"Obras maestras del Renacimiento al Romanticismo": los imperdibles de la gran muestra del MNBA

La exposición del Museo Nacional de Bellas Artes reúne obras que van desde fines del siglo XV en Italia hasta el siglo XIX en Hungría. Tesoros de Leonardo, Rafael, El Greco, Tiziano, Van Dyck, Cranach y otros grandes artistas, desde una perspectiva única

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“Las bodas de Caná” de Giorgio Vasari
“Las bodas de Caná” de Giorgio Vasari

El director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat, se encontraba en Madrid hace poco más de un año para la feria ARCO que contó con la Argentina como invitada de honor, cuando descubrió en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza una exposición temporaria que lo deslumbró Obras maestras de Budapest, con pinturas y esculturas provenientes de los dos grandes museos de la capital húngara: el Museo de Bellas Artes de Budapest y la Galería Nacional de Hungría.

Ambas instituciones, que suman una colección de cien mil piezas de arte desde el período egipcio hasta la actualidad, decidieron fusionarse y para ello cerraron su sede por remodelaciones, lo que los motivó a seguir exhibiendo las joyas de su colección en algunas de las ciudades más importantes de Europa.

Con la suerte a su favor, Duprat aceleró las gestiones y Buenos Aires se convirtió así en la única escala en toda América en la que recaló esta exposición, luego de pasar por Londres, París y Madrid. La exposición se podrá visitar hasta fines de julio en Buenos Aires, justo antes de volver a su lugar de origen, para la reapertura de la flamante sede, el 31 de octubre próximo.

“La anunciación” de El Greco
“La anunciación” de El Greco

¿Pero por qué, apenas comenzado el 2018, este puñado de 58 obras apuntan a convertirse en la exposición del año? Obras maestras del Renacimiento al Romanticismo se titula la exposición en el museo porteño que alberga no sólo la pieza estrella de la colección aquincense (como se conoce a los originarios de Budapest): una pequeñísima e imponente figura a caballo atribuida al maestro del Renacimiento Leonardo Da Vinci, sino también pinturas de los grandes maestros de la historia del arte occidental, como El Greco, Giorgio Vasari, Lucas Cranach, Tiziano, Peter Paul Rubens, Anton van Dyck, Tiepolo, Goya y Francisco de Zurbarán.

Además, se puede ver un diminuto dibujo de Rafael de Urbino, maestro del Cinquecento, quien junto a Da Vinci y Miguel Angel, son considerados la cumbre del renacimiento italiano, ya que los tres fueron contemporáneos y marcaron una bisagra en la historia del arte con su genio creativo.

Ni bien se ingresa por el pasillo que conduce al pabellón de exposiciones temporarias es posible divisar, incluso antes de ingresar a la sala, la escultura atribuida a Da Vinci, Guerrero a caballo, custodiada detrás de una vitrina y convertida en estrella de la muestra. En este bronce fechado entre 1500 y 1550, el caballo arquea sus patas delanteras, en un gesto furioso, mientras relincha y sus patas traseras se contraen. El jinete se toma con fuerza, con una sola mano, para no caer.

La obra, una de las piezas capitales de la colección húngara, se exhibe en su museo de origen junto a un pequeño dibujo de grafito sobre papel agarbanzado que revela el estudio de los movimientos del corcel y la figura humana, esbozados uno junto a otro, en diferentes partes de la hoja.

“Guerrero a caballo”, de Leonardo da Vinci, es el gran tesoro de la muestra
“Guerrero a caballo”, de Leonardo da Vinci, es el gran tesoro de la muestra

"Esta escultura exige que se la observe atentamente. La pose es dificilísima, y demuestra un gran estudio del equilibrio, del manejo y del movimiento de la figura, para poder materializar las patas del caballo. Es Leonardo sin dudas. Es difícil pensar que otro artista pudo haber hecho eso. No existía en ese entonces nadie con esa observación tan especial", explica a Infobae Cultura el especialista Angel Navarro, curador de la exposición en Buenos Aires junto a Florencia Galesio, ambos investigadores del staff del museo argentino.

"Es un tema que Leonardo había trabajado durante mucho tiempo -prosigue-. Existen dibujos y estudios sobre la figura del caballo, y se sabe que Leonardo estaba trabajando en un gran monumento ecuestre cuando en 1499 las tropas francesas invaden Milán y él debe abandonar la ciudad. Los franceses destruyeron aquel monumento que ya estaba para ir a fundición. Quedaron muchos estudios de aquel monumento y se supone que este es uno de esos estudios, que se funde posteriormente".

“Estudio de la figura de San Jorge”, de Perino del Vaga
“Estudio de la figura de San Jorge”, de Perino del Vaga

La exposición arma un itinerario cronológico que va hilvanando los diferentes movimientos artísticos que empaparon cada época y país, en un recorrido que va de fines del siglo XV en Italia hasta el siglo XIX en Hungría, y que en su itinerario evidencia las diferentes corrientes estéticas imperantes en Europa, del Renacimiento al Romanticismo.

La sensación de perspectiva es la gran protagonista de la muestra, pero no solo en lo que respecta a las pinturas, sino también en el diseño museológico: justo en el medio del pabellón, un cartel ploteado sobre el piso indica el punto exacto desde el cual es posible ver la exposición completa, es decir, las líneas de fuga de los paneles que albergan las obras, y por ende, permite la perspectiva de todas las obras en la sala, una suerte de Aleph que invita de manera implícita a tomarse una selfie en ese sitio.

