Una novela sobre el desempleo y el desafío de sobrevivir

Haidu Kowski es periodista y escritor y en la actualidad dirige una revista de póker. Acaba de publicar "Instrucciones para robar supermercados", una historia que retrata la perplejidad del que pierde su trabajo y debe reconvertirse para seguir adelante. En esta charla con Infobae, habla sobre su novela y también sobre su propia experiencia como desocupado.

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Su verdadero nombre es Adrián Elías Haidukowski, pero en el mundo literario se lo conoce como Haidu Kowski. Autor de novelas y de libros, ha sido director ejecutivo de la revista Los Inrockuptibles, coeditor de la revista Pisar el Césped, asesor de las revistas FDH y Haciendo Cine y, desde 2009, es editor de la revista Pokerface. En 2013, curó y coordinó la sección literaria de la Bienal de Arte Joven en el Konex. Estudió letras, cine y marketing. Es autor de las novelas Met, el muerto (2001), Dos días en Venecia (2008) y Cartas de un psicópata enamorado (2011), y del libro Estrategias del póker para la vida (2015). Creó el Jam de Escritura, evento de improvisación de escritura en vivo que produce desde 2006 en la Argentina, México y España.

Completo y volcado 100% a la escritura, Haidu Kowski acaba de publicar Instrucciones para robar supermercados (Tusquets), un libro al que tardó nueve años en darle forma para contar la historia de Franco, quien vive en la pobreza absoluta, en una pensión en Ciudadela, es echado de su trabajo y comienza una serie de desafíos para poder sobrevivir y no caer en situación de calle.

En el relato, el protagonista descubre un nuevo modo de vida: robar supermercados. Su método infalible pronto se convierte en un negocio a gran escala que le abre las puertas al sexo, el alcohol, las drogas y excesos de todo tipo. Un libro fuera de lo común con un recorrido muy dinámico, de fácil lectura y que, sumado a sus obras anteriores, hacen de este joven uno de los escritores más jugados de la época.

– ¿En qué momento de tu vida llega esta historia?

– A Instrucciones para robar supermercados la empecé a escribir hace exactamente nueve años. Fue un momento en el que estaba sin trabajo, venía de trabajar en una revista que había cerrado. Estaba como en el limbo. Daba clases y no me sentía muy cómodo. Empecé a investigar un poco en los supermercados para ver qué hacía la gente.

-¿Por algo en especial?

-En realidad porque tenía tiempo libre. Y, como escritor, dije: me interesa ver qué pasa con ese submundo. Y conocí mucha gente que se llevaba productos del supermercado, comía cosas o que compraba cosas y las vendía afuera.

-¿Cómo era? ¿Ibas a un supermercado y te quedabas ahí, mirando?

-Sí. Me quedaba ahí mirando o hablando con la gente de seguridad e incluso tuve dos entrevistas con empresas de seguridad para trabajar de eso. Algo que no iba a hacer pero parecía que yo le preguntaba más a la persona que me entrevistaba que ellos a mí. Investigué y me quedaba mirando a los clientes, qué hacían, cómo actuaban, qué compraban, de pronto había alguien que abría algo y lo comía, lo veía y lo seguía para ver qué estaba haciendo, si lo pagaba después o no.

-¿El lado B que desconocemos todos?

-Sí. Fue una situación divertida. Estuve varios meses así. Lo tomé como un trabajo de campo y no sabía que iba a devenir en una novela. Después de tantos años empecé a escribir más que nada las instrucciones que eran más como una metodología de qué hacer para robarse tal cosa, para robarse otra.

-Es un poco irónico ¿no?

-Bastante. Bastante sarcástico. De eso no quedó nada en la novela. La empecé a escribir de vuelta. La reescribí. Yo no soy tanto de corregir, sí de reescribir. Entonces si algo no me cierra o no me suena bien, lo que hago con la idea que tengo es reescribirla de cero. Y así esta novela llegó a tener 600 páginas y después, borrando y borrando quedaron 200 y pico de páginas que se leen rápido.

-¿Al personaje principal qué es lo que lo motiva en la vida?

-Es un chico que comienza trabajando como repositor de góndolas en un mega supermercado que está en la calle Juan B. Justo. Es un chico que vive en Ciudadela en una pensión y ese día, que parece que es el peor de la vida, lo echan porque él comía cosas del supermercado pero las armaba como si fuese un picnic, iba al sector de camping, vestía la mesa y se sentaba a comer, entonces lo terminaron echando de una mala manera. Se queda sin trabajo, no tiene plata para pagar la pensión donde vive, no quiere volver a la casa de la mamá, no quiere vivir en la calle, no tiene amigos, nombra amigos pero ninguno es cercano como para ir. Entonces, sabiendo que las cajeras son bastantes displicentes y que la gente de seguridad está ahí pero no le importa mucho lo que hace, decide ir al supermercado del barrio y empieza a cambiar etiquetas. Y a través de cambiar etiquetas de carne Premium empieza a pagar la pensión, y ese mismo sistema de cambiar las etiquetas comienza a hacer un boom, y arma una empresa enorme de distribución de carnes Premium para supermercados y para restaurantes.

-¿Qué te queda de este personaje?

-Nazcas donde nazcas, en el lugar en el que vivas, en cualquier lugar en el mundo, el sistema es un sistema opresor que te tiene bajo su ala y entonces, como que hay esta cosa de antisistema. El personaje es un personaje antisistema y aunque después en la novela ocurran otras cosas, está en ese lugar y no se siente cómodo con lo que le toca vivir, con lo que le toca hacer.

