Marcela Turati: "En México hay una política de silenciar a los periodistas"

La reconocida periodista y activista mexicana habló con Infobae en el marco del Festival Gabo, en Medellín, sobre los desafíos de ejercer el periodismo en su país y sobre las medidas de seguridad que toman los profesionales. “Es como estar caminando a ciegas en unas arenas movedizas”, resumió

Marcela Turati fue una de las jurado del Festival Gabo

Medellín-. Durante los tres días del Festival Gabo en Medellín se llevaron a cabo foros y talleres sobre diferentes temáticas del periodismo. La violencia fue una de las principales. Y si se habla de violencia contra el periodismo, México es uno de los países que más sufre esa realidad.

Marcela Turati, una de las jurados del Festival, es una de las voces más autorizadas para explicar el contexto en que se desarrolla el periodismo en su país. Reconocida por Reporteros Sin Fronteras por su labor en zonas de riesgo, también lleva adelante un fuerte compromiso activista: es una de las fundadoras de Periodistas de a Pie y recientemente inició su nuevo proyecto Quinto Elemento Lab. Todos ellos tienen el objetivo de contribuir a la tarea del periodismo.

Marcela ya terminó de almorzar, y tal como lo había confirmado, se dispone a hablar con Infobae a pocos metros de la sala de prensa montada en el hermoso complejo del Jardín Botánico, mientras de fondo se escucha por los parlantes a los expositores que se encuentran en el Orquideorama.

Marcela Turati, en diálogo con Infobae (Lucas Goyret)

-El caso de la violencia que sufren los periodistas en México fue uno de los temas más abordados durante el Festival. Ante la situación de extrema violencia que vive el país, ¿cómo se puede hacer periodismo?

– Dependiendo de la región. Hay zonas donde se puede decir que ya no se hace periodismo. Apenas los periodistas pueden publicar algún muerto, alguna balacera, pero no pueden dar muchos detalles porque dar un detalle les cuesta la vida. Hay otras zonas, como en Ciudad de México, donde es totalmente distinto, tú puedes reportear, escribir, y tienes una cierta protección de que vives en la capital. "Cierta" porque hace dos años mataron un periodista en la ciudad y porque acabamos de descubrir que muchos fueron espiados; el Gobierno compró un malware para infectar sus comunicaciones. También hay muchos periodistas desplazados, que se han tenido que esconder; otros están amenazados.

Por eso, hacer periodismo en México es como estar caminando a ciegas en unas arenas movedizas. Tú vas, cubres algo, pero no sabes por toda la corrupción en qué tema te estás metiendo. Incluso ahora en el sismo, estamos cubriendo y de pronto vemos entre los escombros que hay cosas raras, y no sabemos de qué estamos hablando o qué tipo de empresa rara había ahí. Como el caso del colegio u otro en una fábrica. De pronto estás entrevistando al alcalde y no sabes si trabaja para un cártel, le preguntas algo a la policía y no sabes si va a avisar que estás ahí, y eso te pone en riesgo.

-¿Cuáles serían esas zonas más riesgosas?

– Cuando uno va a México tiene que saber por dónde se va a meter. Cada zona tiene sus códigos. La peor es Tamaulipas, en el Golfo de México. Es el estado más peligroso, donde incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Relatoría de Libertad de Expresión, lo declara zona de silencio. Ahí el estado y los narcotraficantes están coludidos, son uno mismo. Hay periodistas que han publicado casos de corrupción de algún político, y van por ellos sicarios y los golpean e intimidan. Entonces ahí hay una relación muy clara.

Veracruz es el estado que parecería un país. Solo 12 periodistas fueron asesinados en el sexenio de Javier Duarte, y hay muchísimos desplazados. En Guerrero hay otro tipo de violencia. Dos días antes de que asesinaran a Javier Valdez en Sinaloa, en Guerrero siete reporteros fueron encañonados por 100 hombres armados cuando iban a cubrir el caso de personas desplazadas, y les quitaron todas sus pertenencias. Sinaloa es otra zona muy peligrosa… Todo lo que llamamos el Triángulo Dorado: Sinaloa, Chihuahua, Huila, Durango.

Marcela fue jurado del Festival (Lucas Goyret)

-¿Por qué no genera tanto impacto la matanza de periodistas en México, como sí sucede en otros países?

– Es una desgracia para nosotros. Hay una violencia generalizada. Tenemos un país con casi 300.000 personas asesinadas desde que se declaró la guerra al narco, que fue una mala estrategia política, del 2006 en adelante. Hay también al menos 32.000 personas desparecidas. Las organizaciones internacionales y algunos países se empezaron a asombrar y nos comenzaron a invitar a foros. Siempre se dice que hay que tener solidaridad, hacer algo, pero ahora la misma sociedad mexicana se ha acostumbrado. Es como un hartazgo, es como si morir es parte del riesgo del oficio. Estamos en un momento en que está en riesgo toda la democracia. La política de Estado es la impunidad, el gobierno mexicano hace mucho lobby y gasta mucho dinero.

