía escrita por el propio dictador en la cual recuerda su pueblecito natal y dice "maldigo el río del tiempo". Mientras tanto, vemos distintas imágenes de Mao, cada vez más viejo, menos fresco, más decrépito, anciano. No se trata ni del líder revolucionario que llevaba al socialismo a la mayor población del mundo ni del dictador bajo cuyo mandato murió la mayor cantidad de personas de la historia, hambreadas o fusiladas. Como todos, Mao termina siendo sólo un hombre preso del tiempo y del deterioro.

La imagen de Mao es contrapuesta luego con un plano de una joven sonriente y hermosa del Mayo francés mientras suena un fado desgarrador: "No quiero rosas rojas en mi tumba, soy muy joven para morir".

No es casualidad que luego la película termine con imágenes de la primera película de la historia del cine, los obreros saliendo de la fábrica registrados por los hermanos Méliès. El cine es el primer arte que logra arrebatarle escenas al tiempo y conservarlas.

(No intenso agora se exhibe en la Sala Lugones del teatro General San Martín todos los días, hasta el 16 de mayo a las 19 hs. y del 17 al 20 de mayo, a las 21.30 hs.)

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