Sara Bertrand
(Nací en Santiago de Chile en 1970, aunque prefiero decir que nací entre cerros, en el frío precordillerano. Me gusta ese paisaje, la inverosímil geografía de mi país, no más que una línea entre rocas y mar, una rajadura en un apartado del mundo. Mis recuerdos tienen que ver con esas cimas: subir a lo más alto, buscar una piedra y echarme a leer. No podría vivir sin libros, quizás, por eso, a los nueve años comencé a escribir cuentos para mis hermanos; después, para mis hijos y desde hace algunos años, escribo acerca de la conversación que me convoca. De estos últimos, he publicado Ejercicio de supervivencia; Cuando los peces se fueron volando (nominado por el Banco del Libro 2016), No se lo coma (nominado por White Ravens 2017), La mujer de la guarda (premio New Horizons Bologna Ragazzi Award) y Álbum familiar.)
"No estoy segura de que uno supere la infancia, se crece, pero sus cicatrices vuelven sobre nosotros como el eco, como el recuerdo del terror que sentía al escuchar el movimiento de trompas, oboe, flauta, violín y clarinete de Pedrito y el lobo, un libro de imágenes que venía con el disco de la sinfónica de Prokofiev. No exagero cuando digo que rayé el disco. Cuando crecí, mi cabeza cambió de música, vinieron otros libros, el Romancero gitano de García Lorca, La tía julia y el escribidor de Vargas Llosa marcaron mi paso a la pubertad, por las declaraciones amorosas, la iniciación sexual. Neruda, Lihn y Huidobro me tumbaron hacia las preguntas esenciales."
Mercedes Calvo
(Nací en Salto, Uruguay, a mediados del siglo pasado. Ya quería ser maestra. Me gustaban los libros más que las muñecas: usé de mordillo los de Proust, armé trencitos con las obras de Tolstoi, recorté los escudos de los troyanos en La Ilíada. Cuando aprendí los leí, claro. Después de recibirme trabajé con niños mucho tiempo, ellos me enseñaron muchas cosas. Al jubilarme tuve más tiempo para mí. Un día me presenté a un concurso de poesía para niños, me dieron un premio. Me gustó y seguí escribiendo: para niños, para grandes, poemas, cuentos, ensayos. El mundo es de muchos colores. Me gusta mirarlo.)
"Las primeras lecturas que marcaron mi vida son, naturalmente, las que me leía mi madre antes de dormir. Recuerdo especialmente dos: un poema y un cuento. El poema son aquellos versos de las Baladas amarillas, de García Lorca: En lo alto de aquel monte / hay un arbolito verde / Pastor que vas / pastor que vienes / Ni ovejas blancas ni perro / ni cayado ni amor tienes. ¡Qué pena sentía yo entonces, propietaria absoluta del amor de mis padres y de una perra fiel e incondicional, por aquel pobre pastorcillo!
El cuento comenzaba diciendo: En el país de Caracolandia vivía la Señora Caracola con sus dos hijitos. Poseían una hermosa casita que sostenía airosamente su mamá. Esa lectura, repetida cada noche hasta el infinito, fue la que me hizo comprender no sólo que existían palabras especiales, que sólo se usaban en los libros (en casa nadie sostenía airosamente nada) sino también la permanencia de la palabra escrita. Sin duda lo que hizo grabarlas a fuego en mi memoria fue el hecho de haber llegado a mí por la vía de la afectividad."
Delphine Perret
(Después de una Licenciatura en Artes Aplicadas y otra de Estudios Gráficos, tomé cursos de ilustración de la Escuela de Artes Decorativas de Estrasburgo. Graduada en 2003, he publicado cerca de treinta libros, como ilustradora o autora integral (autora de textos e imágenes). También escribí recientemente para otros ilustradores. A menudo minimalista, mi trabajo explora las relaciones de texto / imagen, la narración y la eficacia del rasgo para expresar cosas complejas con pocas formas. Me gusta el libro por la posibilidad que ofrece al lector de apropiarse de la historia, de las imágenes. Pero también en tanto objeto que forma parte de la esfera personal de cada uno. A veces salgo del libro para intervenir el espacio y paredes, frecuentemente con el colectivo Le Bocal LTD, del que soy parte. Me gusta cruzar varios campos artísticos (dibujo, música, performance), sola o en colaboración.)
