La noche de las librerías: cuando la calle Corrientes se transforma en el asfalto de la literatura

Cuando Corrientes se cruza con Callao. O con Montevideo. O con Talcahuano o Libertad. En cada uno de esos puntos se realizó el sábado 10 “La Noche de las Librerías”, el ya clásico evento de la ciudad de Buenos Aires que propone volver a hacer de la calle que nunca duerme un reducto de lectores, escritores y de libros. Y una vez más lo logró

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Los anuncios meteorológicos auguraban lluvia y fin entonces de los planes de instaurar livings frente a librerías emblemáticas de la avenida Corrientes (pero, ¿hay algo más emblemático en la avenida Corrientes que las librerías, además de sus pizzerías?) y el temor se trasladaba a los semblantes de los organizadores, pero el dios de la lectura quizo que la lluvia no se hiciera gotas durante la jornada, y el evento resultó un éxito.

Desde Claudia Piñeiro a Juan José Campanella, pasando por Florencia Etcheves, Mariana Enríquez, Miriam Molero, Eugenia Zicavo, hasta Darío Sztajnzrajber o Diego Golombek, literatura, cine, periodismo, filosofía y ciencia se dieron cita para conversar con los lectores de los libros que difunden a esas disciplinas. Cruces. Como Cuando Corrientes se cruza con Callao.

Mientras en el asfalto la historietista Clara Lagos brindaba un taller para niños sobre cómo hacer un cómic ("Siempre es bueno que a nuestro personaje lo acompañe otro, diferente, a ver, ¿cómo se llama este chico que dibujaste?", le pregunta a una nena de siete años. "Tito". "Y está solo". "Pero ahora con animales, voy a dibujar un león") en el primer piso de El gato negro, ese café en el que al ingresar se conjugan los aromas de hebras de tés de todo el mundo, se desarrolla una jornada de lectura y diálogo de mujeres escritoras.

Claudia Piñeiro lee "Basura para gallinas", un cuento desgarrador sobre el aborto -pero que no menciona en ningún momento la palabra "aborto", pero en el que abundan las agujas de tejer, la sangre, los restos- de manera muy apropiada luego de la gran manifestación por la legalización del embarazo interrumpido. La realidad se cuela entonces en la jornada. De modo estremecedor. El gato negro será el escenario de la voz literaria femenina hasta el fin de la jornada.

La avenida tomada por los transeúntes. A cada paso una mesita de una librería llegada de otro barrio que llevó desde su barrio el catálogo de los libros a la venta. Unas decoradas con mantelitos blancos a pintitas rojas como para ir a un picnic, ya que de eso se trata: un picnic de la cultura. Allí están los libros de Eloísa Cartonera realizados con tapas corrugadas y papel reciclado y ahí está su adalid el poeta Santiago Vega -también conocido como Washington Cucurto- ofreciendo y explicando el catálogo a quien quiera preguntar. Allá están los libros de la editorial Rudolph Klement de dura literatura trotskista de la mayor ortodoxia. Por otro lado una mesa con libros gastronómicos y por el de allá, libros infantiles cuyas protagonistas son las antiprincesas. Y en cada espacio: hombres, mujeres y niños curioseando -y comprando- los materiales de lectura del próximo periodo.

En uno de los livings la decana de los periodistas científicos Nora Bar entrevista a Diego Golombek, ese señor biólogo que enseña qué tiene que ver la ciencia con la vida cotidiana y juntos se embarcan en una discusión sobre el voto electrónico y sus desventajas, porque la realidad no deja jamás de irrumpir en el trazado de la avenida Corrientes desde Callao hasta la 9 de Julio. El ministro de Cultura porteño Enrique Avogadro llega en subte y conversa un breve instante con Infobae: "Esto es una fiesta -dice-. Hay una relación muy importante del libro con los argentinos. La ciudad de Buenos Aires tiene más librerías que todo el Brasil y es la ciudad que más librerías tiene en el mundo. Esta es una celebración de la relación entre los lectores y el objeto libro, los anaqueles, la lectura".

Josefina Licitra entrevista a Carolina Aguirre sobre literatura y vida. ¿Cómo se moldea el material de la experiencia para que quepa en una columna dominical? "Cuando acepté la propuesta -dice Aguirre- pensé que iba a ser fácil, pero no es así. Creo que algunas veces salió bien. Traté de usar un método que se usa para los guiones, que es armar tres líneas narrativas que terminen confluyendo". Porque además los escritores se ocupan de mostrar sus técnicas, de exhibir sus procedimientos para que el público que no sólo quiera comprar libros, sino hacerlos, tenga espacio para que esos métodos se compartan. Licitra le dice: "Vos sos una referente de twitter".

-No, cerré mi cuenta.

-¿Cómo? ¿Por qué?

-No quería ser parte de un engranaje que era nocivo. Hay estudios que indican que gran parte de las lecturas de los posteos provocan, mayoritariamente, envidia y agresividad entre sus lectores. Si alguien pone una foto de un viaje, el lector envidia ese viaje. "¿Por qué ella viaja y yo no?". Y luego el algoritmo detecta un interés en ese post y le ofrece ese mismo viaje en 24 cuotas a la persona que leyó. Y una se convierte en una herramienta de ese mecanismo. Sin embargo, me gusta escribir las bajadas de instagram. Creo que es un género. Me gusta mucho ver qué escribo para cada foto.

