Y un día de 2015, los Premios Nacionales de Literatura no tuvieron manos de escritores en las cuales caer. Si bien habían tenido un lapso de ausencia luego de la crisis de 2001, habían comenzado a entregarse desde 2011, pero poco duró el reconocimiento a los autores que el Estado realiza. Y ahora muchos se preguntan qué fue o qué será de ellos.
Los Premios Nacionales de Literatura son los galardones que se otorgan a la excelencia, es decir, al tiempo de una carrera, que es el requisito más contemplado por los jurados, y consiste -o consistía en su última edición de 2015- en un premio en efectivo de 50 mil pesos y una pensión equivalente a cuatro jubilaciones mínimas de por vida. La historia de los Premios Nacionales tuvo entre sus reconocidos a Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Andrés Rivera, Isidoro Blaisten, David Viñas, entre otros, y luego de 2011 se entregó a la poeta Diana Bellesi, Pablo de Santis, Ana María Shua, Perla Suez y Jorge Aulicino. Todos autores de gran reconocimiento y participación en la vida literaria desde siempre y que contaron con el favor del público lector, la academia, el mundo editorial. Luego la entrega de los premios cesó.
"Es una anomalía, estos premios significan una especie de jubilacion para escritores que, por el mismo carácter del oficio, no pudieron acceder a una -dice la novelista Gabriela Cabezón Cámara, autora de la reciente La China Iron a Infobae-. Es alarmante que no los den más y algunas declaraciones corroboran ese carácter de alarma".
A principios de 2017 Enrique Avogadro, en ese entonces parte de los equipos del ministro de Cultura de la Nación Pablo Avelluto y hoy él mismo ministro de Cultura de la Ciudad había declarado a La Nación: "Quisimos revisar el sentido de los premios hoy, en función de que hay una diferencia entre su origen y la actualidad. En el escenario actual hay otros premios, como los del Fondo Nacional de las Artes o los de la Fundación Konex, con lo cual los nacionales quedan un poco desdibujados".
"No tienen nada que ver los premios Kónex, que son un reconocimiento de una fundación provada, o los del Fondo Nacional de las Artes, que subsidian trabajos en curso, con el reconocimiento que implican los premios Nacionales a los autores mayores que, debido a la naturaleza de nuestro trabajo, nos repartimos entre talleres, conferencias, ciclos para sumar un sueldo que nos permita llevar adelante nuestras vidas -explica Selva Almada, una de las impulsoras de la Unión de Escritores y Escritoras Argentinos que, en su primera intervención, hizo eje sobre la desaparición de los premios nacionales. La situación de precariedad en la que se encuentra el grueso del campo de los escritores era menguado por estos premios a la hora en que en otros oficios llegaba el tiempo de la jubilación y que, por otro lado, no se entrega a la generalidad de los escritores, sino a uno por año y en reconocimiento a la vida de una obra".
"La entrega de un premio por año a un autor que se suma al régimen previsional que de otra manera no habría podido no afecta en nada las partidas presupuestarias -dice Claudia Piñeiro, cuya última novela es Las maldiciones-. Es necesario que se reestablezcan los premios nacionales y con un régimen que garantice la mayor transparencia para su otorgamiento".
"El premio Clarín no tiene que ver con estos premios, es un premio por única vez entregado por un espacio privado; el Kónex es un premio que una institución maravillosa se da a sí misma y estoy agradecida porque lo recibí, pero es un premio de prestigio, no nos da nada; los del Fondo Nacional de las Artes son maravillosos para descubrir y lanzar gente nueva, autores que antes no publicaron -enumera Ana María Shua, ganadora ella misma de un premio nacional-. El Premio Nacional por el contrario es un premio de trayectoria, aunque quienes lo concursan deben presentar un libro publicado en los últimos cuatro años. Se entrega a quienes cumplieron 60 años. La profesión de escritor deja a los autores en condiciones precarias y a veces uno se encuentra con autores muy mayores que deberían tener mejores condiciones de vida. La literatura, en términos generales, no es algo que rinda económicamente a los autores".
"No hay información oficial al respecto, sin duda algo pasa, los premios no se dan y las declaraciones y las promesas no se cumplieron son preocupantes -dice Julián López, autor de la reconocidísima Una muchacha muy bella e impulor de la Unión de Escritres y Escritoras-. Los premios nacionales no son una institución de competencia privada sino que, además, están abiertos a la participación desde todo el país. Hay quien dice que se trata de una jubilación de privilegio, cuando es todo lo contrario. Los escritores somos monotributistas que si estamos ocupados nos conseguimos el mango en suplementos culturales o talleres. Creemos que se debe responder qué pasará con esos premios que, por otro lado, son una institución centenaria y que merece da a conocer su destino según los esté planificando o no el oficialismo".
Infobae Cultura se comunicó con el ministro Pablo Avelluto para transmitir las inquietudes de estos escritores y recibió una escueta, aunque precisa, respuesta: "Ya los convocaremos".
Mientras tanto, los escritores escriben y esperan.
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