La vigésima edición de BAFICI, uno de los festivales de cine independiente más relevantes del mundo, trae consigo -en su alud de películas para todos los gustos, tal vez inabarcable- una buena dosis de atractivo contenido musical con grandes personajes involucrados y buenas historias para conocer. Ryuichi Sakamoto, Rubén Blades, Lee Ranaldo, Madness, M.I.A.,Chilly Gonzales como nombres propios; y el hardcore argentino, las mujeres españolas del rock, el punk brasileño, la electrónica catalana y la experimentación loca del grupo porteño Reynols como temáticas centrales de las películas, integran el sabroso menú 2018.
La sección "Música" es una de las vedettes del Festival por la variedad temática, originalidad de contenidos y novedad que conlleva este cine –mayormente documental— que gira alrededor de tendencias, sucesos, íconos, revoluciones e incluso insólitas derivaciones que genera la música popular global de este siglo. Multiplicidad de géneros, historias y pequeñas anécdotas convertidas en material de pantalla, conforman una de las partitura del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente.
Las producciones argentinas destacan por la desprejuiciada amplitud temática. Grita, documental de Yago Blanco, retrata a través de entrevistas actuales y material de archivo el movimiento Buenos Aires Hardcore en los años 90. Aquello fue el tronar de bandas formadas en los barrios porteños para tocar música a toda velocidad y distorsión, a la par que se agitaban -en su gran mayoría- consignas de vida sana, sin drogas y con cierta rigidez ideológica que los distinguía claramente del rock dominante de la época. El de la apología barrial, con su confusa pero contundente ideología revolucionaria que mezclaba al Che Guevara, los Redondos y Bob Marley.
En este repaso nacional también cabe la siempre extraña presencia e identidad musical de los Reynols, un grupo de música "experimental" que desafió prejuicios -uno de sus miembros es el baterista con capacidades especiales- y se proyectó al mundo como pocas bandas argentinas. Reynols official bootlegs Vol.1 y 2 incluye las películas inéditas Moros Ostros Tapes y Apola Baboro Tapes, con imágenes de una desconcertante performance de 1994 en Plaza Francia, y zapadas junto a los padrinos internacionales Nihilist Spasm Band y Lee Ranaldo en Nueva York entre otras rarezas. Al fin y al cabo, "raro" es un adjetivo que bien le cabe a este grupo. Tanto para los que conocieron sus andanzas como para los que descubrirán el discreto encanto de sus excentricidades.
Al margen de cualquier clasificación, Ryuichi Sakamoto y Rubén Blades superan la simple figura del músico (e incluso actor, ambos protagonizaron películas de alcance mundial) y son personajes relevantes de la cultura mundial de los últimos 40 años. Y como tales, tienen sus películas. Ryuichi Sakamoto: Coda, de Stephen Nomura Schible, es un testimonio vital del artista japonés en plena recuperación de una enfermedad que por poco se lo llevó a tocar el piano con Elvis.
A través de sus palabras, la música que compuso para películas que hicieron historia y la experiencia modernista que llevó adelante con The Yellow Magic Orchestra en sus años mozos, la película sirve para trazar un ajustado perfil de un músico inmenso.
Por su parte Yo no me llamo Rubén Blades, de Abner Benaim, aborda la relevancia del cantante, actor, abogado graduado en Harvard, ministro y candidato a presidente de Panamá. Algo más que el autor y la voz de Pedro Navaja, la canción de salsa más exitosa, masiva y lliteraria de la historia. Con mucho de autorreflexivo, el documental ancla en una idea inquietante para este tipo de artistas con su ego crecido y desarrollado por años. En un momento el mismo Blades dice que "tiene más pasado que futuro" y eso lo acerca a revisar su historia y su legado a modo de testamento anticipado.
Personajes que circulan en la periferia del dominante rock anglosajón de las últimas 4 décadas, protagonizan documentales de particular interés. Hello Hello Hello: Lee Ranaldo: Electric Trim, de Fred Riedel, retrata desde una particular mirada intimista la grabación del primer disco solista del guitarrista de Sonic Youth, buque insignia sónico del rock alternativo que explotó en el mundo con la irrupción de Nirvana. Aunque ellos fueron anteriores y claramente una de las influencias que inspiraron al bueno de Kurt Cobain.
Lejos de ese bajo perfil explícito My Life Story, de Julien Temple y Owen Lewis, es la historia de una vida increíble. La de Graham Suggs McPherson, el cantante de Madness. A los 50 este singular personaje, patrimonio cultural británico con su banda -la más grande del ska mundial-, se sube a un escenario de un club de comedia y a la manera de un stand up autobiográfico que incluye piano y voz, cuenta sus cosas con ese humor tan particular y distintivo que bien merecería disfrutarse con una pinta de cerveza (cosa que no está permitida en los cines, por cierto).
Sin la marca Sonic Youth y Madness como carta de presentación en tanto símbolos de dos décadas decisivas en el rock anglosajón, los 80 y los 90, otros dos personajes que más bien representan una nueva música en el nuevo siglo, fuera del eje Estados Unidos-Inglaterra, también son protagonistas. Matangi / Maya / M.I.A., de Steve Loveridge, posa su mirada sobre la cantante nacida en Sri Lanka que hizo de la combinación entre las raíces folklóricas de su tierra y la cultura hip hop de la Babel moderna Londres, una música bailable, seductora y narcótica. La curiosidad de la película para ojos argentinos es que comienza en Buenos Aires, cuando ella cantó en un festival alternativo con 40 grados de fiebre y aún así logró incendiar el escenario del Club Ciudad.
Más de culto aún es el pianista y cantante canadiense de habla francesa Chilly Gonzales, histriónico y ecléctico (autoproclamado presidente de la escena under de Berlín, su ciudad de residencia). Shut up and play the piano es una graciosa conversación de este hombre -colaborador estrella de Feist, Jarvis Cocker y Daft Punk– con la provocadora escritora alemana Sibylle Berg, en donde todo cabe: la música, el humor, la vida moderna y un poco más.
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Llega la edición número 20 del BAFICI, el festival que convirtió al cine independiente en un clásico