El idioma de los argentinos entre suturas, exabruptos y lenguas filosas

Tanto en el día a día como en la literatura, el término lunfardo “orto” se alterna con el español “culo” y sus derivados en una profusa fraseología que el hablante emplea, por su efecto humorístico, su carga expresiva o su voltaje agresivo, en lugar de las formulaciones académicas. En esta nota, un repaso por algunos ejemplos

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En estos días, nuevas escuchas de la ex presidenta confirmaron su singular elección de ciertas formas del habla
En estos días, nuevas escuchas de la ex presidenta confirmaron su singular elección de ciertas formas del habla

Esta nota contiene imágenes sensibles. Al menos, para quien se haya sentido escandalizado por el "Que se suturen el orto", surgido de las recientes escuchas de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Pero alguien puede negar la potencia imperativa de esa frase, al margen de que el contexto diera lugar a algunas dudas de orden semántico? Más allá de la elíptica alusión a una figurada "rotura", como posibles interpretaciones aparecieron: "Que se arreglen", "Que se embromen" y con más frecuencia "Que se callen", aunque la lectura más directa es la de una humorística maldición de valor general.

El lunfardo "orto" se alterna con el español "culo" en una profusa fraseología cotidiana, que el hablante emplea, por su efecto humorístico, su carga expresiva o su voltaje agresivo, en lugar de las formulaciones académicas. La literatura y los diccionarios recogen muchas de estas construcciones metafóricas. "Cara de", "pelarse el", "cerrar el", "caerse de", "venir de" o "meterse en el" circulan indistintamente combinados con cualquiera de las dos voces, y con un sentido tan familiar que no admite aclaraciones.

La RAE recoge como "malsonante" el sustantivo "lameculos": persona aduladora y servil. El Diccionario del habla de los argentinos se ocupa de una acepción de "culo" originada en el antiquísimo juego de la taba, popular en las zonas rurales, que consiste en tirar al aire una taba o hueso de carnero (el astrágalo), dependiendo el resultado de la posición en la que caiga la taba: suerte (si cae con la parte lisa hacia arriba) o culo (si cae con la parte hueca). En El casamiento de Laucha (Roberto J. Payró, 1920) aparece: "Agarraba una taba y ¡culo! sin fallar". Es el origen de la expresión "echar culo", aunque esta derivó en múltiples usos, desde "engreírse" hasta "engordar". Curiosamente,  "culo" es sinónimo extendido de buena suerte y no de mala como en la taba. Tener "más culo que cabeza" se emplea para atribuir los logros de alguien a su buena suerte más que a su mérito personal.

Fogwill, retratado por Alejandra López
Fogwill, retratado por Alejandra López

En la poesía de Fogwill aparece el verbo derivado "culiar" (también "culear"):

"Cómo duermen los turros

Y eso que no hicieron un carajo en el día

más que chupar, porriar,

culiar

y hablar güevada…"

El diputado Di Palma tuvo expresiones sobre la despenalización del aborto que fueron repudiadas
El diputado Di Palma tuvo expresiones sobre la despenalización del aborto que fueron repudiadas

La RAE registra "culear: realizar el coito". El diputado Marcos Di Palma llevó a la primera plana el verbo "culear" este viernes, en el contexto de su repudiada argumentación contra la legalización del aborto: "Hay que enseñarles a los chicos a que culeen bien, a que se pongan condones, forros, como le quieran llamar los pibes ahora".

Tapa del libro de Osvaldo Bazán
Tapa del libro de Osvaldo Bazán

El Diccionario de Americanismos recoge la variante "culiar", el derivado "culeado" y otras acepciones específicas del verbo "culear" en la Argentina: "someter sexualmente a alguien"; "estafar o producir perjuicio general a una persona"; "superar ampliamente al rival en una competencia". Y a propósito, en su Historia de la homosexualidad en la Argentina, Osvaldo Bazán examina el repertorio de los cantitos de las hinchadas de fútbol. "El porqué cientos de miles de argentinos eligen para gritar consignas en donde el culo es un elemento central, es un misterio. Alcanza simplemente con escuchar a las hinchadas (…) para medir el tamaño de su obsesión", observa Bazán y transcribe, entre muchas otras: "¡Mirá, mirá, mirá!/¡Sacales una foto, se van a (lugar de origen del cuadro rival)/con el culo roto!"

"Culo roto" se extiende al uso como sustantivo. En la novela Los Sorias, de Alberto Laiseca, encontramos: "Pero ahí no terminó la cosa, porque un instalador que estaba ligado conmigo y había oído todo, me dijo cuando Ferrini colgó: 'Mucho ojo con ese culo roto, que ahora se hace el bueno porque todos lo odiamos.  Quiere congraciarse con los instaladores y va y nos mama los calcetines'".

Alberto Laiseca (Télam)
Alberto Laiseca (Télam)

Si hay "culo roto", también hay "culo sucio", nombre de un popular juego de naipes, pero asimismo empleado, en la construcción "tener el culo sucio" para referirse a quien comete una falta, con el matiz de tener conciencia de ella. Esta expresión también fue alguna vez titular de diarios, para volver a la política, cuando Julián Domínguez habló sobre el caso de los bolsos llenos de dólares del funcionario José López: "El que tenga el culo sucio va a tener que dar un paso al costado".

Otras fórmulas corrientes: "algún culo sangrará" (alguien se hará cargo); "querer cagar más alto que el culo" (tener ambiciones desmedidas); "culo veo, culo quiero" (para referirse a una persona antojadiza); tener o volver con "el culo entre las patas" (es decir, arrepentido y apocado). Jorge Asís emplea en Carne picada: "Sin embargo ahora, con el culo sorprendentemente entre las patas, pensaba en un fracaso probable, que le proporcionaría un triste apresamiento…"

Jorge Asís
Jorge Asís

En cuanto a la voz "orto", el lunfardista José Gobello (Nuevo Diccionario de Lunfardo) da como probable origen "el castellano 'hortelano', que por juego paronomástico nombró al ano y luego se abrevió en 'orto'". Por su parte Oscar Conde (Lunfardo. Un estudio sobre el habla popular de los argentinos) anota el vesre con cambio de acento "toor". Leemos en Osvaldo Lamborghini –M'hija (Fulgurante)–:

"Y con el mío, con mi adrede más osado, a Reyné –la despedida, alma de mi alma– le acaricié las nalgas. Como para que Lineo me dijera (cosas son del Salón Literario), como me lo dijo:

–A ese orto olvídalo: ahora es mío."

En Las Tumbas, de Enrique Medina, "orto" es voz frecuente:

"Se llevaron la ropa de Culo Sentado y nunca más lo vimos. La encanada general incluía el postre, de esa no nos pudimos salvar. A la semana se empezó a rumorear que Culo Sentado estaba bien y que le habían tenido que coser el orto. A la segunda semana volvimos a ver el postre".

Una de las primeras ediciones de “Las tumbas”, de Enrique Medina
Una de las primeras ediciones de “Las tumbas”, de Enrique Medina

Pero la referencia a tal sutura está lejos de ser novedosa. Del repertorio jocoso de rimas tradicionales canarias, proviene una cuyo origen se pierde en el tiempo, que con variantes circuló en distintos lugares de América, y que el reciente episodio de las escuchas viene a actualizar del modo más inesperado:

"Con una vara de mimbre

te voy a coser el culo,

no te quedará bonito

pero te queda seguro…"

 

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