Hay una política de silenciar a periodistas, y en la mayoría de los crímenes quedan impunes. No hay una sola persona en la cárcel que esté pagando por un crimen contra algún periodista. Es tan fácil y barato matar un periodista en México, como no tiene ninguna consecuencia, es como una invitación a que mucha gente siga amenazando, agrediendo a periodistas. Ya ni siquiera tiene que ser profesional.

-¿El Estado les provee algún tipo de seguridad?

– Hay un mecanismo de protección a periodistas, y acaban de matar a Cándido Ríos, que estaba en el mecanismo de protección. Han matado a escoltas que, según decían, protegían a periodistas. Lo que no queremos es usar chalecos antibalas, ni escoltas, sino una prevención. Es decir, que se haga algo desde antes y que se acabe con la impunidad.

-Sos una reconocida periodista en México. Esa condición, en este tipo de contextos, muchas veces puede ser beneficiosa, pero otras no. ¿Trabajas con miedo?

María piensa unos segundos, saluda a los lejos a tres colegas mexicanas, y se reincorpora a la entrevista…

– Yo al principio cubría pobreza, y de un día para el otro pasé a cubrir masacres. Yo no sabía nada de cárteles y todavía es un tema que me cuesta trabajo por cómo funcionan las dinámicas criminales ni cómo ir a una zona controlada por los Zetas, pero hay que hacerlo. Hemos aprendido a encriptar información , cómo mandarnos mensajes; hemos tomado talleres de seguridad física; tenemos que armar protocolos antes de salir. También pedirle a alguien que te monitoree, bajar ciertas aplicaciones. Todo el tiempo estamos actualizando aplicaciones que sabemos que no son hackeables, y a los 20 días te das cuenta de que esa no era la buena. No hablamos por Skype… Dejamos dicho a dónde vamos, mandamos foto y decimos que si no volvemos nos está persiguiendo tal persona. Estamos paranoicos… Hay momentos en que he tenido que salir corriendo de lugares donde me dicen que ya me detectaron. Si estás en la frontera sabes que tienes que llevar tu visa, tu boleto de avión abierto, tener detectada la ruta de escape. Es una sensación de tensión máxima… También he recibido llamadas, o me ha llegado gente rara que seguramente me plantó el Gobierno para darme información falsa, y que uno no sabe cómo lo detectaron, cómo tienen información de uno. Para la gente son cosas terribles, paranoicas, pero para nosotros son parte de nuestra cotideaneidad.

Marcela Turati reflejó los desafíos que deben sortear los periodistas en México (Festival Gabo)

-En una de tus exposiciones durante el Festival señalaste que el periodismo muchas veces salva vidas. ¿Esa consideración también aplica para México?

-El periodismo puede salvar vidas, pero también quitar vidas. Por un lado puedes decir lo que está sucediendo en tal zona. En Tamaulipas, por ejemplo, durante meses desaparecía gente que pasaba por un puente llamado San Fernando, a una hora y media de Texas. El Gobierno nunca quiso decir nada y bloqueó todo tipo de comunicación. Los medios allí están amenazados. Por eso digo que donde se instale el silencio, ganó la muerte. Porque si hubiera habido periodistas ahí que dijeran que en ese punto desaparecía gente, nos hubiese evitado lo que pasó. Pero también está el riesgo de que por publicar algo maten a alguien. No sólo al periodista, sino también al único testigo que vio algo. Entonces muchas veces no puedes dormir pensando si publicas o no tal información. A veces también toca hacer el anti periodismo, y advertir a una fuente que con esa información la pueden matar, entonces uno le aconseja que primero lo piense bien, con su familia. Por momentos también es como un papel de psicólogo.

-¿Qué rol cumplen las redes en situaciones como las de México?

-Lo primero que vemos en los talleres de seguridad es qué estamos publicando en nuestras redes, si son seguras o no las contraseñas de nuestros correos. Lo que tratamos de hacer es no poner nunca dónde estamos, ni a donde vamos, ni con quién nos vemos. Tampoco publicamos fotos familiares. Me da miedo que algo le hagan a la familia. Si me fui de viaje y tengo que comunicar algo, lo digo dos días después. Es como parte del cuidado que hay que tener. Por otro lado, las redes han jugado un papel bien interesante porque para las coberturas se está haciendo más en colectivo. Son tiempos del anti periodismo, porque ya no es la exclusiva, sino ahora tienes que trabajar en grupo y compartir la información que tienes. Entonces ahora van todos juntos, por ejemplo si hay un muerto en determinada zona. Los grupos de WhatsApp también ayudan para rastrearnos entre nosotros.

-Además de tu rol de periodista, sos activista e impulsaste diferentes proyectos en los últimos años.

– Hace diez años fundamos Periodistas de a Pie, que es un colectivo que se dedica a ayudar a periodistas que se organicen y hacer sus propias investigaciones. Este año, con otros tres colegas, fundé Quinto Elemento Lab. Lo que queremos hacer es ayudar a los periodistas de investigación a que puedan sacar sus investigaciones a pesar del contexto, a encontrarles financiamiento, acompañamiento editorial, buscar algún medio que se los publique. Es como un experimento para ver si se puede potenciar, porque la censura es muy fuerte en muchas lados.

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