-¿La única salida es el robo?

-No sé si el robo. En realidad, es la única salida que tiene él de cómo encontrar una grieta para sobrevivir dentro de esto que le tocó, algo que no está bueno. El papá fallece de joven, tenía un quiosco en Ciudadela.

-Sin embargo, el padre era muy correcto…

-El padre era muy correcto y la mamá también, hasta cierto momento. Es otro personaje en la novela. El padre lo tenía bastante cortito. Él en realidad tiene la sensación de tener que sobrevivir de alguna manera, es decir, en todo el mundo tener éxito es tener plata, es ganar plata y él vive con eso o tiene eso en la cabeza. Es lo que te genera este sistema capitalista, si tenés plata sos exitoso, si no tenés plata no sos tan exitoso. Puede ser que tengas otras cosas. Entonces él busca ese lugar. Busca más que nada pertenecer, poder salir, poder estar mejor con él mismo.

-Y después de hacer este análisis con este personaje, ¿creés que es posible la felicidad sin dinero?

-Creo que hay un equilibrio. Es decir, no es necesario el dinero para ser feliz como también es necesario el dinero para tener lo básico para pensar en ser feliz. Me parece que ahí hay un equilibrio interesante para poder encontrar cada uno su manera e incluso la sociedad trata de buscarlo a su manera. Por eso también es tan desagradable ver a veces gente que tiene tanto dinero, es como decir "qué hacés con todo eso". No me tocó. No sé cómo es, pero me imagino que en ese lugar pensaría hacer otra cosa.

¿Qué pasó cuando te quedaste sin trabajo 9 años atrás?

-La verdad que tengo facilidad de reconversión. Es decir, creo que soy escritor de toda la vida porque empecé a escribir a los 20 años, en mi generación salían muy buenos escritores, inclusive de mi grupo y toda la vida fui buscando el lugar en el que me quería encontrar. Empecé trabajando en el negocio de mi papá que era de marroquinería. Él falleció también muy joven y después empecé a buscar. Escribí guiones en Playboy

-Cada vez que te quedabas sin trabajo, ¿te pasaba lo que le pasa al personaje?

-Sí. Creo que todo el mundo que se queda sin trabajo, cuando está muy metido en algo y deja el 100% de su físico en eso y que de pronto te digan "no trabajás más acá" es morir o reinventarse. Es pelear o reinventarse. Yo opté por esto de reinventarme y buscar otros lugares. La verdad es que en ese sentido siempre seguí mi instinto y me fue bastante bien, incluso, también con la elección de no quiero hacer cosas que no me gustan. Fue como una elección que tuve desde que dejé de trabajar en el negocio de mi familia y dije que no quiero hacer cosas que no me gustan.

 ¿Cómo ves la profesión del escritor hoy?

-Yo soy editor de una revista de póker. Empecé por esas casualidades de la vida pero a mí me gusta el póker. No soy jugador porque no soy bueno y para ser buen jugador hace falta mucho tiempo y mucha energía que prefiero ponerla en otro lado, pero soy el editor  y es cierto que casi todos los escritores trabajan de otra cosa, dan clases, o son periodistas en medios y escriben de lo que hay que escribir. O en mi caso, soy editor de una revista pero todo está como adyacente al ejercicio de la escritura o a la lectura porque yo también me considero un gran lector además de un escritor.

-¿Crees que es de ahora o siempre pasó?

-No. Primero es una cuestión de tiempo, así como el romanticismo del escritor que está en su casa y cubierto de un velo de creatividad, como que dejó de estar, desapareció. Hoy somos escritores, nos gusta hacer cosas y salimos, estamos en contacto, vamos a ciclos, y también nos gusta trabajar, vivir bien, tomarnos un vino bueno de vez en cuando y poder pagar una cena. Y para hacer eso hay que trabajar. No te queda otra. Son muy pocos escritores que tienen la suerte de solo escribir o ganar un premio grande y vivir absolutamente de eso.

-¿Cómo fue ser guionista de Playboy?

-Fue una situación divertida. Incluso ahí conocí a la mamá de mi hija. Yo venía de otro palo, de trabajar en el rock, de dar clases en distintos colegios secundarios y después salió esto más por el lado más del erotismo y resultó muy interesante. Estuvo buenísimo.

-¿Al principio tenías prejuicios?

-No. Para nada. Siempre fui bastante libre en relación con el erotismo como una forma de la literatura. No soy prejuicioso con esas cosas. Incluso en la novela se ve, hay escenas de sexo muy fuertes, no voy a decir con quién, pero no tengo prejuicios y sí me gusta jugar con el prejuicio de la gente tal vez. Hace poco me escribió una señora por redes sociales que había leído el primer capítulo de la novela y le parecía maravillosa mi moral en relación a la gente que se queda sin trabajo, y yo decía qué pasará cuando lea el resto, pero fue una etapa muy divertida en mi vida. Fueron años en los que me dediqué a escribir y estuvo muy bueno.

-Si tuvieras que nombrar algo que aprendiste después de escribir esta novela…

-Creo que todavía estoy aprendiendo. No sabría qué decirte, esta es para mí una novela muy importante en un momento de creatividad y donde me siento muy cómodo con lo que soy, con lo que armé como escritor. Entonces es una puerta nueva y estoy empezando a ver qué viene después. Primero y principal, seguir escribiendo. Tengo como muchas ideas y quiero volcarlas, también quiero seguir publicando novelas. Lo que sí está pasando es que llega a muchísima más gente de lo que yo esperaba.

 

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