Radiografía de la Generación Beat, los poetas que rompieron todo

Durante los años 50, en un mundo hostil signado por la posguerra y el auge del consumo, hubo una generación de poetas estadounidenses que fue a contramano. “Poesía Beat” es una antología editada por Buenos Aires Poetry que reúne a 40 de estos autores desempolvando nombres olvidados, más allá de los clásicos Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William S. Burroughs. Inconformismo, marginalidad y liberación: un aullido en el camino

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William Burroughs
William Burroughs

Se dice que la primera vez que alguien dijo la palabra "beat" fue en 1947 en Times Square. En un estado de "evanescente exaltación", Herbert Huncke no la dijo, la gritó. Un aullido en el camino. Cinco años después, John Clellon Holmes escribió en el New York Times un artículo titulado This is the Beat Generation. Allí definía algo que provenía de las entrañas de un país helado: "una revolución cultural en desarrollo, hecha por una generación de jóvenes (…) sin valores espirituales que pudiesen honrar". Por aquellos tiempos, Jack Kerouac habla de lo beat como lo beatífico, que quiere decir, según el diccionario: que tiene o produce serenidad y placidez. Pero, ¿quiénes eran estos poetas marginales que deambulaban por los suburbios de Nueva York o San Francisco? ¿Qué decían, cómo lo decían, contra qué lo decían? Durante la década del 50, un grupo de poetas hartos de tanta guerra, tanto consumismo, tanto idiotez nacional, deciden crear su propio lenguaje.

"El que viene del palo del rock o la música, a un par de ellos los conoce". El que habla es Mariano Rolando Andrade, que editó junto a Juan Arabia el libro Poesía Beat (Buenos Aires Poetry, 2017). Ya en el prólogo da cuenta de estos aspectos: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, Vietnam y la Guerra de Corea marcando una generación que encontró, mediante la poesía más visceral, y abocada a la experimentación desde los márgenes, una forma de plasmar lo real. "Nunca es fácil ser escritor, ¡y poeta menos todavía! Hacían todo tipo de actividades para sobrevivir pero había una dirección clara que era la poesía, la literatura", agrega Rolando Andrade mientras bebe un café de máquina en el buffet de Infobae. El libro que acaba de publicar es una antología de poetas Beats: un detallado corpus que, separado por las etapas de cada movimiento, muestra no sólo las poesías de 40 escritores, también sus resumidas biografías.

Portada de “Poesía Beat”, editado por Buenos Aires Poetry en 2017
Portada de “Poesía Beat”, editado por Buenos Aires Poetry en 2017

Mapa general de una generación imparable

Poesía Beat está dividido en cinco partes, de forma tal que el mapa de nombres propios incluidos en el significante Generación Beat fluya con claridad, atravesando etapas, graficando lugares y contextos. El primero, denominado Costa Este, incluye a Allen Ginsberg, Jack Kerouac, William S. Burroughs, Neal Cassady, Herbert Huncke, John Clellon Holmes, Carl Solomon y Gregory Corso. "Son el núcleo duro de los Beats que se conocieron en la Universidad de Columbia. Luego se suma Huncke, que era básicamente un criminaloide que pululaba por Times Square cuando era un lugar de reunión de la comunidad homosexual que todavía vivía en las sombras. Andaba en pequeños hurtos, pasó varios años en la cárcel, vivía un poco ese mundo subterráneo. Era lo que hicieron los Beats, unir la universidad con lo más subterráneo de la cultura norteamericana", comenta Rolando Andrade.

La segunda parte, Costa Este, muestra el primer movimiento expansivo: "Es cuando empieza el contacto con los poetas de San Francisco. Había un grupo importante que se llamaba el Renacimiento de San Francisco. En 1955 se realiza una lectura importante donde Ginsberg lee el famoso Howl o Aullido, Ferlinghetti lo escucha y le propone publicarlo en una editorial que acababa de crear que es City Lights. Con el tiempo se convirtió en la editorial de los Beats, ahora está en San Francisco, en North Beach. Le hacen un juicio por obscenidad: muchas alusiones sexuales y homosexuales. En esa época Estados Unidos salía de la guerra y era super conservador. El juicio le termina de dar visibilidad. En el 56 sale Howl, en el 57 sale On the road (En el camino de Kerouac) y ahí explota".

