En las salas y en la calle: todas las formas de ver teatro en Bogotá

En el marco del Festival Iberoamericano de Teatro, ya pudieron verse algunas puestas del envío argentino que provienen de las provincia y tuvieron muy buena recepción. La capital colombiana aparece tomada por el espíritu teatral

Guardar

Bogotá, enviado especial. Tan hospitalaria con las manifestaciones del teatro, Bogotá es una ciudad algo hostil para el ciudadano de a pie. No hay red de subterráneos y las distancias son enormes o las agiganta un tráfico enrevesado. Tampoco es fácil calcular cuánto hace falta para llegar a cada una de las salas que exhiben las obras del Festival Iberoamericano de Teatro, dispersas en barrios a veces muy alejados. Se requiere cierta intrepidez, por lo general recompensada por la calidad de los espectáculos, en una programación que abarca desde propuestas sofisticadas hasta manifestaciones muy genuinas de la cultura popular. Es claro que la estimación inicial de unos 150.000 espectadores va quedando corta, y que la cifra se amplía sensiblemente con el correr del tiempo.

Compañía de tango de Leonardo Cuello. Foto: Augusto Starita / Ministerio de Cultura
Compañía de tango de Leonardo Cuello. Foto: Augusto Starita / Ministerio de Cultura

Como vinimos relatando, esta edición del FITB –que cuenta con la presencia de Argentina como país invitado de honor– quedó inaugurada el jueves pasado con el espectáculo de la compañía de Leonardo Cuello, que combina variedades del tango, destreza técnica y elementos de la danza contemporánea.

La obra se exhibió en el Teatro La Castellana, uno de los espacios cuya existencia Bogotá le debe al tesón de Fanny Mickey, madre tutelar del Festival, a la vez judía, argentina y colombiana.  En el frente del teatro cuelgan carteles anunciando las dos obras de Copi que podrán verse a partir de los próximos días: Eva Perón y El homosexual o la dificultad de expresarse, doble hit controvertido de la temporada del Cervantes 2017. Así como Todas las canciones de amor, la obra de Santiago Loza, con Marilú Marini y dirección de Alejandro Tantanian.

“Quiero decir te amo”
“Quiero decir te amo”

Otra de la salas emblemáticas concebidas por Fanny, la Casa del Teatro Nacional, alojó esta vez el sutil melodrama epistolar del argentino Juan Parodi y su breve elenco neuquino (tan solo dos actrices). El público local fue muy receptivo: "Quiero decir te amo es un triunfo del teatro de provincia", tituló hace unos días el diario El Tiempo.

Ballet Nacional de España
Ballet Nacional de España

El Ballet Nacional de España, dirigido por Antonio Najarro, se lució con Zaguán & Alento, que pudo verse en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. El primer acto explora la riqueza tradicional del baile flamenco y se desarrolla con música en vivo. La segunda parte se adentra en lo contemporáneo y sigue la partitura del compositor y guitarrista Fernando Egozcue. Las coreografías dialogan con formas de la danza clásica española y modalidades de lo que el director llama "danza estilizada". Rara vez puede observarse tal homogeneidad y sinergia en un elenco de esas proporciones.

El foyer del Complejo Cultural Santo Domingo
El foyer del Complejo Cultural Santo Domingo

Párrafo aparte merece el Complejo Cultural Santo Domingo al que pertenece el auditorio donde se presentó la compañía española. Inaugurado en 2010, contiene dos salas de teatro y una gran Biblioteca Pública. A la sencillez elegante de su diseño exterior –que usufructúa ecológicamente la luz natural–  se suman la comodidad y calidez de la sala principal, donde el material predominante en los palcos y "balcones" es un peculiar concreto rosso.

“El Fabuloso Mundo de la Tía Betty”
“El Fabuloso Mundo de la Tía Betty”

En la otra sala más pequeña de ese mismo complejo –bautizada Teatro Estudio-, se presentó en simultáneo El Fabuloso Mundo de la Tía Betty, dirigida por el rosarino Aldo El-Jatib, una obra que se inspira en la tradición del esperpento y que obliga al espectador a abandonar toda lógica y acoger los fantasmas que los actores conjuran. En el Teatro Estudio, más adelante, se representará Escritor fracasado, la pieza en que Marilú Marini dirige a Diego Bermúdez, en una adaptación del cuento tan célebre como corrosivo de Roberto Arlt.

Desfile del FITB
Desfile del FITB

El sábado a la tarde tuvo lugar la explosión popular del Desfile Callejero del Festival, esta vez bajo el nombre "El río de la memoria". Muchas compañías nacionales e internacionales de actores y bailarines serpentearon, en pleno barrio de La Candelaria, desde el Parque de los Periodistas hasta la Plaza de Bolívar, donde el evento –que duró unas dos horas– terminó con una batucada. Así se homenajeó la memoria de grandes figuras del teatro colombiano como Enrique Buenaventura, Farley Velásquez, Gilberto Martínez y Carlos Emilio Campos, más conocido bajo el nombre de "Campitos".

