Aunque su rostro no es familiar para la mayoría de las personas, Roberto Guareschi es uno de los hombres más relevantes en la historia del periodismo gráfico argentino de las últimas décadas. Desde su cargo de secretario general de redacción, Guareschi lideró el proceso de modernización del diario Clarín en materia de contenidos durante la década del 90 y, por eso mismo, es de alguna manera el responsable de la modernización del discurso periodístico general, si se piensa en la influencia que Clarín tenía por entonces, tanto en el panorama de los medios como en el discurso cotidiano.
La modernización tenía que ver con los temas y con su tratamiento, pero también, y de manera contundente, con el lenguaje. Es por eso que para quienes participaron (y participamos) de ese momento, hay una imagen que condensa ese período y es "el fin de los occisos". Ocurre que bajo la dirección periodística de Guareschi se dejó de nombrar a los muertos como occisos, una categoría heredada de la retórica policial. Cada palabra que caía en desgracia por antigua en esa época de renovación discursiva pasaba a llamarse así: occiso.
De larga trayectoria en los medios gráficos, Guareschi sigue siendo referente de actualización en el periodismo. Su paso por Infobae TV, sin embargo obedece a otro de sus amores, la poesía. Por estos días acaba de ver la luz su primer libro de poemas, Románticos carnívoros, publicado por Ediciones del Dock. Se trata de un conjunto de poemas narrativos en los que es posible leer una memoria política y una memoria familiar, anclada en los ancestros italianos.
La mirada crítica de Guareschi sobre los años 70, en los que tuvo militancia política activa, se despliega en versos como: He visto a los tipos más jodidos/ un ansia fiera en la manera de mirar/ posar para la historia/ una tarde de verano en Roma/ remojándose los pies en la Fontana dei Quattro Fiumi/ calculan cuántos muertos necesita la Victoria/ te mandan en aviones como féretros/ y abrís los ojos colgado boca abajo en una luz de cuarzo./ La Victoria se te ríe en la cara y te despide.
O como: Hay humo y fuego en el auto sin puertas/ parece la boca de un pequeño escenario/ en el asiento de atrás hay una pierna/ vidrio como salmuera/ hojas de diarios/ y en el asfalto un zapato boca abajo./ El chofer sigue sentado/ la bomba lo dejó entero/ un tajito le sangra en un costado de la frente/ parece listo/ para seguir viaje al ministerio antes de que sean las nueve.
Lo que sigue es la reproducción de una charla en la que la escritura, la política y el periodismo se dieron la mano. Y en la que Guareschi opinó sobre la idealización que se hace de los años 70 (lo que llama "una pobre mentira"), explicó por qué cree que la izquierda armada fue funcional a la llegada del golpe de Estado del 76, habla sobre cierta derechización de la sociedad a lo largo del tiempo y reflexiona sobre los problemas de rentabilidad del periodismo, que provocaron lo que entiende como un "achatamiento del oficio".
— Tu libro se llama Románticos carnívoros. ¿Por qué poemas? ¿Por qué ahora?
— Mirá, no te podría dar una razón muy precisa porque yo escribí el primer poema una mañana en la redacción de La Razón, no sé por qué. Agarré un lápiz y me salió el primer poema.
— ¿Año?
— 1969. O sea, una pila de años. En esa época yo quería escribir cuentos y novelas. Había estado en Letras, después me fui cuando me di cuenta que estar ahí no servía para escribir, en todo caso servía -o al menos yo lo interpretaba así-, para ser un buen crítico literario.
— Para aprender a leer, digamos.
— Para aprender a leer, ahí está. Y bueno, yo había dejado Letras porque había pasado al periodismo. Y bueno, ahí, no sé por qué, escribí. Era como que me salía en verso ¿entendés? Para esa época no es que yo no leía poesía, mi primer contacto realmente apasionado fue con Cendrars.
— Sí claro.
