Dijo de él Jaume Salas, en el diario español El País: "Como si Caetano Veloso hubiese nacido anteayer y David Byrne fuera latino de verdad". Y justo de Caetano dijo Martín Buscaglia que no le gusta cómo canta en inglés: no le gusta el inglés perfecto de Caetano, no le gusta cómo suenan las canciones cantadas en idioma no materno pronunciadas con perfección. Prefiere, en todo caso, a Chico Buarque en italiano. Ahí sí, dice, hay un "chispazo". El chispazo parece la etapa anterior a la poesía, que es, en el universo Buscaglia, lo máximo, lo inalcanzable.
"La poesía tiene algo para mí; es como lo máximo. Un buen cuadro es poesía, tiene que ver con la naturaleza, una aurora boreal es poesía… Lo que tienen los poetas también es que lo suyo es algo que no se puede enseñar. A ser músico podés aprender; después, que seas bueno va en otras cosas. Podés aprender a escribir, a pintar, las técnicas, pero la poesía va por otro lado y te pega o no te pega, por eso me parece difícil recomendar algo."
Martín Buscaglia no es poeta. Es músico. Es uruguayo, nacido en Montevideo en 1972. Pasó por Buenos Aires –en una de sus múltiples visitas a la Argentina– para participar del FILBA en un show a dúo con la mexicana Julieta Venegas. Su presencia en un festival de literatura lo induce a hablar de sus lecturas y ahí aparece la poesía como la cumbre de todo, lo que no se puede aprender, la perfección. Aquello que no se puede convertir en canción. Sin embargo, mientras bucea en su memoria para confirmar que "no hay buenos poemas musicalizados", se acuerda de que eligió uno de E.E. Cummings para tocar con Venegas: "Unos pareados súper rimados, hechos para ser canción".
May I Feel Said He
May I Feel Said He
(I'll Squeal Said She
Just Once Said He)
It's Fun Said She
(May I Touch Said He
How Much Said She
A Lot Said He)
Why Not Said She
(Let's Go Said He
Not Too Far Said She
What's Too Far Said He
Where You Are Said She)
May I Stay Said He
(Which Way Said She
Like This Said He
If You Kiss Said She
May I Move Said He
Is It Love Said She)
If You're Willing Said He
(But You're Killing Said She
But It's Life Said He
But Your Wife Said She
Now Said He)
Ow Said She
(Tiptop Said He
Don't Stop Said She
Oh No Said He)
Go Slow Said She
(Cccome?Said He
Ummm Said She)
You're Divine!Said He
(You Are Mine Said She)
Pero, así y todo, no da marcha atrás. La poesía no es música y el Nobel de Literatura a Bob Dylan es un bluff. "Cuando te gusta Dylan, te gusta cómo pronuncia esa canción, el corte de pelo y cómo agarró una guitarra en aquel concierto mítico. Todo eso suma. Las mismas letras de Dylan cantadas por otro tipo probablemente podrían pasar de largo, si el loco tuviera una voz más anodina o una historia menos legendaria". El bluff, la trampa, le gusta: "Ni ellos se dan cuenta de que la música te está engañando".
Prefiere hablar de una carrera con diversidad de experiencias musicales que de una prolífica. Es que hizo música para chicos (Cantacuentos), rock, pop, ¡payada! (creó P.P.A.A., Payadores Anónimos, un trío de improvisación sobre la base de métricas poéticas predeterminadas, ritmos folclóricos y danza), tuvo banda (los Bochamakers), integró dúos variadísimos (Kiko Veneno, Yusa, Fernando Cabrera, Os Mulheres Negras, el polifacético artista uruguayo Antolín y ahora Julieta Venegas) y también tocó en solitario.
— ¿Estos cambios son naturales o forzados?
— Es arborescencia natural, que no la podés forzar. Hay personas que tocan más y mejor una única tecla. Sabés que Woody Allen va a sacar una película por año y que todas van a ser parecidas. Son buenísimas, me encantan y no quiero que haga una película tan distinta. Y hay otra clase de artistas que tienen una cosa más arborescente, como la mía, que es la que descubrí cuando era chico y lo único que hice fue darle rienda suelta, pulirla, conocerla, encaminarla.
Es músico porque nunca evaluó otra opción. Hijo del director de teatro, actor, músico y periodista Horacio Buscaglia y de la música, compositora y bailarina Nancy Guguich, Martín creció entre escenografías de la comedia nacional uruguaya ("Para un niño era un castillo: las luces, el vestuario, la escenografía, ensayan de noche…"), visitas de Eduardo Mateo y Jaime Roos y las funciones de Canciones para no dormir la siesta, un colectivo musical pensado inicialmente para niños pero que se transformó también en un grupo para el público adulto. Durante la dictadura en su país, Canciones para no dormir la siesta hacía funciones de día para los chicos y repetía, a la noche, para los adultos. Las canciones eran las mismas. Las lecturas eran distintas.
De ellos heredó la sensibilidad, dice. A ese perfil le suma el otro: el callejero, el "malandra". Las epifanías las deja para los demás. Para él la música siempre fue una obviedad, una decantación, porque es "gregaria, instantánea y portátil". La escritura, en cambio, es todo lo contrario: sedentaria, de largo aliento, a veces eterna. "En la música hay algo de lo espiritual, de lo religioso, de lo pletórico. En cambio, el escritor puede estar años en su casa, solo, escribiendo una novela y quizás un día se encuentra con alguien que lo reconoce por una fotito en la solapa y le dice 'Me gustó tu libro'". Él, en cambio, puede "componer un tema ahora y tocarlo esta noche y que ya alguien se vaya cantándolo".
— ¿Vas cambiando porque te sentís incómodo con lo anterior?
— No, porque la música es muy grande, la música es mucho más grande que uno. Entonces va a ser así siempre, es inagotable.
Buscaglia quiere parar pero no puede. La música siempre lo alcanza y lo pone a prueba. De hecho, hace rato que quiere retomar la senda solista. Y no hay caso. El mejor ejemplo es el disco que grabó con el cantor, artista plástico, bailarín y performer Antolín, figura de culto del under uruguayo: "Me acuerdo de cuando me di cuenta. Me dije: 'La puta madre, voy a tener que hacer un disco con él, porque esto es increíble y voy a tener que ponerme en esto'".
Si pudiera decidir sobre su futuro, pondría en práctica lo que llama "la fantasía menonita", o sea, la fantasía de no hacer nada. Su plan sería quedarse quieto en un pueblo alejado y "mirar Tinelli con un ventilador prendido". Pero, ya se dijo, no puede. La música -de lo que vive- no lo deja vivir. Tiene que hacerla, es una misión. Y entonces se transforma en un juglar, en un rockero, en un luthier, en frontman de una banda, en un coequiper ideal, en un productor, en un inquieto e inquietante creador de músicas. Y aunque lo mesiánico no admite el azar, qué suerte que a Buscaglia la música nunca le alcanza y siempre lo alcanza.
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