A comienzos de este año se conmemoraron los sesenta años de la muerte de la poeta chilena y Premio Nobel de Literatura 1945, Gabriela Mistral, y no hubo grandes celebraciones; fue, por así decirlo, como su vida: discreta, alejada del ruido, recluida en su escritura. Por lo demás, no resultaba extraño, ya que su figura y su obra han sido resistidas por la escena literaria sudamericana: cuando le dieron el Nobel tardaron diez años en darle el Nacional de Literatura en su país y Borges, tal como lo consigna el Borges de Bioy, opinaba por esa misma fecha que hubiera preferido que le concedieran el premio al escritor mexicano Alfonso Reyes: "Hubiera sido mejor que le dieran a él el Premio Nobel y no a Gabriela Mistral". Y en otra parte es aún más enfático cuando premian a Juan Ramón Jiménez: "Primero a Gabriela, ahora a Juan Ramón. Son mejores para inventar la dinamita que para dar premios".
Después de su muerte en Estados Unidos, la obra de Gabriela Mistral si bien no pasaba desapercibida para los lectores, se redujo a una parte, quizá la más conveniente. En su país era enseñada como la poeta-docente y de rondas infantiles. Sin embargo, con la muerte de Doris Dana, su compañera y albacea a finales de 2006, esta obra está siendo conocida a cabalidad, (re)descubriéndose en partes cada tanto, como fue el caso de la correspondencia entre Doris Dana y ella, pero también con sus prosas plasmadas en Vivir y escribir y Yin yin, el sobrino de Gabriela Mistral, ambos publicados por Ediciones Universidad Diego Portales en 2013 y en 2015. Esta mujer sigue siendo una figura incómoda, porque quizá, a diferencia de Pablo Neruda o de César Vallejo (sólo por nombrar a dos grandes poetas sudamericanos), el registro de lo que hizo y de su vida fue algo más subterráneo y por capas.
Tuvo que ocurrir este aniversario de su muerte para que se sucedieran, en apenas tres meses (julio-agosto-septiembre), tres rescates de su obra y de su vida de la mano de tres mujeres: la poeta y editora Gladys González, que reunió en un solo libro los cuentos infantiles reescritos en verso y sus autobiografías; la periodista Elisa Montesinos, que fue hasta el pueblo donde nació la poeta para terminar una novela sobre ella pero terminó dictando un taller a los niños de una escuela sobre Mistral y con ello está haciendo un antología cartonera, y la fotógrafa y artista visual Carla Mc-Kay, que realizó un taller abierto en el Centro Cultural Gabriela Mistral con el propósito de trabajar con las diferentes versiones de su rostro.
Un anecdotario infinito
Cuentos & autobiografías, que pronto llegará a Buenos Aires en una distribución reducida, es fruto de una investigación de cuatro años. La idea fue pesquisar textos que no estuvieran reunidos antes en un libro y en lo posible en ninguno, de este modo Gladys González llegó a cuentos publicados en revistas colombianas, aunque podría decirse que el puntapié inicial lo dio "Caperucita Roja" publicado en su segundo libro Ternura (1924). A partir de este hilo conductor encontró cuentos parecidos publicados en esas revistas colombianas en la década del 20: "Blanca Nieve duerme en la casa de los enanos", "La Cenicienta" y "Bella Durmiente". La gracia es que reescribe esos clásicos cuentos en forma de verso y los devuelve de una forma original. En varios de ellos hay parentescos o similitudes: la expresión "el olor de salvia mojada" se repite en algunos, el uso de cierta rima, y en otros hay parentescos más claros, como en "Bella Durmiente" y en "Blanca Nieve", ya que ambos tratan del sueño o de cómo los niños tienen que estar tranquilos para ese momento y no temer porque, tal como le cantan los enanos a Blanca Nieve, "duerme hasta que canta el gallo /de cresta más encarnada /y se cuelguen los murciélagos /y muja largo una vaca. /Te espantan los enanos /los monstruos de la montaña; /el lagarto volador, /la catarina giganta". En "Bella Durmiente" el sueño no está planteado como temor, sino como protección para evitar la muerte dictada por una perversa hada; el sueño, de este modo, dura cien años y durante ese sueño todo en el castillo duerme, pero cuando llega el príncipe todo cambia.
Hay otros cuentos más breves que son estampas de animales que, como señala la editora del libro, tienen una carga más lúdica porque "retratan una parte de la fauna que ella observaba en distintos lugares donde vivió". En la parte de las autobiografías, hay una que se conoció de manera póstuma, en 1988, y curiosamente es la más larga; el resto son muy breves, pero en ésta se explaya y cuenta una anécdota que le pasó de niña en la escuela. En aquella época vivía en Vicuña, un pequeño pueblo ubicado al interior de La Serena, y le tocaba repartir el papel donde dibujaban y hacían las tareas al resto de la clase, pero en vez de sacar una hoja, sus compañeras sacaban más, así que se terminó el papel antes de fin de año. La directora, que era su madrina, comenzó entonces una investigación, que la señaló como la principal responsable. Después de una pesquisa en su casa, donde la directora, que era además ciega, encontró papel de sobra (dado por un inspector de escuelas de la región) la declararon "ladrona". Cuando su madre le fue a dar explicaciones, la directora, que "era una mujer inteligente y muy culta para su época logró convencer a su comadre de que aunque yo fuese inocente habría que retirarme de esa escuela porque yo no tenía dotes intelectuales de ningún género y sólo podría aplicarme a los quehaceres domésticos".
