A tono con una movida feminista que reclama la presencia equitativa de la mujer en los diversos espacios de visibilidad, el universo del arte argentino se convirtió en este 2017 en un buen termómetro de la resonancia de este fenómeno, si se piensa el protagonismo con el que brillaron mujeres como Marta Minujín, Claudia Fontes y Liliana Porter en las grandes ferias internacionales de arte.
Si el futuro es femenino ("The future is female"), un eslogan que nació en los años 70 pero se viralizó en los últimos dos años en línea con esta visión de igualdad, el mundo de las artes visuales es entonces una de las primeras cajas de resonancia de este empoderamiento, con una escena artística en 2017 que se vio plagada de creaciones de mujeres ampliamente visibilizadas en diferentes espacios.
A pocos meses de comenzar el 2017, la feria arteBA -uno de los eventos más destacados del calendario local- cerró sus puertas con la mayoría de ventas concretadas de obras de mujeres, aunque sin balances oficiales al respecto, si se tienen en cuenta anuncios como la obra de Liliana Porter adquirida por el Museo Guggenheim de Nueva York, la de Mirta Dermisache por el Macba de Barcelona, las fotoperformances de Liliana Maresca vendidas al Museo de Arte de Lima y las piezas de Magdalena Jitrik adquiridas por el MUAC de Ciudad de México, por mencionar solo algunas.
Si se trata de marcar un arco temporal en la temática, para casi el final de este año, hace pocos días, dos mujeres dieron forma a la Asamblea Permanente de Trabajadoras del arte, una iniciativa de la artista Leticia Obeid y la curadora Andrea Giunta, con la que sentaron las bases del "Compromiso de práctica artística feminista": un documento que constituye una suerte de declaración de principios sobre el lugar de la mujer, que surgió de manera casi espontánea como reacción a la muerte de la artista rosarina Graciela Sacco.
Este "compromiso de prácticas feministas", cuyo objetivo máximo es la representación igualitaria en el mundo del arte, "busca crear conciencia sobre las formas patriarcales que, como una membrana invisible, moldean el ejercicio del poder en el mundo del arte", según indica el documento.
Justamente, Andrea Giunta -una de las artífices de este documento- fue una de las curadoras de la exposición "Mujeres radicales: arte latinoamericano" en el Hammer Museum de Los Angeles, donde trazó la primera genealogía de las prácticas de arte experimental en América Latina por artistas mujeres, parte del mega evento Pacific Standard Time, donde se destacó la presencia argentina, incluida la de Liliana Porter.
"Cuántas mujeres poderosas y con tanta energía conocí hoy, durante la recorrida por galerías de arte", dijo en el marco de una conversación informal una de las integrantes de la comitiva de Art Basel que en noviembre pasado desembarcó en la Argentina para el puntapié inicial del programa Cities: Buenos Aires, que incluyó debates en una casona de la calle Basavilbaso.
Entre los momentos más altos del año a nivel artístico, por el lugar que ocupó la Argentina, vale destacar la presencia de Marta Minujin, de junio a septiembre, en documenta Kassel, donde presentó la instalación "El Partenón de Libros", que se convirtió en epicentro de la mega y prestigiosa exposición que se celebra cada cinco años en la ciudad alemana para cobijar a la vanguardia del arte mundial.
La obra de Minujin reunió cien mil libros prohibidos, distribuidos en una estructura que emulaba a la acrópolis de Grecia: 70 metros de ancho por 30 de alto y 48 columnas recubiertas de ejemplares llegados de todas partes del mundo, como "un homenaje a la democracia".
Entre mayo y noviembre, la argentina radicada en Inglaterra Claudia Fontes presentó en la Bienal de Venecia, cita máxima del arte mundial, su monumental obra "El problema del caballo", una escena de una acción detenida en el tiempo que hace referencia al fracaso del paradigma moderno en asegurar nuestra sustentabilidad en el planeta como especie, observado desde el punto de vista de un caballo.
En febrero comenzó el despliegue internacional de la Argentina con la presencia como país invitado de honor en la feria madrileña ARCOmadrid, que incluyó una docena de galerías argentinas seleccionadas por la curadora Inés Katzenstein, polémica incluida por la ausencia de espacios provenientes de las provincias.
La oferta cultural de un año signado por la necesaria presencia femenina en el universo del arte local se completa por ejemplo con la primera retrospectiva dedicada a Mirtha Dermisache (1940-2012) en agosto pasado en el Malba, como parte de un proyecto institucional que busca revisitar la producción de artistas mujeres que por diferentes motivos no han sido suficientemente reconocidas en su época, o cuyo trabajo aún no ha cobrado su real dimensión en la historiografía del arte contemporáneo.
Asimismo la imponente retrospectiva dedicada a Liliana Maresca (1951-1994) en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires demandó una investigación de cuatro años para rendir merecido homenaje y recuperar la potencia de una figura de quiebre en la historia del arte argentino, emblema de la escena de las artes visuales de los años 80 y 90.
A tono con esta visibilidad de la mujer, vale la pena mencionar la designación de mujeres en cargos jerárquicos como Teresa Riccardi al frente del Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori; o Delfina Helguera como directora del Museo de Arte Español Enrique Larreta; sin contar la presentación -el pasado abril- de los primeros diez directores de museos nacionales elegidos por concurso público, donde ganaron siete mujeres (como Andrea Elías en la Casa de Yrurtia o María Victoria Salias en el Museo de la Historia del Traje).
*Con información de Télam
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