Una pluma amarrada con sogas a un lienzo; los rostros de Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera recortados sobre un estadio de fútbol vacío: no hay gritos de euforia ni de dolor, sólo un ashtag: pieldegallina. Son dos obras que el artista y escritor James Peck, cuya muestra Re Nacimientos acaba de inaugurar, posteó por estos días.
En la galería Cecilia Caballero Arte Contemporáneo, la muestra reúne diarios inéditos que Peck comenzó a dibujar y a escribir en los años noventa, pinturas recientes y un video filmado en un sitio inhóspito de las islas. Se titula Invisible Births (Nacimientos invisibles), frase que, señala el artista, usó la escritora Anaïs Nin para definir su sensación durante el sexo.
Conmueve la belleza despojada de esos diarios, ahora exhibidos en sobres de nylon como si fueran hallazgos, restos arqueológicos rescatados en un futuro incierto. Cada bolsita contiene cuadernos que son un mix de diarios personales y libros de artista, que incluyen dibujos, textos y poemas de Peck. En una de ellas, el diario está acompañado de una bola hecha con plumas apiñadas de aves de las islas. Atadas con fuerza a un soporte, otras plumas, también de pájaros reales, niegan su propia levedad.
Descendiente de inmigrantes ingleses, escoceses e irlandeses que habitan las islas desde el siglo XIX, Peck es el primer hombre nacido en las Islas Malvinas (Puerto Argentino/Stanley, 1968) que se nacionalizó argentino y recibió su DNI. Su padre, Terry Peck, fue héroe de guerra en la resistencia contra las fuerzas argentinas. Fue el único kelper que luchó en la batalla de Monte Longdon y que, además, el día de la reconquista ingresó con las tropas británicas a Puerto Argentino.
En 2011, Peck solicitó la nacionalidad argentina, entre otras razones, porque quería estar cerca de sus hijos, que vivían en Buenos Aires. "Sin pasaporte argentino todo se complicaba. Cuando entraba al país, en migraciones no me sellaban mi pasaporte porque vivía en las islas: por eso, después tuve problemas con la policía", cuenta el artista durante la entrevista con Infobae Cultura. Pero su decisión desató la cólera de kelpers e ingleses en el continente: lo tildaron de traidor. Cuando su cuenta de Facebook explotó de insultos, decidió abandonarla. Sus hermanas se distanciaron. Hasta hoy, algunos familiares no le dirigen la palabra.
Reflexivo y dueño de una sensibilidad a flor de piel, Peck es un hombre que busca las palabras justas. No hay vértigo en la conversación. "Necesitaba romper con todo lo relacionado a la guerra: lo hice de una forma violenta, sí, pero a veces tenés que ser violento para dejar atrás el pasado", dice. "Para mí –continúa– lo más importante era abandonar los recuerdos de la gente y de las islas. Mi padre y muchos soldados británicos que conozco aún viven pensando en la guerra. Yo tengo el mismo trauma que ellos, pero no se puede vivir en el pasado".
El maltrato de sus compatriotas, el agobio por ser figura principal de las noticias, la sensación de haber sido usado políticamente, sumado a una pelea con su ex mujer, lo dejaron entre las cuerdas. Decidió hacer añicos su DNI y postear la imagen en las redes. Luego, barajó y dio de nuevo.
Peck, expuso en Australia, Inglaterra y Alemania. Tiene su estudio en las Malvinas. Viaja con frecuencia para ver a dos de sus hijos que viven en Buenos Aires; el mayor, de 26 años, está con él en las islas. Peck vivió en Puerto Madryn, en Inglaterra y en Australia. Estudió en Escuela de Arte de Chelsea en Londres, y en la Escuela Nacional de Arte de Sydney en Australia. "Me fui escapando: las islas te asfixian. Como artista muchas veces siento que es una contradicción vivir allá", afirma Peck. Y añade: "La comunidad es cerrada, controla. Se mantiene igual que en 1982: todavía parece que la guerra fue ayer. Cuando vienen turistas, les gusta mostrarles cosas de esos años: los llevan a una montaña desde donde se pueden ver pedazos de armamento y, hace un tiempo, había ropa de soldados".
Cuenta que en sus obras las imágenes de la guerra surgieron casi sin que se lo propusiera. Esas "sombras" lo acompañan en su vida y en su obra: "Los años ochenta fueron muy duros: tuve recuerdos difíciles de alejar". Las imágenes vuelven como látigo: galpones de prisioneros de guerra, cuyos letreros (prisoners) quedaron en sus sitios después de la rendición. En una de sus pinturas, uno de esos galpones está acompañado por la frase If you don´t love me I will know (Si no me amás, lo sabré). Palabras que aluden, cuenta Peck, a una guerra muy suya, de esas que dejan el corazón expuesto. "Mi obra –dice– siempre es una búsqueda de intimidad física y emocional". Hay en sus trabajos una frontera difusa, inestable, entre poesía, biografía e historia.
El día de la rendición, algunos soldados argentinos entraron en su casa para buscar comida. "Estábamos con el novio de mi madre, un argentino que vivía hace tiempo en las islas –cuenta el artista–. Escuchamos un ruido y vimos a unos soldados rompiendo la ventana: sólo buscaban alimentos". Ese día, cuando acompañó a su padre que estaba en las afueras del pueblo, vio los cuerpos de varios soldados.
Pero más que esa imagen, incluso más que los estruendos del bombardeo, hay una escena que no lo abandona: "Fue muy fuerte ver a los soldados argentinos que venían de las montañas el día de la rendición: estaban muy mal. De eso, me acuerdo mucho", dice este artista, muy amigo de algunos ex combatientes. Los conoció cuando expuso en Buenos Aires en 1996: un grupo de veteranos de guerra se contactó con él, querían conocerlo. Compartieron encuentros aquí; luego viajaron a las islas.
A Peck las islas no le atraen especialmente. Allí, sí, reconoce que logró explorar y plasmar en su obra un tema que lo desvela: la soledad y la libertad vinculadas a las relaciones más vitales: "Esta exhibición es sobre el amor –señala–. Cuando conocés a alguien es difícil dejar que sea libre, pero en eso, creo, radica el amor".
Para filmar Invisible Births, Peck llegó al lugar en avioneta, ya que es imposible hacerlo de otro modo. En una playa infinita y desértica con sello del romanticismo nórdico, se ven unos cuervos que engullen con parsimonia restos de un animal. Hay también aves en sus diarios escritos en los viajes y en las islas. Algunos textos están tachados; otros incluyen palabras y dibujos de su hijo. Son joyas para descubrir.
Y hay más aves en delicados diarios con calcos superpuestos, y en sus lienzos, en filmaciones. Marcados en la memoria y ahora también en su cuerpo, hay escenas y sombras que se resisten al olvido. Peck se tatuó a sí mismo un desfile inagotable de aves deslumbrantes, extrañas figuras, formas abstractas, frases crípticas que remiten a su biografía (y que explica con entusiasmo cuando uno le consulta). Se levanta el pantalón y muestra su pierna con un dibujo con la frase "Sólo le pido a Dios", de León Gieco. Esa canción, explica el artista, condensa su sentimiento hacia la guerra. Vuelven como latigazos: hay una trama de palabras y dibujos elocuentes marcados en su piel.
*Re Nacimientos
Hasta: 4 de mayo
Cecilia Caballero Arte Contemporáneo
Montevideo 1720
de Lu a Vie de 2:30 a 7 pm.
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