Después de la polémica en torno a sus declaraciones en la Feria del Libro de Bogotá, en las que Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional, pidió perdón por el "vergonzoso escenario de un estadio de fútbol montado en una fiesta del libro", el también escritor participó de una entrevista en el stand de Leamos – Grandes Libros en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Luego de una de sus disertaciones en la feria colombiana, Manguel habló con un periodista colombiano: "Pido disculpas en nombre de todos los argentinos por el vergonzoso escenario de un estadio de fútbol montado en una fiesta del libro; celebramos seguramente esos notables futbolistas Borges, Bioy Casares, Alejandra Pizarnik, Cortázar, desde el Martín Fierro en adelante… pero les pido de nuevo disculpas por ese gesto tan absurdo de populismo". Tras sus declaraciones, diferentes autores que participaron de la comitiva en Bogotá consideraron la puesta en escena como un acierto.
Durante el diálogo con Flavia Pittella y Patricio Zunini recordó las circunstancias de aquella declaración: "En Colombia di dos conferencias. Al final de una, un señor me hace una pregunta sobre este stand y yo le dí una opinión y por supuesto, lo tengo que hacer. Este no es un gobierno de censura, Pablo Avelluto (ministro de Cultura de la Nación) nunca me ha dicho 'no des tu opinión en público'".
Con respecto a sus palabras, explicó: "Yo no critiqué la presencia de la Argentina en la Filbo. La Argentina era el país invitado. Di una opinión sobre la elección de convertir el stand argentino en una cancha de fútbol, como lo hubiese hecho si lo hubiesen convertido en una pizzería, en un lugar de asado, en un campo de Polo. Todas son actividades nobles, pero es una feria del libro. ¿Los jugadores argentinos que vayan al Mundial van a llevar las obras de Borges?, ¿van a leer poemas en la cancha?"
"Soy muy amigo de Avelluto, él tuvo la generosidad de ofrecerme este puesto sin conocerme y yo no lo conocía a él, y me ha apoyado en todo lo que la biblioteca ha hecho. Podemos tener diferencias de opinión, sobre todo de opinión sobre un símbolo, sobre un acto estético, sobre una presentación. Estamos tan desacostumbrados al diálogo en Argentina que si uno no dice "sí" a algo o "no" a algo, sino que simplemente emite una opinión, causa una revolución".
Cuando le preguntaron sobre qué se necesita para gestar una sociedad del diálogo, fue determinante: "Hay que refundar el país". Y agregó: "Necesitamos educación ciudadana, necesitamos una ética ciudadana. No la tenemos a ningún nivel, desde cruzar la calle con luz roja hasta las manifestaciones con griteríos y no de argumentos. Necesitamos volver a la educación. Y eso debe empezar en las escuelas con un buen pago a los maestros, que son los que sostienen la esperanza de esa educación ética, pero tenemos que reconstruir el país. Empecemos desde cero".
Con respecto al diálogo, la charla derivó a los eventos producidos durante la inauguración de la Feria del Libro porteña, cuando un grupo de trabajadores, directivos y estudiantes de los Institutos de Formación Docente (IFS) irrumpieron en donde se realizaba el acto para protestar contra el proyecto de la Universidad de Formación Docente (Unicaba) impulsado por el gobierno porteño.
"Los organizadores de la Feria no supieron organizar la feria. En cualquier evento se controla la entrada de gente que quiere manifestar. No es una censura. Estoy totalmente de acuerdo con que uno manifieste su opinión, que haga demostraciones, que lleve carteles, pero no en medio de un evento cultural. De la parte de los maestros es mostrar un mal ejemplo para los alumnos. Cómo aceptarían ellos que en una clase, los alumnos se levantan y gritan 'No queremos estudiar matemáticas, preferimos estudiar cualquier otra cosa'. Cada vez que nos oponemos a un gesto populista, hablamos de censura y no es censura, es poner las cosas en su sitio".
Y agregó: "En todos los países del mundo, en las ferias del libro, en los eventos culturales, hay manifestaciones por esto o por otro. Pero se hacen en las puertas de la feria, se hacen de otra manera. Por supuesto hay diferencias de opiniones, pero tenemos que saber cómo administrarlas. En este caso los organizadores de la feria fueron incapaces de organizar el acto inaugural de la feria. No tenemos un lugar para una discusión política intelectual racional. ¿Pero qué les estamos enseñando a las nuevas generaciones?, ¿que la única forma de manifestarse es con un berrinche?
"La feria del libro es un mercado, pero un mercado que tiene la ventaja para la cultura de promover los libros, de intercambiar, de ofrecer a los lectores encuentros con los escritores. Tiene algo de zoológico también, porque los lectores, maravillados por una obra, quieren saber cómo se hizo. Como si estuviesen en uno de sus actos de magia en el que el mago saca un conejo del sombrero. Entonces quieren saber, quieren ir detrás de las bambalinas y ver cómo se hizo el truco. Los lectores vienen a ver a los escritores para saber cómo hizo esto, cómo Tolstoi escribió Ana Karenina, qué inspiración tuvo, cómo eligió las palabras. A todo esto no hay respuesta, pero los lectores siguen insistiendo, como uno va a ver al tigre o al mono en el zoológico".
—¿Qué es la cultura?
