Por Osvaldo Aguirre
Ingresó al país con un pasaporte de la Cruz Roja, frecuentó a miembros notorios de la comunidad alemana y durante más de diez años pudo vivir sin problemas y con una cédula de identidad a su nombre. Su paradero no fue entonces un misterio, ni siquiera para el entonces presidente Juan Domingo Perón, que lo recibió en la Casa Rosada y lo escuchó hablar de sus experimentos genéticos. Más de medio siglo después, el capítulo argentino en la vida del criminal nazi Josef Mengele contiene todavía preguntas de difícil respuesta y desafía a los investigadores.
Mengele, la biografía del periodista e investigador Carlos De Nápoli que publica Ediciones B, reabre la historia del médico con la tesis de que fue protegido por la República Federal de Alemania durante el período que pasó en la Argentina y documentos obtenidos en el Archivo General de la Nación, que incluyen prontuarios y actuaciones de la Policía Federal y el Ministerio de Relaciones Exteriores, declaraciones de allegados al criminal de guerra y averiguaciones policiales posteriores a su salida del país.
La bibliografía sobre el nazismo en Argentina incluyó varios títulos este año, entre ellos la reedición de los ya clásicos La auténtica Odessa y Perón y los alemanes, de Uki Goñi, una investigación con datos pormenorizados sobre más de 200 criminales de guerra llegados al país desde distintos puntos de Europa, a la que ahora se agregó el archivo de la iglesia Santa Maria dell'Anima, en Roma, uno de los enlaces en la fuga, y sospechas sobre la figura de Juan Duarte, el hermano de Evita.
De Nápoli niega que Mengele haya muerto en el balneario paulista de Bertoia en 1979, pese a que sus restos fueron identificados por una comisión internacional de forenses. La supervivencia de los nazis a sus muertes comprobadas -desde Adolf Hitler a Martin Bormann- es un tema clásico en las investigaciones periodísticas y en las reconstrucciones en clave de conspiración, para las cuales tanto la ausencia como la disponibilidad de
documentos pueden ser evidencia de complots secretos y maniobras para ocultar presuntas verdades.
Entre amigos
Mengele nació en 1911 en Günzburg, una ciudad de Baviera donde una calle lleva hoy el nombre de su padre, Karl Heinz. En 1938 ingresó en las SS y comenzó a trabajar en el Instituto de Herencia Biológica e Higiene Racial de Frankfurt. Ascendido a capitán, en 1943 fue enviado al complejo de Auschwitz- Birkenau como oficial médico.
En sus memorias, el escritor y sobrevivente del Holocausto Elie Wiesel contó que Mengele interrogaba a los prisioneros a su llegada al campo provisto de una varilla que movía a izquierda o derecha, según el destino que se les adjudicara, la cámara de gas o los trabajos forzados. También lo acusaron de matar a niños en presencia de sus madres, inyectar el virus de la fiebre tifoidea a prisioneros con supuestos fines de investigación científica y extenuar a mujeres jóvenes con extracciones continuas de sangre. Su obsesión con los gemelos y la genética quedó expuesta en el bestseller Los niños de Brasil, de Ira Levin.
Mengele interrogaba a los prisioneros a su llegada al campo provisto de una varilla que movía a izquierda o derecha, según el destino que se les adjudicara, la cámara de gas o los trabajos forzados
Finalizada la guerra, Mengele volvió a su ciudad natal como un vecino común y corriente. Las primeras denuncias en su contra comenzaron a circular en 1950, pero entonces se encontraba a salvo en la Argentina.
El 20 de junio de 1949 Mengele llegó a Buenos Aires en el vapor North King con un pasaporte a nombre de Helmut Gregor, como lo conoció más tarde Perón. Según Uki Goñi, en su equipaje traía muestras médicas que llamaron la atención y que definió como "notas biológicas", sin mayores explicaciones.
Uno de los enlaces habría sido Carlos Fuldner, miembro del partido nazi que en la posguerra gestionó precisamente el viaje de criminales de guerra a la Argentina de acuerdo a "las propias instrucciones del Excelentísimo señor Presidente de la Nación", según su declaración en un expediente del Ministerio de Relaciones Exteriores que transcribe De Nápoli.
