El célebre artista chino Ai Weiwei llegó el domingo a Buenos Aires, en una visita destinada al estudio del espacio en el que será montada una retrospectiva de su obra, que se inaugurará el 18 de noviembre en la Fundación Proa, en el barrio de La Boca. Esta tarde, Weiwei -quien estuvo preso en su país y estuvo luego imposibilitado de viajar durante varios años- habló con la prensa argentina sobre la función del arte y dio varias definiciones de su mirada política, abiertamente enfrentada al gobierno de Xi Jinping. Estas fueron las más fuertes.
"Las violaciones a los derechos humanos en China se ocultan en el mundo por los negocios que se realizan con otros países. Hace poco, en Alemania Airbus le vendió 140 aviones a China, entonces la muerte del premio Nobel de la Paz Liu Xiabo pasó desapercibida, a pesar de que estaba preso. Le dijeron que tenía cáncer y pronto murió. Para mí es sospechoso…".
"Mi padre, que era poeta, era un dirigente comunista pero luego fue purgado. Nos mandaron a vivir al desierto chino, en la frontera con Rusia. Ahí podía ver las fotos de mi padre con Pablo Neruda, sus fotos en las playas. Me permitía conocer un mundo que no existía a mi alrededor. Y eso quiero hacer con mi hijo, por si me apresan nuevamente".
"No me interesa un arte solo para unos pocos. Si el arte no es comprendido por la mayoría, no es arte. A veces me dicen que haga mi obra 'más artística'. Pero si el arte llega a todos, permite expresar sentimientos y hace que la libertad exista y que la humanidad sea más poderosa".
"En China mi padre era considerado un enemigo del Estado, tal como me consideran hoy a mí".
"En China se apresan abogados, no hay grupos organizados, es difícil conectar con el mundo subterráneo que busca transformaciones".
"Perdí 5 años de mi libertad en China, pero sirvió para concentrarme en mi obra".
"Mi mayor temor es que se pierda la conciencia de la humanidad.
"Mi casa en Beijing está vigilada por 20 cámaras. Y agregué 4 para transmitir todo el día. Uso la lógica de ese Estado"
"Los Estados Unidos de Trump y China están cada vez más parecidos".
"Para la película Human Flow, que se estrena en Venecia el mes que viene, recorrimos Irak, Grecia, Jordania, Gaza, Pakistán, Bangladesh y Kenia con 20 equipos de filmación y estuvimos en 14 campos de refugiados. Ningún Estado los ayuda. Es una tragedia".
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