"Cuando era pequeña amaba una serie de libros ilustrados por Quentin Blake que se llamaba "Monster", y todavía la amo, aún siendo adulta. Creo que lo que me gusta es la sencillez de los temas, la manera simple que tienen los textos y las imágenes de conectarse con el lector y el modo en que algo extraño podía verse totalmente normal (como un gigante púrpura viviendo en una ciudad, por ejemplo).
Como adulta siento influencias de diferentes cosas, entre ellas los libros. Hay un montón de buenos libros que me brindan esa bonita sensación de "Oh, guau, quiero hacer libros como éste, también". A veces es la gráfica, otras es la idea, y otras, la sencillez de su narración. Amo El árbol generoso, de Shel Silverstein. Su historia y sus imágenes son muy poderosas, muy eficientes y dicen mucho con muy poco. Me encantan también los libros de Kveta Pacovska, por el modo en que parecen dirigirse a los niños (¡y a la parte de niño que permanece en cada adulto!). Esas historias parecen ser libres y generosos espacios para la recreación."
Germano Zullo
(Nací en 1968 en Ginebra. Escritor, soy el autor de obras tan numerosas como variadas: libros para jóvenes, guiones, historias, comics, cuentos, obras de teatro, poesía, novela, crónica… Trabajo regularmente con la artista Albertine, con quien además estoy casado. Mis libros fueron traducidos en muchos países.)
"El libro que recuerdo de mi infancia es Ma Première Encyclopédie, de Jeanne Seguin y Hélène Poirié. Era una hermosa enciclopedia para niños de los años 50. Era un libro robado de la biblioteca de la casa en la que mi madre era ama de llaves. Considero a ese libro como el abuelo de todos mis libros.
También me encantaba Blake et Mortimer. L'Énigme de l'Atlantide, de Edgar P. Jacobs. Aventura, ciencia ficción, misterio… estos son algunos de los temas fundadores de mi imaginación y mi vocación por la escritura."
Albertine
(Nací en 1967 en Ginebra. Soy artista e ilustradora y mi encuentro con el autor Germano Zullo fue crucial. Mi trabajo artístico se expone regularmente en Ginebra, Lausana, París, Roma… También soy ilustradora de prensa gráfica y artista de afiches, y fue docente durante diecisiete años en la escuela secundaria de arte y diseño de Ginebra.)
"El libro para chicos que más recuerdo es Le Merveilleux Chef-d'œuvre de Séraphin, de Philippe Fix, por la poesía que emerge de la historia y por la gran libertad que propone el personaje principal. El libro se destaca además porque revolucionó los estereotipos de la ilustración tradicional. Entre los libros para chicos más grandes, amé Momo ouvre un magasin, de Nadja. Por su modo de contar la historia, tan fluida como efectiva en su humor seco. Este fue el libro que me hizo querer ser escritora para niños."
David Almond
(Nací y crecí en Tyneside, en el noreste de Inglaterra. Soy autor de Skellig, Mi nombre es Mina, El niño que nadaba con pirañas, El salvaje, Mi papá es un hombre pájaro, Una canción para Ella Gray, La isla, La historia de Angelino Brown y muchas otras novelas, historias, libros ilustrados, canciones, libretos de ópera y obras de teatro. Mis obras fueron traducidas a 40 idiomas y muchas de ellas han sido adaptadas para teatro y cine. Entre mis principales premios se incluyen: The Carnegie Medal, dos Whitbread Awards, The Eleanor Farjeon Award, The Michael L Printz Award (EE. UU.), Le Prix Sorcieres (Francia) y The Guardian Children's Fiction Prize. En 2010 gané el Premio Hans Christian Andersen, el más prestigioso del mundo para autores infantiles. Participo habitualmente en conferencias y festivales de todo el mundo. Soy profesor de Escritura creativa en la Universidad de Bath Spa y vivo en Newcastle upon Tyne.)
