"Una obra de teatro es una partitura que no está finalizada; se termina con los actores y el director. A los que siguen las giras, y que se haga en otras partes. El teatro es un evento social. Cuando me decido a escribir una obra, es porque deseo vivir toda esa aventura que es el teatro". Así respondió Yasmina Reza cuando Oscar Martínez le preguntó por qué escribía teatro, en la conversación pública que los reunió en el Centro Cultural San Martín,
El arte de escribir teatro
El nombre de la escritora francesa Yasmina Reza fue conocido en Buenos Aires cuando se montó su obra Art, en 1998 y tuvo seis temporadas de éxito. El elenco era un lujo en sí mismo: Oscar Martínez, Ricardo Darín y Germán Palacios.
La pieza cuenta una historia de amistad: un buen día, uno de los amigos que es aficionado al arte contemporáneo, compra un cuadro blanco con rayas blancas y lo paga a cinco millones de euros -según la edición del libro en Anagrama, mientras que en el original y en escena, la autora pidió respetar el monto que ella había escrito: doscientos mil francos-. Por esa acción, uno de los amigos lo cuestiona, lo insulta, lo llama al orden.
Es un amigo que se cree un poco dueño del otro, y en este sentido Oscar Martínez trajo a colación que Art es una obra sobre la posesividad en la amistad, un tema tan común en la vida y tan poco frecuente sobre las tablas.
La anécdota que en la charla develó hoy Yasmina Reza, fue que Art se le ocurrió a partir de un suceso real: el vecino del piso de abajo de su casa, quien era un amante del arte, compró un cuadro blanco. La llamó para mostrárselo y le confesó que había pagado por él doscientos mil francos. Entonces ella rió y el rió.
Al poco tiempo, se sentó a escribir y según contó, las dos primeras hojas vinieron solas, pero después se bloqueó. Necesitaba, calculó, un personaje más: y ahí surgió el tercero en discordia, el personaje de Ricardo Darín en la puesta argentina, un muchacho dominado por las mujeres de su vida. Ahora sí: escribió la obra de un tirón en un mes y medio.
Oscar Martínez agregó que Art fue la experiencia teatral más feliz de su vida. Recordó cómo en 1997 un productor quería juntarlos a Darín y a él, y no podían coincidir en el tiempo por sus actividades. Martínez estaba por irse de vacaciones a París y Darín, cuando se enteró, lo fue a buscar a Ezeiza con el guión de Art en la mano, para que él lo leyera en el vuelo y quedara convencido. Y se convenció.
La primera obra de Reza Conversaciones después de un entierro de 1987 y la segunda, La travesía de invierno, recibieron el Premio Moliére, el máximo galardón que otorga Francia a la producción de sus escritores. Conoció el éxito con Art -que suele estar en escena con asiduidad en Europa- y a ella siguió El hombre inesperado, que en Buenos Aires vimos interpretada hace una década por Luis Brandoni y Bettiana Blum.
Una mujer, fanática de un escritor, se encuentra de casualidad con él, cara a cara en un tren. La protagonista piensa en voz alta: "Tengo que decirle al hombre enfrente mío, a este hombre inesperado: 'Estoy dispuesta por usted a vivir cualquier clase de aventura. Si no es en esta vida, que sea en otra, porque yo no quiero incomodarlo'. Si el hombre, el pasajero, se ríe, estará todo bien. Pero, ¿y si no se ríe? Si no se ríe, me echo de cabeza del tren".
Personajes de la clase media, desahogados, neuróticos, se encuentran en sus respectivas casas para discutir problemas en apariencia triviales. En Tres versiones de la vida, dos parejas se reúnen para hablar de un ascenso laboral que no parece querer venir. Esa escena, la del encuentro de la pareja que recibe al jefe con su esposa, es contada tres veces. Muy parecidas las tres, pero no idénticas. Si pudiéramos modificar nuestra vida y tener otra versión, en realidad, se modificaría muy poco, insinúa Reza.
Un dios salvaje tuvo la fortuna de llegar al cine. Lo hizo en 2011 de la mano de Roman Polanski y el elenco estuvo compuesto por Jodie Foster -en el estreno de la obra teatral cuatro años antes, ese papel fue representado por Isabelle Hupert-, Kate Winslet y John C. Reilly. El guión fue escrito a dos manos por el director y la autora. También aquí se trata de dos parejas en un living, un ámbito cotidiano, en el que se reúnen a discutir sobre la violencia de sus hijos. Aunque en el texto original la violencia no se pasa de la raya, sí lo hace en la película, respondiendo al apasionado director y a unos actores que lejos están -en cuanto a los personajes que representan- de la compostura y cordialidad francesa. "Esto ocurrió", explicó Yasmina Reza, "porque la violencia forma parte de la vida, la impaciencia forma parte de la vida. No debería un espectador extrañarse tanto".
En Una comedia española, un grupo de actores ensaya una obra en la cual los personajes ensayan una obra. Un juego de cajas chinas donde además del mundo del teatro, el protagonista es el humor.
Yasmina Reza es una autora que no deja impertérrito al espectador: a todos nos pasan las cosas que les pasan a sus personajes. O nos pueden pasar en cualquier momento.
Art fue un éxito, pero sería infantil pensar que todo lo que produce un escritor, tenga la altura que tenga, se vuelve un éxito. De aquí, que el escritor Gonzalo Garcés, en calidad de intérprete y de moderador de la charla, preguntó a ambos por el lugar que ocupa el fracaso en el oficio.
Yasmina Reza se sorprendió con alegría por la pregunta; para cualquier artista es un alivio poder hablar de lo que pesa. Y, como una niña que se quita de encima una tensión, respondió: "A veces lo uno llega a hacer no es lo que uno deseaba hacer. Por ejemplo, hay partes de Art que no me gustan. O, Bella figura, mi última obra. Yo quería cortar una parte porque es un horror. Y los actores no querían. Pero yo sé que esos eran unos textos que no me habían salido muy bien. Cuando esto pasa, uno se topa con sus propios límites".
También Oscar Martínez, aportó su experiencia sobre el fracaso, como actor y director y como autor de dos piezas teatrales Ella en mi cabeza y Días contados. La relación del actor con la literatura no tiene nada de superficial: el año pasado fue incorporado a la Academia Argentina de Letras, como el referente del teatro del que la Academia carecía.
"Los primeros trabajos como director, quieras o no, son un fracaso", comenzó. "En general, nunca conseguí lo que quería hacer en escena. El espectáculo nunca era lo que yo imaginaba que sería. Sin embargo, con mi dramaturgia, no me pasó sentir que tenía que seguir corrigiéndolas sobre el escenario. Yo sabía que lo estaba escrito era lo mejor que yo podía hacer con el texto. Ya no podía mejorarlo más. Y como director, jamás se me ocurriría sugerir cortar un texto de otro, o cortarlo sin más. Yo tengo veneración por el autor".
La conversación terminó con un precepto judío que trajo Yasmina Reza, "hay que agitar la vida para evitar el tedio". Y agregó: "porque la vida no se agita sola, y si uno no lo hace, se aburre".
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