—Una sociedad no puede existir sin cultura. Por cultura entendemos las artes de la comunicación que esa sociedad propone para sus ciudadanos. Una sociedad es la convención de un grupo de gente que quiere vivir juntos y no se puede vivir juntos sin tener la posibilidad de explicarle a usted lo que yo siento, lo que pienso, y escuchar lo que usted siente y piensa. Y eso se hace a través de la cultura.
Con respecto al momento de la literatura argentina, Manguel sostuvo que "es uno de los momentos de más promesas de la literatura argentina". "Durante varios años me pregunté por qué no teníamos una generación de escritores como aquella en la que estaban Borges, Bioy Casares, Sabato, Marechal, Silvina Ocampo: los nombres que forman la literatura argentina clásica. ¿Qué pasó después? Pasó la dictadura militar, pero yo creo que a partir de allí los escritores empezaron a encontrar nuevas voces. No estamos todavía en el momento en el que podemos decir que hay una nueva generación de clásicos identificables. Es un riesgo enorme decir este es un clásico y este no lo es, pero quiero decir que algún escritor que uno diga a este hay que leerlo. Borges decía que sin tal persona el universo sería más pobre. No sé si lo tenemos ahora, pero tenemos escritores brillantes que prometen mucho y que yo voy a seguir leyendo. Hay una literatura argentina contemporánea de una excelencia extraordinaria".
Manguel, además, resaltó la importancia de la Biblioteca Nacional en la construcción de la identidad de los ciudadanos: "Una biblioteca nacional es el símbolo de la sociedad que la alberga. Mariano Moreno cuando tiene el proyecto de la Nación Argentina, de crear una nación independiente, dice inmediatamente que no se puede hacer sin el corazón intelectual, que es una biblioteca nacional y sede de ciertos libros para que empecemos a construir la biblioteca. Entonces la biblioteca nacional se crea antes de crearse el país. Tiene mucho sentido porque una biblioteca devuelve a sus ciudadanos su identidad".
"Todas estas discusiones que tenemos en la Argentina, desde la grieta, el aborto, hasta qué significa el peronismo o cómo podemos entender la situación económica. Todos los documentos que nos aclaran esas cuestiones están en la biblioteca y la biblioteca tiene obligación de ofrecerse todos esta documentación a los usuarios. El corazón intelectual de un país es una biblioteca nacional", agregó.
"La diferencia entre una biblioteca nacional y todas las otras manifestaciones culturales de una nación, como el Teatro Colón, una galería de arte, un conjunto de baile, es su ambición. Toda biblioteca nacional se inspira en Alejandría, donde los bibliotecarios querían acaparar todo. Tenían las instrucciones de la familia real de llevar todo libro que se encontrase en el mundo conocido a Alejandría. Toda biblioteca nacional imita a Alejandría en ese sentido. Tiene que estar todo porque nadie puede saber cuáles son los elementos que va a necesitar un usuario en un futuro para la pregunta que se va a hacer de aquí a 100 años".
"La biblioteca puede preservar toda forma de discusión, de diálogo, de puntos de vista opuestos. La dificultad que tiene hoy en día la Biblioteca Nacional en Argentina es que no hay diálogo político. Nosotros podemos preservar los gritos de los patoteros de las distintas facciones políticas, podemos preservar esos discursos abominables que dicen muchos de los personajes de la política, pero no estamos en la época ni de Voltaire, ni de Sartre, ni de Mitre, ni de ninguno de esos personajes de la política que eran elocuentes, racionales y que construían elementos para un diálogo. Ahora en Argentina no hay diálogo".
Además, aceptó que su función genera una tensión interna entre el intelectual y el funcionario: "Yo tuve una carrera durante muchos años escribiendo libros y sobre todo leyendo libros. Llegué a la biblioteca hace tres años y no leo, no escribo. Me convertí en un administrador, pero ese fue el cargo que yo acepté. Borges tenía la ventaja de ser Borges y de ir a la biblioteca para que le leyeran libros, para dictar sus poemas, para hacer entrevistas. Yo no soy Borges, por supuesto, y no quiero ponerme en una posición ridícula de hacer mi trabajo personal en un cargo público. Entonces en la biblioteca mi obligación es facilitar el trabajo de las más de 850 personas que hacen un trabajo extraordinario. La gran sorpresa para mí fue encontrar tanta gente talentosa, tanta gente que por sueldos miserables ponen la vida en la biblioteca, tanta gente que conoce su oficio y no hace alarde de su conocimiento. Entonces mi función es ayudarlos a tratar de sacar las trabas, los receptáculos burocráticos, las restricciones presupuestarias".
Por otro lado, resaltó el trabajo de Elsa Barber, subdirectora de la Biblioteca Nacional: "Una biblioteca tiene una cara visible, la partecita que se ve del iceberg. Yo participo de los actos culturales –el año pasado tuvimos más de 3000–, en las visitas de escritores famosos, exposiciones. Todo eso está muy bien, pero la esencia de una biblioteca es su parte tecnológica: el catálogo, los fondos digitales. Es todo ese trabajo técnico, como los depósitos, la conservación y de todo eso es responsable Elsa Barber. Yo soy la figurita que salgo, sonrío, me presento, doy la bienvenida a los escritores famosos que vienen, pero la que trabaja verdaderamente es Elsa, quien estuvo en la biblioteca más de 10 años luchando para que la biblioteca sea lo que es hoy. Y gracias a ella y su equipo tenemos una presencia como biblioteca en el mundo".
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