El festival BUE regresó el año pasado después de una ausencia de diez años y una edición histórica en el año 2006, que hizo posible la presencia en el país del dúo francés Daft Punk, junto a Pattie Smith y los Beastie Boys. La curaduría de bandas siempre fue un fuerte de este festival. Este año no es la excepción, con un primer día que contó con la banda de art-pop Arcade Fire presentando su disco Everything Now, y con los británicos Gorillaz encabezando el segundo día, junto al dúo de dancehall Major Lazer, el rapero Vince Staples, y exponentes del indie local como Reyes del Falsete y Perras on The Beach. Gorillaz, proyecto de Damon Albarn, líder de Blur, es una banda fundamental de la música alternativa de los últimos quince años, y vienen a presentar un disco que los encuentra reunidos después de una ausencia discográfica de un lustro. Para poner en contexto esta visita, no viene mal un repaso por algunos momentos importantes de su historia y hacer una lectura de su último disco, un producto "del momento" por varias razones.
Antes de revelar un costado experimental, Damon Albarn estuvo durante años enfocado en el rock. Andrew Collins, crítico del semanario New Musical Express, escribió en 1991 a propósito de Leisure, el primer disco de Blur: "Esto no es el futuro. Blur es apenas el presente del rock n' Roll". La banda definió una época a través de varios discos que marcaron -junto a Oasis-, el sonido del rock británico durante buena parte de los años '90. Pero cuando apenas empezaban su carrera, y antes de consolidar el britpop a través de una seguidilla de discos clásicos como Parklife y The Great Escape, Damon Albarn canalizó los sonidos que dominaban el panorama musical en Inglaterra en aquel momento.
Por un lado, el llamado sonido de Madchester, que fusionaba la cultura raver emergente con el rock alternativo y el shoegazing, un estilo que adquiere su nombre por los músicos que clavaban la mirada en sus pedales de guitarra, concentrados en obtener texturas psicodélicas y timbres inusuales de sus instrumentos. En algún sentido, resulta intuitivo que Blur haya captado en su primer disco un sonido que estaba en su recta final. Tenían que sacárselo de encima y cortar con el pasado para poder mirar hacia adelante. Y para redefinir el sonido del rock inglés y oponerse con éxito a la escena grunge dominada por Nirvana en Estados Unidos, Blur y Oasis optaron con reafirmar su identidad británica, tomando elementos de bandas emblemáticas y de sonido clásico como The Beatles, The Kinks, y The Who.
A pesar de reafirmar la tradición clasicista del rock británico, Damon Albarn ya aparecía entonces como un músico dispuesto a romper barreras estilísticas, curioso de explorar géneros diversos, como con el single Girls & Boys, adelantado a su época. Es una narrativa común en el rock, la del músico que abandona sus raíces rockeras en favor de estilos más eclécticos o exóticos. El ejemplo más conocido: Los Beatles, que tuvieron a George Harrison y el hinduismo.
Eventualmente, Damon Albarn y Blur llegaron al mismo punto, y luego de una primera reinvención que llevó a la banda a explorar sonidos más vinculados al lo-fi americano y la electrónica, Damon Albarn lanza en 2001 el disco debut de Gorillaz, un proyecto de "banda virtual" en colaboración con el artista visual Jamie Hewlett, creador del cómic de culto Tank Girl.
El interés creciente de Albarn por el hip-hop, el dub y el reggae lo llevó a desarrollar un proyecto que hoy en día es la mejor y mayor expresión posible del alcance de un proyecto transmedia, esto es, de un relato que se despliega a través de múltiples medios y cuenta con la colaboración activa de un público ávido de descifrar pistas y obtener pequeños relatos de información que completen el rompecabezas. Hoy parece sencillo considerar a Gorillaz como una banda que encuentra en internet, las apps y las redes sociales su hábitat natural, pero el concepto de una banda virtual en 2001 resultaba muy novedoso.
Damon Albarn y Jamie Hewlett coincidieron en que crear una banda ficcional desde cero (el cantante 2D, el bajista Murdoc, la guitarrista Noodle y el baterista Russell) era la mejor respuesta posible ante una música pop cada vez más manufacturada y con una fachada de falsedad que la recubría. La línea difusa entre la narrativa diegética de la banda y la narrativa "real" que impulsa el detrás de escena es la esencia del proyecto.
Pero más allá de la mitología densa y delirante, Gorillaz es sobretodo una banda. No en vano su disco más reciente se llama Humanz: después de pasar más de una década como caricaturas, Gorillaz empieza a reclamar su humanidad, con shows en vivo que relegan su identidad alternativa a un segundo plano. Si, en los primeros años del grupo, los músicos tocaban en anonimato detrás de proyecciones de los personajes, hoy la banda y las personas de verdad están al frente, con Damon Albarn como maestro de orquesta y las visuales de Hewlett como un complemento. Ambos artistas llegaron a un compromiso: Albarn se concentra en la música, y Hewlett desarrolla el aspecto visual en YouTube, Instagram, apps VR y experimentos de ese estilo.