Sería impensable imaginar en Buenos Aires un evento teatral popular tan carnavalesco y exultante. Con todo, también aquí la Argentina encontró un modo oblicuo de acudir a la cita. Porque no faltaron los teatreros colombianos que desfilaron con pelucas rojas en honor de Fanny Mikey. Y poco después pasó otro bailarín alzando su retrato, como si se tratara de una santa popular.

Fanny Mikey honrada en el desfile del FITB
Fanny Mikey honrada en el desfile del FITB

Proliferaron los zancos, muchas veces combinados con rollers. Se sucedieron todo tipo músicas y de atuendos: folclóricos, urbanos, tropicalísimos, rockeros, indigenistas. Al festín acudió el mismísimo Diablo, encarnado por el director Misael Torres, travestido en comandante maléfico del desfile.

A la vez, en la calle uno podía probar varias de las mil y una frutas colombianas, entre ellas el delicioso "chontaduro", cuya cáscara es de un anaranjado carmesí. Al borde del desfile, entre lustrabotas y vendedores de crédito para el celular, puestos ambulantes ofrecían todo tipo de fritos: las clásicas papas, pero también "platanitos" y chicharrones.

En mesas montadas adrede se jugaban, a pesar del barullo, contemplativas partidas de ajedrez. La gran mayoría de los espectadores del desfile eran entusiastas empáticos y natos, pero había unos pocos –muy pocos– esnobs y más de un mendigo con media sonrisa de satisfacción.  Se trata de un evento que no sólo debería interesar a los cronistas, sino también a los antropólogos urbanos. El clima acompañó: todo anunciaba chubascos que, oportunamente, no cayeron. En el cordón de una vereda había un muchacho mecanografiando poemas a cambio de una propina.

Desfile del FITB
Desfile del FITB

Souvenir asiático, de la compañía colombiana Los Animistas, es otra de las obras centrales de la programación de este FITB. Lleva a escena la tragedia de las migraciones recurriendo al teatro de muñecos, actores, música y video. Incluso para los críticos resultó difícil conseguir entradas para esta pieza que se representa en el Teatro Colón. Considerablemente más pequeño que el de Buenos Aires, 16 años más antiguo, y más coherente –es decir, menos ecléctico– en términos arquitectónicos, el Colón de Bogotá es una joya del neoclasicismo latinoamericano de fines del XIX.

Teatro Colón de Bogotá
Teatro Colón de Bogotá

Aunque no pudimos ver la obra, al menos bajamos a las trampas y al foso de la orquesta y, debajo de la compleja tramoya, fue posible contemplar la escenografía de este Souvenir. La propuesta de Los Animistas alienta al público a interactuar con la escena, algo inhabitual tratándose de un coliseo de este estilo. Había enormes plátanos verdes de utilería, mudas de vestuario y, detrás de bambalinas, un enorme títere inerte esperando que alguien lo reanime en la próxima función.

En un domingo lluvioso, con las calles inundadas en parte –aquí dicen "enlagunadas"–, llegamos al Auditorio León de Greiff para ver Pixel Mountain, un trabajo concebido por la compañía australiana Stalker junto con artistas coreanos. El teatro –un auditorio muy años setenta– se sitúa en el vasto campus de la Universidad de Colombia, que alberga desde un Conservatorio de Música hasta un Laboratorio de Inseminación y Corral, pasando por una Capilla, la Hemeroteca Nacional, un Instituto de Genética y las diversas Facultades del caso.

“Pixel Mountain”
“Pixel Mountain”

Pixel Mountain mezcla teatro físico, circo contemporáneo y artes marciales con proyecciones interactivas. Colgados de lo alto, los actores ejecutan parsimoniosas coreografías que desafían la gravedad. Mientras bailan, horizontales, sobre la pared del fondo del escenario, un mapping reacciona en tiempo real a los movimientos que van realizando. La obra, confiada a cuatro intérpretes, procura crear un efecto inmersivo a través de un vértigo de la percepción: en ocasiones lo logra. Pero las expectativas eran tan altas –fue una de las obras más comentadas en el boca a boca–  que el espectáculo acabó siendo un poco decepcionante, incluso en cuanto a su extensión, bastante breve.

Durante nuestra estadía, en el contexto abigarrado de esta edición del Festival, pudieron verse dos de las obras argentinas que escapan al típico narcisismo porteño: un público nuevo pudo experimentar la propuesta conmovedora de la obra neuquina o la experimentación pesadillesca de la compañía de Rosario. Algo más tarde le llegará el turno a la mendocina Tu Veneno en mí, escrita y dirigida por Manuel García Migani. Más allá de los matices de la apreciación crítica, la inclusión de esa tríada de obras disímiles es un rasgo destacable del envío argentino. Ese pequeño desvío del porteñocentrismo supone un enorme desafío de coordinación institucional. ¿Será una tendencia que, con el tiempo, se profundice? ¿Redundará en contribuciones de calidad creciente?

La actual cooperación entre el Teatro Cervantes y el Instituto Nacional del Teatro, con su énfasis en obras itinerantes que desplieguen constelaciones alternativas, parece ir en esa correcta pero todavía empinada dirección.

 

_______

SEGUÍ LEYENDO

La Argentina, huésped de honor por partida doble en Colombia

Pablo Avelluto, en Bogotá: "Rechazo cualquier idea del uso de la cultura como propaganda"

 
Guardar