Mengele se instaló en Arenales 2460, en la localidad de Florida. El dueño de casa era Gerhard Malbranc, gerente del Banco Alemán Transatlántico y "uno de los testaferros de los dineros nazis que se habían girado al país durante la guerra", según afirmó Jorge Camarasa en otra biografía dedicada al criminal de guerra, Mengele: El ángel de la muerte en
Sudamérica (2008).
El circuito de relaciones locales incluyó a un viejo amigo de la familia Mengele, el empresario Robert Mertig, dueño de Orbis, y a Kurt Fries, José Stroeher -años más tarde negó haber conocido a Mengele-, Berthilde Von Zitek, el ex coronel de las SS Friedrich Rauch y Alfred Ruckert, presidente del Frente Nacional Socialista Argentino.
Mertig declaró que su amigo había sido perseguido por comunistas y que, una vez establecido en Buenos Aires, se sintió tranquilo y volvió a usar su nombre. En 1956 el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 9 de Buenos Aires resolvió que Gregor y Mengele eran la misma persona y la Policía Federal extendió la cédula de identidad número 3940484 a nombre de José Mengele.
Previamente, también en 1956, el jefe de la sección Consular de la embajada alemana en Buenos Aires había certificado los datos de Mengele "para ser presentados a la Policía Federal, a los efectos de obtener una cédula de identidad". Para De Nápoli, la embajada ocultó el dato de la presencia de Mengele a los cazadores de nazis, al igual que el juicio que le inició la Universidad Goethe para retirarle su título.
El aura macabra de los experimentos con prisioneros siguió a Mengele y provocó diversas especulaciones y fantasías entre los investigadores. Sus únicas actividades comprobadas en la Argentina fueron la fabricación de juguetes didácticos, a través de Tameba, una especie de pyme que funcionó en Avenida de los Constituyentes y San Martín, y la participación como socio mayoritario de Fadrofarm (Fábrica de Drogas Farmacéuticas), entre julio de 1958 y abril de 1959, junto con Heinz Truppel y Ernesto Timmermann, combatiente de la Segunda Guerra cuestionado por comportamiento "antipartidario" por los nazis.
Curiosamente, fue Perón quien dio testimonio de experimentos genéticos de Mengele, según se lo contó en 1970 a Tomás Eloy Martínez: "Un día el hombre vino a despedirse porque un cabañero paraguayo lo había contratado para que le mejorara el ganado. Le iban a pagar una fortuna. Me mostró las fotos de un establo que tenía por allí, cerca del Tigre, donde todas las vacas le parían mellizos", recordó.
Mengele habría viajado por primera vez a Paraguay en julio de 1958, después de que se casara en Nueva Helvecia, Uruguay, con Marta María Will, viuda de su hermano Karl Tadeo. El 30 de septiembre de 1959 la embajada alemana en Buenos Aires exigió su extradición al gobierno argentino pero el criminal de guerra había vuelto a adelantarse a sus perseguidores: por entonces se encontraba en Hohenau, una pequeña localidad del departamento de Itapúa, en Paraguay, donde vivió unos años bajo el nombre de Fritz Fischer, antes de terminar en Brasil.
Entre otros, sus domicilios en Argentina fueron Virrey Vértiz 970, un casa de Vicente López que compró y luego, en 1971, vendió la familia Mengele; Sarmiento 1875, Vicente López, en alquiler a Otto y Bertha Pantz, dirección que constituyó para el divorcio de su primera esposa, Irene Schönbein, en 1954; Sarmiento 1911, Olivos; y Tacuarí 431, Paraná 140, Azcuénaga 1551 y Crámer 860, Buenos Aires. Pasó sus últimos días en el país en la calle 5 de julio 1074, de Vicente López.
"A diferencia de Eichmann, cuyo lugar de residencia fue casi siempre un misterio, de Mengele se sabía casi siempre dónde se hallaba", dijo el cazador de nazis Simon Wiesenthal. Por qué no lo atraparon y hasta qué punto avanzó en aquellos experimentos que le confiaba al presidente Perón son preguntas que siguen abiertas.
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