Una curiosa propuesta 'construida' en las veredas de la ciudad de Buenos Aires interpelan el interés de los vecinos. Casitas de madera recicladas, pintadas a mano, con una simple premisa en su puerta: "Llevate un libro y deja otro". Así son las bibliotecas al paso dispuestas en barrios como Palermo, Parque Chas, Colegiales, Recoleta y que se extiende por la provincia de Buenos Aires.
Inspirado en el fenómeno global de éxito –free library- dispuestas en trenes, plazas- Inés Kreplak- docente y escritora decidió crear un circuito en red su zona de residencia "Motivada por la idea de fomentar la lectura, pensé por que no lo puedo hacer lo mismo en mi barrio. Primero con un poco de miedo, pero después me animé. Esta es la primera biblioteca al paso de Argentina, y esta desde septiembre de 2016 y funciona muy bien, "explicó a Infobae.
La consigna es sencilla, alguien puede tomar un libro pero, para hacerlo, tiene que dejar otro, de esta manera se genera un recambio constante fomentando así la lectura.
'Contagiados' por la iniciativa de Kreplak, vecinos de otros barrios decidieron autogestionar su propia biblioteca. En Colegiales -donde ya hay tres bibliotecas al paso- y en mayo se inaugurarán otras dos, Alma Scolnik, profesora de artes plásticas- oficia de curadora en su vereda ordena y dispone de los titulares. "El proyecto es abierto, cualquier persona puede formar parte. Lo interesante es poder mantener el contacto así se arma una red", detalló.
"Los libros no son míos, pero cuando a veces las donaciones son muy grandes, trato de guardarlos en casa y cada dos o tres días hago el recambio", resalta Alma.
La casita, pajarera -como la llaman los transeúntes, por su diseño y colores fue construida a partir de materiales reciclados donados, pintados a mano por los niños que acuden al taller. "Como esta fue la primera del barrio, impuso un estilo. Al principio incomodaba al que pasaba lo interpelaba pero esa también es una manera de invitarlos a participar."
Cruzando la ciudad, la iniciativa fue contagiada por ejemplo Cecilia vecina de el Palomar, creó 'La Biblioteca de Renata" en alusión a su mascota una Bulldog francesa. "A la salida del colegio, los chicos venían a saludar a Renata, esta fue una manera de devolver todo el cariño. Más allá de fomentar la lectura, aquí se juega el bien común, lo comunitario que poder salir a la vereda, algo perdido en esta época", describe orgullosa.
Hoy en día mis expectativas fueron ampliamente superadas, y la 'movida es cada vez más popular. "El objetivo es contagiar el proyecto y que juntos a vecinos de la cuadra puedan crear su propia Biblioteca al Paso, generando así una red de libros cada vez mayor".
La oferta que albergan las casitas son amplia y variada, desde . autores latinoamericanos Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti, pasando por autores jóvenes dependientes hasta títulos de auto ayuda. "Tratamos de predominen novelas, poesías, ensayos o teatro. A veces recibimos ejemplares muy 'raros' como un libros para aprender hablar árabe, los dejamos algunos días y luego los guardamos", dice David Burin a cargo de la segunda biblioteca de Colegiales.
"Lo más difícil es desprenderse de un libro propio pero una vez superado eso, todo fluye", resalta Alma. "A veces me pongo a escuchar los comentarios de los traseúntes, porque la recepción fue muy buena, desde 'hace 20 años que buscaba este libro'", agrega entusiamado David.
"Los títulos más preciados son los infantiles", explica Inés, por lo que hay espacios que ya tienen su 'anexo' espacial para relatos para lo más chicos.
Proyectos similares tienen lugar en capitales europeas como Berlín o en la rambla de la playas de Tel Aviv, sin embargo el origen del concepto fue una idea del norteamericano Todd Boll que quiso homenajear a su madre maestra. El diario "Wall Street Journal" que definió a la propuesta como una "sensación global", por lo menos en Buenos Aires, parece haber invadido las veredas.
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