Los ojos de la guerra. El anatomista de pequeños instantes. El cazador de lo indeleble. Y también un mito. Robert Capa es el seudónimo del fotógrafo húngaro Endre Ernő Friedmann (en rigor, ese alias fue elegido por él y su pareja, la fotógrafa Gerda Taro, por lo que para los expertos todavía hoy resulta difícil determinar qué fotos hizo cada uno durante la etapa en la que trabajaron y viajaron juntos). Presente en los acontecimientos más importantes del siglo XX –desde la Guerra Civil Española, hasta la liberación de París durante Segunda Guerra Mundial, pasando por la Guerra Árabe-israelí y la Guerra de Indochina, entre varios otros– sus imágenes se convirtieron en íconos.
Friedmann nació en Budapest, Hungría, en 1913. Debió salir de su país natal hacia 1930, cuando un gobierno fascista tomó el poder. Pasó por Alemania y luego se instaló en una fulgurante París, donde comenzó a trabajar como reportero gráfico para la revista Regards. De esa primera etapa, en la que el fotógrafo apenas era un ayudante, son los registros que tomó y que inmortalizaron el gran carisma de León Trotsky, entonces un exiliado ruso, mientras brindaba una conferencia en Copenhague, Dinamarca en 1932. Según narró Capa luego, pese a su corta experiencia, sus jefes lo habían enviado hasta allí porque el resto de los fotógrafos estaba trabajando en Alemania. De acuerdo a sus relatos –y aunque cabe recordar que muchos comentan que Capa se encargó de inflar las anécdotas que lo tuvieron siempre ahí, como espectador de la historia en primera fila– Trotsky no quería ser retratado pero él consiguió sus famosas imágenes porque, al contrario de los demás reporteros equipados con cámaras gigantes, él portaba una pequeña Leica y nadie imaginó que era un fotógrafo.
En la etapa parisina Capa conoce a su pareja, la fotógrafa Gerda Taro, y será a partir de ese momento que comenzarán a viajar juntos para hacer las fotos más reconocidas de su carrera, siempre en el centro de los conflictos bélicos, siempre en un lugar privilegiado y a la vez sumamente riesgoso.
De la cobertura realizada durante la Guerra Civil española surge una de las fotografías emblemáticas –y también, una de las más controversiales porque durante años se dudó de su veracidad– de Capa: "Muerte de un miliciano". Tomada en la localidad andaluza de Espejo, el 5 de septiembre de 1936, allí se ve a Federico Borrell García, un soldado republicano que cae mientras una de sus manos sostiene un arma. El año pasado, cuando se cumplieron 80 años de esa toma, se reavivaron las discusiones alrededor de la imagen, que primero apareció en la revista Vu pero que en 1937 tomó relevancia mundial ante su publicación en Life. Más allá de los debates, para los expertos, "Muerte de un miliciano" se transformó en un símbolo que sintetiza la barbarie de la guerra con la tragedia en primer plano.
Durante la estadía de la pareja en España, Gerda Taro murió atropellada por un tanque durante una retirada republicana. Sin su compañera de aventuras, Capa debió reponerse de inmediato y continuó trabajando en otros campos de batalla.
Para la Segunda Guerra Mundial, el fotógrafo pasó por los principales escenarios bélicos de Europa: entre 1941 y 1945 viajó por Italia, Reino Unido y el Norte de África. De esa época, se popularizaron sus fotografías "movidas" del desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944. Según contó luego en su libro de memorias Ligeramente desenfocado, de las más de cien imágenes que tomó entonces apenas sobrevivieron al revelado once, que pasaron a ser llamadas "Las magníficas once" y están consideradas como el mejor rescate visual de aquel momento. Como ocurre con las grandes obras maestras, aquel trabajo también ayudó a otro artista: a partir de ellas el cineasta Steven Spielberg pudo reconstruir los hechos de llamado "Día D" en las memorables secuencias de su película Rescatando al soldado Ryan.
De 1944 también son sus memorables fotografías de la liberación de París, en agosto de ese año. Tres años después, el fotógrafo se uniría con otros grandes colegas como Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandiver y David Seymour, para fundar la agencia Magnum, una de las más célebres y prestigiosas.
Aunque son menos conocidas, de esa época surgieron las fotografías a color de Capa, que por estos días se pueden conocer en una nutrida muestra en la Casa del Bicentenario, en el centro porteño. Lejos de la dureza de la etapa anterior, en las tomas a color el reportero gráfico logró transmitir la vitalidad y la fuerza en rostros y situaciones de todo tipo: desde rodajes de películas con las estrellas de Hollywood más salientes, hasta un destacado reportaje fotográfico en el que siguió la vida íntima de Pablo Picasso. También viajó a la Unión Soviética junto al escritor John Steinbeck y visitó Hungría, Polonia, Checoslovaquia e Israel, donde siguió con sus coberturas. Mientras tanto, los editores le seguían reclamando fotos en blanco y negro, por lo que el reportero viajaba con dos equipos.
Cuando tenía 41 años, el fotógrafo –que poco antes se había nacionalizado estadounidense y oficializó su identidad como Robert Capa– fue enviado por la revista Life a Japón y a Indochina, donde murió durante una expedición del ejército francés. Incansable y con la intención tomar una foto, el reportero se bajó de un jeep y pisó en un lugar donde había una mina, que estalló y lo dejó gravemente herido. Falleció en una ambulancia con una cámara colgada en el cuello. Dejó para la posteridad parte del material que conformaría la memoria visual del siglo XX.
*Capa en color
Muestra de fotografías de Robert Capa
Inaugura el martes 26 de septiembre a las 19 horas
De martes a domingo y feriados de 13 a 21 horas, hasta el 7 de enero
Casa Nacional del Bicentenario
Riobamba 985 – CABA
La entrada libre y gratuita
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