— Blaise Cendrars. Que me pareció extraordinario. Yo lo cuento ahí en la solapa del libro, me metí en una librería de viejo en Corrientes y había una pila así de libros. Y lo agarré, nunca había leído a Cendrars, y se me puso la piel de gallina, no podía creer lo hermoso que era. Posiblemente porque a mí me gustaba la narración. Pero pese a ese contacto tan fuerte yo escribí toda la vida de vez en cuando, ¿no? Así, por rachas.
— Pero seguiste escribiendo poesía.
— Sí. Y entendía que no era para publicar.
— ¿Era para vos?
— Sí, para mí, para algunos amigos. Bueno, qué sé yo, les mostraba, les mandaba a amigos y eso. Y les gustaba a mis amigos. Y, después, yo creo que fue el hecho de dejar el periodismo, creo que fue eso. Yo me fui del periodismo hace 15 años, se cumplieron hace tres días 15 años. Y yo te digo que en esos 15 años, en términos de cultura yo aprendí muchísimo más que en los 15 años antes de irme. O sea que estoy casi por decir que el periodismo embrutece (risas).
— Todavía no lo digamos… Pero estaba pensando, decís que aprendiste más, aprendiste más como lector y aprendiste más en la escritura, también.
— Sí, sí.
— Y estuviste trabajando en talleres de poesía, estuviste haciendo clínicas.
— Ahora, en los últimos 4 años empecé a trabajar con Tamara Kamenszain. En general los talleres son grupales, el trabajo con ella es uno a uno. Y me vino maravillosamente bien porque me amplió el mundo de la poesía y me estimuló mucho, es muy estimulante trabajar con Tamara.
— El libro se llama Románticos carnívoros y uno podría pensar que es algo así como una autobiografía política, un libro de memorias en verso. Está dividido en dos partes, claramente en una tiene que ver con estas memorias más políticas o de la vida cercana a la política de un autor durante los años 70 y la otra parte tiene más que ver con la vida privada, con la vida familiar si se quiere, con los orígenes italianos y demás. ¿Siempre trabajaste alrededor de esos temas? Porque uno podría preguntarte por qué escribís sobre los años 70 ahora.
— Mirá, empecé por los íntimos, en alguna medida por mi familia original. Pero antes de eso escribí un poema, que me lo inspiró la memoria de un amigo mío que había sido desaparecido durante un tiempo. Y quedó ahí ese poema, no sé por qué quedó ahí. Era como que no me convencía. Y entonces abordé toda esta cuestión más íntima, más personal. Y entonces trabajé bastante con eso y un buen día retomé el poema de mi amigo el Gordo Chimirri (N. de la R.: se refiere al periodista argentino Héctor Chimirri, fallecido en 2002). Era un poeta de la amistad, no escribía. Y eso es como que me abrió una cosa que yo tenía y que era como muy sentida. Y después de escribir todo eso, me di cuenta que me gustó percibir no digo la calidad de los poemas sino el hecho de que ponía desde mi punto de vista un punto de vista distinto de los más comunes respecto de los 70 digamos, desde la derecha y desde la izquierda montonera.
Yo estuve cercano a Montoneros, si bien nunca estuve en la acción armada
— Es decir descalificación o idealización, algo así.
— Exactamente, tal cual. Yo estuve cercano a Montoneros, si bien nunca estuve en la acción armada. En el libro hay un poema que cuenta cuando me ofrecieron recibir instrucción militar. Instrucción militar se decía. Lo más importante era que a mí me llegaba… sentía yo una necesidad de expresar eso, de hacer como una crítica. Al mismo tiempo yo creo que es como una especie de crítica, cómo te puedo decir, una crítica…
— Amorosa.
— Amorosa, sí.
— Pero es lógico, es tu juventud, son tus amigos, son tus amores. Hay algo con la idea del nombre Románticos carnívoros que también podría haber sido Románticos caníbales, en un punto.
— Sí, ¿vos sabes que lo pensé?
— Esa idea está muy bien porque junta ambas cosas. En definitiva nosotros periodistas podríamos decir "claro, con el diario de hoy podemos decir montones de cosas".
— Sí, sí.
— Pero en esta cuestión nostálgica, esta idea de qué extraña uno de entonces, es que se extraña a uno mismo, también.