El aumento en la extensión de sus autobiografías, según Gladys González, se debe a los inventos biográficos de los que fue víctima; sin ir muy lejos, ella denunció por eso a un prestigioso crítico chileno en una carta publicada en un diario colombiano: "Tantos desaires de su país natal probablemente la impulsaron a rectificar informaciones erróneas y ya mayor a visibilizarlas". Pero no sólo está Cuentos & autobiografías en Ediciones del Cardo, sino una colección Mistral, en la que también estarán en un futuro un libro de ensayos de Lila Zemborain, un texto de lectura crítica de destacadas escritoras latinoamericanas, textos políticos, un libro ilustrado y de notas de viajes: "La idea de hacer esta colección es hacer circular la obra de Mistral en distintos registros para los lectores y los medios críticos para de esta forma releer y sopesar el peso estético y político de esta magnífica escritora latinoamericana que ha sido relegada".
Tras los primeros pasos de Mistral
El otro rescate, que en verdad es más que eso, es una investigación y una escritura, es el de la periodista Elisa Montesinos, que se fue unos meses al pueblo natal de la poeta a una residencia que consistía, como ella cuenta, "en terminar una novela sobre los papeles de Mistral en la que estoy hace varios años y en ofrecer un taller literario a estudiantes de enseñanza secundaria de los distintos establecimientos de Vicuña". Para ello ocupó la biblioteca del Museo Gabriela Mistral. Pero este proyecto que en un inicio iba a durar tres meses se fue extendiendo, ya que a Montesinos se le ocurrió la idea de hacer un libro cartonero con los cuentos escritos en su taller, "y que tratan sobre objetos que hay en la colección del museo; su casa natal, que estaba en el terreno y actualmente ha sido reemplazada por una réplica, y situaciones de la vida de la poeta. Los jóvenes imaginaron encuentros con Mistral, y situaciones entre ella y sus compañeras de vida". En total son veintidós cuentos ilustrados por los mismos talleristas, compañeros de colegio y una madre, que tiene como título En la ruta de Gabriela y que será presentado en el V Encuentro Internacional de Editoriales Cartoneras, que se realizará en la Biblioteca de Santiago a fines de mes.
La novela que prepara esta periodista está basada en una investigación que hizo hace casi diez años, cuando después de estudiar un máster en Literatura en Nueva York, la llamó hasta allá un medio chileno para que investigara qué iba a pasar con el material inédito de la Premio Nobel a la muerte de Doris Dana: "Entonces tuve que contactar a Doris Atkinson, su sobrina y heredera, para entrevistarla en varias ocasiones y ver en qué consistía este legado que varios investigadores habían perseguido sin éxito, porque Dana era muy reservada con esto y no les mostraba nada". Sin ser investigadora, estuvo más de un año tratando de ver ese material inédito, entrevistando a críticos, hasta que Atkinson resolvió donar el material a Chile. Fue en ese momento que en la Embajada de Chile en Estados Unidos pudo observar fotografías y cartas íntimas: "En ese tiempo acumulé mucho material que decidí trabajar más tarde en la forma de una novela".
Volver a conocerla
El tercer rescate está a cargo de la fotógrafa y artista visual Carla Mc-Kay y consiste en un taller abierto de arte, una especie de residencia colaborativa, donde se trabaja con el rostro de Gabriela en el centro cultural que lleva su nombre: "Los participantes usan técnicas escultóricas a pequeña escala (toma de impresión y luego vaciado en yeso) y las aplican al rostro de la poeta". De este modo captan el rostro de Mistral a modo de homenaje; se trata de un rostro y múltiples versiones de él. Para esta fotógrafa, la imagen de la poeta es un misterio, "algo que cuesta entender, sobre todo para mí que hago retratos en fotografía. He mirado mucho fotos suyas y es extraño cómo la representan de modo público, a diferencia de sus imágenes privadas, exhiben otra dimensión, menos dura y fría". Esta residencia termina a mediados de este mes.
En cuanto a que tres mujeres de diversas disciplinas le hayan dedicado su tiempo y su arte a esta poeta en este particular año, Mc-Kay opina que tanto el proyecto de Elisa Montesinos como de Gladys González le parecen muy potentes, aunque no quiere dejar el suyo atrás por falsa modestia: "Yo además soy profesora de artes visuales. Y me parecía que Mistral tenía un vínculo obvio con el edificio, pero también con las discusiones sobre género que estamos generando ahora mismo allí y que son muy urgentes. Creo que trabajar con ella es también trabajar con otras cosas. Pero además con ella parece todo oculto y es casi una novela romántica: es una mujer que tiene mil versiones. Ésta es una nueva forma de conocerla, de sacarla de la visión escolar y reparar los lugares comunes que se dicen sobre ella".
En Buenos Aires ya ha se han realizado este año homenajes a escritores extranjeros, como a Augusto Roa Bastos y a Juan Rulfo, y el año anterior un espléndido coloquio dedicado a Rubén Darío: todos varones, se echa de menos a esta inmensa poeta. Afortunadamente todavía queda año, ciudadanos.
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