A 23 años de su muerte, un recuerdo del inolvidable Polaco Goyeneche

Es considerado uno de los grandes cantores del siglo XX. Dejó una huella imborrable en el tango y fue el favorito de los más grandes. El recuerdo de Adriana Varela, su ahijada artística

El 27 de agosto de 1997, “El Polaco” pasó a la inmortalidad.

Trascender. A 98 años de su nacimiento y al cumplirse hoy 23 de su partida, su voz aún se alza como un barco trasatlántico que invita a navegar, a saltar olas y hasta naufragar y chocar contra cada iceberg que entona y deshace en cada nota. Si hay algo que caracterizó al "Polaco", y que lo hizo grande, fue su decir y dejar en cada interpretación absolutamente todo.

Roberto Goyeneche nació el 29 de enero de 1926, fue apasionado del fútbol (hincha de Platense), comenzó a cantar tango en la adolescencia y a los 18 años participó de un concurso de nuevas voces. Encaminado en la música, pero necesitando de un sustento fijo para vivir trabajó como chófer de colectivos (manejó la línea 219, actual 19), fue taxista y mecánico.

Roberto Goyeneche junto a Anibal Troilo, el “Polaco” y “Pichuco” en una de sus tantos encuentros sobre un escenario.

En 1944 integró la primera orquesta y acompañó a Raúl Kaplún, pero el reconocimiento total le llegó en 1952 cuando Horacio Salgán lo convocó para reemplazar a su cantor y le puso el apodo con el que pasó a la inmortalidad, "Polaco" por su porte. En el camino sin retorno a la consagración, Goyeneche avanzó sin tropiezos y 4 años más tarde pasó a ser la voz de la orquesta de Anibal Troilo, con quien tuvo una entrañable amistad y acompañó hasta 1963. La voz del Polaco estaba en su máximo esplendor y lo demuestran las 26 canciones que grabaron, fue por eso que "Pichuco" lo alentó para seguir solo.

Desde que pisó el primer escenario dejó sello indiscutido y puso en claro que no llegaba para imitar a nadie sino para hacer su propia escuela. Eso lo hizo trascender y romper las fronteras impuestas por algunos ortodoxos.

Roberto Goyeneche junto a Astor Piazzolla, el principal referente del nuevo tango.

Su camino a la gloria lo llevó a su carrera solista desde la que inmortalizó tangos de Homero Expósito y Atilio Stampone. En 1968 y 1971 volvió a grabar con Troilo un excelente trabajo que se resume en "¿Te acordás polaco?". Goyeneche no dejaba de brillar. Cantó como sólo él podría hacerlo los clásicos de Gardel. Partió a los EE.UU donde además de tangos interpretó temas de Atahualpa Yupanqui con arreglos de jazz y todo.

También se le animó al maestro del compás, Osvaldo Pugliese, con quien grabó "El motivo" y en 1969 le puso voz a una de las interpretaciones más veneradas de su historia: Balada para un loco, con letra de Horacio Ferrer junto al exigente bandoneón de Astor Piazzolla. Ese trabajo lo acercó a la nueva generación tanguera y de esa manera llegó a vincularse con los músicos de rock del momento, pasó por el cine (en octubre de 1987, cantó y actúo en Sur, de Pino Solanas) y participó de un programa humorístico de Jorge Porcel donde interpretaba a un hincha de Platense que cantaba tangos, quizás emulando algún destino sin varita mágica. De todos fue el favorito y todos lo querían.

En 1989 llegó a "Café Homero" un espacio de concert en el que conoció a Rubén Juárez y a Adriana Varela, que inició allí su carrera y de quien fue el gran mentor.

Cine. “El Polaco” Goyeneche junto a Fito Páez en la película Sur, de Pino Solanas. Su participación lo acercó a los jóvenes que hasta hoy lo veneran.

El 27 de agosto de 1994, tras una compleja neumonía, el cielo de Buenos Aires recibió al Polaco. Al igual que cada día en esta fecha el cielo estaba gris. El tango se había quedado sin uno de sus hijos pródigos. Ese mismo día murió la cantora Beba Bidart.

El recuerdo de dos grandes para el más grande

Hace unos meses, en dialogo con Infobae, el Maestro Atilio Stanpone habló del Polaco y lo definió: "Creo que Goyeneche fue EL cantante de tango, por la forma de expresarse, de sentir la melodía y la letra. El Polaco era un fenómeno". Es que fue un "decidor" como ninguno y su estilo pasó las fronteras de la generación tanguera para calar hondo en los jóvenes que se acercaron al tango gracias a él.

Sueño cumplido. Adriana Varela junto a Roberto Goyeneche. Fue su mentor y padrino artístico.

Ese fue el caso de Adriana Varela, una de las grandes voces femeninas, que lo recordó con emoción. "A partir de la película Sur, en la que veo al Polaco, descubro al tango. Él es el vehículo por el cual me llega el tango", dijo a Infobae y continuó: "Nunca había escuchado y comprendido el tango y a sus poetas. Fue una revelación, no sólo de él como artista, sino que me estaba contando cómo era Buenos Aires".

Adriana conoció a Goyeneche en el Café Homero donde iba para insertarse en el mundo que estaba descubriendo. Ella empezaba a cantar, animada por la lujuria que el ritmo le despertaba y llegó el día en que cantó delante de ese hombre que le había mostrado el camino que entonces ella no veía. Y se animó a cantar con el Polaco sentado en la barra del café. "No me importaba nada, sólo él". Cuando bajó del escenario la llamó."'De dónde saliste', me dijo. Le dije 'Soy fonoaudióloga, nada que ver, estoy haciendo esto de onda…' Y me dijo: 'Yo quisiera proponerte que donde yo vaya, vengas y donde yo cante, cantes vos…' Se da vuelta, mira a la mujer y al hijo y les dice:'¡Es ella!'… Todavía contarlo me da cosa… Dejé todo y lo seguí".

No hay mejor manera que celebrar la vida del Polaco que escuchándolo cantar.

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