— Tal cual, tal cual. Ojalá nunca haga lo que hacen los viejos que es decir: "todo tiempo pasado fue mejor, el que viene es una porquería sobre todo porque yo no voy a estar…".
— Pero es cierto que uno necesariamente idealiza la juventud ¿no?
— Sí claro, claro.
— Los sueños de uno.
— Ah mirá, me parece que en términos políticos yo no la idealizo. Yo creo que eso se ve en los poemas, hay como una especie de dolor por lo que fue, pero no por lo que pudo haber sido porque creo que no pudo haber sido otra cosa que eso.
— Vos estás diciendo que en realidad no estás pensando en una especie de idealización de una derrota. La derrota era inevitable, estás diciendo.
— Claro, exactamente. La derrota era inevitable desde que arrancó la cosa. Yo, cuando mataron a Rucci dije "estos están locos, me voy". Pero mucha gente siguió. Era como una cosa muy dolorosa para mí ver eso, cómo iban al matadero. Hay un poema que habla de eso. Es como que los que están yendo al matadero son los desaparecidos. O sea, es una historia terrible para mí. No sé, todavía hay muchos desaparecidos que no se recuperaron. No digo vivos, ni siquiera restos.
— Ahora, qué pasó durante los años del kirchnerismo en los que este tema era un tema cotidiano, permanente, ¿qué te pasó que ese libro de poemas no se hizo en ese momento y se hace ahora?.
— Y bueno, ojalá lo hubiera podido hacer en ese momento. No sé, no estaba en esa temática. Hubiera sido mejor, creo que hubiera sido más útil. Porque me parece que ahora, todavía queda esa cosa de romanticismo, idealización, "nuestra generación era la que tenía ideales, esta generación no tiene ninguno, nosotros éramos profundos, interesantes, lindos, estos son pibes" ¿viste? "No saben nada", etcétera.
— ¿Qué pensás de todo eso?
— Que es una pobre mentira. Y es una especie de ofensa para los pibes ¿no? A mi hijo ni se le ocurre una cosa así, carnívora.
— Tu hijo que tiene cuántos años.
— 23. Ni se le ocurre, está en otro mundo, y por suerte. Ahora, los pibes de La Cámpora creen en una epopeya que no existió y en una epopeya que no existía en el momento en que ellos la ubicaban. Yo era amigo de Cámpora, en fin, todo lo amigo que se puede ser de un político. Vivía al lado de su casa, encima. Era un gran tipo, y también era un hombre tan limitado, tan limitado. Cómo exaltar a Cámpora… Exaltaban a Cámpora porque lo habían exaltado los Montoneros, porque no tenían otra entrada hacia Perón.
Los pibes de La Cámpora cree en una epopeya que no existió y en una epopeya que no existía en el momento en que ellos la ubicaban
— ¿No había otra figura para exaltar decís?
— No, no tienen nada. En esa generación qué van a exaltar ¿a Firmenich?
— Claro.
— Así que. Pero no sé, a mí me gusta, obviamente me gusta Leónidas Lamborghini. Me gusta también el hermano. Pero desde esta perspectiva de una cosa más de épica, yo le puse a esa parte del libro "Una épica local", porque me pareció muy fuerte poner "Una épica de cabotaje", pero ese era el sentido.
— "Local" es menos descalificador.
— Claro, exactamente. Local era más…
— Más irónico, tal vez.
— Sí, sí. No, yo no quería hacer una… No hago ironía.
— Roberto, vos, que sabías imaginar un público para ese diario Clarín de los 90, el que dirigías, cuando imaginas un público para tus poemas, ¿a quién imaginas como lector?
— A mí me gustaría imaginar a, no sé, a gente más joven que yo. Ojalá la encuentre. Tengo miedo de quedarme entre la gente de mi generación. Si bien obviamente les va a interesar más a los de mi generación, me gustaría, y pienso que por el lado de la narratividad…
— ¿Siempre escribís poemas narrativos?