Clint Eastwood, el primer single del disco debut de Gorillaz, tomó la escena musical por sorpresa, poniendo la voz de Albarn en el cuerpo de un dibujo animado desgarbado, y a un rapero invitado que vuelca su flow sobre un groove minimalista y fragmentos de armónica que evocan a Ennio Morricone. "The future is coming on" -el futuro está viniendo-, cantaba Albarn como un mantra en ese tema, y parecía responderle a aquel crítico de NME que le criticaba su falta de visión.
Una de las técnicas esenciales en la producción de Gorillaz en aquel primer disco y en toda su discografía es el sampleo, que consiste básicamente en extraer loops o fragmentos de grabaciones preexistentes y hacer música nueva con ellos. Así nació el hip-hop a fines de los '70 en el Bronx: los disc jockeys encontraban grooves interesantes en discos de funk y soul, y los repetían ad infinitum de forma artesanal en sus bandejas tocadiscos. Algunos artistas como De La Soul, que sacó el disco 3 Feet High and Rising, marcaron un camino alternativo para el rap, sampleando a Johnny Cash, Hall & Oates, Steely Dan o The Turtles.
Gorillaz continúa firme esta tradición de sampledelia, usando samples inesperados de forma orgánica, favoreciendo los climas alucinados y la espacialidad propias del rock de los '60 y el space rock antes que los ritmos funk de la música negra. Gorillaz sampleó a Daft Punk, A Tribe Called Quest, Muddy Waters, The Memphis Horns, Salt N' Pepa, un discurso de Steve Martin, diálogos de películas de zombies de Romero. El crítico británico de rock Simon Reynolds escribió en su libro Generation Ecstasy: "Los primeros sampleos de hip hop eran como el monstruo de Frankenstein: miembros desanimados crudamente atornillados, las puntadas claramente audibles. Con su carácter cuasi orgánico, 'sin costuras', la sampledelia de hoy es más como la quimera, el monstruo mítico compuesto de partes de diferentes animales". Este aspecto quimérico de Gorillaz se refuerza con la constante presencia de invitados. De La Soul colaboró con Gorillaz en el hit Feel Good Inc., reafirmando el vínculo entre ambos, y es hoy su single más conocido y exitoso.
Todos los discos de Gorillaz son de alguna manera conceptuales, con una narrativa fragmentada que cuenta historias vinculadas a temas como la celebrity culture de MTV (en su debut), la guerra de Irak y la violencia post 9/11 (en Demon Days) o el ambientalismo (en Plastic Beach). La anécdota central sobre la producción de Humanz, el disco de regreso que salió este año, es que Damon Albarn les pidió a su colaboradores hace unos años que imaginaran el mundo más distópico posible y que para eso armaran las canciones para un mundo en el que Donald Trump fuera presidente. Irónicamente, las referencias explícitas a Trump tuvieron que ser removidas cuando la distopía se volvió realidad. ¿Que quedó entonces? Un disco que perdió la sutileza satírica de los anteriores, pero que encuentra en su line up abarrotado y en su incoherencia estética cercana a la manía, un mensaje claro para la era Trump: la fiesta debe continuar.
El álbum sigue siendo uno típico de Gorillaz en varios sentidos, combinando samples atípicos y bases gancheras con momentos vanguardistas de enorme sofisticación. Pero también se revela un mayor sentido de la urgencia, una intensidad que recorre el álbum y que se adivina ya en los títulos de varias canciones: Carnival, Sex Murder Party, We Got The Power. Antes que un disco explícitamente político, Damon Albarn se propuso responder al amargo panorama internacional desde la emoción, y en ese sentido, plantea que ante el fin del mundo lo único que queda es hacer una fiesta con todos tus amigos. Y a pesar de la pesadez del subtexto, el disco conserva un tono extrañamente positivo y triunfante. Es un disco crepuscular pero celebratorio a la vez, con más de mixtape que de disco, lleno de virtudes escondidas y momentos para descubrir en su tracklist gigante. Parece una colección de temas sueltos, algo acentuado por la interminable lista de colaboradores (De La Soul, Danny Brown, la icónica diva disco Grace Jones, entre muchos otros), pero la visión de Albarn de considerar la fiesta interminable y el ritual de la creatividad musical en colaboración como una respuesta al apocalipsis es profundamente humana, y es algo notable para una banda hecha de caricaturas.
* Gorillaz
Festival BUE
Sábado 16 diciembre a las 23 horas
Tecnópolis – CABA
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