Resistencia, Chaco. Enviado especial.- ¿Qué es la literatura infantil? En principio, se trata de los textos literarios que fueron pensados para chicos. Sin embargo, esta simple ecuación contiene una serie de problemáticas. ¿Quién define lo que entra dentro del corpus titulado literatura infantil? ¿Cuáles son las especificidades requeridas a la hora de escribir para chicos? ¿Cómo se construye un lector para que, desde la más temprana infancia, pueda ejercitar la crítica y la curiosidad? ¿Cómo discriminar entre toda esa gran masa de libros, ese gran boom comercial de literatura LIJ? ¿Cómo estimular la lectura en los niños? María Inés Garibaldi es docente, publicó Duplicado, Las Josefinas, Panqueques de manzana y Receta para hacer un bosque y, por su voz clara y prudente, no es difícil imaginarla en un aula llena de chicos hipnotizados oyendo su lectura. Invitada al 22° Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, recorrió escuelas, realizó actividades y brindó talleres. En definitiva: sembró una semilla fresca en el terreno árido de los no lectores.
En el Centro de Convenciones donde se realiza el Foro, la gente entra de a grupos. Docentes de diversas ciudades llegan en pequeños grupos minutos antes de que las mesas empiecen. En el hall de entrada los recibe una gran maqueta cubierta de vidrio que nadie, absolutamente nadie, puede pasar frente a ella sin detenerse a ver de qué se trata. El Gato Cascabel se llama y es una minilibrería que alberga 400 libros. "Contiene la historia de la literatura infantil argentina desde 1880, con Eduarda Mansilla, hasta el año 2000. El nombre viene de una poesía de José Sebastián Tallon, un poeta que admiro mucho, de un libro de 1927, que también forma parte de esta librería", le dice María Inés Garibaldi a Infobae desde la Fundación Mempo Giardinelli en la ciudad de Resistencia durante un pequeño break entre tantas actividades. "Excepto la electricidad, que la hizo mi marido, todo lo hice yo: desde la maqueta, los muebles, los libros, hasta los vestidos de las muñecas, las decoraciones, los ositos", agrega. Además de escribir (y leer: porque un escritor es antes un gran lector) hace origami y miniaturismo. Ambas prácticas se combinaron en esta maqueta que siempre, de los cuatros días que duró el Foro, tuvo un grupito de personas alrededor con los ojos perdidos entre la madera balsa y el fibrofácil. "Habilidad, qué se yo. Ponerse y hacerlo", comenta con un dejo de modestia.
– ¿Cómo empezaste a escribir específicamente literatura para chicos y jóvenes?
– Empecé a escribir y me salió para chicos. Cada vez que escribo me sale para chicos. Ni siquiera una definición etaria. No te puedo decir "yo escribo para chicos de tal edad" porque no es así. Después, si se publica, hay editores y colecciones que dicen "esto es para tal edad". Pero no lo elijo, me sale así. La vocación empezó a despertarse cuando mis hijos eran chicos y empecé a leerles, entonces me dije: "Esto es lo que yo quiero hacer, escribir para chicos". Y empecé a escribir para chicos pensando en mis hijos y después me quedó. Es como escribo. Imagino que como poder, puedo escribir algo para adultos. Yo creo que no hay una diferencia en la literatura, simplemente que lo infantil recurre a un lenguaje que el chico comprende y ciertos recursos que son más comprendidos por los adultos o gente adolescente. Cambia el recurso, por ahí también el lenguaje, pero no deja de ser literatura. Hay una diferencia porque está la literatura con letra mayúscula y nosotros somos con la cenicienta de la literatura, pero no me interesa porque además me gusta mucho el contacto con los chicos. Empezó con mis hijos la inquietud, y ahora sigue.
– El lenguaje de la literatura infantil es un lenguaje particular. ¿Qué especificidades tiene el mundo de la LIJ?
– No hay que explicar todo porque siempre tenés que dejar suspenso. Tenés que escribir como cualquier novela que vos leés: si dejaron cabos sueltos, no te va a cerrar. En el caso de los chicos, lo mismo. Lo que ve un editor es si vos como autor en un cuento o en una novela dejaste cabos sueltos. Uno llega a ser lector por tantos caminos como personas existen. Desde mi experiencia personal, mis hijos son todos lectores porque les leí desde muy chiquititos y hasta siendo bastante grandes, hasta llegar a leerles novelas en capítulos noche tras noche. Además era como un juego de "bueno, hoy cortamos acá" y ellos "¡no, no, no!". Pero también hay lectores voraces que vienen de hogares donde no les leyeron pero que llegaron a los libros por un amigo, un docente o quizás por curiosidad. Hay tantos caminos como personas. Sí, por supuesto, la promoción de la lectura es importante. No me gusta ese juego familia-escuela donde la familia responsabiliza a la escuela porque los chicos no leen y la escuela responsabiliza a los padres porque los chicos no leen. Yo creo que la sociedad tiene que propiciar el encuentro del chico con el libro para que, de entre veinte, uno lea.