— Sí, sí. Ahora estoy escribiendo alguna cosa. Pero me salen poemas, no sé, me salieron tres poemas sobre la muerte, y yo digo "a mí no me interesa hablar de la muerte". Es la muerte ¿viste? Chau. Cuando yo era adolescente los poemas eran de muerte. Si fueran de muerte…
— Cuando decís "me salieron" ¿te despertaste con eso en la cabeza? ¿Te sentas aplicadamente a escribir?
-Es muy raro que un poema te salga pum. Yo me siento todas las mañanas.
— Ah, por eso, tenés una rutina.
— Sí, me siento siempre. Y si no me sale nada, no sé, a veces hago esta cosa de la escritura automática que algunas veces, no muchas, me ha dado resultado. Después me ha ocurrido una cosa muy feliz en un par de poemas que escribo de manera casi automática y después lo dejo ahí, al día siguiente lo veo y de pronto tacho, encuentro el verso, lo corto, y quedó bastante bien. Y después bueno, siempre lo trabajas más. En general lo que me pasa es que encuentro un germen, una cosa pequeña que después la voy desarrollando.
— Cuando arrancamos ironizaste un poco con "el periodismo embrutece". ¿Estamos más brutos los periodistas?
— Uf. Me parece que el problema de rentabilidad que tiene el periodismo es un problema que simplemente ha achatado al periodismo. En general, digamos, no siempre pero se le achaca esto a las nuevas generaciones, dicen "vienen sin formación", qué sé yo. Vos te acordarás en el diario que lo que hacíamos nosotros era tener capacitación permanente. Vos no te podés quejar de que la gente viene poco preparada. Primero, la tomaste vos. Y segundo, no la capacitaste. Entonces viste, no es la reacción correcta. Pero yo creo que lo que embrutece al periodismo es eso, el problema económico que tiene. Para usar una expresión vieja: las mentes más brillantes hoy no van al periodismo.
Para usar una expresión vieja: las mentes más brillantes hoy no van al periodismo
— ¿Pero no hubo un momento en donde hubo un exceso de gente que fue al periodismo?
— Sí.
— Es decir, ¿no hubo una sobrealimentación del oficio? Algo así como en un momento fue trendy estudiar psicología, y luego se hizo tendencia hacer periodismo y hay tanta gente ahí que…
— No hay mercado.
— Claro, que no cabe.
— No hay mercado, no. No había mercado antes ¿viste? ¿Qué fue, en la época de Alfonsín que empezó la carrera de periodismo?
— Sí.
— Y no había mercado ya entonces. Cada vez se puso más de moda, no sé cómo llamarlo.
— Sí, sedujo a más gente.
— Sí. Y yo creo que en determinado momento la cosa fue "no sé qué hacer, hago periodismo." El periodismo, creo, está al alcance de cualquiera. Que lo único que se necesita es un poco de oficio y que ese oficio se adquiere rápido.
— ¿Se siguen necesitando periodistas hoy que todo el mundo se comunica de tantas maneras diferentes?
— Me parece que sí, que cada vez más. Porque lo que iba a ser, te acordás, la gran promesa internet era que se iba a poder hacer un periodismo de la gente. Se iba como a extender la capacidad de producir medios y producir una forma de periodismo que se iba a extender a la gente. En general no ocurre eso, los medios sociales por ejemplo, que hay algunos muy buenos, siempre es una cosa pequeñita. Yo creo que en parte es por falta de profesionalidad. Y en parte también porque el espíritu de la época es contraria a la participación, a la justicia, a la cosa equitativa. Y entonces es como que la sociedad en general se derechizó bastante.
— ¿A ver, cómo sería eso?
