Presentadas ya todas las películas de las competencias oficiales (Internacional, Latinoamericana y Argentina) podría decirse que la muestra nacional no se corrió de lo esperado (lo que es bueno), mientras que la internacional decepcionó un poco y la latinoamericana fue la que se mostró con más búsquedas y riesgo estético.
La dirección del INCAA, en función de lo sucedido con el submarino ARA San Juan, decidió suspender todo hecho festivo en relación con la entrega de premios, de modo que la misma se hará con el protocolo mínimo necesario para cumplimentar el reglamento de la Federación Internacional de Asociación de Productores de Films (FIAPF) que regula los festivales internacionales.
La sección competitiva argentina tuvo un interesante equilibrio que se mantiene a lo largo de los años. Realizadores que ya son una tradición acá, como José Campusano; propuestas de vanguardia como el trabajo de Ernesto Baca; cine de género como Aterrados o Hasta que me desates; jóvenes realizadores que se proyectan como nuevos autores del cine local, tal es el caso de Manuel Abramovich y óperas primas cuyas búsquedas son en general muy interesantes.
La competencia internacional, que tal vez se haya resentido por la tardía designación de Peter Scarlet, el nuevo director artístico, no tuvo el brillo y el interés de otros años. Se destacan sin dudas Wajib, comedia palestina que en el diálogo intergeneracional de un padre y su hijo reconstruye debates políticos muy ricos; Columbus, del cineasta coreano Kogonada, muy bella y sensible, que también está vinculada a la relación de un padre y un hijo separados por la distancia, unidos acá por la arquitectura, con una construcción muy interesante y potente de las ciudades; Western, de Valeska Grisebach, que a partir de un trabajo sobre la lengua repiensa la distancia cultural y económica en la Europa occidental; finalmente es muy interesante la portuguesa A fábrica de nada, de Pedro Pinho, que por momentos se pierde en ciertos excesos y derivas narrativas, pero que es sin dudas es una propuesta interesante.
El cine latinoamericano fue una de las perlas del festival. En la sección competitiva se destacaron tres películas chilenas notables y diferentes: Una mujer fantástica de Sebastián Lelio, Rey de Niles Atallah y La telenovela errante, film del fallecido Raúl Ruiz, filme de 1997 que fue recuperado y terminado por su compañera Valeria Sarmiento. También son notables la brasilera Baronesa, la venezolana Familia y la dominicana Cocote, tal vez la más arriesgada y novedosa de la sección. Una suerte de surrealismo uruguayo hizo de la comedia Las olas de Adrián Biniez una de las más disfrutables del festival.
Esas secciones son las que se consideran a la hora de los premios. Una candidata a recibir el Astor como mejor actriz es la argentina Mora Arenillas, que con su Ely en Invisible, de Pablo Giorgelli, logró acaparar la atención y los elogios de todos los espectadores. Esta película ha generado intensos debates a propósito del modo en que enfoca la cuestión del embarazo de una adolescente en solitario, sin apoyo ni escucha adulta y totalmente abandona por el Estado. El final abierto que propone el realizador ha sido fuente de interpretaciones diversas y contrapuestas, que seguramente se multiplicarán cuando se estrene en las salas comerciales.
Dentro de las visitas internacionales que visitaron Mar del Plata en el marco del festival hubo dos personalidades que acapararon la atención general: la actriz británica Vanessa Redgrave, quien presentó su ópera prima, Sea sorrow, un documental que es parte de su lucha política a favor de los derechos de los migrantes. El otro es el argentino Gastón Ugarte, animador de la empresa Pixar que presentó la última película de la productora, Coco, y además dialogó con el público y la prensa. Tucumano, Ugarte confesó que desde niño soñó con trabajar en Disney y que para poder ir a estudiar a Estados Unidos, toda su familia colaboró económicamente e incluso sus padres hipotecaron la casa familiar para costear el viaje.
Los imperdibles del fin de semana
Si bien ya no se presentarán nuevas películas, tanto el sábado como el domingo habrá casi tantas proyecciones como el resto de los días.
A las ya recomendadas Baronesa y Rey, entre las latinoamericanas, se les suma la costarricense Violeta, al fin.
Una interesante opción es ver el documental L'Utopie des images de la Revolution Ruse, muy buen documental sobre la transformación que trajo al cine la revolución rusa hasta la consolidación de Stalin y luego Octubre, la.magnífica oda de Serguei Eisenstein para conmemorar los 10 años de la caída del zarismo.
El cine coreano, invitado del Festival, trae Claires Camera y Autumm, Autumm.
Dos imperdibles del sábado, la peruana Wiñaypacha y la estadounidense Last flag flying, de Richard Linklater.
Por lo demás, mientras esperamos las decisiones de los jurados, recomendamos a quienes el domingo estén en Mar del Plata que se mantengan atentos ya que las películas ganadoras se proyectan ese día en funciones sorpresa y los horarios se anuncian unas pocas horas antes.
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