– Hay también una cuestión con la tecnología, con las pantallas. ¿Cómo influye este elemento en la lectura?
– No me gusta la pelea tecnología-literatura porque yo creo que los chicos leen por una pantalla. Y la literatura los puede ayudar a entender mejor lo que leen en esa pantalla. Pero no creo que sean antagónicos. Es otra forma de leer. Por eso no me gustó cuando salieron los e-books que se hablaba de la muerte del libro en papel. No, yo creo que conviven pacíficamente y pueden seguir conviviendo. Hay contrapuntos pero yo creo que nada es bueno y malo por sí mismo. Ni todos los maestros son responsables porque los chicos no leen, ni todos los padres son responsables porque los chicos no leen. A veces un docente marca la diferencia. A veces un padre marca la diferencia. A veces el propio pibe encuentra un camino lector con un amigo en la adolescencia. Pero claro, todos los adultos tenemos la responsabilidad de llevar libros y acercar lecturas a aquellos que quizás no tuvieron ni un maestro ni un padre que se los haya dado y se puedan encontrar con un libro y descubran que por ahí les gusta.
– Uno de grande puede tomar el camino de la lectura o no, pero en la infancia o en la adolescencia más temprana quizás sí sea necesario que los chicos atraviesen ese camino, ¿no?
– Es muy importante, pero vos fijate que si vas a las librerías y hacés una encuesta los padres sienten la obligatoriedad de leerles a los chicos desde que son muy chiquitos hasta los dos o tres años, como si fuera parte de la obligación materna leerle cuentos antes de dormir. Pero hay un momento que se acaba esa historia, en la gran mayoría, aunque algunos continúan. Y después tenés lo escolar que incluye literatura en muchos casos pero que a veces le agregan esa cosa utilitaria que la literatura no tiene. Al docente le sirve para transmitir valores y entonces desdibuja un poco la función de la literatura. Mis hijos tuvieron desde libros de tela, que no tenían una historia, o libros objeto hasta libros acorde a sus edades. Yo creo que así es como se construye un lector, ayudando a que el chico no vea una cosa rara en un libro. Los padres y los docentes deberíamos asegurarnos que los chicos sepan por lo menos que un libro es un amigo. Que lo podés volver a tomar en algún momento de su vida, y que además pueda no ser amigo de un determinado libro al que tenés el derecho de, si no te gustó, no leerlo completo y pasar a otro libro. Pero creo que somos todos responsables en la formación de los lectores. Es fácil decir "son los padres" o "son los maestros" o "son las autoridades" pero no: somos todos.
– Hace unos años que la LIJ está en boga, que hay una suerte de boom, donde entran elementos como lo comercial, lo masivo. ¿Cómo discriminar entre toda esa gran masa de libros y elegir bien?
– Es un tema complejo. Como en toda la literatura, hay todo tipo de autores y eso va en la subjetividad de cada lector. Yo no puedo hablarte de que tal autor es bueno o que tal autor es malo, porque incluso de un mismo autor vos leés cosas de distinta calidad. Te hablo de literatura en general, no de literatura infantil. A veces hay modas de autores, a veces hay modas como el libro-álbum, y las editoriales tienen sus promotores, y hay autores que tienen más promoción, que venden más, que los maestros los conocen más. La escuela es una gran compradora de libros a través de lo que le piden a los chicos, los promotores van a esas escuelas y esos libros no siempre son de calidad. A veces también todo se confunde: "Tenemos el bicentenario sobre el Cruce de Los Andes, vamos a escribir sobre eso". Pero bueno, también son cosas necesarias para la escuela. Está bueno que los escriban escritores porque le van a dar una impronta diferente. Es difícil hablar de libros buenos y libros malos pero sí que se ha publicado muchísimo en los últimos años de literatura infantil. No sé cómo se sigue ahora el camino porque está complicado. Los chicos leen mucho, a pesar de que mucha gente dice que los chicos no leen. Yo creo que leen mucho y esperemos que sigan leyendo cada vez más.
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