— Mira, para volver brevemente a los carnívoros. Los carnívoros de nuestra generación lo que hicieron fue precipitar un quiebre monumental que se produjo en el 76. Luis Alberto Romero dice que en el 76 fue el momento de mejor distribución de la riqueza en la Argentina y los que estábamos en esa época militando, yo era un militante gremial, nos creíamos que estábamos en el peor de los mundos, en el país más inequitativo. Y en realidad lo que hizo la izquierda armada fue precipitar y acelerar y darle excusa, digamos, a la represión. A una represión que no se iba a poder contrarrestar. Delirante. A partir de ahí, que en realidad el golpe fue para terminar con el movimiento obrero, ese fue el motivo, terminar con esto de que la Argentina –que todavía queda un poco- es un país que tiene, digamos, gremios fuertes y una cierta conciencia, cada vez menor, de los derechos de un tipo que labura. Entonces bueno, Alfonsín hizo lo que pudo, tampoco es que era un gobernante de vuelo. Y Menem hizo lo que pudo para parar esta tendencia que ya se convertía en tendencia universal hacia la derecha, hacia el neoliberalismo. Y Menem directamente…
Lo que hizo la izquierda armada fue precipitar y acelerar y darle excusa a la represión
— Precipitó eso.
— Abrió el país a eso.
— Pero igual, vos que sos una persona que manejó la sección de Internacionales, eso tiene que ver con un contexto, no es una cosa aislada.
— Claro, sí, sí.
— Por eso, hay algo que tiene que ver con un movimiento, lo estamos viendo en el mundo en este momento, ni que hablar con lo que está pasando con quién está en este momento en la Presidencia de Estados Unidos que es muy simbólico de todo esto ¿no?
— Claro, sí. Ahora, vos fijate que, a mí me da toda la impresión, no estoy haciendo futurismo, me parece que Trump es una especie de extremo ya y que posiblemente se equilibre un poco para acá ¿no? Se está como descompaginando todo, no sé. Pero estamos hablando de política (risas).
— Volviendo al tema de los medios. ¿Hay cosas que te gustan en los diarios de hoy?
— Sí, hay muchas cosas que me gustan. Hay columnistas que me gustan, aunque yo no comparta su punto de vista. Me gusta la manera en que fundamentan lo que dicen. Se ve que hay detrás una cosa sólida, una formación que les permite decir cosas. Y hay otros que son pobres ,muy pobres.
Hay pocos columnistas que opinan en serio, el resto son como regurgitadores, repiten lo que dicen otros
— ¿Hay exceso de opinionismo en la prensa argentina?
— No sabría decirte. Me da la impresión de que opina todo el mundo. Hay pocos columnistas que opinan en serio, el resto son como regurgitadores ¿viste? Repiten lo que dicen otros. Y hay otra cosa muy desagradable que es esto de cuantas más malas palabras digo, cuanto más malo me muestro, eso da rating, desgraciadamente eso da rating. Y la gente suele decir "qué bárbaro éste tipo, cuando tiene que decir algo lo dice, no se guarda nada".
— ¿Por qué es importante escribir bien para ser periodista?
— Vos tenés un compromiso de ser claro, si no escribís bien no sos claro. Y porque me parece que escribir es la forma más eficaz, posiblemente la más exigente forma de pensamiento. Vos podés hablar pero si hacen una transcripción de lo que uno dice después dicen bueno, ahí están a la luz contradicciones, pavadas. En cambio vos mismo cuando estás escribiendo te das cuenta de cómo sostenés esto. Y además te das cuenta que la estructura que vos empezaste de pronto se va al diablo. Te fuiste, chau. Si no sos consciente de eso, si no sos consciente de que te fuiste, junto con vos se va el lector, pero se va del diario. Se va del canal, se va de la revista, de lo que fuera.
Escribir es la forma más eficaz, posiblemente la más exigente, forma de pensamiento
— Entonces, todo tiempo pasado no fue mejor.
— No, no, ojalá que se encuentre una manera de hacer periodismo sustentable. No sé bien, yo todavía no la veo. Pero mejor que sea pronto porque cada vez es más difícil. Y cada vez hay… Digamos, brevísimo, las grandes empresas, Google, Facebook, etcétera, esas están por invadir el periodismo, ya han invadido el conocimiento, la distribución de conocimiento lo han invadido tremendamente, y el próximo es el periodismo. Vas a ver que en algún momento Facebook, Google, Apple, Amazon, van a hacer periodismo.
LA ENTREVISTA COMPLETA, ACÁ
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