Quilmes apuesta a muralistas y graffiteros para recuperar las calles

Los que hasta ayer eran perseguidos por vandalizar las paredes, hoy son parte de una cruzada que proyecta llegar a los 10 mil metros de pintura para fin de año. Infobae dialogó con el artista urbano Martín Ron, considerado uno de los 10 más importantes del mundo, para conocer de qué se trata esta fusión de estilos artísticos

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Un adolescente sostiene una lata de pintura frente a una columna del bajo puente 14 de agosto, en Quilmes Oeste.  A diez metros un agente de prevención del municipio lo sigue con la mirada. El graffitero hace cascabelear la lata en la mano y en un movimiento igual de fugaz que de preciso traza una firma en el hormigón: Corbeta, dice. Hasta hace un tiempo la escena habría terminado con alguna corrida, un llamado de alto, una contravención, el pibe demorado en la comisaría. Pero esta vez no. Esta vez el oficial se acerca, y suelta "¿Por qué se llaman así?", mientras repasa con la mirada el nombre de la crew. "Por un buque de la armada argentina, uno que peleó en la guerra de Independencia; la Corbeta Halcón", responde el otro más acostumbrado a correr que a contar.

La escena es tan extraña para el oficial como para el graffitero, pero encuentra explicación en que esta vez el que sostiene el aerosol pinta en el marco de una nueva política cultural impulsada por el propio municipio de Quilmes, que apostó a artistas callejeros para recuperar el espacio público venido a menos de la ciudad. Recurrió a exponentes de relevancia nacional e internacional, que se encargaron de darle un nuevo paisaje a los barrios y que intentarán llegar a los 10 mil m2 de pintura para fin de año en la comuna a cargo del cocinero devenido en político, Martiniano Molina.

El skatepark que funciona bajo
El skatepark que funciona bajo el puente 14 de agosto (Instagram: @alejobrignardello)

"La decisión de incluir en la obra tags y estética de graffiti tiene que ver con que en ese lugar funciona un skatepark que se perfila como bastante importante en la zona. Obviamente que si hay skate hay hip-hop y si hay hip-hop hay graffiti", resume la fórmula desde California y en comunicación con Infobae el artista urbano oriundo de Caseros Martín Ron, considerado uno de los 10 más importantes del mundo y que tuvo la idea de sumar a los graffiteros quilmeños a la iniciativa en el puente 14 de agosto.

Corbeta Halcón es una de las crews que se mueven por Quilmes, como A Toda Madre, Plagas, Ni hablar caravana o Frakasados. Grupos de graffiteros que encontraron en el "muralismo moderno", un movimiento en sintonía con el mundo del skate, una de las cuatro patas de las cultura hip-hop, un lugar de pertenencia. Pero esta tradición detrás de las latas de pintura tintineando en las mochilas, de los pseudónimos de alto impacto visual, de las letras burbuja, de las flechas, los brillos, las bombas y de muñecas con buen flow, tiene también desde su nacimiento una particularidad especial que la define: está prohibida. Es por eso que la fusión del mural, la expresión más aceptada del arte callejero, y el graffiti, sin dudas la menos comprendida del género, es además de una política local en Quilmes, un hecho artístico.

(Instagram: @ronmuralist)
(Instagram: @ronmuralist)

"La idea fue convocar a los graffiteros para hacer una obra colaborativa fusionando ambas estéticas, el muralismo contemporáneo que manejo yo y la estética propia del graffiti que hacen ellos", explicó Ron en esa línea y mencionó la existencia de un doble objetivo en el skatepark: por un lado "no tapar la historia del lugar", pero además el "desafío" personal de lograr que convivan dos fuerzas creativas. "Históricamente todas las manifestaciones artísticas en la calle como sea el graffiti, muralismo, street art, compiten por el espacio y hasta a veces hay zonas de conflicto. Acá lo que decidimos es que reine la armonía y la unión para mejorar el lugar, para que sea además amigable con el entorno y de alguna forma perpetuar la historia del graffiti sin taparlo", sintetizó el muralista.

