Prefería que la llamaran "ecónoma" y aseguraba que de adolescente jamás se interesó por la cocina. Sin embargo supo convertirse en un símbolo de la gastronomía nacional del siglo XX y en la best-seller argentina líder durante décadas, con El libro de Doña Petrona, que superó en ventas al Martín Fierro y hasta a la Biblia, con más de tres millones de ejemplares vendidos hasta mediados de los años '90. A 25 años de la muerte de Petrona C. de Gandulfo, recordada entre otras cosas por sus apariciones en el programa "Buenas tardes, mucho gusto" y pionera en eso de cocinar por televisión, el jueves 29 de junio se inaugurará una muestra con objetos personales –además de distintas ediciones de sus libros, cartas, fotos y todo tipo de utensilios con los que trabajaba– en la Avenida Jujuy 1582, en el barrio porteño de San Cristóbal.
La iniciativa de lo que se dio en llamar "Museo Doña Petrona C. de Gandulfo" nació de Richard Saavedra, dueño de una empresa que hace uniformes para cocina desde hace 30 años, quien convocó a los nietos de Petrona, Marcela y Alejandro Massut, a una reunión porque quería llamar "Doña Petrona" a uno de los salones de su empresa. Lo que comenzó como un pequeño homenaje para reunir desde las primeras ediciones del libro de Petrona hasta su carnet de ecónoma jefa de Gas del Estado, se convirtió en un fenómeno. La repercusión en redes, sobre todo en la página de Facebook Doña Petrona C. de Gandulfo que cuenta con 340.000 seguidores, fue inmediata.
"Lo que pasó fue impresionante", cuenta Saavedra a Infobae. "Además de los objetos que guardó la familia, ahora estamos también juntando cartitas y otras cosas que nos mandan los fans. Ella hizo algo espectacular en Argentina; es como que pasó del fax al email en lo que tiene que ver con la cocina", explica el empresario, quien por un tiempo tendrá a su cargo la marca "Doña Petrona C. de Gandulfo". Saavedra también adelantó que en octubre saldrá una nueva edición –la 103– del tradicional libro de la ecónoma con más de 800 páginas, por la editorial Planeta.
Emprendedora, mediática y marketinera como nadie –cuando ninguno de esos términos tenían la connotación actual– la mítica historia de Petrona tiene tantas aristas que fue estudiada por numerosos académicos porque atraviesa el siglo XX y sirve para comprender cómo se fueron gestando las aspiraciones de la clase media en el país, cierta idea de lo femenino, de lo doméstico y del "buen gusto".
Petrona Carrizo nació en Santiago del Estero en 1896 ó 1898 (según los investigadores, la información sobre su fecha de nacimiento es contradictoria y ella pudo haberse quitado años por coquetería en distintas entrevistas que brindó) y se mudó a Buenos Aires con quien más adelante sería su primer esposo, Oscar Gandulfo. A contramano de lo que luego ella promovería –es decir, que las mujeres se encargaran estrictamente del hogar–, mientras que Gandulfo se convirtió en empleado del Correo, ella consiguió trabajo en la Compañía Primitiva de Gas para enseñar a usar las cocinas a gas, un novedoso artefacto para los argentinos en esa época. El gas y las innovaciones tecnológicas en general, más que la cocina en sí, serían para Petrona los grandes motores de su carrera.
"De joven, Petrona Carrizo quería ir más allá de los quehaceres domésticos como cocinar, a los que ella y algunas de sus contemporáneas asociaban con las mujeres de clases populares. En otras palabras, ella aspiraba a contratar a una cocinera más que a serlo. Sin embargo, cuando se le presentó la oportunidad de convertirse en una ecónoma para Primitiva vio ese trabajo como una forma de 'progreso'. Ella no estaba cocinando en la cocina de otro –algo que ella siempre remarcaba cuando era entrevistada por periodistas– sino que les enseñaba a mujeres adineradas (y a sus cocineras) cómo hacer una variedad de exquisiteces cosmopolitas", explica a Infobae la investigadora estadounidense Rebekah Pite, doctora en Historia y Estudios de Mujeres por la Universidad de Michigan, quien publicó en la Argentina su libro La mesa está servida. Doña Petrona y la domesticidad en la Argentina del siglo XX (Edhasa, 2016), un estudio impresionante –repleto de documentación y testimonios– sobre la vida de la ecónoma, su éxito a través de décadas y las experiencias de distintas generaciones de argentinos que de algún modo la conocieron o tuvieron contacto con su famoso libro de recetas.