"El libro que más recuerdo de mi niñez es El Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda, una maravillosa relectura de las viejas leyendas hecha por Roger Lancelyn Green. El libro estaba realzado por el arte de la ilustradora y cineasta alemana Lotte Reiniger. Yo amaba esa mezcla de magia, belleza y brutalidad. Green era un escritor fabuloso y el libro (junto con muchos otros libros suyos) aún se sigue imprimiendo. Crecí en el tiempo en que Enid Blyton era sumamente popular en el Reino Unido. Traté de que no me gustaran sus libros y de pensar que eran de viejo estilo y demasiados "bonitos" pero la verdad es que quedé extasiado por las aventuras de los Siete secretos y los Famosos Cinco. En mis primeros años de la pubertad, descubrí la ciencia ficción de John Wyndham y amé libros como El día de los trífidos y Los cuclillos de Midwich– aventuras apasionantes, bellamente escritas-. Iba a una gran biblioteca y vaciaba sus estantes de historias de fantasmas y fenómenos paranormales. En aquella biblioteca, cuando tenía unos 14 años leí un libro de cuentos de Hemingway, un escritor que me dejó helado. Por primera vez comprendí la clase de escritor que quería ser."
Julia Green
(Soy autora de diecisiete libros para jóvenes: mi novela más reciente para niños es The Wilderness War. Mi próximo libro, To the Edge of the World, será publicado en abril de 2018. Escribo ficción realista sobre la relación de los niños con el mundo natural, sobre la familia y la amistad. Soy directora del curso de Escritura creativa para jóvenes lectores en la Universidad Bath Spa, en el Reino Unido. Vivo en la ciudad de Bath, pero me encanta pasar el tiempo en lugares remotos y salvajes, incluidas las Islas Hébridas Exteriores y la costa de Northumberland. Tengo dos hijos aventureros.)
"Cuando era chica leía todo el tiempo. Íbamos a una biblioteca todas las semanas para elegir más libros para leer: fueron mis lecturas como niña las que hicieron la escritora que soy. Mis libros favoritos incluyen la serie de Laura Ingalls Wilder que comenzó con La casa de la pradera , que mi padre nos leía en voz alta a mis hermanas y a mí en vacaciones. Me encantaba esa idea de aventura, los detalles de la vida de Laura, la cálida y adorable familia y sobre todo el personaje de Laura – ¡valiente, curiosa, aventurera, y una NIÑA! Amé también Tom's Midnight Garden, de Philippa Pearce, el modo maravilloso en que maneja el tiempo y la mezcla de realidad y sueño, la relación entre Tom y Hatty, el recuerdo del jardín y del paisaje, especialmente la escena del río congelado. Y la perfecta revelación sobre Hatty del final… Este libro influyó fuertemente en mi propio libro para chicos Tilly's Moonlight Garden.
Me encantaban las novelas de Arthur Ransome (Swallows and Amazons y We Didn't Mean to go to Sea), por esa idea lograda de chicos reales que tenían aventuras excitantes. Esos libros influyeron en mi nueva novela To the Edge of he World. Como adolescente, amé The Owl Service, de Alan Garner y To Capture the Castle, de Dodie Smith. También Hijos y amantes, de D.H. Lawrence, Tess de Thomas Hardy y Cumbres borrascosas de Emily Brontë. Me gustaba leer libros apasionados y poderosos sobre relaciones humanas con un fuerte sentido de los espacios. Skellig, de David Almond, fue un libro de esos que cambian la vida y fue poderoso para mí como escritora. Me demostró que era posible escribir con gran control y aparente sencillez y transmitir emociones potentes, al tiempo que me enseñó como pasar de lo diario a lo extraordinario en literatura y me hizo querer escribir literatura para jóvenes."
*Ver más información en la página del Filbita
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