"Quiero demostrar que la Biblia se publicó en una revista romana para niños.
Quiero probar que el sol nació cuando Dios se quedó dormido con un cigarrillo encendido, exhausto tras una dura noche como juez.
Quiero probar de una vez por todas que no estoy loco."
Bob Kaufman (1925-1986)

"La tercera sección es de los neoyorquinos que se van agregando a la Generación Beat que son un poco posteriores. Esta gente es más joven, tiene 10, 20 años menos que Kerouac y Ginsberg. Acá hay músicos y pequeños criminales. Empiezan a aparecer mujeres, como Diane Di Prima, Anne Waldman, Brenda Frazer, Hettie Jones. Ya había mujeres en el movimiento pero es a partir de acá que son un poco más reconocidas". La cuarta es la del Beat Hotel: "Era un poco asfixiante el clima de derechos civiles que se vivía en Estados Unidos, de persecución a los homosexuales, entonces varios poetas Beats deciden irse a París y se instalan en un hotelucho de mala muerte donde la dueña era una mujer que le cobraba dos mangos y vivían en condiciones infrahumanas. Ahí estuvieron Ginsberg, Kerouac, Burroughs, Orlovsky que fue pareja de Ginsberg durante mucho tiempo, Gysin que era muy amigo de Burroughs y un gran gran personaje, y Norse". Y la última sección es Outsiders: "Le pusimos así porque muchos eran poetas que nunca dijeron ser poetas Beats pero que tuvieron algún pasaje o compartieron temáticas. Esta investigación no es exhaustiva, es abarcativa. Recuperamos bastante el rol de la mujeres, hasta los 90 no eran incluidas en ninguna antología".

Jack Kerouac
Jack Kerouac

Vivir al límite, romper todo

Un año antes de morir, William S. Burroughs dijo en una entrevista con el New York Times que ya no escribía porque no tenía más cosas que decir. Corría el año 1996 y el mundo ya no era el mismo. ¿Sabría que estaba llegando su final? Un año después, su corazón dejó de latir una madrugada de sábado: un repentino ataque cardíaco, informó su representante. Googlear fotos de Burroughs tiene como resultado ver un hombre flaco, siempre con los mismos elementos en las manos: o un cigarro o un vaso o un arma. Esa postura en permanente rebeldía, en defensa o en ataque, es lo que prima en la poesía Beat: estar en guardia, hay que romper todo. Claro, nada era gratis. "Hay un componente trágico en muchos. Pero es por tratar de vivir una vida acorde a lo que escribían. No era trabajar en una oficina o hacer una vida burguesa. Sin desmedro en nada de eso, porque son elecciones de vida. Ellos no querían vivir esa vida… y tenía su costo", explica Rolando Andrade.

– Pocos movimientos artísticos han golpeado tanto las estructuras, ¿no?

– Si pensás corrientes artísticas del siglo XX que hayan producido tanto impacto, no hay muchas. Porque ellos fueron retomados por la contracultura de los años 60, los hippies, el rock. Acá en el libro se ve todo ese vínculo entre el rock y los Beats. Primero el jazz, porque ellos eran jazzeros sobre todo, hablaban del jazz en sus poemas. Pero también hay un poema de Marge Piercy sobre Janis Joplin. Después tenés a Michael McClure que era muy amigo de los Doors. Está toda esa conexión entre la cultura jazz-rock-popular con los Beats. Además hay temáticas como la liberación sexual, los derechos de los homosexuales, el pacifismo, el antifascismo, feminismo, erotismo femenino, la liberación femenina, la maternidad vista de un lado no conservador… todas cosas que nos fueron llegando en oleados muchos años después en diferentes canales.

– A diferencia de otras corrientes artísticas o culturales, la poesía Beat aún sigue siendo transgresora incluso para nuestra sociedad…

– Sí, estoy de acuerdo. Hubo un momento en que fue institucionalizada un poquito. Hay una escuela de poesía que existe en Colorado: está analizado y estudiado, pero creo que lo Beat sigue siendo una cosa callejera que se armó en cafés, salas de concierto, en las rutas. Tiene todo esto de unir un poco el mundo intelectual con lo el mundo subterráneo, lumpen y marginal en Estados Unidos, que es lo que ellos hicieron: acercarse a la gente común.