Como lo explica la socióloga argentina Andrea Matallana, quien también investigó a Petrona y publicó el libro Delicias y sabores. Desde Doña Petrona hasta nuestros días (Editorial Capital Intelectual, 2014), "en casi todos los hogares (de la clase media) hubo un libro de Doña Petrona, aunque esto no implica que alguien lo usara; en muchos casos simplemente estaba allí, como los libros religiosos (…). El libro era un objeto para ser regalado, pero para algunos es hoy un tesoro que pasó de generación en generación". Lo aspiracional –porque muchas veces quienes la seguían no tenían los electrodomésticos que ella exhibía o la criticaban por utilizar grandes cantidades de productos costosos como la manteca o los huevos– también fue una característica que la acompañó siempre.
A fuerza de inventar un producto de sí misma –de hecho, luego de enviudar y casarse en segundas nupcias mantuvo el apellido de su primer marido porque su nombre ya era una marca registrada– y completamente intuitiva para ir adaptándose a los tiempos, además de asociarse a marcas que la acompañaron como sponsors, Petrona se lució primero en sus presentaciones en vivo, luego con la primera edición de su libro, en 1933, que fue un suceso; más adelante en las radios El Mundo, Excelsior y Argentina, y con sus columnas en las revistas de la época como "El Hogar", "Caras y Caretas" y "Para Tí". Con la llegada de la televisión, se convirtió en la primera persona en cocinar desde la pantalla chica en la Argentina y pudo llegar a cada vez más hogares, que ahora podían ver en primer plano sus creaciones.
Otro de los aspectos clave del fenómeno, fue, justamente, el vínculo de Petrona con sus seguidoras. Desde las revistas respondía por carta a las consultas y cuando se hizo célebre en la televisión llegó a dar su número de teléfono por si alguna tenía dudas sobre las recetas más célebres, como la de su clásico pan dulce navideño o sus empanadas con masa de hojaldre. Llegó a recibir tantas cartas que se vio obligada a contratar un servicio de correspondencia privado que le llevara al correo las respuestas que minuciosamente enviaba a su público.
El éxito definitivo de Petrona llegó en 1960 de la mano del programa "Buenas tardes, mucho gusto". Aunque ella había debutado en televisión por Canal 7, con una emisión que se hizo desde el Palais de Glace y se llamó "Variedades hogareñas", fue en Canal 13 donde se terminó de convertir en una estrella y se la pudo ver enfundada con su clásico delantal blanco. Allí también apareció su ayudante, Juanita Bordoy, quien trabajaba en la casa de Petrona como asistente doméstica, y con quien conformó una dupla televisiva muy recordada (y hasta parodiada).
Alejada de los medios, pero convertida en una auténtica celebridad, Petrona murió en 1992, al cuidado de Juanita, en su casa ubicada frente a la Quinta Presidencial de Olivos. La influencia de este emblema culinario llega hasta la actualidad y sigue sorprendiendo a quienes se dedicaron a estudiarla. ¿Qué hizo que ella, en tiempos difíciles para las mujeres y sin ningún tipo de preparación formal, lograra un éxito tan rotundo a lo largo de tantos años y se convirtiera en un clásico? Rebekah Pite apunta: "Un aspecto es que ella era una perspicaz mujer de negocios pero su atención a las cuestiones domésticas impedía que sus contemporáneas la criticaran por eso (porque, supuestamente, el mundo de los negocios no era "femenino"). Segundo, ella apareció en el momento justo y supo cómo explotar el desarrollo del creciente mundo de los medios masivos y la cultura del consumo. Y tercero, ella no era solamente una gran cocinera sino que también era muy entretenida, especialmente en sus apariciones televisivas con su asistente, Juanita".
*El Museo Doña Petrona C. de Gandulfo abrirá sus puertas el jueves 29 a las 10. Con entrada libre y gratuita, podrá visitarse durante todo julio de lunes a viernes, de 10 a 17 y los sábados en Av. Jujuy 1582.
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