El mural y el graffiti van por carriles distintos pero utilizan el mismo lienzo: la calle. Mientras que el primero persigue por lo general fines estéticos, el segundo cuenta con ese elemento, pero no es prioridad. Su esencia es la transgresión. El graffitero no busca el renombre o el reconocimiento y por eso antepone a su verdadera identidad su tag, su firma, su pseudónimo o el de su crew. En el puente 14 de agosto se fusionaron las dos corrientes, primero se graffiteó completo el acceso, cubriéndolo de letras burbuja, de tags y de alteregos, para después superponer la geometría y la ornamentación de colores de Ron, haciendo convivir las dos tendencias.

(Instagram: @ronmuralist)
(Instagram: @ronmuralist)

Ya se pintaron casi 5 mil m2 de pintura urbana de los 10 mil que se pretende cubran para fin de año los paredones de Quilmes. "Estamos convencidos de que la cultura tiene que estar al alcance de todos, por eso promovemos que los vecinos puedan disfrutar de una obra de excelente calidad en su barrio", señaló el intendente Molina al hablar de la propuesta. "Queremos desmitificar la idea de que el arte solo puede apreciarse en los museos o las galerías y, en ese sentido, decidimos llevar esta actividad a la calle", sumó sobre el proyecto que ya se vio también en varios accesos de la Ciudad de Buenos Aires, que cada vez es una política de más comunas y que da pie a una pregunta: ¿Es una moda?

"Se percibe una proliferación de iniciativas gubernamentales relacionadas con el desarrollo de arte en el espacio público y yo creo que esto responde a una necesidad tanto de la comunidad de artistas como de los vecinos que ven este cambio positivo y transformador que tiene el arte no sólo en la ciudad, sino en la vida de las personas", opinó Ron sobre esta cada vez más extensiva política de usar artistas callejeros para recuperar espacios. "Ante esta necesidad que el estado brinde los recursos es una manera de hacer una política cultural realmente positiva y esperemos que realmente no sea una moda, ni esté relacionado con llegar a más gente por campañas, sino que realmente sea un cambio de paradigma en cómo se desarrollan proyectos que contribuyen a la cultura", agregó.

El puente 14 de agosto está en pleno centro de Quilmes, es el cruce que une las dos partes de la ciudad y el bajo puente, un paso obligado. Ahora además del color, los arreglos, lo visual, la moda política o el cambio de paradigma, tiene una cualidad extra: enmarca la unión de dos vertientes que no acostumbran a tratarse. En la intersección de dos avenidas que encierran otro contraste, que llevan los nombres de un justicialista, Juan Domingo Perón y de un radical, Hipólito Yrigoyen, el mural y el graffiti también se cruzan en ese punto neurálgico y a pesar de sus diferencias históricas, firmaron una tregua con pintura.

Otras obras que se suman en Quilmes

Juan Danna, quien durante 30 años realizó muralismo de grandes dimensiones en cinematografía, teatros, basílicas y catedrales, lleva adelante dos obras importantes en Quilmes. Una en el paredón de Vicente López y Amoedo, que se realiza en conjunto con la Cervecería y Maltería Quilmes  y otra en el cementerio de Ezpeleta.

Juan Danna
Juan Danna

Otro de los que también lleva el arte urbano a las calles de ese distrito es Rubén Minutoli, quien fue convocado para realizar murales en el espacio público bajo el lema "Quilmes, una ciudad con historias". En la avenida Mitre, uno de los escenarios donde el artista desplegó su talento, se decidió representar la cultura de los indios kilmes, pueblo originario de esa ciudad.

Rubén Minutoli
Rubén Minutoli

Todo  se complementa con el proyecto "Pinta tu barrio", coordinado y curado por el artista y profesor Gerardo Montes de Oca. Ya se pintaron murales en el barrio Los Álamos y Monte Matadero. Está previsto realizar nuevas pinturas urbanas en Los Eucaliptus, IAPI, Kolynos e Itatí. Montes de Oca trabaja desde 2014 además en otra propuesta "Pintó la Isla", la que desarrolla en Isla Maciel desde 2014.

(Alejandra Acuña Leston)
(Alejandra Acuña Leston)

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