Hay un prado. El cielo azul se tiñe de rosa ocaso. Una mujer flota en el aire. Lleva un vestido blanco. Un hombre desnudo la toma de ambos brazos, ¿la sostiene?, ¿la retiene? Ella se está yendo… Se va acercando la noche y comienza a resplandecer el azul zafiro que tapa las nubes. Una bailarina reposa en el jardín de una casa. Pero no es la suya. Tampoco pareciera ser su época. Un gato negro la mira con ojos brillantes, extraños, dilatados. Adentrándose en un bosque con niebla, una mujer se despide de la niña que alguna vez fue. Mas no lo hace con nostalgia, sino con el deseo de encontrarse con la maravillosa fémina sin ligaduras en la cual se convirtió. Se ha quitado muchas vendas de los ojos, ahora puede ver todo más claro. De pronto el firmamento comienza a convulsionar, ¿se acerca una tormenta? Una Venus rubia de pelo corto, en lencería negra, posa sobre las teclas de un piano. No se logra distinguir si el clavicordio es gigante, o ella demasiado pequeña.
Las escenas no forman parte del relato de un paciente en el diván de su psicoanalista. Tampoco el desliz involuntario de recuerdos reprimidos en el inconsciente. Las imágenes, que resultan una coalición perfecta entre impresionismo y surrealismo, son los 24 óleos que conforman la muestra Reencuentro, que la artista plástica argentina Judith Giani expone a partir de hoy, viernes. La particularidad los cuadros que forman de la serie es que la técnica utilizada parte de una tela cubierta de acrílico negro, y desde esa base se trabajan los vibrantes óleos de una infinita paleta, "yendo de la oscuridad hacia la luz".
Giani comenzó a formarse como artista a los 17 años. Lleva 30 de carrera y, como un cuadro impresionista, está compuesta por la perfecta yuxtaposición de innumerables actividades. Todo lo que hace, la convierte en lo que es. Se desempeña como profesora de dibujo hace más de 20 años, algunos alumnos la siguen hace 18. Tiene su taller particular y da clases en la escuela pública, donde oficia de coordinadora en el área de expresión. Es maestra de artes plásticas y visuales, es también ceramista y trabaja esculturas de plástico. A lo largo de su trayectoria, ha incursionado en innumerables técnicas, desde los clásicos acrílicos, los collages con fotos, hasta los lápices ópticos y 3D–cuando recién surgían como tecnología-. Expuso en Paspartú en Barcelona, en Ouro Preto en Brasil, en el Museo Casa Carlos Gardel, en el Museo Mercedes –su ciudad natal- y en el de Luján, en Zencity de Puerto Madero, y en arteBA, siendo la artista seleccionada por una prestigiosa revista de cultura.
Giani viene de una familia en la cual la creación y la creatividad se llevan en las venas, y se tramsmiten, como la sangre, de generación en generación. Su abuela materna María Luisa Berterreix cantaba y tocaba el piano. Su abuelo Emilio Luis Filippi, el esposo de María Luisa, trabajaba con sus manos, era dueño de una tornería y de un Piper amarillo. La hija de ambos y madre de Judith, Rosa Magdalena Filippi, era profesora de música y de inglés. Su padre Alberto "El Negro" Giani era un emprendedor, del cual Judith heredó la voluntad, aquella fuerza motriz que según Albert Einstein es "más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica".
Toca el piano desde los cuatro años. Sus hijos Lucio y Mateo han convertido su casa en un estudio repleto de instrumentos, en el cual suenan la batería, el bajo, la guitarra eléctrica, la criolla, y el ukelele. En el hogar de los Giani se inspira y exhala arte. Unos días antes de la muestra, la polifacética artista habló con Infobae.
-¿Qué significa para usted Reencuentro?
-Siempre una muestra moviliza, pero esta vez es especial. Pienso en las horas infinitas en las que me dediqué a pintar, las dudas que surgieron, las certezas que estuvieron presentes desde el primer momento… Venía de un año complicado. En la vida, todos sufrimos pequeñas muertes. Esta experiencia la siento como una renacer tanto en mi obra como en lo personal.
-¿Qué presenta esta nueva Giani?
-Hay una liberación en mí, me imagino en esos verdes de las pinturas, descalza, despojada de todo. Técnicamente hablando, hay un giro en los colores, las paletas a disposición de las figuras, la poca transparencia que era tan habitual en mis trabajos. Los cielos que aparecieron, las líneas de los horizontes. La pintura es mi compañera en las buenas y en las malas. Es mi gran refugio. Me despierto pensando en arte y me acuesto pensando en arte. Puede llegar a ser una vida muy solitaria, pero es un escape al caos. Me relaja, me llena de paz.
-Su obra se percibe cercana, como si se la pudiera conocer a través de sus pinturas, ¿qué considera que logra esa sensación?
– En mi obra está presente todo lo que soy. Mi familia y mis amigos dicen que todo el que me conoce me ve a mí en mis cuadros. De manera consciente o inconsciente siempre terminan apareciendo mis padres, mis abuelos, mis recuerdos, y hasta mi gato "El Negro", bautizado así en honor a mi padre.
La exposición se lleva a cabo en Comuna 15 desde el 30 de junio a las 18.30 hasta el 17 de julio, y en este renacer de la artífice se podrá disfrutar del arte de la vieja escuela, ese que habla por sí solo y que se desprende de cualquier barrera cultural. La muestra representa una delicada fusión entre impresionismo y surrealismo, simbolismo de un encuentro imaginario que podría ser titulado "Cuando Magritte 'conoció' a Monet". Reencuentro ofrece un diálogo ameno con el público, con la calidez característica de una mujer que además de artista es una maestra de vocación. En su obra pone el cuerpo, el alma, "el corazón y las tripas". Su capacidad de progreso y reinvención es poéticamente inspiradora.
*Reencuentro, obras de Judith Giani. Sede Comunal 15, Av. Córdoba 5690. Hasta el 17 de julio.
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