Y un momento de esa conversación se transforma en una discusión sobre los microrrelatos del yo que se producen en las redes sociales, lugar donde -como dijo el filósofo ruso alemán Boris Groys- todos somos artistas.

Las librerías explotan. Los anaqueles ven manos y manos que toman sus libros para explorarlos, los pasillos están tomados por los lectores en búsqueda de su autor. Gustavo Luraschi, presidente de la Asociación de Amigos de la Calle Corrientes, está exultante. "Esto es muy positivo -dice a Infobae-. Viene gente a esta avenida, se recobra esa relación del libro con el público que nos hizo tan característicos, una vez al año esto se llena. Además, quienes compren libros tienen, con su ticket, el beneficio del diez por ciento de descuento en los restaurantes de la avenida. Y dura una semana ese beneficio". Así que, señor lector, si compró un libro este sábado sepa que tiene un beneficio a la hora de invitar a comer a su familia, pareja, amante o amigo en alguno de los varios restaurantes de Corrientes.

Los hermanos Andrés y Tomás Rieznik presentan su libro Retos asombrosos, donde la física se convierte en experimentos realizables en el hogar para demostrar que la ciencia no es una cuestión privativa de los laboratorios. Claudia Piñeiro se sienta junto a Nicolás Gil Laavedra, el director de Las grietas de Jara, para conversar sobre cómo se adapta una novela al cine. "Les recomiendo que, si no leyeron la novela, vean la película antes", dice Patricio Zunini, un animador de la literatura y escritor él mismo, que pronuncia /Saér/ al nombrar al escritor santafesino y provocar una polémica sobre cómo se le dice al escritor que todos conocimos como /Sáer/. "Yo tenía una imagen de Pablo Simó al escribir la novela porque al escribir un personaje una diseña esa forma -cuenta Piñeiro al público-. Sin ningún tipo de pretensión, creo que cuando Flaubert dijo: "Madame Bovary soy yo" (Nota del redactor: 'Madame Bovary c'est moi', digámoslo en una crónica con pretensiones) es lo que nos pasa a todos. Pero cuando vi al Joaquín Furriel de Nico en la película, ahora para mí Simó es él". En el público se encontraba Ricardo Gil Laavedra, padre de Nicolás y pareja de Piñeiro. Casi una celebración del día de la familia literaria y política.

Mariana Enríquez contando sobre los cementerios que visitó uno a uno por distintos países del mundo para ver cómo es esa relación con el postmortem en el orbe, Javier Sinay y sus búsquedas sobre los orígenes judíos de las colonias en Entre Ríos, Diana Maffia y la filosofía hoy en el marco de la mujer, Elena Roger cantando en el escenario central embarazadísima junto al conjunto Escalandrum, Axel Kuschevatszky recién llegado de la alfombra roja de los Oscar para entrevistar al director de cine Juan José Campanella ("En términos generales, una página dura un minuto de película, por eso un guión de 90 páginas es ideal", dice el cineasta), el público que es el público que ríe y toma notas y ríe y luego pide autógrafos y después va a comprar un libro.

La periodista Mariana Merlo entrevista a otros periodistas, pero que escriben también ficción. Florencia Etcheves -que acaba de dejar su trabajo en TN después de tantos años-, Reynaldo Sietecase y Miriam Molero. Todos trabajadores de prensa reconocidos en el oficio pero que también se dedican a la ficción. Sietecase, rosarino él, cuenta que empezó escribiendo literatura pero que al llegar a una redacción y ver que había gente a la que le pagaban por escribir, encontró su labor en la vida. Etcheves va por su tercera novela -la última es Cornelia- y se encuentra a punto de estrenar el film basado en ella. "Es un ejercicio de ego -cuenta-.

El guionista Jorge Maestro venía y tiraba un montón de páginas de mi novela que le parecía que no servían y yo sufría mientras él las desechaba. Pero son dos lenguajes distintos y es toda una experiencia". Sietecase remarca que en esta región del mundo lo inverosímil se transforma en real: "Lean el discurso de García Márquez al recibir el Nóbel, se trata de esto. En este país se tiraba al mar a adversarios políticos. Parece una fantasía, pero así sucedió". Etcheves: "Para investigar para una novela fui a un pueblo de la provincia de Buenos Aires y le pedí un vaso de agua a la madre del cura del lugar, mientras le señalaba el dispenser. 'No', me dijo, 'para vos tenemos otra agua'. ¡Y me dio agua bendita!".

Molero -sobre cuya novela El rapto Merlo dijo que le enseñó mucho sobre el sexo y que es una comedia policial- dice: "Hace poco hablaba con una escritora y me decía que le parecía muy bueno el recurso imaginario de un premio dado a un actor porno no participacional. ¡Pero eso es real! Un amigo mío trabaja en películas pornográficas pero no tiene participación activa. Entonces le dieron el premio por la intensidad de su mirada al ver el acto de los otros". Oh, la realidad. Ese dispositivo tan parecido a la literatura. Reunido durante una noche en la calle Corrientes, en su cruce con varias disciplinas.

(Fotos de Gustavo Gavotti)
(Fotos de Gustavo Gavotti)
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