– Y también hay violencia…

– Hay mucha violencia. Tenés algunos personajes que son escandalosos, como Ray Bremser con Brenda Frazer, que era su mujer. Él había estado preso muchos años. Lo liberan, publica su libro de poesías porque Ginsberg lo apoya, pero lo detienen por posesión de marihuana y se termina escapando con su esposa a México, y termina haciendo un desastre, pero un verdadero desastre. Él termina obligando a ella a prostituirse, dan en adopción a su hijita de dos años porque se la sacan las autoridades. Hay cosas realmente trash. Burroughs mata a su mujer jugando al William Tell con un tiro en la cabeza. Hay cosas realmente heavies. En esa época México era para ellos como el refugio, como el lejano oeste, podían hacer cualquier cosa.

Anne Waldman
Anne Waldman

"Ese gusto por colgar en el gancho del carnicero y llamarlo amor,
esa necesidad de amar como un grito hueco en el alma:
ésa es la droga de la que pendemos y nos arrastra mortal,
como la gélida aguanieve de heroína que congeló mi sangre."
Marge Piercy (1936)

– Y respecto al canon literario, ¿cómo ves las tensiones entre ellos y la literatura de esa época?

– Ellos rompen un poco con todo lo que era el modernismo. De todos modos un poco lo siguen porque eran admiradores de Ezra Pound y William Carlos Williams. Ellos todo lo mamaron y lo leyeron pero rompen un poco con eso. Yo creo que tratan de acercarse un poco más a la gente común. Kerouac dice: si cualquiera no puede entender mi poesía es porque no estoy escribiendo como tendría que escribir. Entonces, ellos se separan de ese modernismo institucional y académico y entran en una cosa más salvaje y espontánea. Ellos tenían mucha espontaneidad a la hora de escribir.

– Además cuentan algo que evidentemente nadie lo estaba contando, ¿no?

– Claro, porque había una voz oficial de la cultura estadounidense, pero había todas cosas que ni los medios hegemónicos ni las mismas editoriales le daban cabida. Por eso es que ellos mismos terminan creando sus propios medios de distribución. Ferlinghetti crea City Lights, pero también crean muchas revistas que tal vez duran tres o cuatro números pero era un canal de difusión de todo eso que pasaba pero que no tenía manera de encontrar visibilidad.

Interpelar al presente, abrirlo

"Hay muchos poemas que son inéditos, que en español nunca fueron traducidos. La idea también era hacer un aporte", cuenta Mariano Rolando Andrade, con los antebrazos sobre la mesa, mientras mira el vaso de plástico vacío. Tiene 44 años y se fue en el 2000 a vivir a Francia, justo antes de que el país estalle. Luego, le tocó estar unos cuantos años en Estados Unidos donde pudo explorar de más cerca la pasión que comenzó en la adolescencia: los crudos versos de la Generación Beat. "La traducción es algo activo. Si tenés un bagaje Beat te va a ayudar a entender algunos guiños que hacen ellos con ciertas frases. A veces hay neologismos, hay que cruzar información, buscar fuentes, consultar con gente, hasta que entiendas lo que quisieron decir. Hay ciertas palabras que quizás no existe una traducción exacta", comenta sobre el proyecto de reunir y traducir estos poetas, trabajo materializado en Poesía Beat. Pero, ¿porqué ahora? ¿Qué tiene para decirle a este 2017 este libro?

No se trata sólo de traer textos valiosos, sino también de repensarlos mejor y ponerlos en cuestión con nuestra actualidad. Porque si habría que definir a la poesía Beat habría que decir que se trata de una poesía incómoda, incluso para esta época. "Te mueve de la zona del confort. Te empuja todo el tiempo a cuestionarte cosas: tu relación con la sociedad, con el trabajo, con el consumo. Son tremendamente críticos de eso", retoma. Una poesía que te mueva de la zona de confort. ¿Qué otra cosa se le puede pedir a la buena literatura?

Allen Ginsberg
Allen Ginsberg

– ¿Cómo interpela a nuestros tiempos este libro? ¿qué creés que viene a decirle a nuestro presente?