“Las bodas de Caná”, de Giorgio Vasari
“Las bodas de Caná”, de Giorgio Vasari

El Renacimiento italiano, entonces, el núcleo que abre el recorrido e incluye la pequeña figura ecuestre atribuida a Leonardo, está marcado por un clima de efervescencia que tuvo lugar en el siglo XV en ciudades como Roma y Florencia, donde se tomó como principal referencia la Antigüedad clásica.

En este contexto se desarrolló la técnica de la perspectiva, con la que se buscó generar una representación realista y la ilusión de profundidad espacial, evidente en los óleos de Lorenzo Lotto o Tiziano. Aquí destaca también el pequeñísimo dibujo de Rafael de Urbino, realizado en pluma y tinta parda, bautizado Estudio para decoración efímera. Considerado el padre de la historia del arte, por haber creado la Academia Florentina que luego sería modelo en todo el mundo, Giorgio Vasari acuñó el término "manierismo" que también surge a principios del siglo XVI, como una reacción al ideal clásico de belleza, y fue un claro exponente de esta tendencia.

“Estudio para decoración efímera”, de Rafael
“Estudio para decoración efímera”, de Rafael

El Renacimiento en países del norte de Europa, en el siglo XV, toma las ideas transformadoras provenientes de Italia y realiza pinturas religiosas, retratos y paisajes en los que aplicó las pautas artísticas de la época, como el recurso técnico de la perspectiva. Se destacan autores como Alberto Durero, Albrecht Altdorfer y Lucas Cranach el Viejo, de quien se puede ver el óleo Cristo y la Virgen intercediendo por los hombres ante Dios Padre.

“La pareja”, de Luchas Cranach
“La pareja”, de Luchas Cranach

En este derrotero por la sala, que va marcando cada cambio de período con diferentes colores en las paredes -rojo, verde, damasco y blanco-, la muestra prosigue con El Barroco italiano, que tuvo su apogeo en Roma en el siglo XVII. Se caracteriza por el tratamiento de luces y colores que crean fuertes contrastes, ámbitos teatrales de composiciones dinámicas que parecen incluir al espectador, lo que puede apreciarse en las pinturas de Guido Reni, Bernardo Strozzi y Sebastiano Ricci, quienes trabajaron temas religiosos y mitológicos. En este período destacan también los paisajes de las ciudades -que se conocen como 'vedute'- de Giovanni Paolo Pannini, Canaletto y las naturalezas muertas, tema que representó el napolitano Giuseppe Ruoppolo a lo largo de su vida.

“David y Abigail”, de Guido Reni
“David y Abigail”, de Guido Reni

El Barroco en los Países Bajos tuvo una rica producción artística especialmente por sus contribuciones al género paisaje, sin contar que sobresalieron en la naturaleza muerta, desde las sencillas composiciones de Pieter Claesz, hasta las suntuosas ornamentaciones conocidas como pronkstilleven presentes en las obras de Abraham van Beijeren, plenas de frutas exóticas y deliciosos bocados. Además, la creciente burguesía de la región promovió el género del retrato y uno de sus exponentes más importantes fue Anton van Dyck.

Obra de Pieter Claesz y Roelof Koets
Obra de Pieter Claesz y Roelof Koets

Vendrá luego el Barroco Español, estilo que dominó el arte de la Europa católica del siglo XVII y atravesó en España un período de florecimiento de la mano de artistas como el Greco, Diego Velázquez -pintor de la corte madrileña-, Francisco de Zurbarán, Alonso Cano, Bartolomé Murillo y Mateo Cerezo. Predominaba un tipo de pintura religiosa a través de escenas donde lo milagroso se mezclaba con lo cotidiano. Así se gestó la tradición de la pintura moderna española, que continuaron Francisco de Goya, cuya obra llegada de Hungría encuentra parecidos impresionantes con el Goya perteneciente a la colección local: Escena de la guerra por la independencia española, dos pinturas con el mismo nombre, año y temática.

“La Sagrada Familia con San Juanito”, de Esteban Murillo
“La Sagrada Familia con San Juanito”, de Esteban Murillo

Finalmente, el recorrido concluye con el Romanticismo en la pintura húngara, uno de los más bellos y desconocidos por estos lares: nombres como József Borsos, Mihály Kovács y Károly Brocky, quienes representaron paisajes dominados por una naturaleza imponente y escenas situadas en sitios remotos como el Lejano Oriente. Al igual que en el resto de Europa, el Romanticismo surgió como contracara del orden de la razón reflejado en el equilibrio de las formas neoclásicas. La imaginación como signo de emociones y pasiones subjetivas se plasmó en este conjunto de pinturas.

“El Emir del Líbano”, de Jozsef Borsos
“El Emir del Líbano”, de Jozsef Borsos

*Obras maestras del Renacimiento al Romanticismo. Colección del Museo de Bellas Artes-Galería Nacional de Hungría se podrá visitar hasta el 29 de julio, de martes a viernes de 11 a 20, y los sábados y domingos, de 10 a 20, con entrada gratuita en Avenida del Libertador 1473, ciudad de Buenos Aires.

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