– Creo que estamos en un momento donde hay en cuestionamiento muchas cosas que pensamos adquiridas. Hay muchas libertades, una forma de pensar abierta y abarcativa. Yo creo que hoy el mundo está en esas ondulaciones, se estira y se contrae. Y en ese juego, los Beats siempre fueron expansivos. Y en esa época también porque tenías a los conservadores. Los Beats siempre fueron abriendo puertas, entonces en esa lucha, en esas ondulaciones que hay en la sociedad de abrirse y de cerrarse, ellos siempre estuvieron a favor de abrir. Y creo que está bueno en este momento recuperarlos y mostrar todas las temáticas que abarcaron, porque es increíble el número de temas que tocaron. Por ejemplo, el budismo, que ya existía pero que ellos lo hacen masivo, de hecho algunos terminan siendo monjes zen. Toda esa parte de apertura es importante ponerla sobre la mesa a través de la literatura.

– Sobre todo en la corrección política que abunda hoy…

– Que nos va de a poco censurando por todos lados, ¿no? Hay cosas que no se pueden decir o no se pueden hacer. En eso los Beats iban para adelante espontáneamente. Se equivocaban, seguramente, se mandaron cagadas, cometieron errores, pero también era el precio de experimentar, de probar, de dar cosas.

– Lo que inquieta también de esta generación es ver cómo llevan vidas extremas…

– En el libro hay una presentación de cada poeta. Son cortas, cuatro párrafos. Muchos son conocidos pero los que no se conocen van a ver que no era que escribían poemas y se quedaban en casa, sino que llevaban una vida acorde al pensamiento que tenían.

"No soy un hombre. Nunca violé a una mujer. No odio a los negros. No me emociono cuando ondea la bandera. No pienso que debo amar América o abandonarla. Pienso que me tengo que reír de ella (…)
No soy un hombre. No quiero destruirte."
Harold Norse (1916-2009)

Burroughs y Kerouac peleando en 1953, Nueva York. La foto es de Allen Ginsberg
Burroughs y Kerouac peleando en 1953, Nueva York. La foto es de Allen Ginsberg

– ¿Y el reconocimiento? Imagino que a muchos les llegó después de morir…

– Y a algunos nunca les llegó. Tenés a Kerouac, a Ginsberg, a Burroughs, pero incluso el reconocimiento que les llegó fue complicado. Kerouac termina muriendo de cirrosis a los cuarenta y pico. Cuando es On the road, le llega tan masivamente que el tipo no sabe cómo afrontarlo. Un poco lo termina arruinando ese éxito tan fulgurante y tan infernal. Ginsberg lo maneja mejor, quizás porque nunca llega a esa fama: la poesía tiene otra exposición. Volverte una celebrity como poeta es difícil. Kerouac sí se vuelve una celebrity, lo llevan a programas de televisión, a los últimos va borracho, hace un papelón. Termina yéndose a vivir solo a Florida y termina en frente de la televisión tomando todo el día. Ginsberg es diferente, a pesar de que estuvo internado en un psiquiátrico, él tiene una historia bastante heavy, se terminó muriendo de viejito viviendo en Nueva York en un departamento, tranquilo. Y después tenés otros:  Ferlinghetti sigue vivo, tiene casi 100 años, sigue viviendo arriba de la librería que fundó, City Lights, en San Francisco. Y hay muchos que siguen vivos. Otros murieron y sólo son conocidos dentro del ambiente eat o literario.

– ¿Creés que este movimiento podría haber surgido en otro lugar que no sea en Estados Unidos?

– Probablemente no. Por un lado está esta vida de confort que se instala en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial donde la gente lo que quiere es su autito, su casita, su trabajo, sus vacaciones, y con eso ya está conforme. Y de repente estos tipos te dicen: "No, esto nos está embruteciendo, nos está atontando, estamos yendo al matadero. Tenemos que revelarnos, tenemos que despertarnos". Además viendo todos los que están quedando al margen, porque en esa sociedad capitalista hay algunos que ganan pero hay muchos que pierden. Ellos elegían la mirada a todos estos que perdían. Además, con todo esto de la libertad individual, Estados Unidos era un campo abierto para intentar cualquier tipo de locura, como intentaron ellos.

 

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